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Lo que Jorge Palmieri dijo sobre José Rubén Zamora

De lo que más blasona el ingeniero Zamora es decir que es nieto del gran periodista y patriota Clemente Marroquín Rojas, pero no es verdad, porque el padre biológico de su madre, María del Carmen Mercedes, fue el general Roderico Anzueto Valencia, quien fue esbirro y jefe de la Policía Secreta de Manuel Estrada Cabrera y testaferro y jefe de la Policía Nacional del dictador Jorge Ubico.

Jorge Palmieri
Alejandro Palmieri |
03 de agosto, 2022

El 21 de septiembre de 2016, mi querido papá, publicó en su blog lo que reproduzco abajo de esta breve introducción.  La público ahora, luego de la captura de José Rubén Zamora por varios delitos.  En una sociedad como la guatemalteca que, aunque dada guardar secretos a voces y lavar la ropa sucia en casa, es pequeña y en una sociedad pequeña, todo para sabiéndose tarde o temprano.  La acusación en contra de Zamora gira en torno a la recepción de dineros provenientes de una persona que fue acusada y procesada por la Cicig y la Feci por actos de corrupción.  Una persona que, bajo el criterio del propio Zamora, es corrupto (aunque no ha sido vencido en juicio) por lo que, el recibirlo en la sala de su casa como si nada, junto a Manfredo Marroquín y luego le reciba de él "en préstamo" 200 mil quetzales resulta contradictorio, por decir poco.  ¿Zamora recibe dineros de "corruptos"? o ¿Zamora sabe que la acusación que le hizo la Cicig y la Feci a Ronald García Navarijo -como a muchos otros- es espuria? No pueden ser ambas; son mutuamente excluyentes.  

Habrá suficiente tiempo y material para comentar las acusaciones que se le hacen a Zamora, pero por lo que hasta ahora se ha visto, los delitos que se le imputarán están basados en pruebas testimonial, científica y documental.  Por ahora, el caso en contra de Zamora se ve sólido.  Parece ser que, aunque tarde, la justicia lo alcanza.  Los dejo con la publicación de mi papá.

 

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La razón de mi largo silencio

Permítanme explicarles un poco por qué no había escrito este blog desde que dejé de publicar mis artículos en elPeriódico, hasta que me retiré cuando el presidente de ese medio, ingeniero José Rubén Zamora, publicó dos ríspidos artículos contra mí, en los cuales censuró con excesiva dureza el que yo haya llamado «afroamericano» al  embajador de Estados Unidos de América, Todd Robinson, y calificó de «execrable ataque racista» de mi parte el hecho que yo haya agregado que si Robinson continúa inmiscuyéndose en los asuntos internos de Guatemala, con sus constantes impertinentes comentarios, violando con ello el artículo 41 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, «va a dejar un recuerdo más negro que el color de su piel». Por lo cual, con el servilismo más desvergonzado, Zamora se rasgó las vestiduras porque le pareció una «atroz discriminación racial» de mi parte y en sus dos artículos alusivos exigió que si yo quería seguir escribiendo en elPeriódico tendría que publicar una disculpa escueta al susodicho embajador, pero sin agregar ningún comentario. Lo cual me pareció demasiada exigencia y me negué a aceptar esa imperativa condición porque me pareció que equivalía a una humillación que no estaba dispuesto a aceptar. ¡Ni siquiera porque se trataba del procónsul del imperio yanqui! Era una cuestión de dignidad, que Zamora no podía comprender porque carece de ella.

Magnífica fotografía en claroscuro del Embajador afroamericano de Estados Unidos de América, Todd Robinson, publicada el 8 de abril del 2016 en la portada del diario Siglo. 21 Molestó a Zamora que dijese que su piel es de color negro. ¡Ni modo que le llamara «canche»!

A pesar de que mi artículo en cuestión era titulado «Respeto quiere respeto, embajador Robinson». Sin embargo, al día siguiente yo publiqué una disculpa, en la cual traté de explicar por qué lo había hecho, pero no fue suficientemente para Zamora, porque en su segundo artículo volvió a decir  que si quería seguir escribiendo en elPeriódico tendría que publicar una  disculpa escueta, sin hacer otro comentario. A lo cual me negué y decidí dejar de colaborar en ese medio en el que yo había venido escribiendo desde hacía ocho meses, por lo cual hasta el momento Zamora nunca me ha pagado ni un solo centavo porque  se ha hecho «brocha» pagarme por mi trabajo. Lo cual es un flagrante robo descarado porque la ley dice que todo trabajo debe ser remunerado. Mientras tanto, José Rubén Zamora vive como millonario entre Miami y Guatemala, explotando desvergonzadamente a los periodistas y colaboradores que publican gratis columnas en elPeriódico.

