La paz empieza por ti
Un esfuerzo consciente hacia procesos de paz, por mínimo que sea, en un efecto domino, provoca una respuesta de modelaje, haciéndose llegar su replica más y más lejos.
La paz es un anhelo, una búsqueda superior, por encima de todas las metas. Instituciones y fundaciones la tienen como su razón de ser, basándose en la protección de seres humanos, sobre todo los más frágiles: niños, ancianos, mujeres encintas, enfermos. Se tiene hoy, a la vista diaria, la dolorosa realidad de una guerra, la mayor expresión de la ausencia de paz, y se observa la necesidad de abandonar el hogar, que es resguardo de la paz familiar, para evitar el peligro de la violencia y la falta de las libertades de pensamiento y movilidad.
Las definiciones de la paz son múltiples: como “Relación armoniosa entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos; acuerdo alcanzado entre las naciones por el que se pone fin a una guerra; ausencia de ruido o ajetreo en un lugar o momento; estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud.” (Diccionario de la Real Academia Española)
Este deseado estado inicia por la persona, por cada ser humano. ¿Qué es su paz? ¿Cómo se visualiza? Se viene a la mente un cuerpo acuático, con serenos movimientos y sonidos, que provocan tranquilidad; se recuerda de la naturaleza, campos floreados, cielos claros; la familia unida en momentos de alegría otorga paz emotiva, todos recuerdos que fortalecen el proceso para sostener ese anhelo, visiones importantes para percibir y entender la paz.
Lo opuesto a la paz es guerra, conflicto, discusiones, desacuerdos, imposiciones de conceptos propios sobre opiniones de otros. Los disturbios son recios, como también puede serlo un silencio belicoso. El “estira y encoje” es fuente de aún más desequilibrio emocional, profundizada la ausencia de tranquilidad, pues la ausencia de paz.
La paz mundial, comunitaria, familiar, empieza en cada persona. Hay dos conceptos de interés: paz positiva y paz negativa. Se creería que hubiese una sola paz, pero no es así. La paz positiva es proactiva, proveyendo a la persona, o una nación, todas las necesidades fundamentales para establecer una vida sin desacuerdos; una paz negativa es simplemente el cese de guerras. La herramienta de promoción de la paz, por excelencia, tanto de prevención, como de resolución, es la comunicación, actividad sencilla a simple vista, pero profundamente compleja por abarcar un conocimiento sincero de la persona, sobre todas las cosas, consigo mismo, sobre si mismo.
La paz positiva inicia en la búsqueda, y el encuentro dentro de la misma persona, en un sincero autoexamen; el análisis de qué provoca el conflicto interno, para así reconocer qué provoca el conflicto externo. Hay que reconocer que las diferencias existen, son naturales y de celebrarse, y que no fueran motivo de discusión. Si cada persona es generosa consigo mismo, podrá serlo con otras, y así evitar las posibilidades de conflicto. El reconocer en la humanidad, a las personas como seres con sentimientos, temores, alegrías, ansiedades, amores, identificándose así, con profunda inteligencia emocional, se puede evitar la posibilidad de conflicto, y se siembra la semilla de la paz, la paz positiva.
Ese primer paso de la comunicación, la comunicación interna, con silencios de descubrimiento y aceptación. Un paso necesario, el perdón. Perdonarse los errores cometidos, y luego perdonar los errores que otros han cometido, compartiendo razones y causas, firmes en no repetirlos. Extender la mano en muestra de conciliación es el inicio a una paz mayor, pues el contagio de acciones positivas, de modelos de consenso, es patente y urgente.
La comunicación abierta de las diferencias, de opinión, sentimientos, razones y percepciones llevará a la comprensión y acciones de anuencia, a una positiva paz, proactiva. La mejora en el dialogo previene alguna discusión, pues el dialogo se basa en la escucha, y la discusión puede llevarse a la disputa. Primero escuchar, interiorizar, razonar, luego proponer.
Con ese inicio personal, se llega al cumplimiento en crecimiento, semejante a una gota cayéndose en un cuerpo de agua, con los efectos secundarios que llegan suaves y seguros, a influir en los cercanos y luego a los lejanos. Un esfuerzo consciente hacia procesos de paz, por mínimo que sea, en un efecto domino, provoca una respuesta de modelaje, haciéndose llegar su replica más y más lejos. Solo así, de uno en uno, cada persona influye que exista una paz mundial, en ambientes cercanos y lejanos, viviendo bondad, generosidad, una escucha activa, con respuesta pausada, para así establecer el piso común de la humanidad. Es esfuerzo de cada uno, y no olvidar que
¡La educación es prioridad nacional!