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Ser o no ser libre

¿Está usted de acuerdo con que se convoque a elecciones libres, justas y plurales, ejerciendo la libertad de expresión y de prensa; y organizándose libremente en partidos políticos y organizaciones sociales con total pluralidad? ¿Sí o No?

libertad
Jose Azel |
27 de septiembre, 2022

Damos por sentado que todas las personas aspiran a ser libres, pero la idea de libertades individuales no se acepta universalmente.

Defensores de regímenes totalitarios y autoritarios sostienen que un enfoque dictatorial de gobierno es moral, justo y necesario. Algunos preconizan que una nación en desarrollo necesita un hombre fuerte para promover efectivamente el crecimiento económico sin las complicaciones de la democracia. Otros sienten que un gobierno autoritario es necesario para garantizar la ley y el orden. Otros prefieren monarquías y otras formas hereditarias de gobierno para proteger las tradiciones y costumbres de su pueblo. Otros creen que su iglesia y gobierno son uno y lo mismo y que sus creencias religiosas están sobre egoístas deseos de libertad. Los marxistas sacrifican las libertades individuales en el altar del colectivismo.

Si esa es su decisión, esos creyentes en el dominio permanente de un partido único deberían tener libertad para no ser libres, preferiblemente en otro planeta. Pero esto implica la pregunta de cómo debe decidir una sociedad su forma de gobierno. La respuesta dictatorial es mantenerse en el poder indefinidamente, como podemos ver en estados totalitarios como Corea del Norte y Cuba. La respuesta democrática es realizar elecciones libres, justas, competitivas, multipartidistas y frecuentes.

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Por eso el proyecto de Plebiscito Cuba Decide, encabezado por Rosa María Payá Acevedo, me parece una propuesta refrescante después de casi seis décadas de gobierno castrista en Cuba. Rosa María es la joven y elocuente hija del difunto activista democrático Osvaldo Payá, ganador del prestigioso Premio Sajárov del Parlamento Europeo, y cinco veces nominado al Nobel de la Paz. Ella, como presidenta de la Red de Jóvenes Latinoamericanos por la Democracia, continúa la obra de su padre para promover la democracia en la isla trágica.

La iniciativa Plebiscito Cuba Decide propone responder votando con un simple “Sí” o “No” una pregunta básica, pero trascendental:

¿Está usted de acuerdo con que se convoque a elecciones libres, justas y plurales, ejerciendo la libertad de expresión y de prensa; y organizándose libremente en partidos políticos y organizaciones sociales con total pluralidad? ¿Sí o No?

Sería ingenuo esperar que el régimen castrista aceptara realizar tal plebiscito. Pero, al menos, promover el plebiscito aporta una herramienta estratégica para estimular en Cuba y en foros internacionales un debate político y diálogo público sólidamente enfocado. El plebiscito centra atención en el hecho de que decidir cómo ser gobernado es prerrogativa del pueblo, y de nadie más.

Pocos rechazarían el postulado central del plebiscito de que los cubanos deben ser libres para decidir su futuro. Incluso los simpatizantes del régimen castrista encontrarían ideológicamente difícil rechazar que se plantee esa simple pregunta al pueblo cubano. La única manera intelectualmente honesta de oponerse a un plebiscito que empodere al pueblo de esa manera sería argumentar que el pueblo no tiene nada que decir sobre su futuro, y que las dictaduras son las formas preferibles de gobierno. No muchos líderes internacionales estarían dispuestos a proclamar públicamente esa preferencia.

El Plebiscito Cuba Decide no es una plataforma política, sino más bien una herramienta para comenzar el cambio que se justificaría si el pueblo cubano decide por un voto “Sí” que ofrece la posibilidad de alternativas. El voto “No” legitimaría el mandato permanente de partido único. En alguna medida la idea del plebiscito ofrece a la cúpula de los sucesores de Raúl Castro una vía elegante y aceptada de cambiar el rumbo o, alternativamente, legitimar su dominio de partido único. En Cuba post-Castro, la iniciativa del Plebiscito Cuba Decide promovida por los jóvenes puede convertirse en un componente clave de una legítima transición.

La libertad tiene consecuencias, no todas útiles, pero es inmoral privar al pueblo de sus libertades, como hacen los dictadores. Nuestro criterio racional es nuestra manera básica de vivir. Si no podemos actuar de acuerdo con nuestros libres criterios no podemos vivir plenamente como seres humanos. Y necesitamos libertad para actuar según nuestras razones.

Después de décadas viviendo sin libertad bajo un gobierno totalitario, el Plebiscito Cuba Decide es una iniciativa promovida por ciudadanos presentando al pueblo cubano una pregunta con criterio racional: ¿Quieres ser libre? “Sí” o “No”. ¿Quién podría oponerse a tal pregunta? La respuesta debería iluminarnos a todos.

