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¡Viva la independencia!

Estados Unidos ya no representa la república, sino la democracia. Ya no representa el gobierno limitado, sino el expansionismo estatal sin límites.

USA
Nicholas Virzi |
04 de julio, 2022

El 4 de julio, 1776 es un día que marca un antes y un después en la historia. Los habitantes de los territorios bajo la posesión de Gran Bretaña disolvieron sus lazos con su imperio. Fundaron una nueva república, con independencia entre los poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el sector judicial, todo diseñado para que el aparato estatal caminara lento, con contrapesos provenientes de lo privado, como debería ser.

El 4 de julio sigue siendo un día digno de celebrar. Las ideas fundadoras de Estados Unidos fueron revolucionarias en su tiempo, y contribuyeron al mejoramiento de las condiciones básicas de la humanidad, hasta la fecha.

Es cierto, Estados Unidos nació con defectos, pero puso el ejemplo concreto de los beneficios de la vida en libertad, ideas que siguen inspirando al mundo. Cuando nació Estados Unidos y se codificaron por primera vez los principios republicanos de igualdad ante la ley, la protección de los derechos de propiedad, de armas, de libertad de expresión, de la protección de minorías, lo que menos se protegió fueron a las minorías. Como en África y Medio Oriente, las regiones donde se perfeccionó el comercio esclavista, se seguían teniendo esclavos en Estados Unidos. Las mujeres no podrían votar hasta los comienzos del Siglo XX. Sin embargo, la república que se fundó paró siendo la gran superpotencia que dominó la segunda mitad del Siglo XX hasta le fecha, y dio fuerza a las ideas de inclusión democrática.

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Raro entonces que hoy se reporta menos orgullo nacional en Estados Unidos. Sin embargo, algunos Americanos todavía celebran el día de Independencia. Son los deplorables que las élites Americanas desprecian. Los deplorables son los gringos feos de hoy, aquellas personas que se aferran a las ideas anacrónicas en las que se fundó el país. Los deplorables creen en la libertad como el fin último al cual se debe subordinar cualquier gobierno, en la libertad de expresión, de culto, de tenencia y portación de armas. En fin, son las ideas en las que se sostuvo el país que celebra cada año su fundación el 4 de julio.

Lamentablemente, son los líderes de Estados Unidos que ya no creen en su país. Creen y aprovechan de su poder, que es otra cosa. Lo hacen sin entender lo que constituye la fuente de ese poder, que es el ciudadano de a pie que tanto desprecian. Con base a ese poder, quieren imponer su voluntad en otros países. Guatemala ha sido el gran caso ejemplar, en más de una ocasión. Han hecho bien los gobiernos de Guatemala en resistir estas imposiciones indebidas.

No obstante, en el ejemplo histórico de Estados Unidos se encuentra el camino al progreso, pero ya no como país. Internamente, son sus deplorables que señalan el camino. Los desobedientes que insisten en su derecho de cuestionar a las élites que imponen restricciones de Covid a todos menos a ellos mismos, que restringen el derecho de autodefensa, que limitan opciones educativas privadas para todos menos sus propios hijos, que imponen restricciones ambientales en el modo de vida de la gente común, pero no para ellos.

El concepto de deplorables que hoy promueven las élites americanas es similar al concepto de antaño de los gringos feos, aquellos estadunidenses que creían superiores sus modos de pensar, actuar y vivir.

¿Cómo no iban a ser arrogantes? Estados Unidos, empezando de cero, derrotó al totalitarismo europeo, y posteriormente logró establecer su dominio en el mundo entero, con base en nuevas ideas que trajeron enormes beneficios para toda la humanidad. Bajo la hegemonía de Estados Unidos, el mundo ha visto sus tiempos más pacíficos, prósperos y dignos de toda la historia. Tenían harta razón los gringos feos que promovían la república, la economía de mercado, el libre comercio y luchaban por aniquilar el comunismo en su país y en todo el mundo.

Lamentablemente, no son los gringos de hoy. Cambios internos en los Estados Unidos han acabado con su figura de ejemplo para los demás, como país. Estados Unidos ya no representa la república, sino la democracia. Ya no representa el gobierno limitado, sino el expansionismo estatal sin límites. Las consecuencias de eso se ven hoy en lo que se tendría que llamar los Estados Desunidos de América. La exportación de ese nuevo modelo de polarización y división tendría consecuencias nocivas para el mundo en desarrollo. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos hace el intento.

Hoy, los gobernantes de Estados Unidos quieren imponer en el extranjero un nivel de progresismo que carece de amplio consenso en su propio país. Le han dado la espalda a todo lo que antes representaba Estados Unidos, y sus aliados en el camino. Hoy por hoy, las ideas radicales impuestas por el gobierno de Estados Unidos son odiadas por muchos americanos. No debe sorprender que tampoco cuajan en países como Guatemala. 

Dicho lo anterior, países como Guatemala deberían de seguir algunos ejemplos que deja la experiencia de la civilización americana. Deberían de declarar su independencia, de Estados Unidos mismo, y apostar por el ejemplo histórico que nos deja los Estados Unidos de antaño.

Guatemala debería de cooperar y comerciar con Estados Unidos, siempre por razones de interés propio. Eso se llama independencia. Es lo que hoy se celebra.

