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Fiesta naranja, el color primario de Pérez

Redacción República
17 de enero, 2015

Según me entero por mis amigos, lo que se acostumbraba antes era que el mandatario llegaba al Congreso a rendir el informe y era un solo evento. Pero en la administración actual se consideró que no era “obligatorio”, así que se limitan a mandarlo por escrito y hacen su fiesta en otro lado. Como una pareja divorciada, qué feo. Dice mucho de las relaciones entre los poderes.

Decidí aventurarme e intentar ir a los dos eventos, total, pues al final no estaban tan lejos. El código de vestuario estaba difícil, actos oficiales durante el día en la zona 1 con un clima más bien frío. Opté por un sastre de pantalón azul dazzling o eléctrico, y encima un abrigo rojo tomate (sí, auténticos colores primarios).

Mientras me preparaba, me llamó la atención que los llamados “canales nacionales” y una radio de noticias, ambos bastante complacientes con los gobiernos de turno, anunciaban con bombo y platillos lo que pasaría en el Congreso. Para ellos era un evento que se podía comparar con la coronación de un rey, según sus zalameros reportes.

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Luego comprendí que el que se asumía como el centro de la atención, puro niño en primera comunión, es un diputado independiente que está estrechamente relacionado con esas empresas de comunicación. Al tener aspiraciones, incluso presidenciales, este poco carismático señor ha usado los micrófonos y las cámaras de estos “medios” para dar a conocer cuánta pita se le revienta. Por eso la alfombra roja y la exagerada expectación al tomar posesión como Presidente de la Junta Directiva.

Fue un acto protocolario serio y aburrido, que incluyó un discurso auto complaciente del Presidente saliente y culminó con el discurso del flamante nuevo. Si uno escucha a estas personas sin conocerlas ni a ellas ni al contexto, podría pensarse que aspiran a ser los sucesores de Gandi y la madre Teresa. Pero quien no los conoce, que los compre.

Sin importarles que el otro evento del día estaba anunciado para las 10:30, los legisladores se tomaron su tiempo. Total, no les importaba arruinarle su fiesta al que los ha dejado plantados por tres años consecutivos. Es más, solo la bancada oficial tenía la intención de asistir al Palacio Nacional, el resto aprovecharían el “vino de (des) honor” que habría en la recepción del Congreso. Ocasión ideal para ir haciendo sus componendas para repartirse los “negocios”, perdón quiero decir, “proyectos” de ley que están pendientes.

Apenas me dio tiempo de salir corriendo de la novena avenida al parque central. Pero allí fue donde la puerca torció el rabo… Aquello era peor que un aeropuerto gringo. Los asistentes debían comprobar que estaban convidados presentando una invitación que contenía un chip. Vi cómo algunos (principalmente empleados públicos) querían entrar en grupo con una sola invitación.

Los invitados que iban en carro caminaban desde la quinta avenida, pues los automóviles no podían acercarse más. Así que era un desfile de personajes de todo tipo y facha que iban presurosos a “palacio”. Había tres puertas de ingreso, para diferentes tipos de personas que recibían un trato según su categoría. Debían dejar en la puerta todo lo que pareciera “sospechoso” o “harinoso”. La seguridad no quería sufrir otro incidente como el del año anterior, cuando un par de chicas coladas le lanzaron un polvo blanco a la Vice que siguió su camino tambaleando y blanca como un fantasma (ya vi el video, es para verlo una y otra vez, es una joya).

Así que en aquella puerta se quedaron lociones, perfumes, polvos, gels, cremas y todo tipo de cosméticos. Al igual que monedas y otros objetos metálicos que espero hayan regresado a sus dueños.

El Palacio Nacional de la Cultura es uno de esos inmuebles que forman parte del imaginario colectivo guatemalteco. Te guste o no, representa muchas cosas a la vez. Cuando uno entra, solo se puede imaginar todo lo que ha pasado en ese recinto a través de tantos años de historia política. Es un lugar frío, sospecho que en cualquier época del año.