Ingeniero José Rubén Zamora, presidente de elPeriódico, es un hipócrita con doble moral, me censuró porque llamé «afroamericano» al embajador Robinson y agregué que el color de su piel es negro, aunque él publica cada semana en su sección dominical «El Peladero» muchas calumnias, difamaciones y todo tipo de ofensas contra quien le viene en gana, confiado en que no hay ningún otro medio de comunicación que publique una sección de chismes difamatorios como «El Peladero» en la cual le saquen sus trapos sucios sobre su disipada vida pública y privada.

De lo que más blasona el ingeniero Zamora es decir que es nieto del gran periodista y patriota Clemente Marroquín Rojas, pero no es verdad, porque el padre biológico de su madre, María del Carmen Mercedes, fue el general Roderico Anzueto Valencia, quien fue esbirro y jefe de la Policía Secreta de Manuel Estrada Cabrera y testaferro y jefe de la Policía Nacional del dictador Jorge Ubico. María del Carmen Mercedes (1934-1997) contrajo matrimonio con José Rubén Zamora Luna, padre de José Rubén Zamora, y fue adoptada por Marroquín Rojas cuando éste regresó del exilio en México. Por cierto que el ingeniero José Rubén Zamora durante toda su vida se negó  a relacionarse con su padre, a pesar de las súplicas de éste. Esa es la clase de ser humano que Zamora es.

Me indignó tanto esa actitud tan servil de Zamora para con el embajador de los Estados Unidos y tan traidora para conmigo, que me enfermé. No podía esperar ese comportamiento de una persona que se decía amigo y había venido varias veces a mi casa a compartir mi comida y mis licores. No podía creer que se hubiese disgustado de que llamase «afroamericano» y calificase de negro el color de la piel del embajador Robinson, y no me hubiese llamado por teléfono para pedirme que no lo publicase porque le parecía que era «discriminatorio. Pudo haberme llamado en la misma forma que lo hizo en que en otras ocasiones lo hizo para pedirme que no publicase algo porque perjudicaba a sus intereses, como cuando en la primera fase de mi colaboración en elPeriódico me pidió que no mencionase a Dionisio Gutiérrez porque le podría acarrear problemas económicos, o cuando me pidió que no hiciese una broma a mi viejo amigo y colega Mario Antonio Sandoval, vicepresidente y columnista de Prensa Libre, al referirme al famoso empujón que le dio durante un velorio el ex Presidente de la República y actual alcalde capitalino Álvaro Arzú, y yo dije que si tanto le había dolido a Mario el empujón «¡que le den vitaflenaco!», y Zamora me pidió que lo quitara porque no quería correr el riesgo de que ya no le diesen el papel para imprimir elPeriódico, hasta que le expliqué que Mario Antonio es mi viejo amigo y que estaba seguro que no iba a disgustarse por mi broma.

A pesar de que anteriormente había escrito en elPeriódico durante muchos años, desde su fundación, y de que ya habíamos tenido un disgusto por lo cual me había retirado la primera vez, un día nos encontramos inesperadamente en un restaurante con varios amigos mutuos, y me pidió que volviese a publicar mis artículos en elPeriódico, y me convenció gracias a mi acendrada vocación y amor el periodismo, el cual he ejercido durante más de 70 años, al grado que originalmente le prometí que iba a escribir todos los días, pero comprendí que sería demasiado trabajo para mí, un viejo de más de 87 años de edad y me limité a publicar solamente una columna los lunes y una página completa los miércoles y los sábados. Y así lo hice durante ocho meses consecutivos, aunque, repito, nunca se me pagó ni un centavo, no porque yo estuviese de acuerdo con escribir gratis, sino porque esperaba que pronto me diría Zamora cuánto me iba a pagar. ¡Pero jamás lo hizo! Por todo eso me deprimí por haber comprobado, una vez más,  la mala calidad humana de José Rubén Zamora, a quien de nuevo «se le salió el cobre», y de quien no quiero ni volver a mencionar su nombre porque se comportó como un mal nacido. Es innegable que los orígenes forman el carácter de las personas.

