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Paz en el mundo a los hombres de buena voluntad

Mantengamos vivo ese proyecto que coincide en su espíritu con el de navidad, respetando a nuestros pares y deseándoles bienandanza.
 

Warren Orbaugh |
20 de diciembre, 2021

Esta será nuestra segunda navidad en época de pandemia. Todo el mundo celebra estas fiestas, sin importar si es cristiano, judío, musulmán, budista, o ateo. Es la época del año en que las personas intercambian presentes, que se reúnen con su familia y amigos, y que, sobre todo, se desean amor, felicidad y prosperidad. Es la época de abrazos, risas, y alegría. Es la época en que se adorna la ciudad y las casas con luces y motivos alusivos a la fiesta. Y es la época en que los hombres se reconocen como pares y se desean buena voluntad.

¿Por qué no puede ser así siempre?

Durante la mayor parte de la historia de nuestra especie, que data de hace unos 2,500,000 años, los humanos se organizaron en tribus y sobrevivieron principalmente por medio de la depredación. Una tribu veía a otra como enemiga que competía con ellos por los escasos recursos naturales. Hace apenas unos 10,000 años, algunos individuos se dieron cuenta que una mejor estrategia de supervivencia era por medio de la cooperación comercial – el intercambio voluntario de bienes y servicios producidos por uno por otros bienes deseados y producidos por otro. Pero no todos los humanos comprendieron esta estrategia. Así que paralelamente a la cooperación comercial perduró la depredación, guerra y conquista. 

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No fue sino hasta hace unos 280 años que unos pensadores, entre ellos, John Locke, Voltaire, Jean-Jacques Rousseau, Montesquieu, David Hume, Denis Diderot, Immanuel Kant, Thomas Paine, Benjamín Franklin, Thomas Jefferson, Mary Wollstonecraft, y Émilie de Châtelet, comprendieron que para que los hombres pudieran sobrevivir tranquilamente, sin estar a merced de los depredadores, era necesario un nuevo arreglo político y concibieron la república moderna. Esta consiste en un estado civil con un sistema de gobierno de leyes que reconocen y protegen los derechos individuales de los ciudadanos, (ciudadano quiere decir “hombre libre”). Los protegen de la iniciación de la fuerza contra ellos por otras personas.  Condenaron la democracia por ser ésta un sistema despótico que impone por la fuerza la voluntad de la mayoría a una minoría. (Se que varios lectores están pensando que me equivoco porque consideran la democracia como un sistema “pacífico” de imponer la voluntad de la mayoría. Pero considera que pasa si la minoría se rehúsa a acatar y obedecer a la mayoría.) El proyecto republicano consiste pues, en respetar el proyecto de vida de cada ciudadano y protegerlo de la coacción arbitraria de otros, la que no se justifica de ningún modo y sin importar el número de quienes deseen recurrir a esta práctica violenta.

No obstante, no todos los hombres han entendido que esta estrategia es la mejor manera de prosperar – a pesar de la abrumadora evidencia de que en los países en donde hay más libertad y respeto a la propiedad privada hay más prosperidad – y conservan una mentalidad tribal y depredadora. Consideran que las relaciones interhumanas deben ser de confrontación y lucha de colectivos o tribus. Insisten en su pretensión de dividirnos y colectivizarnos, por etnias, por razas, por color de piel, por inclinación sexual, por ocupación y confrontarnos unos contra otros en una guerra tribal para imponer un viejo sistema totalitario. Un sistema feudal con sus reyes y nobles gozando de privilegios vedados al pueblo. ¡Qué importa si ahora lo llaman socialismo del siglo XXI! Parafraseando a Shakespeare, ¿qué hay en un nombre? Aquello que llamamos rosa por otro nombre olería igual de dulce – dijo Julieta – y aquello que llamamos tiranía por otro nombre sería igual de opresor – digo yo.

En su intento de imponer su sistema, han llegado a la insensata pretensión de responsabilizarnos de las acciones de grupos de personas que actuaron en otras épocas – hace 500, 600, o más años. Pero uno sólo es responsable de sus propias acciones. Y uno sólo puede actuar durante el período que dura su vida. Tú no eres responsable de lo que haga cualquier hijo de vecino. Es absurdo suponer que, si él se roba un auto en El Salvador, tú tengas que ir preso en Guatemala. Y sin embargo hemos sido testigos de que estos hombres de mala voluntad exigen, en Estados Unidos de Norteamérica, que individuos de tez blanca pidan perdón a individuos de tez morena por lo que supuestamente hicieron otros individuos hace 200 años. Y vimos también que el presidente de México exigió a los españoles que pidieran perdón por la conquista de “México” – obviando que esas naciones no existían en esa época y que él es descendiente de los conquistadores y no aquellos que se quedaron en Castilla. ¡Qué disparate!

