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Nos salva la clase media

Lo que nos permite avanzar en la vida y triunfar no es quitarle a otro lo que yo no tengo, es tener la libertad de realizar los sueños con un gobierno pequeño que no meta sus narices ni sus tentáculos en mi vida privada.  

Betty Marroquin |
02 de enero, 2022

Hay quienes dicen que Guatemala es otro Haití, que nuestro país es de los más pobres del planeta.  Es evidente que alimentan sus mentes con bazofia y se engañan a sí mismos. Hay pobreza, sin duda, pero nada que ver con lo anterior.

Según el Banco Mundial en Centroamérica la pobreza ha disminuido del 44.4% en el 2011, a 30.4% en el 2019.  La región Andina en esas mismas fechas pasó de 58.1% a 25.1%.  Es decir, la clase media aumentó, y con ella, también el número de los más ricos.  Ojo, el Banco Mundial no trabaja para el "pacto de corruptos" ni para la "oligarquía" ni nada de esas burradas.  Al igual que el Banco Interamericano o el Fondo Monetario Internacional, es un ente globalista que crece con la deuda de los países y la deuda no es la base idónea de riqueza, sino todo lo contrario.  Es importante recordarles que el costo de vida cambia muchísimo entre nuestros países y los Estados Unidos, cuyo parámetro es el idóneo para estos entes. 

Un banano en Walmart de Estados Unidos cuesta US$0.21 la unidad donde menos o $0.57 por libra, que equivale a Q1.59 (con el cambio al 7.60) o Q4.33 por libra.  En Walmart Guatemala, vale Q3.50 la libra.  Y no digamos la diferencia entre esos precios y los precios que pagamos en los mercados del altiplano.  No es lo mismo comprar vivienda en New York o California, que en Nebaj o en El Estor. 

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En Chile, la clase media creció del 23,7% al 64,3% en 25 años.  Y aún así, votaron por quienes destruyen a la clase media. Es interesante ver que la disminución de la pobreza no implica ni mayor capacidad de análisis de la masa ni el deseo de la misma de preservar su libertad.

Pero Guatemala es un caso particular.  Somos muy apegados a la propiedad privada, aunque no lo quieran admitir algunos.  Para todos, es "mi pantalón, mi comida, mi caballo, mi gallina, mis tortillas, mi carro, mi casa, mi, mi, mi".  Los chapines somos pro propiedad privada.  Hasta los patojos que teclean contra el empresariado y alaban a los socialistas usan su propio celular y no andan con colectivismos, visten a su modo, y les importa un pepino lo que el prójimo quiera o diga.  Y si no que diga Helen Mack si estaría dispuesta a que varias familias se acomoden en su lujosa casa en La Cañada, zona 14.

Si los políticos tuvieran dos dedos de frente, facilitarían al máximo (cosa difícil para mentes burócratas) la inscripción de las propiedades de los propietarios indígenas en el altiplano. Eso acabaría el conflicto.  Ser propietario es algo natural del ser humano.  El sentido de propiedad privada es innato y combatirlo es por ende, antinatural. Cuando defendemos, los que defendemos, la propiedad privada, estamos defendiendo la de todos los ciudadanos que tengan algo que perder. Todo lo que es propio es propiedad privada, valga la redundancia.  Ningún ser humano normal desprecia la propiedad privada. Y si no, vean a Castro, Chávez, Evo, etc.  Todos dueños de cuantiosas propiedades que obvio, no han obtenido con el fruto de su esfuerzo.

Urge que más personas de clase media, gente que sabe lo que es prestar plata para invertir, abrir el negocio y correr riesgos, se anime a servir a Guatemala.  Si no queremos caer en el socialismo, como Chile, Bolivia, Argentina, tenemos que defender los principios republicanos sobre los cuales se funda nuestra patria.  La democracia no es el fin, es un medio, la República es el fin último. Lo que nos permite avanzar en la vida y triunfar no es quitarle a otro lo que yo no tengo, es tener la libertad de realizar los sueños con un gobierno pequeño que no meta sus narices ni sus tentáculos en mi vida privada.  Urge que más personas entiendan eso.

Y así, llego a desearles a todos los que leen un 2022 con salud, prosperidad, alegría, amor y Dios en sus corazones.  Que en el 2022 estemos celebrando seguir libres, a pesar de todas las medidas típicas de la plandemia.  Esperemos que más gente tenga las ideas más claras porque en el 2023 debemos elegir al nuevo gobierno.  Dios mediante más candidatos de clase media se sumen a los partidos para correr por alcaldías, diputaciones y la Presidencia de la República.  Hay mucho por hacer, pero una casa sucia sólo se limpia poniéndose a limpiarla uno mismo.

