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Alejandra y sus pañuelos de esperanza

Redacción República
15 de marzo, 2014

Al empezar a hablar con Alejandra se hace un nudo en la garganta, pero al escuchar su tono de voz, seguro y fuerte, y ver su sonrisa permanente en su rostro, la sensación se convierte en esperanza, vida, perseverancia y actitud positiva. 

Su figura ahora es más pública porque este año representa a todas las mujeres sobrevivientes de esta enfermedad “silenciosa”, el cáncer. Se distingue por los pañuelos de colores vivos que porta, que se los coloca de distintas formas simulando una larga cabellera. 
Su proyecto Pañuelos de Esperanza surgió a raíz que le diagnosticaron cáncer de mama en el 2012. Es una noticia muy dura dice Alejandra, pero hay que tomar una actitud positiva ante las pruebas de la vida y sobre todo agarrarse de la mano de Dios.

Comenta que uno de sus primeros pensamientos fue que se iba a quedar sin pelo. Ese fue el rostro de mi percepción, y cuando empecé las quimioterapias y se me cayó el cabello no quise usar pañuelo, dice.

Me compre una peluca pero me di cuenta que no era yo. Le dije a mi esposo, Luis Arturo, me voy a poner pañuelo, y él me contestó “yo también me pongo pañuelo”. 

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Así surgió la idea, pensando en que muchas mujeres con cáncer no se ponen pañuelo de forma estética, no se arreglan por el ánimo. ‘Yo me maquillo, me delineo las cejas y me siento más bonita; esa sensación quiero transmitir a más mujeres, para ayudarlas a sentirse mejor’, dice Alejandra.

Comenta que no sabía cómo llegar a la gente y decidieron abrir una página web (www.pañuelosdeesperanza.org), donde cuenta su historia para ‘llegar a muchos países, para de alguna forma poder apoyar a mujeres que pasan por la misma experiencia de esta enfermedad’, dice. 

Alejandra se siente contenta porque ahora tiene el apoyo de Avon. En la actividad de la carrera Contra el Cáncer de Mama, Alejandra estuvo en un stand donde enseñaba a mujeres a colocarse los pañuelos de distinta forma para verse y se sientan mejor.

Voy a trabajar en actividades junto con Avon para llevar el mensaje a más mujeres; esta es una experiencia maravillosa, dice Alejandra. 

Su meta es transmitir a otras mujeres diagnosticadas el sentimiento que les guste verse en el espejo, que usen su pañuelo de forma coqueta, para que se sientan más bonitas a pesar que no tienen cabello. ‘Quiero llevar la palabra de esperanza que sí se puede, pero hacerles ver que depende de cada una y no optar por decidir ser víctima de esta enfermedad’, puntualiza. 
La transnacional Avon entrega cada año el listón de sobreviviente como un símbolo de la conexión de las mujeres que luchan contra el cáncer de mama. Y es utilizado por una sobreviviente de más de 50 países.

En Guatemala, Alejandra de Melgar es la sobreviviente 2014 y participará en la campaña Avon Contra el Cáncer de Mama para dar su testimonio y ser la persona que represente esa lucha de tantas mujeres que padecen esta terrible enfermedad. En Guatemala, Avon ha donado más de Q7.6 millones a la Liga Contra el Cáncer para apoyar programas de prevención de esta enfermedad. 

El cáncer es una enfermedad que afecta a todos los grupos de edad y niveles socioeconómicos. Sin embargo, es posible prevenir el 30% y 40% de los casos y pueden curarse hasta un 30%, mediante la detención temprana, seguida de un tratamiento efectivo.

En Guatemala los tipos de cáncer que más se registran son el de mama y el cervicouterino en las mujeres, así como el cáncer pulmonar, próstata y colorrectal para los hombres. 

Me llamo Alejandra y soy sobreviviente 

A sus 31 años, Alejandra es sobreviviente de cáncer. Ya ha superado el cáncer de mama y de hígado que le detectaron en el 2012. Pasó un año sana y tuvo una recaída con cáncer de pulmón donde empezó otra vez el proceso, y desde enero de este año, le diagnosticaron tumores en el cerebro que van bastante avanzados. “Estoy creyendo y no me rindo”, dice segura al indicar que Dios tiene la última palabra. 
Se casó a los 23 años con Luis Arturo Melgar, un ingeniero en sistemas que ha sido soporte clave en su vida. “Es un hombre con mucha fé, me contagia y estamos en lo mismo”, dice Alejandra.

