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¿Por qué se mueren los lagos?

Redacción República
19 de abril, 2015

El lago de Amatitlán hasta hace unas décadas era el lugar perfecto para salir a descansar. A tan solo 25 kilómetros de la ciudad capital, era el lugar preferido para ir los fines de semana. Tener allí un “chalet” era símbolo de estatus, pudiéndose hacer deportes acuáticos con todas las comodidades.

Fue sede varias veces sede de Juegos Deportivos Centroamericanos y de Juegos Centroamericanos y del Caribe además de muchas competencias internacionales.

Pero también era un lugar visitado por todo tipo de familias que iban a comer mojarras y dulces típicos, o a hacer pic nic en las orillas llevando su propia comida. Tanto subirse al teleférico como hacer un paseo en lancha era una atracción obligatoria para los grupos familiares. Pero ¿por qué fue acabando todo aquello? ¿Es este un destino irreversible?

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Quizá su cercanía a la capital y su popularidad le jugó en contra, pues es la vida moderna y el crecimiento poblacional de donde viene su maldición. Además, la forma de hacer turismo tradicional no tenía contemplado la protección de la naturaleza.

No solo agua llega al lago

El río Villalobos es el mayor afluente del lago de Amatitlán, cuyas aguas son drenadas por el río Michatoya, un afluente del río María Linda. Siendo otros cauces Platanitos, Pinula, Las Minas, Tulujá, El Bosque, Molino, San Lucas y Parrameño.

Afronta problemas graves de contaminación, consecuencia principalmente del rápido crecimiento habitacional de los municipios con los que comparte la cuenca. Es de señalar que aunque el municipio de Amatitlán es el que tiene la playa pública más popular, son 14 los municipios que comparten la cuenca y siete tienen influencia directa en ella. Aunque todas estas comunidades deberían cuidar al lago, son pocas los que le han puesto atención a un problema que se ha ido agravando año con año.

Por otro lado, el río Villalobos es uno de los principales desagües de aguas servidas domésticas, industriales y agroindustriales del área metropolitana de la Ciudad de Guatemala. Se calcula que cada año un volumen importante de aguas negras y 500,000 metros cúbicos de sedimentos entran en el lago.

La población que habita en la cuenca del Lago de Amatitlán era de unos 2 millones 623 mil 389 personas para 2014, y se calcula que alrededor de 15 mil personas viven en las orillas.

La Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y del Lago de Amatitlán (AMSA) señala que los municipios que más descargan desechos al lago son Villa Nueva, Villa Canales, Mixco, San Miguel Petapa, Santa Catarina Pinula, así como la parte sur de la ciudad de Guatemala y los asentamientos ubicados en las riberas.

Además, en la cuenca se ubican unas 900 industrias en diferentes áreas como textileras, metalúrgicas, alimentarias, químicas, de plástico, hule y caucho, madera, yeso y cerámica. De ellas, solo un 32% realiza un tratamiento a sus aguas, generando 1 mil 500 toneladas diarias de sedimentos, 60 mil 300 metros cúbicos al día de aguas servidas y la extracción de 618 mil metros cuadrados de basura anualmente.

Esto ha acelerado la eutrofización y sedimentación, afectando las funciones del lago como fuente de agua potable, para la pesca y el riego, y ha reducido sus funciones recreativas.

En los últimos 10 años se han dado voces de alarma al punto de AMSA ha declarado que en poco menos de 25 años el lago podría convertirse en un pantano. Esa misma entidad ha informado que el lago tenía una profundidad de 33 metros, y ahora tiene unos 18 metros y cada año se pierde más o menos uno de profundidad

¿Cuál es el ciclo de vida?

Según el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH), la eutroficación es el proceso natural de la madurez de un lago. El estado original de todos los lagos debe asumirse que es oligotrófico, pero durante el curso del tiempo habrá un excedente de sedimentos orgánicos debido al proceso biológico en el lago, por lo que cambia a eutrófico.

La cantidad de plancton, curvas de oxígeno y profundidad promedio son las primeras características que cambian; la fauna del fondo, la última. Está claro que los compuestos de nitrógeno y fosfatos de los campos cultivados que se vierten en el lago, pueden hacer mucho para acelerar el cambio, aunque esto no sea la causa principal.