Como consecuencia, decidí tomarme un largo descanso y dedicarme exclusivamente a lo que los italianos llaman «Il dolce far niente» (el dulce no hacer nada), lo cual me he gozado a plenitud, leyendo y compartiendo con mis numerosos amigos, así como también siguiendo los incidentes de los juicios contra la corrupción, y los campeonatos de fútbol de Europa y América, así como también las maravillosas Olimpiadas celebradas en Río de Janeiro, Brasil. Nunca había gozado de tan largo descanso de escribir, salvo durante los cuatro años que tuve el honor de ser embajador de Guatemala en México.

Debo confesarles que he gozado mucho este largo período de descanso, después de haber escrito todos los días durante más de 70 años. ¡Qué sabroso! Pero les confieso que ya me cansé de descansar. Además, siempre he creído que un periodista que no escribe es como si estuviese muerto. Y yo deseo morir con las botas puestas. Por lo cual, a partir de hoy voy a reanudar mis publicaciones en este blog, que ha sido mi refugio durante varios años, en el cual he podido publicar todo lo que he querido sin pedir permiso a nadie ni exponerme a las intempestivas reacciones anormales de un psicópata, de un individuo que se rasgó las vestiduras porque le pareció «una feroz discriminación racial» que llamase «afroamericano» y dijese que si no cambiaba de comportamiento va a dejar «un recuerdo más negro que el color de su piel», con lo cual no quise ofenderle, ni discriminarle, porque jamás he discriminado a nadie por los orígenes de su raza o por el color de su piel, ni tampoco por su preferencia sexual. ¡Ni modo que le llamase «canche»!

Pero sospecho que de algo han servido mis críticas, porque el embajador Robinson ya lleva un largo tiempo callado, sin dar más declaraciones impertinentes, aunque es evidente que su gobierno sigue ejerciendo una gran influencia en el país. Un poco más aún de lo que ha sido durante muchos años en nuestra historia.

Sin embargo, Zamora todo el tiempo vive calumniando, difamando y ofendiendo a todas las personas que le viene el gana, en su infame sección dominical de chismes baratos denominada «El Peladero», en la cual extorsiona y hace chantage a quienes no contribuyen económicamente al sostenimiento de su vida de millonario en Miami, de su empresa periodística y de sus finanzas. No en vano ha sido calificado como «el sicario de la prensa». Es innegable que los orígenes de las personas conforman su calidad.

Pero, bueno, dejemos eso atrás, olvidemos esa mala experiencia. La tomaré como otra mala experiencia más… doy vuelta a la página y a otra cosa mariposa.

Lo que Jorge Palmieri dijo sobre José Rubén Zamora

De lo que más blasona el ingeniero Zamora es decir que es nieto del gran periodista y patriota Clemente Marroquín Rojas, pero no es verdad, porque el padre biológico de su madre, María del Carmen Mercedes, fue el general Roderico Anzueto Valencia, quien fue esbirro y jefe de la Policía Secreta de Manuel Estrada Cabrera y testaferro y jefe de la Policía Nacional del dictador Jorge Ubico.

Alejandro Palmieri |
03 de agosto, 2022
Jorge Palmieri

El 21 de septiembre de 2016, mi querido papá, publicó en su blog lo que reproduzco abajo de esta breve introducción.  La público ahora, luego de la captura de José Rubén Zamora por varios delitos.  En una sociedad como la guatemalteca que, aunque dada guardar secretos a voces y lavar la ropa sucia en casa, es pequeña y en una sociedad pequeña, todo para sabiéndose tarde o temprano.  La acusación en contra de Zamora gira en torno a la recepción de dineros provenientes de una persona que fue acusada y procesada por la Cicig y la Feci por actos de corrupción.  Una persona que, bajo el criterio del propio Zamora, es corrupto (aunque no ha sido vencido en juicio) por lo que, el recibirlo en la sala de su casa como si nada, junto a Manfredo Marroquín y luego le reciba de él "en préstamo" 200 mil quetzales resulta contradictorio, por decir poco.  ¿Zamora recibe dineros de "corruptos"? o ¿Zamora sabe que la acusación que le hizo la Cicig y la Feci a Ronald García Navarijo -como a muchos otros- es espuria? No pueden ser ambas; son mutuamente excluyentes.  

Habrá suficiente tiempo y material para comentar las acusaciones que se le hacen a Zamora, pero por lo que hasta ahora se ha visto, los delitos que se le imputarán están basados en pruebas testimonial, científica y documental.  Por ahora, el caso en contra de Zamora se ve sólido.  Parece ser que, aunque tarde, la justicia lo alcanza.  Los dejo con la publicación de mi papá.