Muchas veces los pensamientos de que te vas a morir te atacan y si hay alguien en ese momento que te levante es importante: Luis Arturo siempre está allí y también su familia, comenta Alejandra. 

Relata que en enero de 2012 le diagnosticaron cáncer de mama con metástasis en el hígado, el cual estaba en una etapa muy avanzada, y el diagnostico no era muy alentador porque le daban 3 meses de vida; fue la única vez que flaqueo, reconoce.

“Fue una noticia devastadora, un balde de agua fría, un día muy triste”, recuerda Alejandra. Tener que contarle a mis papás. Mi pensamiento fue “y si me muero y dejo a mis hijos”. Fueron dos días devastadores de preguntarle a Dios: ¿Por qué me tocó a mí? Pero mi actitud cambió y empecé más positiva y a cambiar de forma de pensar, dice sonriendo. 

Está suspendida de su trabajo, en la Superintendencia de Bancos de Guatemala (SIB), donde se desempeñaba como asistente. Hoy se dedica por completo a su familia.

Su hijo más grande, José Andrés, tiene cinco años y el menor, Rodrigo Alejandro, tiene tres, pero tenía ocho meses cuando le diagnosticaron cáncer de mama y tuvo que dejar de amantarlo. 

Cada día se levanta a las 5 de la mañana, junto a su esposo, preparan a sus hijos para ir al colegio, el desayuno, las loncheras y llevarlos al bus. Luego en su casa hace ejercicio y ayuda a su esposo en proyectos que tiene. Al regresar sus hijos, almuerza con ellos, juegan y en la noche los baña para llevarlos a la cama. 
Estoy agradecida con Dios porque me dio una segunda oportunidad de estar con mis hijos, comenta Alejandra. Está tan positiva que va a vencer la enfermedad que asegura que va a ver crecer a sus hijos, desarrollarse, lograr sus objetivos, graduarse; incluso acompañarlos al altar, ser suegra y abuela.
 

Un testimonio de vida 

Cuando Alejandra venció el cáncer de mama, su testimonio lo conocieron en unas asambleas de la Iglesia Casa de Dios. ‘Grabaron videos con mi relato y mucha gente me conoció’, dice, ‘y mi historia sirvió para dar esperanza y fortaleza a muchas personas’. ‘Tenía tres meses de vida y superé la primera etapa de la enfermedad’, afirma al recordar que ‘mi mensaje fue de vida y no de muerte; contar las maravillas de Dios’. 
‘Cuando el medico vio mis resultados, no lo podía creer; ya no tenía cáncer’, recuerda Alejandra. El doctor sólo tenía las siguientes palabras: “extraordinarios y espectaculares”, estaba asombrado de ver lo bien que estaba su paciente. ‘Dios es fiel si nosotros creemos con el corazón’, comenta.
Luego de un año de remisión, la enfermedad atacó por otro lado; sin embargo, Alejandra sigue firme y creyente.
“No moriré, sino viviré para contar las maravillas de Dios”, asegura. 

Estoy en la mejor etapa de mi vida 

Pese a la lucha contra el cáncer, asistir a sus quimioterapias, experimentar por segunda vez la caída de su cabello y sobrellevar los síntomas de esta enfermedad silenciosa, Alejandra dice muy convencida, “estoy en la mejor etapa de mi vida, no cambiaría por nada lo que estoy viviendo ahora”.

Y es que reflexiona en torno a la vida. 

Primero dice, ver un Dios papá, proveedor, sanador, consolador; y, en lo terrenal, disfrutar a mis hijos, mi esposo. ‘Me he unido más con toda mi familia’, dice. Asegura que este tiempo duro ha valido la pena porque le ha hecho construir relaciones más sólidas, y pone de ejemplo que tiene tiempo para estar con su mamá.
A veces uno dice “a la gran todo lo que me he perdido…”.