Cuando un lago ha alcanzado el verdadero estado eutrófico, los cambios a un mayor grado de eutrofia son muy rápidos. En efecto, las características de un lago pueden ser materialmente cambiadas en una generación.

Debe quedar claro, según el INSIVUMEH, que el proceso de maduración de un lago toma lugar a diferente velocidad en lagos diferentes, obviamente mientras más pequeño el lago más rápida es la eutroficación y su subsecuente extinción.

Un lago oligotrófico es muy profundo, tiene alta termoclina y gran volumen de agua fría en la profundidad, con materiales orgánicos en el fondo y en suspensión son muy escasos. Tiene electrolitos bajos, relativamente pobres en calcio, fósforo y nitrógeno, humus muy escaso o ausente. Tienen oxígeno disuelto alto a todas las profundidades durante todo el año, escasean las grandes plantas acuáticas, tiene plancton en cantidades restringidas. Hay una fauna profunda relativamente rica en especies y cantidad, con peces de aguas frías y profundas abundantes.

En cambio, un lago eutrófico es relativamente poco profundo, con agua fría profunda mínima o ausente. Tiene abundantes materiales orgánicos en el fondo y suspendidos, así como electrolitos variables, a menudo altas cantidades de calcio, fósforo y nitrógeno abundante humus.

El oxígeno disuelto es mínimo o ausente en el fondo del lago, hay grandes plantas acuáticas abundantes y un plancton cuantitativamente abundante. La fauna profunda, en lagos profundos y estratificados, es pobre en especies y cantidades. Los peces de aguas profundas y frías usualmente están ausentes. Se convierte en pantano o laguneta de poco fondo.

No hay soluciones fáciles

Los esfuerzos por salvar el lago de Amatitlán al parecer han sido insuficientes, así como los millones de quetzales invertidos. Aunque hay avances en algunos aspectos, no se ha logrado combinar en un mismo plan todos los factores que provocan el estado actual del lago para lograr cambios significativos.

Los esfuerzos más serios se vienen haciendo desde hace 10 años, cuando se le asignó un presupuesto a AMSA para proyectos para el saneamiento del lago de Amatitlán. Sin embargo, ambientalistas cuestionan el éxito de las acciones indicando que no se atacan las causas reales de la contaminación de la cuenca, como el crecimiento poblacional y los niveles de producción industrial en ese sector.

Se calcula que lo gastado por esa institución asciende a unos Q1,870 millones. AMSA ha declarado a los medios que los gastos han sido para proyectos de educación ambiental, planificación urbana y ordenamiento territorial, operación y mantenimiento, así como acciones de control, calidad y manejo del recurso hídrico en el lugar.

En este marco, se dio la polémica cuando la Vicepresidente Roxana Baldetti quiso comprar una llamada “fórmula mágica” por Q137.8 millones, asegurando que limpiaría el Lago de Amatitlán en menos de 10 meses. Esto fue rechazado por diversos sectores, incluidos académicos, por lo que el proyecto se detuvo.

Hay que cuidarlos todos

Según el INSIVUMEH los lagos más importantes de Guatemala son el de Izabal, Atitlán, Petén Itzá, Guija y Amatitlán. Hay otros pero son más pequeños, siendo en total 23 lagos y lagunas, así como 119 lagunas menores, todas juntas cubren un área aproximada de 950 kilómetros cuadrados. Si no se les cuida, todos podrían tener un destino semejante al de Amatitlán.

El más famoso es el Lago de Atitlán, en Sololá, que es visitado por personas de todo el mundo y se le conoce como el más bello del mundo. Es un lago muy profundo, alcanzando un máximo de 342 metros de profundidad. Todavía es considerado un lago oligotrófico, ya que contiene muy pocos nutrientes disueltos en el agua.

La cuenca del lago Atitlán es toda el área geográfica desde donde baja agua hacia el lago y comprende unos 548 kilómetros cuadrados. Sin embargo, ya se sufre de contaminación química por nutrientes de fertilizantes agrícolas, plaguicidas, jabones y detergentes, tintas para textiles, aceites, lubricantes y combustibles.

