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Nuestro legado

El legado es el componente medular de nuestra historia que nos toca enriquecer en cada generación para transferirla a la siguiente.

legado
Carlos Dumois
16 de septiembre, 2022

¿Qué es lo más valioso que podemos dejarle a los que nos siguen?

He vuelto a tomar en mis manos el libro de la familia. Gracias a Dios un tío abuelo tuvo la voluntad y los recursos para investigar nuestros antecedentes hasta llegar más de 200 años atrás, poco después de la Revolución Francesa. Sus hallazgos los plasmó en un compendio extraordinario. Ya tengo dos copias para mis hijos. Ahora busco más para mis nietos.

Louis Jacques Dumois llegó a Cuba en aquellos tiempos, después de sortear grandes adversidades. Hay diversas muestras históricas del emporio que crearon sus descendientes en el oriente de la isla.

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En la zona de Banes construyeron un espacio de actividad económica que luego se extendió a otros países y asentó su centro de operaciones en la ciudad de New York. Las plantaciones y poblaciones, el ferrocarril y la flota naviera prosperaron durante generaciones. Este fue parte de su legado físico.

Tal vez de mayor trascendencia es el legado espiritual que nos dejaron. Los pueblos y hasta las naciones, tienden a adoptar los valores de sus fundadores. Los principios que regía el pensamiento y trabajo de ese grupo de empresarios cubano-franceses constituye un legado no menos importante que sus logros materiales. Esos valores perduraron más de 100 años en esta próspera región cubana donde tanta historia se escribió.

Las familias empresarias, si se lo proponen, pueden también dejar huella cuando su intención va más allá de heredar fortuna. El legado no es solamente lo que valoramos de nuestra esencia y nuestro pasado como empresa y como familia. Es también lo que nutre y motiva la determinación de continuar creando valor juntos.

El legado es el componente medular de nuestra historia que nos toca enriquecer en cada generación para transferirla a la siguiente. Deterioramos esta parte nuestra si terminamos entregando algo menos valioso que lo que recibimos. Es este sentido de permanencia lo que proyecta hacia el futuro a los negocios familiares.

Ahora que volvemos a enfrentar períodos de crisis, inflación y guerras, las familias empresarias pueden hacer uso de la resiliencia que les ha caracterizado por generaciones. Es esta la fuerza que les inspira a reinventarse cada vez que el entorno se los demanda.

No son los activos financieros los que cuentan en estas renovaciones, sino el espíritu emprendedor que nació desde que los fundadores iniciaron el primer negocio. Si privilegiamos el proceso jurídico de la herencia y ponderamos su valor económico, poco estímulo generamos en la siguiente generación para encontrar sus propias formas de crear riqueza.

En el sustrato básico del legado de las familias empresarias, es el espíritu de Dueñez el que faculta a los líderes de cada generación a buscar y encontrar sus propias fórmulas de negocio. Ese espíritu subsiste cuando de verdad se ha impregnado en la mentalidad de los miembros de la familia, cuando las creencias compartidas tienen que ver más con el costo de oportunidad que con el índice de rendimiento financiero.

Las preguntas que queremos contestar en cada etapa de la vida de la empresa familiar no empiezan por definir las tesis de inversión como cualquier fondo de pensiones. Lo primero es responder a la gran pregunta de para qué estamos juntos, cuál es nuestro propósito vital.

Los caminos de generación, multiplicación y captura de valor que en cada momento hemos de descubrir, son la respuesta concreta a esa razón de ser que constituye el cimiento del espíritu de Dueñez que tipifica a cada familia empresaria.

La formación de las siguientes generaciones se forja con el ejemplo de nuestro compromiso como dueños responsables, se transmite a través del contagio de nuestras intenciones, de nuestra congruencia, de nuestra lucha de todos los días por averiguar qué estamos dejando de hacer, dónde están nuestras mejores oportunidades, cuáles están en momento de abandono, en qué radican nuestras relevancias.

En nuestra historia podemos encontrar de dónde venimos. Lo trascendente es explorar y deducir hacia dónde vamos. Trabajemos en nuestro legado. No hay nada más valioso que podamos dejarle a nuestros sucesores.

 

 

c_dumois@cedem.com.mx

http://www.cedem.com.mx

Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.

