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Jueza Galicia: “No me he sentido discriminada por ser mujer”

Glenda Sanchez
08 de marzo, 2020

La jueza Verónica Galicia es abogada y notaria, magíster en derecho penal y procesal penal. Durante 16 años ha ejercido como juzgadora. Ha destacado por su labor en los juzgados de adolescentes en conflicto con la ley penal. 

Son las 13.30 horas. A pesar que el sol es tan intenso que se refleja en el vapor que expulsa en las banquetas, en el edificio donde se ubican los Juzgados de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal se mantiene un frío, como si fuera noviembre. Hay un viento que apresura la caída de las hojas de los árboles, pero el viento pareciera el que anuncia la víspera de Navidad.

Pero no es noviembre, es una tarde de febrero víspera de la Cuaresma. El único bullicio que se escucha es el de las impresoras y el sonido de los teléfonos. Al fondo, en el segundo piso se encuentra la sala de audiencias de la jueza Verónica Galicia, una profesional que desde hace ocho años apoya a jóvenes en conflicto durante el proceso de reinserción.

Su voz es tenue, pero su sonrisa es contagiosa. Ingresa en la sala escoltada de una mujer que le agradece por haberla escuchado. Al fondo de la sala se encuentran la secretaría y un oficial. En una mesa rectangular se observan tres micrófonos y seis biblias pequeñas del Nuevo Testamento.

Trabajar con jóvenes

La jueza Galicia se arregla el vestuario que la distingue en el cargo para sentarse para iniciar la entrevista. Sonríe y exclama “¡lista, empecemos!”

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¿Qué la motivo para trabajar en los Juzgados de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal?

En primer lugar porque soy madre y tengo hijos adolescentes. Sé que esa etapa es muy difícil para los jóvenes, ahora imagínese como madre y mujer ver a los jóvenes privados de libertad, jóvenes que no han tenido un apoyo familiar y que derivado de eso han incurrido en alguna falta. Son adolescentes con pocas oportunidades y con falta de afecto de todas sus necesidades. Los únicos interesados en esos jóvenes son los pandilleros y las maras. Son jóvenes que en esa etapa necesitan su libertad para hacer ejercicio, deporte por lo menos ser un chico normal. Yo de verdad siempre los veo a todos con las mismas necesidades y deseos de vivir. Ver a los privados de libertad en un encierro total, es difícil. Ellos no se deben dejar solos porque necesitan mucho afecto.

Experiencias como jueza

¿Experiencias difíciles con los jóvenes que hayan marcado su vida?

Una de las experiencias que marcaron mi vida fue cuando una visita que hice al reclusorio de adolescentes Etapa 2. Recuerdo que hace unos cuatro años llegué a una visita y las condiciones de Etapa nunca habían estado tan malas como ese día. Vi a los muchachos privados de libertad en un ambiente de hacinamiento, insalubre todo sucio. Ellos nunca habían tenido un sanitario. Defecaban en un hoyo que daba al desagüe, ubicado dentro de las habitaciones. No era sanitario, era un hoyo que expandía olores fétidos de manera permanente. Estaba allí cuando comían y dormían.

Cuando entré en esa ocasión vi que ellos trataban de limpiar un poco. Ellos mismos se coordinaban con botes o con lo que pudiera para sacar las heces. Los vi cuando lo tiraban por la ventana. Todo el ambiente estaba lleno de moscas y sucio. Entré a verlos en el dormitorio, me metí a ver cómo dormían y no tenían colchonetas. Yo no aguantaba ni estar allí cinco minutos, imagínese las veinticuatro horas.

En ese momento solicité un emplazamiento para que se mejorará las condiciones de los jóvenes en conflicto. Ello definitivamente marcó mi trabajo. De ahí en adelante he estado constante, los voy a ver una vez al centro para supervisar cómo los tratan.

Mejoras

¿Han mejorado las condiciones de los reclusorios para menores?

Sí. Y eso va mejorando desde que llegó Francisco Molina, actual titular de Secretaría de Bienestar Social. Él también ha tenido mucha empatía con los jóvenes, el trabajo se ha hecho en equipo. En su gestión han mejorado mucho las condiciones de los adolescentes.

¿En este trabajo ha tenido obstáculos como mujer?

Fíjese que con los magistrados de la Cámara Penal actual, a excepción de la magistrada Delia Dávila, creo que hubo algo que más que un obstáculo, fue por mi condición de mujer. Hace tres años había un encuentro nacional de jueces de la niñez y uno de los magistrados ordenó que no fuera, esa fue la única ocasión en que no fui. Todos asistieron, menos yo, por eso le atribuyó a la condición de mujer.

Siempre los colegas varones son mejor tratados, por lo menos en esta área. Además desde que estoy en esta judicatura nunca se me ha mandado a ningún curso de la Escuela Estudios Judiciales. Hasta el año pasado que me empiezan a tomar en cuenta otra vez.

Obstáculos

¿Algún otro obstáculo que usted considere durante su carrera como jueza y que usted lo atribuya al hecho de ser mujer?