También hay contaminación biológica con desechos humanos y de animales domésticos, aguas mieles del beneficiado de café, desechos de rastros, desechos clínicos-hospitalarios, desechos de proyectos de acuicultura, plantas de tratamiento, fuga de fosas sépticas, escurrimiento de áreas de pastoreo, entre otros. Otra contaminación viene de desechos sólidos y ripio.

El rápido crecimiento demográfico, junto a un desarrollo desordenado, amenaza la calidad ambiental y los múltiples beneficios que proporciona a la humanidad el Lago Atitlán.

En los últimos seis años se ha visto la proliferación de la cianobacteria que puede producir cianotoxinas, las cuales afectan a peces, crustáceos, zooplancton y humanos en contacto continuado con el agua contaminada.

La cianobacteria es un organismo parecido a un alga que crece de forma desproporcionada, debido al incremento de los niveles de nitrógeno y fósforo que contienen los desechos domésticos e industriales que van a parar a las aguas del lago.

La Autoridad del Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago y su Entorno (AMSCLAE), una instancia autónoma encargada de la preservación de Atitlán, tiene un plan de acción para hacer frente a esta bacteria. En los primeros meses del año 2010 se tuvo una mejora, pero luego de la tormenta Agatha, en junio de ese mismo año, la situación se agravó.

Para evitar que esto suceda en otros sitios, en la actualidad se apoya el turismo sostenible en lugares naturales como cuerpos de agua. Un ejemplo es el Plan Maestro del Parque Nacional Laguna de Lachuá, administrado por el Consejo Nacional de Área Protegidas (CONAP).

Al ser un parque de categoría 1, la más restringida según CONAP, alrededor de esta laguna ubicada en Alta Verapaz, Cobán, no puede haber ningún tipo de cambio de uso del suelo, ni para la explotación agraria ni comercial. Tampoco puede haber asentamientos humanos y para visitarla debe seguirse ciertas reglas.

El resultado es un paraíso natural donde el ser humano no ha destruido ni contaminado nada. Una experiencia única que vale la pena vivirse.

¿Por qué se mueren los lagos?

Redacción República
19 de abril, 2015

El lago de Amatitlán hasta hace unas décadas era el lugar perfecto para salir a descansar. A tan solo 25 kilómetros de la ciudad capital, era el lugar preferido para ir los fines de semana. Tener allí un “chalet” era símbolo de estatus, pudiéndose hacer deportes acuáticos con todas las comodidades.

Fue sede varias veces sede de Juegos Deportivos Centroamericanos y de Juegos Centroamericanos y del Caribe además de muchas competencias internacionales.

Pero también era un lugar visitado por todo tipo de familias que iban a comer mojarras y dulces típicos, o a hacer pic nic en las orillas llevando su propia comida. Tanto subirse al teleférico como hacer un paseo en lancha era una atracción obligatoria para los grupos familiares. Pero ¿por qué fue acabando todo aquello? ¿Es este un destino irreversible?

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Quizá su cercanía a la capital y su popularidad le jugó en contra, pues es la vida moderna y el crecimiento poblacional de donde viene su maldición. Además, la forma de hacer turismo tradicional no tenía contemplado la protección de la naturaleza.

No solo agua llega al lago

El río Villalobos es el mayor afluente del lago de Amatitlán, cuyas aguas son drenadas por el río Michatoya, un afluente del río María Linda. Siendo otros cauces Platanitos, Pinula, Las Minas, Tulujá, El Bosque, Molino, San Lucas y Parrameño.

Afronta problemas graves de contaminación, consecuencia principalmente del rápido crecimiento habitacional de los municipios con los que comparte la cuenca. Es de señalar que aunque el municipio de Amatitlán es el que tiene la playa pública más popular, son 14 los municipios que comparten la cuenca y siete tienen influencia directa en ella. Aunque todas estas comunidades deberían cuidar al lago, son pocas los que le han puesto atención a un problema que se ha ido agravando año con año.

Por otro lado, el río Villalobos es uno de los principales desagües de aguas servidas domésticas, industriales y agroindustriales del área metropolitana de la Ciudad de Guatemala. Se calcula que cada año un volumen importante de aguas negras y 500,000 metros cúbicos de sedimentos entran en el lago.

