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La verdad sobre la desigualdad

Pero todo eso no sirve de nada si se vive en un país como Cuba, Venezuela, Bolivia, o en uno como el que quieren para sus pueblos los dementes de Boric, Castillo o Petro.

igualdad
Betty Marroquin |
31 de julio, 2022

Un dicho sabio reza “ni los dedos de la mano son iguales” cómo no lo son los hermanos, los parientes o los amigos. La desigualdad es parte inherente de la raza humana, porque si bien estamos biológicamente hechos de los mismos componentes, somos distintos en esencia.  

Algunas personas son más creativas, más emprendedoras, más disciplinadas, más ambiciosas, más eficientes, más lógicas, más responsables, más determinadas, más inteligentes y por ende, más exitosas. La gente que piensa mediocre, los que se han bebido el cuento de la victimización, parecen ignorar cuántos grandes líderes, presidentes, celebridades, han triunfado desde orígenes complicados, pobres, paupérrimos, sólo por tener las cualidades mencionadas.  

En Guatemala, para darles un ejemplo, el ex Presidente Manuel Estrada Cabrera, hijo de un padre ausente y una madre que vendía dulces en las casas acomodadas de la Ciudad de Quetzaltenango, por pura iniciativa, estudió, hasta graduarse de Abogado. Fue un niño objeto de bullying por su pobreza y humilde condición social, y cualquier otro en sus zapatos hubiera crecido resentido, guerrillero, viStima, mediocre, ignorante y derrotado de la vida. Este personaje es pues un ejemplo de resiliencia, y guste o no su papel como Presidente, el punto de este comentario es que llegó a ser Presidente de la República. 

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Cómo él, muchos otros guatemaltecos han desafiado las condiciones sociales, los impedimentos y estupideces mentales de gente fatua y vacía, para convertirse en historias de éxito. Cuántos migrantes llegaron a Guatemala sin nada, y construyeron imperios a base de trabajo, empeño, inteligencia, tenacidad y resiliencia.  

Pero todo eso no sirve de nada si se vive en un país como Cuba, Venezuela, Bolivia, o en uno como el que quieren para sus pueblos los dementes de Boric, Castillo o Petro. En la sociedad que ellos están destruyendo, en la anarquía y el desorden que quieren imponer a sus respectivos países, que una persona humilde prospere limpiamente es casi imposible. 

Ha sido sólo en sociedades libres donde las personas han logrado superar su condición de pobreza. Es en sociedades libres, con justicia igual para todos, con reglas claras, gobiernos ordenados y pequeños, y sistemas no intrusivos dónde el ser humano logra desarrollar mejor sus capacidades y sobresalir según su propio talento.  

Eso proponemos los liberales clásicos, verdadera “derecha”. Los mercantilistas quieren subsidios, proteccionismos estatales, y preferencias. Los socialistas quieren renunciar a su libertad para no tener responsabilidades y que “papá gobierno” les “resuelva” la vida. Y los comunistas lo que buscan es enriquecerse a costa de igualar a todos en pobreza mientras ellos dominan todo a la Castro, Chávez, Maduro, Morales, Ortega, etc. 

No hay peor ciego que el que se rehúsa a ver.  

La verdad sobre la desigualdad

Pero todo eso no sirve de nada si se vive en un país como Cuba, Venezuela, Bolivia, o en uno como el que quieren para sus pueblos los dementes de Boric, Castillo o Petro.

Betty Marroquin |
31 de julio, 2022
igualdad

Un dicho sabio reza “ni los dedos de la mano son iguales” cómo no lo son los hermanos, los parientes o los amigos. La desigualdad es parte inherente de la raza humana, porque si bien estamos biológicamente hechos de los mismos componentes, somos distintos en esencia.  

Algunas personas son más creativas, más emprendedoras, más disciplinadas, más ambiciosas, más eficientes, más lógicas, más responsables, más determinadas, más inteligentes y por ende, más exitosas. La gente que piensa mediocre, los que se han bebido el cuento de la victimización, parecen ignorar cuántos grandes líderes, presidentes, celebridades, han triunfado desde orígenes complicados, pobres, paupérrimos, sólo por tener las cualidades mencionadas.  

En Guatemala, para darles un ejemplo, el ex Presidente Manuel Estrada Cabrera, hijo de un padre ausente y una madre que vendía dulces en las casas acomodadas de la Ciudad de Quetzaltenango, por pura iniciativa, estudió, hasta graduarse de Abogado. Fue un niño objeto de bullying por su pobreza y humilde condición social, y cualquier otro en sus zapatos hubiera crecido resentido, guerrillero, viStima, mediocre, ignorante y derrotado de la vida. Este personaje es pues un ejemplo de resiliencia, y guste o no su papel como Presidente, el punto de este comentario es que llegó a ser Presidente de la República. 

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Cómo él, muchos otros guatemaltecos han desafiado las condiciones sociales, los impedimentos y estupideces mentales de gente fatua y vacía, para convertirse en historias de éxito. Cuántos migrantes llegaron a Guatemala sin nada, y construyeron imperios a base de trabajo, empeño, inteligencia, tenacidad y resiliencia.  

Pero todo eso no sirve de nada si se vive en un país como Cuba, Venezuela, Bolivia, o en uno como el que quieren para sus pueblos los dementes de Boric, Castillo o Petro. En la sociedad que ellos están destruyendo, en la anarquía y el desorden que quieren imponer a sus respectivos países, que una persona humilde prospere limpiamente es casi imposible. 

Ha sido sólo en sociedades libres donde las personas han logrado superar su condición de pobreza. Es en sociedades libres, con justicia igual para todos, con reglas claras, gobiernos ordenados y pequeños, y sistemas no intrusivos dónde el ser humano logra desarrollar mejor sus capacidades y sobresalir según su propio talento.  

Eso proponemos los liberales clásicos, verdadera “derecha”. Los mercantilistas quieren subsidios, proteccionismos estatales, y preferencias. Los socialistas quieren renunciar a su libertad para no tener responsabilidades y que “papá gobierno” les “resuelva” la vida. Y los comunistas lo que buscan es enriquecerse a costa de igualar a todos en pobreza mientras ellos dominan todo a la Castro, Chávez, Maduro, Morales, Ortega, etc. 

No hay peor ciego que el que se rehúsa a ver.