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Luego de dos meses de protestas ¿qué sigue ahora?

Redacción República
26 de junio, 2015

Luego que el 16 abril pasado la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) informara acerca de la red de defraudación en aduanas, ahora conocida como “La Línea”, le tomó un poco más de una semana a los ciudadanos organizarse para la primera protesta pacífica y masiva contra la corrupción. En esos 10 días los ciudadanos se informaron y la indignación hizo el resto.

Según Marielos Fuentes, de Guatemala Visible, el país vivió una guerra interna que fue muy larga y violenta, por lo que, cuando terminó, había una generación que prefería mantener la supuesta estabilidad que se había logrado al tener un gobierno democrático. Fue así creciendo un grupo cada vez más grande de guatemaltecos que luego de votar dejaba a la deriva los resultados de su decisión electoral.

“Sin embargo, en los últimos gobiernos fue creciendo el rechazo ante los actos de corrupción, que eran cada vez más descarados de parte de los políticos, a quienes les dimos poder a través de nuestro voto”, señala. Pero no se tenían pruebas ni investigaciones para probar dichos delitos.

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“Con el trabajo de la CICIG y, en específico del comisionado Iván Velásquez, se tuvo ya pruebas de lo que ocurría, aunque fuera apenas uno de los tantos casos de corrupción”, afirma. Esto fue suficiente para que la generación actual, que ya no está dispuesta a quedarse callada, convocara a manifestarse y que gente de toda edad le siguiera. “Por años se dijo que teníamos que tocar fondo para que el pueblo saliera a las calles. Con los escándalos destapados eso pasó. Esto marca un antes y un después”, dice Fuentes.

Además considera que, como consecuencia, las personas van a pensar más su voto. “Veo más posibilidades que los votantes se informen acerca de los candidatos y dejen de votar por el “menos peor, ahora van a ser más exigentes”, señala.

Un despertar ciudadano

La concentración de personas del 25 de abril fue algo que muchos no se esperaban. Según cálculos de prensa llegaron más de 32 mil personas. Los organizadores de dichas marchas, que se dieron a conocer por medio de las redes sociales, se hicieron llamar #RenunciaYa. Según una de ellos, que prefieren permanecer en el anonimato, el nombre no se refiere específicamente a la renuncia de alguien en particular. “Queríamos invitar a que la gente renunciara al miedo y a la indiferencia, por ejemplo”, explican.

Sin embargo, se tomó principalmente como una petición para que renunciaran a su cargo los políticos corruptos, como Roxana Baldetti. “Nació como algo pequeño, no esperábamos a más de 50 personas. Cuando el evento en Facebook llegó a tener 10 mil participantes confirmados nos dimos cuenta que era algo grande”, recuerda y por esa razón se organizaron mejor. “Teníamos dos preocupaciones, una era la seguridad de las personas, la otra era que no hubiera protagonismos”, explica. Por esa razón, se les ocurrió que la gente hiciera ruido con bubuzelas, pitos y ollas. Tampoco se permitían escenarios ni discursos.

Foto

Este movimiento organizó dos manifestaciones, la del 25 de abril y la del 16 de mayo, a las que se estima llegaron unas 60 mil personas. “Como la gente se dio cuenta que no había pasado nada en la primera, se animó a seguir llegando incluso con toda la familia”, señalan.

Como era de esperarse, muchos otros grupos empezaron a involucrarse y a organizarse. “Nosotros apoyamos todas las iniciativas una vez sean genuinas y sin intenciones políticas atrás”, dice la fuente. Reveka además que en #RenunciaYa intentaron participar partidos para meter sus propios temas pero no lo permitieron. Además llegaban otros a querer decirles qué hacer, “pero nosotros no somos abogados ni sabemos de política, solo queríamos expresarnos”, dice.

Los organizadores originales decidieron “cerrar” sus actividades después del 16 de mayo. “Queríamos que la gente se empoderara y creo que lo logramos, después podrían seguir con sus propias convocatorias”, señala. Desde hace dos meses ha habido manifestaciones no solamente los sábados sino también en otras fechas, organizadas por otros grupos de ciudadanos.

Además surgieron iniciativas que también convocan como #JusticiaYa, Hagámonos el Paro y Cambiemos Guatemala, entre otras. No se trata de una ruptura en el movimiento, sino de una evolución.

Jornadas históricas que dieron esperanza

En países que sufren problemas parecidos a los de Guatemala, como Honduras, se tomó como ejemplo a Guatemala. “Es un motivo de orgullo darse cuenta que nos podemos organizar por el bien común. El tema de la corrupción nos afecta a todos porque se da a todo nivel”, señala Fuentes de Guatemala Visible. Por esa razón, considera que es muy importante no contaminar el movimiento con temas de ideologías políticas. Eso precisamente lo hizo tan ejemplar.