La población que habita en la cuenca del Lago de Amatitlán era de unos 2 millones 623 mil 389 personas para 2014, y se calcula que alrededor de 15 mil personas viven en las orillas.

La Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y del Lago de Amatitlán (AMSA) señala que los municipios que más descargan desechos al lago son Villa Nueva, Villa Canales, Mixco, San Miguel Petapa, Santa Catarina Pinula, así como la parte sur de la ciudad de Guatemala y los asentamientos ubicados en las riberas.

Además, en la cuenca se ubican unas 900 industrias en diferentes áreas como textileras, metalúrgicas, alimentarias, químicas, de plástico, hule y caucho, madera, yeso y cerámica. De ellas, solo un 32% realiza un tratamiento a sus aguas, generando 1 mil 500 toneladas diarias de sedimentos, 60 mil 300 metros cúbicos al día de aguas servidas y la extracción de 618 mil metros cuadrados de basura anualmente.

Esto ha acelerado la eutrofización y sedimentación, afectando las funciones del lago como fuente de agua potable, para la pesca y el riego, y ha reducido sus funciones recreativas.

En los últimos 10 años se han dado voces de alarma al punto de AMSA ha declarado que en poco menos de 25 años el lago podría convertirse en un pantano. Esa misma entidad ha informado que el lago tenía una profundidad de 33 metros, y ahora tiene unos 18 metros y cada año se pierde más o menos uno de profundidad

¿Cuál es el ciclo de vida?

Según el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH), la eutroficación es el proceso natural de la madurez de un lago. El estado original de todos los lagos debe asumirse que es oligotrófico, pero durante el curso del tiempo habrá un excedente de sedimentos orgánicos debido al proceso biológico en el lago, por lo que cambia a eutrófico.

La cantidad de plancton, curvas de oxígeno y profundidad promedio son las primeras características que cambian; la fauna del fondo, la última. Está claro que los compuestos de nitrógeno y fosfatos de los campos cultivados que se vierten en el lago, pueden hacer mucho para acelerar el cambio, aunque esto no sea la causa principal.

Cuando un lago ha alcanzado el verdadero estado eutrófico, los cambios a un mayor grado de eutrofia son muy rápidos. En efecto, las características de un lago pueden ser materialmente cambiadas en una generación.

Debe quedar claro, según el INSIVUMEH, que el proceso de maduración de un lago toma lugar a diferente velocidad en lagos diferentes, obviamente mientras más pequeño el lago más rápida es la eutroficación y su subsecuente extinción.

Un lago oligotrófico es muy profundo, tiene alta termoclina y gran volumen de agua fría en la profundidad, con materiales orgánicos en el fondo y en suspensión son muy escasos. Tiene electrolitos bajos, relativamente pobres en calcio, fósforo y nitrógeno, humus muy escaso o ausente. Tienen oxígeno disuelto alto a todas las profundidades durante todo el año, escasean las grandes plantas acuáticas, tiene plancton en cantidades restringidas. Hay una fauna profunda relativamente rica en especies y cantidad, con peces de aguas frías y profundas abundantes.

En cambio, un lago eutrófico es relativamente poco profundo, con agua fría profunda mínima o ausente. Tiene abundantes materiales orgánicos en el fondo y suspendidos, así como electrolitos variables, a menudo altas cantidades de calcio, fósforo y nitrógeno abundante humus.

El oxígeno disuelto es mínimo o ausente en el fondo del lago, hay grandes plantas acuáticas abundantes y un plancton cuantitativamente abundante. La fauna profunda, en lagos profundos y estratificados, es pobre en especies y cantidades. Los peces de aguas profundas y frías usualmente están ausentes. Se convierte en pantano o laguneta de poco fondo.

No hay soluciones fáciles

Los esfuerzos por salvar el lago de Amatitlán al parecer han sido insuficientes, así como los millones de quetzales invertidos. Aunque hay avances en algunos aspectos, no se ha logrado combinar en un mismo plan todos los factores que provocan el estado actual del lago para lograr cambios significativos.