En lo que se acomodaban, los asistentes aprovecharon para saludarse e intercambiar chistes y abrazos. Algo que me pareció raro es que al pobre director actual de la CICIG casi ni lo pelaron, se quedó allá por la quinta fila hablando con otros extranjeros. Me cuentan que cuando estaba el primero, el español, el trato era muy diferente. Cómo van cambiando las cosas.

Ese patio donde fue el acto me gusta al natural, no como ese día que parecía la escenografía de un programa de bajo presupuesto de los 80s. Cuando llegó el momento, los asistentes se acomodaron y pude ver que la mayoría iban vestidos de colores apagados y grises, solo sobresalían algunos coloridos trajes indígenas y un sombrero por allá, y mi abrigo. Ups.

Me dio curiosidad ver cómo iba vestida la primera dama, así que me puse a buscarla pero no estaba por ningún lado. ¿Cómo era eso posible? Me quedé pensando que eso que cuentan de ella, que es una mujer que no quiere opacar a su esposo y que prefiere quedar en la sombra, es cierto. Muy en la sombra, en las tinieblas.

En cambio la Vice llegó muy segura de sí misma y desenvuelta, pero vestida con un sencillo vestido negro y un pañuelo como de abuelita. Quizá en su afán de no ser criticada, o para verse más delgada, optó por el Little black dress. Lástima, era una excelente oportunidad de presentarse como una mujer con estilo en algún color más imponente (total era de día), en cambio parecía una viuda sesentona, también debido a su peinado.

Pero al menos se veía vivaz, hasta con un caminar coquetón. En cambio, el Presi llegó con una cara peor de la que le hemos visto en los últimos días. ¿Agripado? ¿desvelado? ¿con resaca? Quizá simplemente asustado. El tono que usó en su discurso ya le suena cansón, como regañón y prepotente. Como el que quiere ganar una discusión gritando. Luego de oír tantas linduras de su gestión, daban ganas de preguntar ¿será que el militar vive en otro país? Los aplausos de los presentes le animaban a seguir con un discurso bastante previsible y arreglado, soso. Habló de lo que le convino, claro.

También metió la pata un par de veces. Eso de la “maternidad materna” y la “maternidad infantil” no me quedó muy claro, y cuando no podía decir una palabra algo complicada y prefirió seguir adelante. Sé que no es fácil dar un discurso de 1 hora, pero en el puesto que él tiene es importante la habilidad de orador. La comunicación verbal no es su fuerte, días después dijo que el color naranja es un color primario al dar explicaciones de los diseños en las mochilas que el Gobierno le dio a los escolares.

Para cuando al fin terminó el discurso, la gente aplaudió más que todo de alivio. Al bajar del escenario, la “pareja” presidencial pudo saludar con tranquilidad a sus invitados, tranquilos porque todo lo que podría ser usado para “enharinarlos” había sido dejado en la puerta.

A pesar de que al acto presidencial oficial estaban invitadas unas 400 personas, no todos pudieron asistir a la recepción. Es más, permanece en el misterio dónde fue. Lo único que se supo es que la decoración fue, no van a creerlo, en colores naranja y azul, quizá son los colores primarios del PP. Oficialmente se supo que el gasto por la recepción fue de Q150 mil, pero no hay que ser un genio para inferir que en realidad costó más, mucho más. Es más, aunque no hay abastecimiento de carne, seguro comieron de los mejores cortes sin importar el precio.

Así que ese día,  el 14 a las 14, los más importantes actores de la vida política, los que toman decisiones y podrían cambiar el rumbo de este país, estaban en alegres celebraciones felicitándose unos a otros por los “logros” de papel presentados. Para ellos, problemas más urgentes, como la crisis de salud que se ha generalizado a nivel nacional, pueden esperar.

