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Una justicia pronta y cumplida

¿Cómo mejoramos, de manera acelerada y en un corto plazo, la eficiencia de las cortes? Para mí, la solución más práctica e inmediata es la digitalización.

Salvador Paiz |
23 de febrero, 2022

Ayer fueron presentados los resultados del Flujograma de Justicia Criminal 2021. El Flujograma es una herramienta que mide la eficiencia de la justicia criminal en nuestro país. Para ello hace una revisión de cada una de las entidades que integran esta cadena. Como siempre digo, lo que no se mide, no se mejora. Por eso, es importante tener métricas para entender el verdadero funcionamiento de nuestro sistema, en dónde están los cuellos de botella y cómo podemos mejorar.

En resumen, los resultados del Flujograma denotan una mejora. Para el 2021 se determinó una eficiencia global de 42.7 por ciento. Eso significa que, de cada 10 casos que ingresan al sistema, 4 llegan a una resolución. Aún estamos lejos de lograr una eficiencia del 100 por ciento, pero es de aplaudir que la eficiencia global de nuestra cadena de justicia haya mejorado, aún y a pesar de la pandemia. La metodología, consistentemente aplicada a lo largo de los últimos siete años, nos permite ver una tendencia ascendente. La eficiencia global del sistema pasó de 13.5 por ciento en el 2014 al 42.7 por ciento en 2021, con una breve caída excepcional en el 2020 a 24 por ciento, derivado de la pandemia.

La cadena de justicia es tan fuerte, como el eslabón más débil. Vemos eslabones fortalecidos, como el Ministerio Público (MP), cuya eficiencia anual ha superado el 100 por ciento desde el año 2015 y se coloca en 153 por ciento en 2021. El MP pudo reducir el inventario acumulado de casos en espera en 208,897 casos en tan solo este último año. En el caso del MP, es de celebrar que hemos logrado una cobertura en casi el 100 por ciento del territorio nacional. El tener todas estas sedes municipales, seguramente permitió mayor proximidad y acceso a la justicia en diferentes partes de nuestro país. Pero el MP no es el único que ha mejorado. El Instituto de Defensa Pública Penal pasó de tener un rendimiento del 73 por ciento en 2020, a 104 por ciento en 2021; el INACIF de 99 por ciento a 102 por ciento; y el del Juzgado de Primera Instancia del OJ pasó de 38 por ciento a 65 por ciento.

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Está clara la mejoría a nivel de desempeño cuantitativo de estas instituciones. Los números no mienten. Sin embargo, preocupa el estado del inventario global de casos. El inventario acumulado del MP se redujo en un 19.4 por ciento, mientras que el inventario acumulado del OJ y, por consiguiente, de la cadena global, ha incrementado en un 9 por ciento. El contraste en desempeño y el enorme cuello de botella en el OJ sugeriría que es hacia allá que se deben priorizar las inversiones. Sorprende que el presupuesto 2022 para el MP se incremente 26.5 por ciento cuando al OJ se le incremente solo el 9.9 por ciento. Mientras tanto, la creciente presa de casos es cada vez más angustiante, abrumante y peligrosa.

Todo esto indica que debemos poner alta atención, y con sentido de urgencia, a nuestras cortes. ¿Cómo mejoramos, de manera acelerada y en un corto plazo, la eficiencia de las cortes? Para mí, la solución más práctica e inmediata es la digitalización. Hay casos que tienen hasta 100 coimputados. Una sola notificación implica 100 fotocopias, 100 entregas a través de un mensajero, 100 notificaciones oficiales, 100 diligencias, etcétera. Mientras que, con una notificación digital, el proceso sería inmediato. ¿Cuánto podríamos ahorrarnos en tiempos, costos, trámites, complejidades, con la digitalización de las cortes? Otra solución es implementar mecanismos alternos de resolución de conflictos, como el “plea bargain” que emplea el sistema de justicia en Estados Unidos. Esto agilizaría la cadena de justicia y reduciría considerablemente la mora con miras a lograr una justicia pronta y cumplida.

Los hallazgos del Flujograma han sido muy claros y puntuales. Para mejorar el sistema, nos tenemos que enfocar en los “entregables”. Lo que debería nutrir nuestra opinión deben ser los datos, y no las opiniones parcializadas de aquellos que opinan en medios, según sus tendencias políticas e intereses. Tampoco debemos permitir la mediatización ni politización de la justicia. Por mucho tiempo, hemos sido testigos de cómo nuestro sistema de justicia ha sido utilizado como un arma, a beneficio de unos cuantos. Hemos visto cómo, ciertos personajes de nuestra historia, se han aprovechado de su posición y poder para abusar del sistema y descabezar sus principales enemigos políticos.

Por séptimo año consecutivo, el Flujograma nos presenta datos duros que nos indican en dónde tenemos que mejorar. Este año, está claro que, para contar con una justicia pronta y cumplida, debemos fortalecer las cortes. No podemos aceptar el uso de la justicia como herramienta política ni su “manoseo”. Estamos iniciando el proceso de nombramiento de fiscal general y jefe de Ministerio Público, prestemos mucha atención a este proceso. En lugar de quejarnos, abramos bien los ojos y exijamos mejoras cuantitativas sobre el indicador de eficiencia global de la cadena.