Nos salva la clase media

Lo que nos permite avanzar en la vida y triunfar no es quitarle a otro lo que yo no tengo, es tener la libertad de realizar los sueños con un gobierno pequeño que no meta sus narices ni sus tentáculos en mi vida privada.  

Betty Marroquin |
02 de enero, 2022

Hay quienes dicen que Guatemala es otro Haití, que nuestro país es de los más pobres del planeta.  Es evidente que alimentan sus mentes con bazofia y se engañan a sí mismos. Hay pobreza, sin duda, pero nada que ver con lo anterior.

Según el Banco Mundial en Centroamérica la pobreza ha disminuido del 44.4% en el 2011, a 30.4% en el 2019.  La región Andina en esas mismas fechas pasó de 58.1% a 25.1%.  Es decir, la clase media aumentó, y con ella, también el número de los más ricos.  Ojo, el Banco Mundial no trabaja para el "pacto de corruptos" ni para la "oligarquía" ni nada de esas burradas.  Al igual que el Banco Interamericano o el Fondo Monetario Internacional, es un ente globalista que crece con la deuda de los países y la deuda no es la base idónea de riqueza, sino todo lo contrario.  Es importante recordarles que el costo de vida cambia muchísimo entre nuestros países y los Estados Unidos, cuyo parámetro es el idóneo para estos entes. 

Un banano en Walmart de Estados Unidos cuesta US$0.21 la unidad donde menos o $0.57 por libra, que equivale a Q1.59 (con el cambio al 7.60) o Q4.33 por libra.  En Walmart Guatemala, vale Q3.50 la libra.  Y no digamos la diferencia entre esos precios y los precios que pagamos en los mercados del altiplano.  No es lo mismo comprar vivienda en New York o California, que en Nebaj o en El Estor. 

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En Chile, la clase media creció del 23,7% al 64,3% en 25 años.  Y aún así, votaron por quienes destruyen a la clase media. Es interesante ver que la disminución de la pobreza no implica ni mayor capacidad de análisis de la masa ni el deseo de la misma de preservar su libertad.

Pero Guatemala es un caso particular.  Somos muy apegados a la propiedad privada, aunque no lo quieran admitir algunos.  Para todos, es "mi pantalón, mi comida, mi caballo, mi gallina, mis tortillas, mi carro, mi casa, mi, mi, mi".  Los chapines somos pro propiedad privada.  Hasta los patojos que teclean contra el empresariado y alaban a los socialistas usan su propio celular y no andan con colectivismos, visten a su modo, y les importa un pepino lo que el prójimo quiera o diga.  Y si no que diga Helen Mack si estaría dispuesta a que varias familias se acomoden en su lujosa casa en La Cañada, zona 14.

Si los políticos tuvieran dos dedos de frente, facilitarían al máximo (cosa difícil para mentes burócratas) la inscripción de las propiedades de los propietarios indígenas en el altiplano. Eso acabaría el conflicto.  Ser propietario es algo natural del ser humano.  El sentido de propiedad privada es innato y combatirlo es por ende, antinatural. Cuando defendemos, los que defendemos, la propiedad privada, estamos defendiendo la de todos los ciudadanos que tengan algo que perder. Todo lo que es propio es propiedad privada, valga la redundancia.  Ningún ser humano normal desprecia la propiedad privada. Y si no, vean a Castro, Chávez, Evo, etc.  Todos dueños de cuantiosas propiedades que obvio, no han obtenido con el fruto de su esfuerzo.

Urge que más personas de clase media, gente que sabe lo que es prestar plata para invertir, abrir el negocio y correr riesgos, se anime a servir a Guatemala.  Si no queremos caer en el socialismo, como Chile, Bolivia, Argentina, tenemos que defender los principios republicanos sobre los cuales se funda nuestra patria.  La democracia no es el fin, es un medio, la República es el fin último. Lo que nos permite avanzar en la vida y triunfar no es quitarle a otro lo que yo no tengo, es tener la libertad de realizar los sueños con un gobierno pequeño que no meta sus narices ni sus tentáculos en mi vida privada.  Urge que más personas entiendan eso.

Y así, llego a desearles a todos los que leen un 2022 con salud, prosperidad, alegría, amor y Dios en sus corazones.  Que en el 2022 estemos celebrando seguir libres, a pesar de todas las medidas típicas de la plandemia.  Esperemos que más gente tenga las ideas más claras porque en el 2023 debemos elegir al nuevo gobierno.  Dios mediante más candidatos de clase media se sumen a los partidos para correr por alcaldías, diputaciones y la Presidencia de la República.  Hay mucho por hacer, pero una casa sucia sólo se limpia poniéndose a limpiarla uno mismo.