¡Viva la independencia!

Estados Unidos ya no representa la república, sino la democracia. Ya no representa el gobierno limitado, sino el expansionismo estatal sin límites.

Nicholas Virzi |
04 de julio, 2022
USA

El 4 de julio, 1776 es un día que marca un antes y un después en la historia. Los habitantes de los territorios bajo la posesión de Gran Bretaña disolvieron sus lazos con su imperio. Fundaron una nueva república, con independencia entre los poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el sector judicial, todo diseñado para que el aparato estatal caminara lento, con contrapesos provenientes de lo privado, como debería ser.

El 4 de julio sigue siendo un día digno de celebrar. Las ideas fundadoras de Estados Unidos fueron revolucionarias en su tiempo, y contribuyeron al mejoramiento de las condiciones básicas de la humanidad, hasta la fecha.

Es cierto, Estados Unidos nació con defectos, pero puso el ejemplo concreto de los beneficios de la vida en libertad, ideas que siguen inspirando al mundo. Cuando nació Estados Unidos y se codificaron por primera vez los principios republicanos de igualdad ante la ley, la protección de los derechos de propiedad, de armas, de libertad de expresión, de la protección de minorías, lo que menos se protegió fueron a las minorías. Como en África y Medio Oriente, las regiones donde se perfeccionó el comercio esclavista, se seguían teniendo esclavos en Estados Unidos. Las mujeres no podrían votar hasta los comienzos del Siglo XX. Sin embargo, la república que se fundó paró siendo la gran superpotencia que dominó la segunda mitad del Siglo XX hasta le fecha, y dio fuerza a las ideas de inclusión democrática.

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Raro entonces que hoy se reporta menos orgullo nacional en Estados Unidos. Sin embargo, algunos Americanos todavía celebran el día de Independencia. Son los deplorables que las élites Americanas desprecian. Los deplorables son los gringos feos de hoy, aquellas personas que se aferran a las ideas anacrónicas en las que se fundó el país. Los deplorables creen en la libertad como el fin último al cual se debe subordinar cualquier gobierno, en la libertad de expresión, de culto, de tenencia y portación de armas. En fin, son las ideas en las que se sostuvo el país que celebra cada año su fundación el 4 de julio.

Lamentablemente, son los líderes de Estados Unidos que ya no creen en su país. Creen y aprovechan de su poder, que es otra cosa. Lo hacen sin entender lo que constituye la fuente de ese poder, que es el ciudadano de a pie que tanto desprecian. Con base a ese poder, quieren imponer su voluntad en otros países. Guatemala ha sido el gran caso ejemplar, en más de una ocasión. Han hecho bien los gobiernos de Guatemala en resistir estas imposiciones indebidas.

No obstante, en el ejemplo histórico de Estados Unidos se encuentra el camino al progreso, pero ya no como país. Internamente, son sus deplorables que señalan el camino. Los desobedientes que insisten en su derecho de cuestionar a las élites que imponen restricciones de Covid a todos menos a ellos mismos, que restringen el derecho de autodefensa, que limitan opciones educativas privadas para todos menos sus propios hijos, que imponen restricciones ambientales en el modo de vida de la gente común, pero no para ellos.

El concepto de deplorables que hoy promueven las élites americanas es similar al concepto de antaño de los gringos feos, aquellos estadunidenses que creían superiores sus modos de pensar, actuar y vivir.

¿Cómo no iban a ser arrogantes? Estados Unidos, empezando de cero, derrotó al totalitarismo europeo, y posteriormente logró establecer su dominio en el mundo entero, con base en nuevas ideas que trajeron enormes beneficios para toda la humanidad. Bajo la hegemonía de Estados Unidos, el mundo ha visto sus tiempos más pacíficos, prósperos y dignos de toda la historia. Tenían harta razón los gringos feos que promovían la república, la economía de mercado, el libre comercio y luchaban por aniquilar el comunismo en su país y en todo el mundo.

Lamentablemente, no son los gringos de hoy. Cambios internos en los Estados Unidos han acabado con su figura de ejemplo para los demás, como país. Estados Unidos ya no representa la república, sino la democracia. Ya no representa el gobierno limitado, sino el expansionismo estatal sin límites. Las consecuencias de eso se ven hoy en lo que se tendría que llamar los Estados Desunidos de América. La exportación de ese nuevo modelo de polarización y división tendría consecuencias nocivas para el mundo en desarrollo. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos hace el intento.

Hoy, los gobernantes de Estados Unidos quieren imponer en el extranjero un nivel de progresismo que carece de amplio consenso en su propio país. Le han dado la espalda a todo lo que antes representaba Estados Unidos, y sus aliados en el camino. Hoy por hoy, las ideas radicales impuestas por el gobierno de Estados Unidos son odiadas por muchos americanos. No debe sorprender que tampoco cuajan en países como Guatemala. 

Dicho lo anterior, países como Guatemala deberían de seguir algunos ejemplos que deja la experiencia de la civilización americana. Deberían de declarar su independencia, de Estados Unidos mismo, y apostar por el ejemplo histórico que nos deja los Estados Unidos de antaño.

Guatemala debería de cooperar y comerciar con Estados Unidos, siempre por razones de interés propio. Eso se llama independencia. Es lo que hoy se celebra.