¿Qué importa si mis antepasados vinieron a este territorio caminando desde Siberia vía el Estrecho de Bering, o desde Oceanía en pequeñas embarcaciones vía el Océano Pacífico, o desde Europa en carabelas vía el Océano Atlántico, o desde África en barcos vía el mismo océano, o desde cualquier parte del mundo en transatlánticos o aviones comerciales? Lo cierto es que nosotros nos encontramos aquí y ahora.

¿Qué importa si en mi casa nos comunicamos en qéqchi´, kíche´, kaqchikel, mam, poqomchi´, tz´utujil, achi, ixil, akateko, popti´, poqomam, chórti´, mandarin, cantoés, japonés, hebreo, árabe, sueco, danés, francés, italiano, griego, portugués, español, ruso, checo, griego, inglés, alemán, o en cualquier otro idioma? Lo cierto es que nosotros nos encontramos aquí, ahora y nos comunicamos entre conciudadanos en español.

¿Qué importa si mis antepasados fueron esclavos o conquistadores? Algunos de nuestros antepasados fueron lo uno y algunos lo otro, pues esclavos y conquistadores hubo en todo el mundo: en Uruk y en Babilonia; en Jericó y en Tebas; en Atenas y en Roma; en Persia y en Cartago; en el Califato Abasí de Bagdad y en la Dinastía Abuyí; en Tronheim y en Wessex; en Ghana y en Mali; en Tenochtitlan y en Tikal; en el Virreinato de Nueva España y en los Estados Unidos de 

Norteamérica; y en muchos lugares más. Lo cierto es que nosotros nos encontramos aquí, ahora, libres, pues nuestros derechos individuales están reconocidos y protegidos por una constitución republicana.  

Guatemala no es un territorio – el territorio es propiedad de guatemaltecos protegidos por una jurisdicción de su asociación civil. Guatemala es una asociación de comerciantes libres para que cada uno pueda vivir la vida que desee. Es una asociación republicana concebida con leyes que protegen los derechos de sus ciudadanos – a pesar de que algunos pretenden pasar privilegios (leyes privadas) que benefician sólo a unos pocos. Es un proyecto republicano que debe protegerse de aquellos hombres de mala voluntad que desean destruirlo. Es un proyecto republicano que debe afinarse para eliminar las contradicciones que aún tiene. Es un proyecto republicano que busca que los ciudadanos vivan en paz y concordia.

Mantengamos vivo ese proyecto que coincide en su espíritu con el de navidad, respetando a nuestros pares y deseándoles bienandanza.

Por eso deseo paz y felicidad a todos los hombres de buena voluntad, en estas fiestas y siempre.

Paz en el mundo a los hombres de buena voluntad

Mantengamos vivo ese proyecto que coincide en su espíritu con el de navidad, respetando a nuestros pares y deseándoles bienandanza.
 

Warren Orbaugh |
20 de diciembre, 2021

Esta será nuestra segunda navidad en época de pandemia. Todo el mundo celebra estas fiestas, sin importar si es cristiano, judío, musulmán, budista, o ateo. Es la época del año en que las personas intercambian presentes, que se reúnen con su familia y amigos, y que, sobre todo, se desean amor, felicidad y prosperidad. Es la época de abrazos, risas, y alegría. Es la época en que se adorna la ciudad y las casas con luces y motivos alusivos a la fiesta. Y es la época en que los hombres se reconocen como pares y se desean buena voluntad.

¿Por qué no puede ser así siempre?

Durante la mayor parte de la historia de nuestra especie, que data de hace unos 2,500,000 años, los humanos se organizaron en tribus y sobrevivieron principalmente por medio de la depredación. Una tribu veía a otra como enemiga que competía con ellos por los escasos recursos naturales. Hace apenas unos 10,000 años, algunos individuos se dieron cuenta que una mejor estrategia de supervivencia era por medio de la cooperación comercial – el intercambio voluntario de bienes y servicios producidos por uno por otros bienes deseados y producidos por otro. Pero no todos los humanos comprendieron esta estrategia. Así que paralelamente a la cooperación comercial perduró la depredación, guerra y conquista. 

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No fue sino hasta hace unos 280 años que unos pensadores, entre ellos, John Locke, Voltaire, Jean-Jacques Rousseau, Montesquieu, David Hume, Denis Diderot, Immanuel Kant, Thomas Paine, Benjamín Franklin, Thomas Jefferson, Mary Wollstonecraft, y Émilie de Châtelet, comprendieron que para que los hombres pudieran sobrevivir tranquilamente, sin estar a merced de los depredadores, era necesario un nuevo arreglo político y concibieron la república moderna. Esta consiste en un estado civil con un sistema de gobierno de leyes que reconocen y protegen los derechos individuales de los ciudadanos, (ciudadano quiere decir “hombre libre”). Los protegen de la iniciación de la fuerza contra ellos por otras personas.  Condenaron la democracia por ser ésta un sistema despótico que impone por la fuerza la voluntad de la mayoría a una minoría. (Se que varios lectores están pensando que me equivoco porque consideran la democracia como un sistema “pacífico” de imponer la voluntad de la mayoría. Pero considera que pasa si la minoría se rehúsa a acatar y obedecer a la mayoría.) El proyecto republicano consiste pues, en respetar el proyecto de vida de cada ciudadano y protegerlo de la coacción arbitraria de otros, la que no se justifica de ningún modo y sin importar el número de quienes deseen recurrir a esta práctica violenta.