Pues realmente no. Mi cargo me permite actuar, y tengo las facultades legales para ordenar cualquier incidente. Por ejemplo, si un agente o monitor se opone a alguna orden o quiere oponerse a algo que yo ordené, puedo actuar como jueza. Nunca me he sentido discriminada por mi condición de mujer.

Miedo

¿Ha sentido miedo por trabajar con los jóvenes pandilleros de las maras Salvatrucha y Barrio 18?

Ninguno. Fíjese que siempre los jóvenes me han respetado mucho, más los pandilleros. Cada vez que los visitó o vienen al Juzgado, me hablan con mucho respeto. Nunca me han hecho malos gestos, no me han amenazado o faltado el respeto, al contrario, ellos se paran y me saludan.

Considero que ellos saben que yo los protejo,. También que yo estoy pendiente de sus necesidades. Hay ocasiones que me llevan algunos presentes. Aquí me han venido a dejar cosas. Es tanto el respeto que hasta que terminan las audiencias me los dan, son presentes que han realizado con sus propias manos. Es así como ellos me demuestran su respeto y afecto. Para mi esos presentes son como un Premio Nobel, es un reconocimiento que valen mucho, pero mucho más cualquier premio o grammy -sonríe-.

Motivos

¿Qué la motiva a trabajar con los jóvenes en conflicto?

Le decía al inicio que muchos de ellos necesitan apoyo, y actúan así por la falta de respaldo. Cuando empiezan a venir a las audiencias se resisten, pero como a avanzan en el proceso empiezan a tener otra clase de actitud, lo atribuyó a que reciben un mejor trato. La semana pasada un pandillero Salvatrucha me decía: ‘a mí nunca se me olvidan sus palabras, recuerdo todos los días que usted me dice que quisiera ser nuestra hada madrina y cambiarnos completamente. Precisamente de eso me recuerdo. No se me olvidan sus palabras’.

Y es que en todas las audiencias les pongo atención. Les hablo con mucha claridad y sinceridad, pero siempre con respeto. No adorno el problema, sino que soy muy sincera, hasta a veces creo que soy muy dura, incluso teniendo aquí los papás.

Hay muchos que aún me escriben, después de terminado su proceso penal y me vienen a buscar. Me piden mi número para que estemos en contacto para que los aconseje. Tengo un grupo en WhatsApp, donde ellos me escriben cuando tienen algún problema. Los jóvenes me tiene mucha confianza, siempre estamos en contacto.

Mensaje

¿Qué mensaje le quiere enviar a los jóvenes?

Más que a los jóvenes, a la sociedad en general. Es necesario el apoyo y que quieran mucho a los jóvenes, en especial a los que están en riesgo y en Conflicto con la Ley Penal. Muchos de ellos tienen carencia de amor y afecto.

En segundo lugar, es necesario generar lazos de confianza y que si en algún momento en sus vidas tienen la oportunidad de orientar y brindarles apoyo, que lo hagan.


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Son las 13.30 horas. A pesar que el sol es tan intenso que se refleja en el vapor que expulsa en las banquetas, en el edificio donde se ubican los Juzgados de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal se mantiene un frío, como si fuera noviembre. Hay un viento que apresura la caída de las hojas de los árboles, pero el viento pareciera el que anuncia la víspera de Navidad.

Pero no es noviembre, es una tarde de febrero víspera de la Cuaresma. El único bullicio que se escucha es el de las impresoras y el sonido de los teléfonos. Al fondo, en el segundo piso se encuentra la sala de audiencias de la jueza Verónica Galicia, una profesional que desde hace ocho años apoya a jóvenes en conflicto durante el proceso de reinserción.

Su voz es tenue, pero su sonrisa es contagiosa. Ingresa en la sala escoltada de una mujer que le agradece por haberla escuchado. Al fondo de la sala se encuentran la secretaría y un oficial. En una mesa rectangular se observan tres micrófonos y seis biblias pequeñas del Nuevo Testamento.

Trabajar con jóvenes

La jueza Galicia se arregla el vestuario que la distingue en el cargo para sentarse para iniciar la entrevista. Sonríe y exclama “¡lista, empecemos!”

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¿Qué la motivo para trabajar en los Juzgados de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal?

En primer lugar porque soy madre y tengo hijos adolescentes. Sé que esa etapa es muy difícil para los jóvenes, ahora imagínese como madre y mujer ver a los jóvenes privados de libertad, jóvenes que no han tenido un apoyo familiar y que derivado de eso han incurrido en alguna falta. Son adolescentes con pocas oportunidades y con falta de afecto de todas sus necesidades. Los únicos interesados en esos jóvenes son los pandilleros y las maras. Son jóvenes que en esa etapa necesitan su libertad para hacer ejercicio, deporte por lo menos ser un chico normal. Yo de verdad siempre los veo a todos con las mismas necesidades y deseos de vivir. Ver a los privados de libertad en un encierro total, es difícil. Ellos no se deben dejar solos porque necesitan mucho afecto.

Experiencias como jueza

¿Experiencias difíciles con los jóvenes que hayan marcado su vida?