Fiesta naranja, el color primario de Pérez

Redacción República
17 de enero, 2015

Según me entero por mis amigos, lo que se acostumbraba antes era que el mandatario llegaba al Congreso a rendir el informe y era un solo evento. Pero en la administración actual se consideró que no era “obligatorio”, así que se limitan a mandarlo por escrito y hacen su fiesta en otro lado. Como una pareja divorciada, qué feo. Dice mucho de las relaciones entre los poderes.

Decidí aventurarme e intentar ir a los dos eventos, total, pues al final no estaban tan lejos. El código de vestuario estaba difícil, actos oficiales durante el día en la zona 1 con un clima más bien frío. Opté por un sastre de pantalón azul dazzling o eléctrico, y encima un abrigo rojo tomate (sí, auténticos colores primarios).

Mientras me preparaba, me llamó la atención que los llamados “canales nacionales” y una radio de noticias, ambos bastante complacientes con los gobiernos de turno, anunciaban con bombo y platillos lo que pasaría en el Congreso. Para ellos era un evento que se podía comparar con la coronación de un rey, según sus zalameros reportes.

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Luego comprendí que el que se asumía como el centro de la atención, puro niño en primera comunión, es un diputado independiente que está estrechamente relacionado con esas empresas de comunicación. Al tener aspiraciones, incluso presidenciales, este poco carismático señor ha usado los micrófonos y las cámaras de estos “medios” para dar a conocer cuánta pita se le revienta. Por eso la alfombra roja y la exagerada expectación al tomar posesión como Presidente de la Junta Directiva.

Fue un acto protocolario serio y aburrido, que incluyó un discurso auto complaciente del Presidente saliente y culminó con el discurso del flamante nuevo. Si uno escucha a estas personas sin conocerlas ni a ellas ni al contexto, podría pensarse que aspiran a ser los sucesores de Gandi y la madre Teresa. Pero quien no los conoce, que los compre.

Sin importarles que el otro evento del día estaba anunciado para las 10:30, los legisladores se tomaron su tiempo. Total, no les importaba arruinarle su fiesta al que los ha dejado plantados por tres años consecutivos. Es más, solo la bancada oficial tenía la intención de asistir al Palacio Nacional, el resto aprovecharían el “vino de (des) honor” que habría en la recepción del Congreso. Ocasión ideal para ir haciendo sus componendas para repartirse los “negocios”, perdón quiero decir, “proyectos” de ley que están pendientes.

Apenas me dio tiempo de salir corriendo de la novena avenida al parque central. Pero allí fue donde la puerca torció el rabo… Aquello era peor que un aeropuerto gringo. Los asistentes debían comprobar que estaban convidados presentando una invitación que contenía un chip. Vi cómo algunos (principalmente empleados públicos) querían entrar en grupo con una sola invitación.

Los invitados que iban en carro caminaban desde la quinta avenida, pues los automóviles no podían acercarse más. Así que era un desfile de personajes de todo tipo y facha que iban presurosos a “palacio”. Había tres puertas de ingreso, para diferentes tipos de personas que recibían un trato según su categoría. Debían dejar en la puerta todo lo que pareciera “sospechoso” o “harinoso”. La seguridad no quería sufrir otro incidente como el del año anterior, cuando un par de chicas coladas le lanzaron un polvo blanco a la Vice que siguió su camino tambaleando y blanca como un fantasma (ya vi el video, es para verlo una y otra vez, es una joya).

Así que en aquella puerta se quedaron lociones, perfumes, polvos, gels, cremas y todo tipo de cosméticos. Al igual que monedas y otros objetos metálicos que espero hayan regresado a sus dueños.

El Palacio Nacional de la Cultura es uno de esos inmuebles que forman parte del imaginario colectivo guatemalteco. Te guste o no, representa muchas cosas a la vez. Cuando uno entra, solo se puede imaginar todo lo que ha pasado en ese recinto a través de tantos años de historia política. Es un lugar frío, sospecho que en cualquier época del año.