Alejandra y sus pañuelos de esperanza

Redacción República
15 de marzo, 2014

Al empezar a hablar con Alejandra se hace un nudo en la garganta, pero al escuchar su tono de voz, seguro y fuerte, y ver su sonrisa permanente en su rostro, la sensación se convierte en esperanza, vida, perseverancia y actitud positiva. 

Su figura ahora es más pública porque este año representa a todas las mujeres sobrevivientes de esta enfermedad “silenciosa”, el cáncer. Se distingue por los pañuelos de colores vivos que porta, que se los coloca de distintas formas simulando una larga cabellera. 
Su proyecto Pañuelos de Esperanza surgió a raíz que le diagnosticaron cáncer de mama en el 2012. Es una noticia muy dura dice Alejandra, pero hay que tomar una actitud positiva ante las pruebas de la vida y sobre todo agarrarse de la mano de Dios.

Comenta que uno de sus primeros pensamientos fue que se iba a quedar sin pelo. Ese fue el rostro de mi percepción, y cuando empecé las quimioterapias y se me cayó el cabello no quise usar pañuelo, dice.

Me compre una peluca pero me di cuenta que no era yo. Le dije a mi esposo, Luis Arturo, me voy a poner pañuelo, y él me contestó “yo también me pongo pañuelo”. 

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Así surgió la idea, pensando en que muchas mujeres con cáncer no se ponen pañuelo de forma estética, no se arreglan por el ánimo. ‘Yo me maquillo, me delineo las cejas y me siento más bonita; esa sensación quiero transmitir a más mujeres, para ayudarlas a sentirse mejor’, dice Alejandra.

Comenta que no sabía cómo llegar a la gente y decidieron abrir una página web (www.pañuelosdeesperanza.org), donde cuenta su historia para ‘llegar a muchos países, para de alguna forma poder apoyar a mujeres que pasan por la misma experiencia de esta enfermedad’, dice. 

Alejandra se siente contenta porque ahora tiene el apoyo de Avon. En la actividad de la carrera Contra el Cáncer de Mama, Alejandra estuvo en un stand donde enseñaba a mujeres a colocarse los pañuelos de distinta forma para verse y se sientan mejor.

Voy a trabajar en actividades junto con Avon para llevar el mensaje a más mujeres; esta es una experiencia maravillosa, dice Alejandra. 

Su meta es transmitir a otras mujeres diagnosticadas el sentimiento que les guste verse en el espejo, que usen su pañuelo de forma coqueta, para que se sientan más bonitas a pesar que no tienen cabello. ‘Quiero llevar la palabra de esperanza que sí se puede, pero hacerles ver que depende de cada una y no optar por decidir ser víctima de esta enfermedad’, puntualiza. 
La transnacional Avon entrega cada año el listón de sobreviviente como un símbolo de la conexión de las mujeres que luchan contra el cáncer de mama. Y es utilizado por una sobreviviente de más de 50 países.

En Guatemala, Alejandra de Melgar es la sobreviviente 2014 y participará en la campaña Avon Contra el Cáncer de Mama para dar su testimonio y ser la persona que represente esa lucha de tantas mujeres que padecen esta terrible enfermedad. En Guatemala, Avon ha donado más de Q7.6 millones a la Liga Contra el Cáncer para apoyar programas de prevención de esta enfermedad. 

El cáncer es una enfermedad que afecta a todos los grupos de edad y niveles socioeconómicos. Sin embargo, es posible prevenir el 30% y 40% de los casos y pueden curarse hasta un 30%, mediante la detención temprana, seguida de un tratamiento efectivo.

En Guatemala los tipos de cáncer que más se registran son el de mama y el cervicouterino en las mujeres, así como el cáncer pulmonar, próstata y colorrectal para los hombres. 

Me llamo Alejandra y soy sobreviviente 

A sus 31 años, Alejandra es sobreviviente de cáncer. Ya ha superado el cáncer de mama y de hígado que le detectaron en el 2012. Pasó un año sana y tuvo una recaída con cáncer de pulmón donde empezó otra vez el proceso, y desde enero de este año, le diagnosticaron tumores en el cerebro que van bastante avanzados. “Estoy creyendo y no me rindo”, dice segura al indicar que Dios tiene la última palabra. 
Se casó a los 23 años con Luis Arturo Melgar, un ingeniero en sistemas que ha sido soporte clave en su vida. “Es un hombre con mucha fé, me contagia y estamos en lo mismo”, dice Alejandra.