Los esfuerzos más serios se vienen haciendo desde hace 10 años, cuando se le asignó un presupuesto a AMSA para proyectos para el saneamiento del lago de Amatitlán. Sin embargo, ambientalistas cuestionan el éxito de las acciones indicando que no se atacan las causas reales de la contaminación de la cuenca, como el crecimiento poblacional y los niveles de producción industrial en ese sector.

Se calcula que lo gastado por esa institución asciende a unos Q1,870 millones. AMSA ha declarado a los medios que los gastos han sido para proyectos de educación ambiental, planificación urbana y ordenamiento territorial, operación y mantenimiento, así como acciones de control, calidad y manejo del recurso hídrico en el lugar.

En este marco, se dio la polémica cuando la Vicepresidente Roxana Baldetti quiso comprar una llamada “fórmula mágica” por Q137.8 millones, asegurando que limpiaría el Lago de Amatitlán en menos de 10 meses. Esto fue rechazado por diversos sectores, incluidos académicos, por lo que el proyecto se detuvo.

Hay que cuidarlos todos

Según el INSIVUMEH los lagos más importantes de Guatemala son el de Izabal, Atitlán, Petén Itzá, Guija y Amatitlán. Hay otros pero son más pequeños, siendo en total 23 lagos y lagunas, así como 119 lagunas menores, todas juntas cubren un área aproximada de 950 kilómetros cuadrados. Si no se les cuida, todos podrían tener un destino semejante al de Amatitlán.

El más famoso es el Lago de Atitlán, en Sololá, que es visitado por personas de todo el mundo y se le conoce como el más bello del mundo. Es un lago muy profundo, alcanzando un máximo de 342 metros de profundidad. Todavía es considerado un lago oligotrófico, ya que contiene muy pocos nutrientes disueltos en el agua.

La cuenca del lago Atitlán es toda el área geográfica desde donde baja agua hacia el lago y comprende unos 548 kilómetros cuadrados. Sin embargo, ya se sufre de contaminación química por nutrientes de fertilizantes agrícolas, plaguicidas, jabones y detergentes, tintas para textiles, aceites, lubricantes y combustibles.

También hay contaminación biológica con desechos humanos y de animales domésticos, aguas mieles del beneficiado de café, desechos de rastros, desechos clínicos-hospitalarios, desechos de proyectos de acuicultura, plantas de tratamiento, fuga de fosas sépticas, escurrimiento de áreas de pastoreo, entre otros. Otra contaminación viene de desechos sólidos y ripio.

El rápido crecimiento demográfico, junto a un desarrollo desordenado, amenaza la calidad ambiental y los múltiples beneficios que proporciona a la humanidad el Lago Atitlán.

En los últimos seis años se ha visto la proliferación de la cianobacteria que puede producir cianotoxinas, las cuales afectan a peces, crustáceos, zooplancton y humanos en contacto continuado con el agua contaminada.

La cianobacteria es un organismo parecido a un alga que crece de forma desproporcionada, debido al incremento de los niveles de nitrógeno y fósforo que contienen los desechos domésticos e industriales que van a parar a las aguas del lago.

La Autoridad del Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago y su Entorno (AMSCLAE), una instancia autónoma encargada de la preservación de Atitlán, tiene un plan de acción para hacer frente a esta bacteria. En los primeros meses del año 2010 se tuvo una mejora, pero luego de la tormenta Agatha, en junio de ese mismo año, la situación se agravó.

Para evitar que esto suceda en otros sitios, en la actualidad se apoya el turismo sostenible en lugares naturales como cuerpos de agua. Un ejemplo es el Plan Maestro del Parque Nacional Laguna de Lachuá, administrado por el Consejo Nacional de Área Protegidas (CONAP).

Al ser un parque de categoría 1, la más restringida según CONAP, alrededor de esta laguna ubicada en Alta Verapaz, Cobán, no puede haber ningún tipo de cambio de uso del suelo, ni para la explotación agraria ni comercial. Tampoco puede haber asentamientos humanos y para visitarla debe seguirse ciertas reglas.

El resultado es un paraíso natural donde el ser humano no ha destruido ni contaminado nada. Una experiencia única que vale la pena vivirse.