No obstante, no todos los hombres han entendido que esta estrategia es la mejor manera de prosperar – a pesar de la abrumadora evidencia de que en los países en donde hay más libertad y respeto a la propiedad privada hay más prosperidad – y conservan una mentalidad tribal y depredadora. Consideran que las relaciones interhumanas deben ser de confrontación y lucha de colectivos o tribus. Insisten en su pretensión de dividirnos y colectivizarnos, por etnias, por razas, por color de piel, por inclinación sexual, por ocupación y confrontarnos unos contra otros en una guerra tribal para imponer un viejo sistema totalitario. Un sistema feudal con sus reyes y nobles gozando de privilegios vedados al pueblo. ¡Qué importa si ahora lo llaman socialismo del siglo XXI! Parafraseando a Shakespeare, ¿qué hay en un nombre? Aquello que llamamos rosa por otro nombre olería igual de dulce – dijo Julieta – y aquello que llamamos tiranía por otro nombre sería igual de opresor – digo yo.

En su intento de imponer su sistema, han llegado a la insensata pretensión de responsabilizarnos de las acciones de grupos de personas que actuaron en otras épocas – hace 500, 600, o más años. Pero uno sólo es responsable de sus propias acciones. Y uno sólo puede actuar durante el período que dura su vida. Tú no eres responsable de lo que haga cualquier hijo de vecino. Es absurdo suponer que, si él se roba un auto en El Salvador, tú tengas que ir preso en Guatemala. Y sin embargo hemos sido testigos de que estos hombres de mala voluntad exigen, en Estados Unidos de Norteamérica, que individuos de tez blanca pidan perdón a individuos de tez morena por lo que supuestamente hicieron otros individuos hace 200 años. Y vimos también que el presidente de México exigió a los españoles que pidieran perdón por la conquista de “México” – obviando que esas naciones no existían en esa época y que él es descendiente de los conquistadores y no aquellos que se quedaron en Castilla. ¡Qué disparate!

¿Qué importa si mis antepasados vinieron a este territorio caminando desde Siberia vía el Estrecho de Bering, o desde Oceanía en pequeñas embarcaciones vía el Océano Pacífico, o desde Europa en carabelas vía el Océano Atlántico, o desde África en barcos vía el mismo océano, o desde cualquier parte del mundo en transatlánticos o aviones comerciales? Lo cierto es que nosotros nos encontramos aquí y ahora.

¿Qué importa si en mi casa nos comunicamos en qéqchi´, kíche´, kaqchikel, mam, poqomchi´, tz´utujil, achi, ixil, akateko, popti´, poqomam, chórti´, mandarin, cantoés, japonés, hebreo, árabe, sueco, danés, francés, italiano, griego, portugués, español, ruso, checo, griego, inglés, alemán, o en cualquier otro idioma? Lo cierto es que nosotros nos encontramos aquí, ahora y nos comunicamos entre conciudadanos en español.

¿Qué importa si mis antepasados fueron esclavos o conquistadores? Algunos de nuestros antepasados fueron lo uno y algunos lo otro, pues esclavos y conquistadores hubo en todo el mundo: en Uruk y en Babilonia; en Jericó y en Tebas; en Atenas y en Roma; en Persia y en Cartago; en el Califato Abasí de Bagdad y en la Dinastía Abuyí; en Tronheim y en Wessex; en Ghana y en Mali; en Tenochtitlan y en Tikal; en el Virreinato de Nueva España y en los Estados Unidos de 

Norteamérica; y en muchos lugares más. Lo cierto es que nosotros nos encontramos aquí, ahora, libres, pues nuestros derechos individuales están reconocidos y protegidos por una constitución republicana.  

Guatemala no es un territorio – el territorio es propiedad de guatemaltecos protegidos por una jurisdicción de su asociación civil. Guatemala es una asociación de comerciantes libres para que cada uno pueda vivir la vida que desee. Es una asociación republicana concebida con leyes que protegen los derechos de sus ciudadanos – a pesar de que algunos pretenden pasar privilegios (leyes privadas) que benefician sólo a unos pocos. Es un proyecto republicano que debe protegerse de aquellos hombres de mala voluntad que desean destruirlo. Es un proyecto republicano que debe afinarse para eliminar las contradicciones que aún tiene. Es un proyecto republicano que busca que los ciudadanos vivan en paz y concordia.

Mantengamos vivo ese proyecto que coincide en su espíritu con el de navidad, respetando a nuestros pares y deseándoles bienandanza.

Por eso deseo paz y felicidad a todos los hombres de buena voluntad, en estas fiestas y siempre.