Muchas veces los pensamientos de que te vas a morir te atacan y si hay alguien en ese momento que te levante es importante: Luis Arturo siempre está allí y también su familia, comenta Alejandra. 

Relata que en enero de 2012 le diagnosticaron cáncer de mama con metástasis en el hígado, el cual estaba en una etapa muy avanzada, y el diagnostico no era muy alentador porque le daban 3 meses de vida; fue la única vez que flaqueo, reconoce.

“Fue una noticia devastadora, un balde de agua fría, un día muy triste”, recuerda Alejandra. Tener que contarle a mis papás. Mi pensamiento fue “y si me muero y dejo a mis hijos”. Fueron dos días devastadores de preguntarle a Dios: ¿Por qué me tocó a mí? Pero mi actitud cambió y empecé más positiva y a cambiar de forma de pensar, dice sonriendo. 

Está suspendida de su trabajo, en la Superintendencia de Bancos de Guatemala (SIB), donde se desempeñaba como asistente. Hoy se dedica por completo a su familia.

Su hijo más grande, José Andrés, tiene cinco años y el menor, Rodrigo Alejandro, tiene tres, pero tenía ocho meses cuando le diagnosticaron cáncer de mama y tuvo que dejar de amantarlo. 

Cada día se levanta a las 5 de la mañana, junto a su esposo, preparan a sus hijos para ir al colegio, el desayuno, las loncheras y llevarlos al bus. Luego en su casa hace ejercicio y ayuda a su esposo en proyectos que tiene. Al regresar sus hijos, almuerza con ellos, juegan y en la noche los baña para llevarlos a la cama. 
Estoy agradecida con Dios porque me dio una segunda oportunidad de estar con mis hijos, comenta Alejandra. Está tan positiva que va a vencer la enfermedad que asegura que va a ver crecer a sus hijos, desarrollarse, lograr sus objetivos, graduarse; incluso acompañarlos al altar, ser suegra y abuela.
 

Un testimonio de vida 

Cuando Alejandra venció el cáncer de mama, su testimonio lo conocieron en unas asambleas de la Iglesia Casa de Dios. ‘Grabaron videos con mi relato y mucha gente me conoció’, dice, ‘y mi historia sirvió para dar esperanza y fortaleza a muchas personas’. ‘Tenía tres meses de vida y superé la primera etapa de la enfermedad’, afirma al recordar que ‘mi mensaje fue de vida y no de muerte; contar las maravillas de Dios’. 
‘Cuando el medico vio mis resultados, no lo podía creer; ya no tenía cáncer’, recuerda Alejandra. El doctor sólo tenía las siguientes palabras: “extraordinarios y espectaculares”, estaba asombrado de ver lo bien que estaba su paciente. ‘Dios es fiel si nosotros creemos con el corazón’, comenta.
Luego de un año de remisión, la enfermedad atacó por otro lado; sin embargo, Alejandra sigue firme y creyente.
“No moriré, sino viviré para contar las maravillas de Dios”, asegura. 

Estoy en la mejor etapa de mi vida 

Pese a la lucha contra el cáncer, asistir a sus quimioterapias, experimentar por segunda vez la caída de su cabello y sobrellevar los síntomas de esta enfermedad silenciosa, Alejandra dice muy convencida, “estoy en la mejor etapa de mi vida, no cambiaría por nada lo que estoy viviendo ahora”.

Y es que reflexiona en torno a la vida. 

Primero dice, ver un Dios papá, proveedor, sanador, consolador; y, en lo terrenal, disfrutar a mis hijos, mi esposo. ‘Me he unido más con toda mi familia’, dice. Asegura que este tiempo duro ha valido la pena porque le ha hecho construir relaciones más sólidas, y pone de ejemplo que tiene tiempo para estar con su mamá.
A veces uno dice “a la gran todo lo que me he perdido…”.