 

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La razón de mi largo silencio

Permítanme explicarles un poco por qué no había escrito este blog desde que dejé de publicar mis artículos en elPeriódico, hasta que me retiré cuando el presidente de ese medio, ingeniero José Rubén Zamora, publicó dos ríspidos artículos contra mí, en los cuales censuró con excesiva dureza el que yo haya llamado «afroamericano» al  embajador de Estados Unidos de América, Todd Robinson, y calificó de «execrable ataque racista» de mi parte el hecho que yo haya agregado que si Robinson continúa inmiscuyéndose en los asuntos internos de Guatemala, con sus constantes impertinentes comentarios, violando con ello el artículo 41 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, «va a dejar un recuerdo más negro que el color de su piel». Por lo cual, con el servilismo más desvergonzado, Zamora se rasgó las vestiduras porque le pareció una «atroz discriminación racial» de mi parte y en sus dos artículos alusivos exigió que si yo quería seguir escribiendo en elPeriódico tendría que publicar una disculpa escueta al susodicho embajador, pero sin agregar ningún comentario. Lo cual me pareció demasiada exigencia y me negué a aceptar esa imperativa condición porque me pareció que equivalía a una humillación que no estaba dispuesto a aceptar. ¡Ni siquiera porque se trataba del procónsul del imperio yanqui! Era una cuestión de dignidad, que Zamora no podía comprender porque carece de ella.

Magnífica fotografía en claroscuro del Embajador afroamericano de Estados Unidos de América, Todd Robinson, publicada el 8 de abril del 2016 en la portada del diario Siglo. 21 Molestó a Zamora que dijese que su piel es de color negro. ¡Ni modo que le llamara «canche»!

A pesar de que mi artículo en cuestión era titulado «Respeto quiere respeto, embajador Robinson». Sin embargo, al día siguiente yo publiqué una disculpa, en la cual traté de explicar por qué lo había hecho, pero no fue suficientemente para Zamora, porque en su segundo artículo volvió a decir  que si quería seguir escribiendo en elPeriódico tendría que publicar una  disculpa escueta, sin hacer otro comentario. A lo cual me negué y decidí dejar de colaborar en ese medio en el que yo había venido escribiendo desde hacía ocho meses, por lo cual hasta el momento Zamora nunca me ha pagado ni un solo centavo porque  se ha hecho «brocha» pagarme por mi trabajo. Lo cual es un flagrante robo descarado porque la ley dice que todo trabajo debe ser remunerado. Mientras tanto, José Rubén Zamora vive como millonario entre Miami y Guatemala, explotando desvergonzadamente a los periodistas y colaboradores que publican gratis columnas en elPeriódico.

Ingeniero José Rubén Zamora, presidente de elPeriódico, es un hipócrita con doble moral, me censuró porque llamé «afroamericano» al embajador Robinson y agregué que el color de su piel es negro, aunque él publica cada semana en su sección dominical «El Peladero» muchas calumnias, difamaciones y todo tipo de ofensas contra quien le viene en gana, confiado en que no hay ningún otro medio de comunicación que publique una sección de chismes difamatorios como «El Peladero» en la cual le saquen sus trapos sucios sobre su disipada vida pública y privada.

De lo que más blasona el ingeniero Zamora es decir que es nieto del gran periodista y patriota Clemente Marroquín Rojas, pero no es verdad, porque el padre biológico de su madre, María del Carmen Mercedes, fue el general Roderico Anzueto Valencia, quien fue esbirro y jefe de la Policía Secreta de Manuel Estrada Cabrera y testaferro y jefe de la Policía Nacional del dictador Jorge Ubico. María del Carmen Mercedes (1934-1997) contrajo matrimonio con José Rubén Zamora Luna, padre de José Rubén Zamora, y fue adoptada por Marroquín Rojas cuando éste regresó del exilio en México. Por cierto que el ingeniero José Rubén Zamora durante toda su vida se negó  a relacionarse con su padre, a pesar de las súplicas de éste. Esa es la clase de ser humano que Zamora es.

