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La política y los juegos infantiles

¡Ya no más promesas vacías, ofrecimientos sin sustento alguno, generación de empleos “del aire”, de mejorar la seguridad, acabar con la pobreza y tantísimas cosas más!

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Carolina Castellanos |
24 de marzo, 2023

Se ha dicho que la política no es un juego de niños. Que se requiere de experiencia, conocimiento, ideas claras, planes y, sobre todo, deseo de servir al país con honestidad y honradez. ¡Ajá! Al ver de cerca el panorama real, vemos que los políticos sí actúan como niños. Esto es a todo nivel, no solamente para los altos cargos.

Seguramente usted, estimado lector, disfrutó de uno o varios de los juegos que mencionaré. Empecemos con la carrera de costales. Cuando niños, nos metíamos en éstos, corríamos del punto de partida con el objetivo de ganar la carrera, llegando de primero a la meta. Por supuesto que había caídas constantes en el trayecto. Veamos a los políticos, tropezándose, cayéndose solos o empujados por un recurso legal en su contra. Algunos logran resolverlo, se levantan y siguen.

¿Jugó usted las sillas musicales? Dábamos vueltas alrededor de un grupo de sillas. Había una menos que el número de participantes. Al sonar la campana, alguno se quedaba sin silla. El TSE y la Corte de Constitucionalidad son quienes han quitado esa silla extra en cada vuelta, dejando alguno fuera de la contienda.

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¿Se recuerda cómo jugar tenta? Corríamos y teníamos que evitar que nos “tocaran”, o salíamos del juego. En este proceso electoral, tan revuelto y complejo, quien pone un recurso “la lleva” para tocar a alguno de los candidatos y dejarlo fuera. Nuevamente, el TSE es el juez en este lío.

La mímica está presente también. Los discursos son prácticamente los mismos. Con algún cambio por aquí, una “regionalización” por allá, todos ofrecen lo mismo. Si algún “chispudo” piensa en algo diferente, rápidamente es copiado por otros para ganarse la voluntad del electorado.

El ajedrez es para los intelectuales detrás de las campañas políticas. Son quienes dirigen las acciones de los candidatos, sus discursos y su forma de expresar las ideas. Más allá de eso, diseñan las estrategias para ganar la partida. Buscan reducir al ejército enemigo. Para ello usan a los peones, que son todos aquellos que se acercan para obtener un “hueso” una vez “en la guayaba”. Las torres, los caballos y los alfiles son los más cercanos al candidato. Se moverán de acuerdo a la estrategia planificada.

El juego que me parece, es el favorito, es el de policías y ladrones. Lamentablemente, este se fortalece durante la campaña y continúa una vez en el poder.

El que nosotros, los votantes, quienes elegimos a cada uno de los que ocupará un cargo público queremos jugar, es aquel que se llamaba STOP o ALTO. ¡Ya no más promesas vacías, ofrecimientos sin sustento alguno, generación de empleos “del aire”, de mejorar la seguridad, acabar con la pobreza y tantísimas cosas más!

Cada proceso electoral genera demasiada incertidumbre. Mucho de esto viene del juego de lotería en el que nos vemos obligados a participar al momento de votar. Las papeletas tendrán muchos símbolos. Detrás de cada uno hay un candidato (o varios cuando se trata de diputados pues votamos por una planilla), que ha ofrecido una Guatemala mejor. Algunos habrán logrado convencer más que otros. No tenemos certeza que vaya a cumplir con tan solo una de sus promesas de campaña. Aun así, elegimos a alguien en cada papeleta. Nuestro futuro es una lotería.

La política y los juegos infantiles

¡Ya no más promesas vacías, ofrecimientos sin sustento alguno, generación de empleos “del aire”, de mejorar la seguridad, acabar con la pobreza y tantísimas cosas más!

Carolina Castellanos |
24 de marzo, 2023
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Se ha dicho que la política no es un juego de niños. Que se requiere de experiencia, conocimiento, ideas claras, planes y, sobre todo, deseo de servir al país con honestidad y honradez. ¡Ajá! Al ver de cerca el panorama real, vemos que los políticos sí actúan como niños. Esto es a todo nivel, no solamente para los altos cargos.

Seguramente usted, estimado lector, disfrutó de uno o varios de los juegos que mencionaré. Empecemos con la carrera de costales. Cuando niños, nos metíamos en éstos, corríamos del punto de partida con el objetivo de ganar la carrera, llegando de primero a la meta. Por supuesto que había caídas constantes en el trayecto. Veamos a los políticos, tropezándose, cayéndose solos o empujados por un recurso legal en su contra. Algunos logran resolverlo, se levantan y siguen.

¿Jugó usted las sillas musicales? Dábamos vueltas alrededor de un grupo de sillas. Había una menos que el número de participantes. Al sonar la campana, alguno se quedaba sin silla. El TSE y la Corte de Constitucionalidad son quienes han quitado esa silla extra en cada vuelta, dejando alguno fuera de la contienda.

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¿Se recuerda cómo jugar tenta? Corríamos y teníamos que evitar que nos “tocaran”, o salíamos del juego. En este proceso electoral, tan revuelto y complejo, quien pone un recurso “la lleva” para tocar a alguno de los candidatos y dejarlo fuera. Nuevamente, el TSE es el juez en este lío.

La mímica está presente también. Los discursos son prácticamente los mismos. Con algún cambio por aquí, una “regionalización” por allá, todos ofrecen lo mismo. Si algún “chispudo” piensa en algo diferente, rápidamente es copiado por otros para ganarse la voluntad del electorado.

El ajedrez es para los intelectuales detrás de las campañas políticas. Son quienes dirigen las acciones de los candidatos, sus discursos y su forma de expresar las ideas. Más allá de eso, diseñan las estrategias para ganar la partida. Buscan reducir al ejército enemigo. Para ello usan a los peones, que son todos aquellos que se acercan para obtener un “hueso” una vez “en la guayaba”. Las torres, los caballos y los alfiles son los más cercanos al candidato. Se moverán de acuerdo a la estrategia planificada.

El juego que me parece, es el favorito, es el de policías y ladrones. Lamentablemente, este se fortalece durante la campaña y continúa una vez en el poder.

El que nosotros, los votantes, quienes elegimos a cada uno de los que ocupará un cargo público queremos jugar, es aquel que se llamaba STOP o ALTO. ¡Ya no más promesas vacías, ofrecimientos sin sustento alguno, generación de empleos “del aire”, de mejorar la seguridad, acabar con la pobreza y tantísimas cosas más!

Cada proceso electoral genera demasiada incertidumbre. Mucho de esto viene del juego de lotería en el que nos vemos obligados a participar al momento de votar. Las papeletas tendrán muchos símbolos. Detrás de cada uno hay un candidato (o varios cuando se trata de diputados pues votamos por una planilla), que ha ofrecido una Guatemala mejor. Algunos habrán logrado convencer más que otros. No tenemos certeza que vaya a cumplir con tan solo una de sus promesas de campaña. Aun así, elegimos a alguien en cada papeleta. Nuestro futuro es una lotería.