El ultimo libro del Dr. Azel es “Sobre la Libertad”

Ser o no ser libre

¿Está usted de acuerdo con que se convoque a elecciones libres, justas y plurales, ejerciendo la libertad de expresión y de prensa; y organizándose libremente en partidos políticos y organizaciones sociales con total pluralidad? ¿Sí o No?

Jose Azel |
27 de septiembre, 2022
libertad

Damos por sentado que todas las personas aspiran a ser libres, pero la idea de libertades individuales no se acepta universalmente.

Defensores de regímenes totalitarios y autoritarios sostienen que un enfoque dictatorial de gobierno es moral, justo y necesario. Algunos preconizan que una nación en desarrollo necesita un hombre fuerte para promover efectivamente el crecimiento económico sin las complicaciones de la democracia. Otros sienten que un gobierno autoritario es necesario para garantizar la ley y el orden. Otros prefieren monarquías y otras formas hereditarias de gobierno para proteger las tradiciones y costumbres de su pueblo. Otros creen que su iglesia y gobierno son uno y lo mismo y que sus creencias religiosas están sobre egoístas deseos de libertad. Los marxistas sacrifican las libertades individuales en el altar del colectivismo.

Si esa es su decisión, esos creyentes en el dominio permanente de un partido único deberían tener libertad para no ser libres, preferiblemente en otro planeta. Pero esto implica la pregunta de cómo debe decidir una sociedad su forma de gobierno. La respuesta dictatorial es mantenerse en el poder indefinidamente, como podemos ver en estados totalitarios como Corea del Norte y Cuba. La respuesta democrática es realizar elecciones libres, justas, competitivas, multipartidistas y frecuentes.

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Por eso el proyecto de Plebiscito Cuba Decide, encabezado por Rosa María Payá Acevedo, me parece una propuesta refrescante después de casi seis décadas de gobierno castrista en Cuba. Rosa María es la joven y elocuente hija del difunto activista democrático Osvaldo Payá, ganador del prestigioso Premio Sajárov del Parlamento Europeo, y cinco veces nominado al Nobel de la Paz. Ella, como presidenta de la Red de Jóvenes Latinoamericanos por la Democracia, continúa la obra de su padre para promover la democracia en la isla trágica.

La iniciativa Plebiscito Cuba Decide propone responder votando con un simple “Sí” o “No” una pregunta básica, pero trascendental:

¿Está usted de acuerdo con que se convoque a elecciones libres, justas y plurales, ejerciendo la libertad de expresión y de prensa; y organizándose libremente en partidos políticos y organizaciones sociales con total pluralidad? ¿Sí o No?

Sería ingenuo esperar que el régimen castrista aceptara realizar tal plebiscito. Pero, al menos, promover el plebiscito aporta una herramienta estratégica para estimular en Cuba y en foros internacionales un debate político y diálogo público sólidamente enfocado. El plebiscito centra atención en el hecho de que decidir cómo ser gobernado es prerrogativa del pueblo, y de nadie más.

Pocos rechazarían el postulado central del plebiscito de que los cubanos deben ser libres para decidir su futuro. Incluso los simpatizantes del régimen castrista encontrarían ideológicamente difícil rechazar que se plantee esa simple pregunta al pueblo cubano. La única manera intelectualmente honesta de oponerse a un plebiscito que empodere al pueblo de esa manera sería argumentar que el pueblo no tiene nada que decir sobre su futuro, y que las dictaduras son las formas preferibles de gobierno. No muchos líderes internacionales estarían dispuestos a proclamar públicamente esa preferencia.

El Plebiscito Cuba Decide no es una plataforma política, sino más bien una herramienta para comenzar el cambio que se justificaría si el pueblo cubano decide por un voto “Sí” que ofrece la posibilidad de alternativas. El voto “No” legitimaría el mandato permanente de partido único. En alguna medida la idea del plebiscito ofrece a la cúpula de los sucesores de Raúl Castro una vía elegante y aceptada de cambiar el rumbo o, alternativamente, legitimar su dominio de partido único. En Cuba post-Castro, la iniciativa del Plebiscito Cuba Decide promovida por los jóvenes puede convertirse en un componente clave de una legítima transición.

La libertad tiene consecuencias, no todas útiles, pero es inmoral privar al pueblo de sus libertades, como hacen los dictadores. Nuestro criterio racional es nuestra manera básica de vivir. Si no podemos actuar de acuerdo con nuestros libres criterios no podemos vivir plenamente como seres humanos. Y necesitamos libertad para actuar según nuestras razones.

Después de décadas viviendo sin libertad bajo un gobierno totalitario, el Plebiscito Cuba Decide es una iniciativa promovida por ciudadanos presentando al pueblo cubano una pregunta con criterio racional: ¿Quieres ser libre? “Sí” o “No”. ¿Quién podría oponerse a tal pregunta? La respuesta debería iluminarnos a todos.

El ultimo libro del Dr. Azel es “Sobre la Libertad”