 

* “Dueñez® es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

Nuestro legado

El legado es el componente medular de nuestra historia que nos toca enriquecer en cada generación para transferirla a la siguiente.

legado
Carlos Dumois
16 de septiembre, 2022

¿Qué es lo más valioso que podemos dejarle a los que nos siguen?

He vuelto a tomar en mis manos el libro de la familia. Gracias a Dios un tío abuelo tuvo la voluntad y los recursos para investigar nuestros antecedentes hasta llegar más de 200 años atrás, poco después de la Revolución Francesa. Sus hallazgos los plasmó en un compendio extraordinario. Ya tengo dos copias para mis hijos. Ahora busco más para mis nietos.

Louis Jacques Dumois llegó a Cuba en aquellos tiempos, después de sortear grandes adversidades. Hay diversas muestras históricas del emporio que crearon sus descendientes en el oriente de la isla.

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En la zona de Banes construyeron un espacio de actividad económica que luego se extendió a otros países y asentó su centro de operaciones en la ciudad de New York. Las plantaciones y poblaciones, el ferrocarril y la flota naviera prosperaron durante generaciones. Este fue parte de su legado físico.

Tal vez de mayor trascendencia es el legado espiritual que nos dejaron. Los pueblos y hasta las naciones, tienden a adoptar los valores de sus fundadores. Los principios que regía el pensamiento y trabajo de ese grupo de empresarios cubano-franceses constituye un legado no menos importante que sus logros materiales. Esos valores perduraron más de 100 años en esta próspera región cubana donde tanta historia se escribió.

Las familias empresarias, si se lo proponen, pueden también dejar huella cuando su intención va más allá de heredar fortuna. El legado no es solamente lo que valoramos de nuestra esencia y nuestro pasado como empresa y como familia. Es también lo que nutre y motiva la determinación de continuar creando valor juntos.

El legado es el componente medular de nuestra historia que nos toca enriquecer en cada generación para transferirla a la siguiente. Deterioramos esta parte nuestra si terminamos entregando algo menos valioso que lo que recibimos. Es este sentido de permanencia lo que proyecta hacia el futuro a los negocios familiares.

Ahora que volvemos a enfrentar períodos de crisis, inflación y guerras, las familias empresarias pueden hacer uso de la resiliencia que les ha caracterizado por generaciones. Es esta la fuerza que les inspira a reinventarse cada vez que el entorno se los demanda.

No son los activos financieros los que cuentan en estas renovaciones, sino el espíritu emprendedor que nació desde que los fundadores iniciaron el primer negocio. Si privilegiamos el proceso jurídico de la herencia y ponderamos su valor económico, poco estímulo generamos en la siguiente generación para encontrar sus propias formas de crear riqueza.

En el sustrato básico del legado de las familias empresarias, es el espíritu de Dueñez el que faculta a los líderes de cada generación a buscar y encontrar sus propias fórmulas de negocio. Ese espíritu subsiste cuando de verdad se ha impregnado en la mentalidad de los miembros de la familia, cuando las creencias compartidas tienen que ver más con el costo de oportunidad que con el índice de rendimiento financiero.

Las preguntas que queremos contestar en cada etapa de la vida de la empresa familiar no empiezan por definir las tesis de inversión como cualquier fondo de pensiones. Lo primero es responder a la gran pregunta de para qué estamos juntos, cuál es nuestro propósito vital.

Los caminos de generación, multiplicación y captura de valor que en cada momento hemos de descubrir, son la respuesta concreta a esa razón de ser que constituye el cimiento del espíritu de Dueñez que tipifica a cada familia empresaria.

La formación de las siguientes generaciones se forja con el ejemplo de nuestro compromiso como dueños responsables, se transmite a través del contagio de nuestras intenciones, de nuestra congruencia, de nuestra lucha de todos los días por averiguar qué estamos dejando de hacer, dónde están nuestras mejores oportunidades, cuáles están en momento de abandono, en qué radican nuestras relevancias.

En nuestra historia podemos encontrar de dónde venimos. Lo trascendente es explorar y deducir hacia dónde vamos. Trabajemos en nuestro legado. No hay nada más valioso que podamos dejarle a nuestros sucesores.

 

 

c_dumois@cedem.com.mx

http://www.cedem.com.mx

Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.

 

* “Dueñez® es una marca registrada por Carlos A. Dumois.