En lo que se acomodaban, los asistentes aprovecharon para saludarse e intercambiar chistes y abrazos. Algo que me pareció raro es que al pobre director actual de la CICIG casi ni lo pelaron, se quedó allá por la quinta fila hablando con otros extranjeros. Me cuentan que cuando estaba el primero, el español, el trato era muy diferente. Cómo van cambiando las cosas.

Ese patio donde fue el acto me gusta al natural, no como ese día que parecía la escenografía de un programa de bajo presupuesto de los 80s. Cuando llegó el momento, los asistentes se acomodaron y pude ver que la mayoría iban vestidos de colores apagados y grises, solo sobresalían algunos coloridos trajes indígenas y un sombrero por allá, y mi abrigo. Ups.

Me dio curiosidad ver cómo iba vestida la primera dama, así que me puse a buscarla pero no estaba por ningún lado. ¿Cómo era eso posible? Me quedé pensando que eso que cuentan de ella, que es una mujer que no quiere opacar a su esposo y que prefiere quedar en la sombra, es cierto. Muy en la sombra, en las tinieblas.

En cambio la Vice llegó muy segura de sí misma y desenvuelta, pero vestida con un sencillo vestido negro y un pañuelo como de abuelita. Quizá en su afán de no ser criticada, o para verse más delgada, optó por el Little black dress. Lástima, era una excelente oportunidad de presentarse como una mujer con estilo en algún color más imponente (total era de día), en cambio parecía una viuda sesentona, también debido a su peinado.

Pero al menos se veía vivaz, hasta con un caminar coquetón. En cambio, el Presi llegó con una cara peor de la que le hemos visto en los últimos días. ¿Agripado? ¿desvelado? ¿con resaca? Quizá simplemente asustado. El tono que usó en su discurso ya le suena cansón, como regañón y prepotente. Como el que quiere ganar una discusión gritando. Luego de oír tantas linduras de su gestión, daban ganas de preguntar ¿será que el militar vive en otro país? Los aplausos de los presentes le animaban a seguir con un discurso bastante previsible y arreglado, soso. Habló de lo que le convino, claro.

También metió la pata un par de veces. Eso de la “maternidad materna” y la “maternidad infantil” no me quedó muy claro, y cuando no podía decir una palabra algo complicada y prefirió seguir adelante. Sé que no es fácil dar un discurso de 1 hora, pero en el puesto que él tiene es importante la habilidad de orador. La comunicación verbal no es su fuerte, días después dijo que el color naranja es un color primario al dar explicaciones de los diseños en las mochilas que el Gobierno le dio a los escolares.

Para cuando al fin terminó el discurso, la gente aplaudió más que todo de alivio. Al bajar del escenario, la “pareja” presidencial pudo saludar con tranquilidad a sus invitados, tranquilos porque todo lo que podría ser usado para “enharinarlos” había sido dejado en la puerta.

A pesar de que al acto presidencial oficial estaban invitadas unas 400 personas, no todos pudieron asistir a la recepción. Es más, permanece en el misterio dónde fue. Lo único que se supo es que la decoración fue, no van a creerlo, en colores naranja y azul, quizá son los colores primarios del PP. Oficialmente se supo que el gasto por la recepción fue de Q150 mil, pero no hay que ser un genio para inferir que en realidad costó más, mucho más. Es más, aunque no hay abastecimiento de carne, seguro comieron de los mejores cortes sin importar el precio.

Así que ese día,  el 14 a las 14, los más importantes actores de la vida política, los que toman decisiones y podrían cambiar el rumbo de este país, estaban en alegres celebraciones felicitándose unos a otros por los “logros” de papel presentados. Para ellos, problemas más urgentes, como la crisis de salud que se ha generalizado a nivel nacional, pueden esperar.