Me indignó tanto esa actitud tan servil de Zamora para con el embajador de los Estados Unidos y tan traidora para conmigo, que me enfermé. No podía esperar ese comportamiento de una persona que se decía amigo y había venido varias veces a mi casa a compartir mi comida y mis licores. No podía creer que se hubiese disgustado de que llamase «afroamericano» y calificase de negro el color de la piel del embajador Robinson, y no me hubiese llamado por teléfono para pedirme que no lo publicase porque le parecía que era «discriminatorio. Pudo haberme llamado en la misma forma que lo hizo en que en otras ocasiones lo hizo para pedirme que no publicase algo porque perjudicaba a sus intereses, como cuando en la primera fase de mi colaboración en elPeriódico me pidió que no mencionase a Dionisio Gutiérrez porque le podría acarrear problemas económicos, o cuando me pidió que no hiciese una broma a mi viejo amigo y colega Mario Antonio Sandoval, vicepresidente y columnista de Prensa Libre, al referirme al famoso empujón que le dio durante un velorio el ex Presidente de la República y actual alcalde capitalino Álvaro Arzú, y yo dije que si tanto le había dolido a Mario el empujón «¡que le den vitaflenaco!», y Zamora me pidió que lo quitara porque no quería correr el riesgo de que ya no le diesen el papel para imprimir elPeriódico, hasta que le expliqué que Mario Antonio es mi viejo amigo y que estaba seguro que no iba a disgustarse por mi broma.

A pesar de que anteriormente había escrito en elPeriódico durante muchos años, desde su fundación, y de que ya habíamos tenido un disgusto por lo cual me había retirado la primera vez, un día nos encontramos inesperadamente en un restaurante con varios amigos mutuos, y me pidió que volviese a publicar mis artículos en elPeriódico, y me convenció gracias a mi acendrada vocación y amor el periodismo, el cual he ejercido durante más de 70 años, al grado que originalmente le prometí que iba a escribir todos los días, pero comprendí que sería demasiado trabajo para mí, un viejo de más de 87 años de edad y me limité a publicar solamente una columna los lunes y una página completa los miércoles y los sábados. Y así lo hice durante ocho meses consecutivos, aunque, repito, nunca se me pagó ni un centavo, no porque yo estuviese de acuerdo con escribir gratis, sino porque esperaba que pronto me diría Zamora cuánto me iba a pagar. ¡Pero jamás lo hizo! Por todo eso me deprimí por haber comprobado, una vez más,  la mala calidad humana de José Rubén Zamora, a quien de nuevo «se le salió el cobre», y de quien no quiero ni volver a mencionar su nombre porque se comportó como un mal nacido. Es innegable que los orígenes forman el carácter de las personas.

Como consecuencia, decidí tomarme un largo descanso y dedicarme exclusivamente a lo que los italianos llaman «Il dolce far niente» (el dulce no hacer nada), lo cual me he gozado a plenitud, leyendo y compartiendo con mis numerosos amigos, así como también siguiendo los incidentes de los juicios contra la corrupción, y los campeonatos de fútbol de Europa y América, así como también las maravillosas Olimpiadas celebradas en Río de Janeiro, Brasil. Nunca había gozado de tan largo descanso de escribir, salvo durante los cuatro años que tuve el honor de ser embajador de Guatemala en México.

Debo confesarles que he gozado mucho este largo período de descanso, después de haber escrito todos los días durante más de 70 años. ¡Qué sabroso! Pero les confieso que ya me cansé de descansar. Además, siempre he creído que un periodista que no escribe es como si estuviese muerto. Y yo deseo morir con las botas puestas. Por lo cual, a partir de hoy voy a reanudar mis publicaciones en este blog, que ha sido mi refugio durante varios años, en el cual he podido publicar todo lo que he querido sin pedir permiso a nadie ni exponerme a las intempestivas reacciones anormales de un psicópata, de un individuo que se rasgó las vestiduras porque le pareció «una feroz discriminación racial» que llamase «afroamericano» y dijese que si no cambiaba de comportamiento va a dejar «un recuerdo más negro que el color de su piel», con lo cual no quise ofenderle, ni discriminarle, porque jamás he discriminado a nadie por los orígenes de su raza o por el color de su piel, ni tampoco por su preferencia sexual. ¡Ni modo que le llamase «canche»!

Pero sospecho que de algo han servido mis críticas, porque el embajador Robinson ya lleva un largo tiempo callado, sin dar más declaraciones impertinentes, aunque es evidente que su gobierno sigue ejerciendo una gran influencia en el país. Un poco más aún de lo que ha sido durante muchos años en nuestra historia.

Sin embargo, Zamora todo el tiempo vive calumniando, difamando y ofendiendo a todas las personas que le viene el gana, en su infame sección dominical de chismes baratos denominada «El Peladero», en la cual extorsiona y hace chantage a quienes no contribuyen económicamente al sostenimiento de su vida de millonario en Miami, de su empresa periodística y de sus finanzas. No en vano ha sido calificado como «el sicario de la prensa». Es innegable que los orígenes de las personas conforman su calidad.

Pero, bueno, dejemos eso atrás, olvidemos esa mala experiencia. La tomaré como otra mala experiencia más… doy vuelta a la página y a otra cosa mariposa.