Una de las experiencias que marcaron mi vida fue cuando una visita que hice al reclusorio de adolescentes Etapa 2. Recuerdo que hace unos cuatro años llegué a una visita y las condiciones de Etapa nunca habían estado tan malas como ese día. Vi a los muchachos privados de libertad en un ambiente de hacinamiento, insalubre todo sucio. Ellos nunca habían tenido un sanitario. Defecaban en un hoyo que daba al desagüe, ubicado dentro de las habitaciones. No era sanitario, era un hoyo que expandía olores fétidos de manera permanente. Estaba allí cuando comían y dormían.

Cuando entré en esa ocasión vi que ellos trataban de limpiar un poco. Ellos mismos se coordinaban con botes o con lo que pudiera para sacar las heces. Los vi cuando lo tiraban por la ventana. Todo el ambiente estaba lleno de moscas y sucio. Entré a verlos en el dormitorio, me metí a ver cómo dormían y no tenían colchonetas. Yo no aguantaba ni estar allí cinco minutos, imagínese las veinticuatro horas.

En ese momento solicité un emplazamiento para que se mejorará las condiciones de los jóvenes en conflicto. Ello definitivamente marcó mi trabajo. De ahí en adelante he estado constante, los voy a ver una vez al centro para supervisar cómo los tratan.

Mejoras

¿Han mejorado las condiciones de los reclusorios para menores?

Sí. Y eso va mejorando desde que llegó Francisco Molina, actual titular de Secretaría de Bienestar Social. Él también ha tenido mucha empatía con los jóvenes, el trabajo se ha hecho en equipo. En su gestión han mejorado mucho las condiciones de los adolescentes.

¿En este trabajo ha tenido obstáculos como mujer?

Fíjese que con los magistrados de la Cámara Penal actual, a excepción de la magistrada Delia Dávila, creo que hubo algo que más que un obstáculo, fue por mi condición de mujer. Hace tres años había un encuentro nacional de jueces de la niñez y uno de los magistrados ordenó que no fuera, esa fue la única ocasión en que no fui. Todos asistieron, menos yo, por eso le atribuyó a la condición de mujer.

Siempre los colegas varones son mejor tratados, por lo menos en esta área. Además desde que estoy en esta judicatura nunca se me ha mandado a ningún curso de la Escuela Estudios Judiciales. Hasta el año pasado que me empiezan a tomar en cuenta otra vez.

Obstáculos

¿Algún otro obstáculo que usted considere durante su carrera como jueza y que usted lo atribuya al hecho de ser mujer?

Pues realmente no. Mi cargo me permite actuar, y tengo las facultades legales para ordenar cualquier incidente. Por ejemplo, si un agente o monitor se opone a alguna orden o quiere oponerse a algo que yo ordené, puedo actuar como jueza. Nunca me he sentido discriminada por mi condición de mujer.

Miedo

¿Ha sentido miedo por trabajar con los jóvenes pandilleros de las maras Salvatrucha y Barrio 18?

Ninguno. Fíjese que siempre los jóvenes me han respetado mucho, más los pandilleros. Cada vez que los visitó o vienen al Juzgado, me hablan con mucho respeto. Nunca me han hecho malos gestos, no me han amenazado o faltado el respeto, al contrario, ellos se paran y me saludan.

Considero que ellos saben que yo los protejo,. También que yo estoy pendiente de sus necesidades. Hay ocasiones que me llevan algunos presentes. Aquí me han venido a dejar cosas. Es tanto el respeto que hasta que terminan las audiencias me los dan, son presentes que han realizado con sus propias manos. Es así como ellos me demuestran su respeto y afecto. Para mi esos presentes son como un Premio Nobel, es un reconocimiento que valen mucho, pero mucho más cualquier premio o grammy -sonríe-.

Motivos

¿Qué la motiva a trabajar con los jóvenes en conflicto?

Le decía al inicio que muchos de ellos necesitan apoyo, y actúan así por la falta de respaldo. Cuando empiezan a venir a las audiencias se resisten, pero como a avanzan en el proceso empiezan a tener otra clase de actitud, lo atribuyó a que reciben un mejor trato. La semana pasada un pandillero Salvatrucha me decía: ‘a mí nunca se me olvidan sus palabras, recuerdo todos los días que usted me dice que quisiera ser nuestra hada madrina y cambiarnos completamente. Precisamente de eso me recuerdo. No se me olvidan sus palabras’.

Y es que en todas las audiencias les pongo atención. Les hablo con mucha claridad y sinceridad, pero siempre con respeto. No adorno el problema, sino que soy muy sincera, hasta a veces creo que soy muy dura, incluso teniendo aquí los papás.

Hay muchos que aún me escriben, después de terminado su proceso penal y me vienen a buscar. Me piden mi número para que estemos en contacto para que los aconseje. Tengo un grupo en WhatsApp, donde ellos me escriben cuando tienen algún problema. Los jóvenes me tiene mucha confianza, siempre estamos en contacto.

Mensaje

¿Qué mensaje le quiere enviar a los jóvenes?

Más que a los jóvenes, a la sociedad en general. Es necesario el apoyo y que quieran mucho a los jóvenes, en especial a los que están en riesgo y en Conflicto con la Ley Penal. Muchos de ellos tienen carencia de amor y afecto.

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