 

www.salvadorpaiz.com

Una justicia pronta y cumplida

¿Cómo mejoramos, de manera acelerada y en un corto plazo, la eficiencia de las cortes? Para mí, la solución más práctica e inmediata es la digitalización.

Salvador Paiz |
23 de febrero, 2022

Ayer fueron presentados los resultados del Flujograma de Justicia Criminal 2021. El Flujograma es una herramienta que mide la eficiencia de la justicia criminal en nuestro país. Para ello hace una revisión de cada una de las entidades que integran esta cadena. Como siempre digo, lo que no se mide, no se mejora. Por eso, es importante tener métricas para entender el verdadero funcionamiento de nuestro sistema, en dónde están los cuellos de botella y cómo podemos mejorar.

En resumen, los resultados del Flujograma denotan una mejora. Para el 2021 se determinó una eficiencia global de 42.7 por ciento. Eso significa que, de cada 10 casos que ingresan al sistema, 4 llegan a una resolución. Aún estamos lejos de lograr una eficiencia del 100 por ciento, pero es de aplaudir que la eficiencia global de nuestra cadena de justicia haya mejorado, aún y a pesar de la pandemia. La metodología, consistentemente aplicada a lo largo de los últimos siete años, nos permite ver una tendencia ascendente. La eficiencia global del sistema pasó de 13.5 por ciento en el 2014 al 42.7 por ciento en 2021, con una breve caída excepcional en el 2020 a 24 por ciento, derivado de la pandemia.

La cadena de justicia es tan fuerte, como el eslabón más débil. Vemos eslabones fortalecidos, como el Ministerio Público (MP), cuya eficiencia anual ha superado el 100 por ciento desde el año 2015 y se coloca en 153 por ciento en 2021. El MP pudo reducir el inventario acumulado de casos en espera en 208,897 casos en tan solo este último año. En el caso del MP, es de celebrar que hemos logrado una cobertura en casi el 100 por ciento del territorio nacional. El tener todas estas sedes municipales, seguramente permitió mayor proximidad y acceso a la justicia en diferentes partes de nuestro país. Pero el MP no es el único que ha mejorado. El Instituto de Defensa Pública Penal pasó de tener un rendimiento del 73 por ciento en 2020, a 104 por ciento en 2021; el INACIF de 99 por ciento a 102 por ciento; y el del Juzgado de Primera Instancia del OJ pasó de 38 por ciento a 65 por ciento.

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Está clara la mejoría a nivel de desempeño cuantitativo de estas instituciones. Los números no mienten. Sin embargo, preocupa el estado del inventario global de casos. El inventario acumulado del MP se redujo en un 19.4 por ciento, mientras que el inventario acumulado del OJ y, por consiguiente, de la cadena global, ha incrementado en un 9 por ciento. El contraste en desempeño y el enorme cuello de botella en el OJ sugeriría que es hacia allá que se deben priorizar las inversiones. Sorprende que el presupuesto 2022 para el MP se incremente 26.5 por ciento cuando al OJ se le incremente solo el 9.9 por ciento. Mientras tanto, la creciente presa de casos es cada vez más angustiante, abrumante y peligrosa.

Todo esto indica que debemos poner alta atención, y con sentido de urgencia, a nuestras cortes. ¿Cómo mejoramos, de manera acelerada y en un corto plazo, la eficiencia de las cortes? Para mí, la solución más práctica e inmediata es la digitalización. Hay casos que tienen hasta 100 coimputados. Una sola notificación implica 100 fotocopias, 100 entregas a través de un mensajero, 100 notificaciones oficiales, 100 diligencias, etcétera. Mientras que, con una notificación digital, el proceso sería inmediato. ¿Cuánto podríamos ahorrarnos en tiempos, costos, trámites, complejidades, con la digitalización de las cortes? Otra solución es implementar mecanismos alternos de resolución de conflictos, como el “plea bargain” que emplea el sistema de justicia en Estados Unidos. Esto agilizaría la cadena de justicia y reduciría considerablemente la mora con miras a lograr una justicia pronta y cumplida.

Los hallazgos del Flujograma han sido muy claros y puntuales. Para mejorar el sistema, nos tenemos que enfocar en los “entregables”. Lo que debería nutrir nuestra opinión deben ser los datos, y no las opiniones parcializadas de aquellos que opinan en medios, según sus tendencias políticas e intereses. Tampoco debemos permitir la mediatización ni politización de la justicia. Por mucho tiempo, hemos sido testigos de cómo nuestro sistema de justicia ha sido utilizado como un arma, a beneficio de unos cuantos. Hemos visto cómo, ciertos personajes de nuestra historia, se han aprovechado de su posición y poder para abusar del sistema y descabezar sus principales enemigos políticos.

Por séptimo año consecutivo, el Flujograma nos presenta datos duros que nos indican en dónde tenemos que mejorar. Este año, está claro que, para contar con una justicia pronta y cumplida, debemos fortalecer las cortes. No podemos aceptar el uso de la justicia como herramienta política ni su “manoseo”. Estamos iniciando el proceso de nombramiento de fiscal general y jefe de Ministerio Público, prestemos mucha atención a este proceso. En lugar de quejarnos, abramos bien los ojos y exijamos mejoras cuantitativas sobre el indicador de eficiencia global de la cadena.

 

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