Personas de todo tipo se han dado cita en el Parque Central de manera espontánea. Algo que vale la pena remarcar es que no ha habido conflicto entre ellos, se ha mantenido la convivencia pacífica totalmente. De esa cuenta, pudieron verse personas de diferentes estratos sociales, ideologías políticas, jóvenes, adultos, ancianos, hombres y mujeres.

Dos meses después, la diversidad de participantes hacen que no haya una sola petición. Incluso, los participantes están divididos en algunos temas específicos como la renuncia de Otto Pérez, la cancelación o retraso de las elecciones generales. Sin embargo, siguen siendo manifestaciones históricas.

“Los cambios se pueden ver incluso en los carteles que la gente lleva, van saliendo los temas que estaban como guardados en el sub conciente de los guatemaltecos y ahora salen de una manera desbordada”, señala Fuentes.

Otra diferencia, es que tanto canales de televisión como grupos ciudadanos y artísticos han empezado a poner escenarios, el comercio informal tampoco ha faltado incluso vendiendo alcohol. Esto ha cambiado de cierta forma el ambiente.

Propuestas concretas

Según la organizadora de #RenunciaYa que entrevistamos, este movimiento ha empoderado a gente “buena” y común, que ha logrado entender que si se enmarca dentro de la ley es posible propiciar cambios. Consideran que de ahora en adelante los buenos funcionarios se sentirán amparados por la ciudadanía, y los corruptos puede que lo piensen más antes de seguir con sus delitos.

Este grupo de ciudadanos que organizó las primeras manifestaciones, ahora le dicen a la población que sigan pero que sean precavidos porque hay gente que quiere aprovecharse de estos movimientos.

Por su parte, Fuentes señala que los temas deben saberse canalizar para que no sea solo una catarsis, deben buscar otros canales para encauzar. “Los jóvenes deben formarse para pensar en participar en política, se necesitan caras nuevas para reemplazar a los mismos”, considera. Por otra parte, también debe seguirse con la fiscalización de empleados públicos e instituciones.

“La manifestación es la forma de hacer público e inmediato el malestar de la gente, pero el trabajo concreto para cambiar las cosas debe ser por medio de la organización civil y participación más consciente”, dice. Ahora más que nunca está disponible la información.

Paralelamente al clamor popular y espontáneo, se están haciendo otros esfuerzos fuera de las manifestaciones para lograr cambios positivos. Un ejemplo es el Movimiento Ciudadano Contra la Corrupción. Allí participan entidades como el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), Acción Ciudadana, la Fundación para el Desarrollo (Fundesa) y el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), entre otros. La actividad tiene el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Juan Carlos Zapata, director ejecutivo de Fundesa, señala que a la fecha ya se han acercado más instituciones y suman más de 30. “La convocatoria sigue abierta”, refiere.

Al respecto, Icefi sostiene que en Guatemala existen varios problemas muy graves y cuya solución es urgente. Algunos son la desigualdad, la exclusión y la discriminación; la defensa del ambiente natural y el uso racional de los recursos no renovables; la mortalidad materna; la exclusión de la niñez y adolescencia del sistema educativo; la desnutrición infantil; el derecho al trabajo digno; la violencia en todas sus formas; la explotación y trata de personas; y la migración forzada, entre muchos otros.

En este contexto, la corrupción es un problema transversal que debe enfrentarse. La crisis política desatada luego de las investigaciones y capturas en escándalos mayúsculos de corrupción, constituyen una coyuntura muy oportuna para buscar consensos ciudadanos para combatir ese cáncer social.

Por esa razón, Zapata señala que el Movimiento Ciudadano Contra la Corrupción busca ser un instrumento permanente, institucional y de largo plazo, con el objetivo único de tomar acciones para combatir la corrupción. “Sus líneas de trabajo son promover un cambio cultural que rescate valores de decencia y honestidad; lograr movilización social; monitorear el uso de recursos públicos; denunciar públicamente casos de corrupción; y, presentar propuestas específicas sobre el combate a la corrupción y la promoción de la transparencia”, explica.

Al igual que las convocatorias a manifestarse, en esta instancia no se aceptan inclinaciones políticas y los participantes pertenecen a diversos sectores de la población. “En la actualidad, debido a la coyuntura, estamos enfocados en apoyar al Tribunal Supremo Electoral para que cumpla la ley sobre todo en cuanto a los techos presupuestarios para campaña electoral”, finaliza.

Luego de dos meses de protestas ¿qué sigue ahora?

Redacción República
26 de junio, 2015

Luego que el 16 abril pasado la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) informara acerca de la red de defraudación en aduanas, ahora conocida como “La Línea”, le tomó un poco más de una semana a los ciudadanos organizarse para la primera protesta pacífica y masiva contra la corrupción. En esos 10 días los ciudadanos se informaron y la indignación hizo el resto.

Según Marielos Fuentes, de Guatemala Visible, el país vivió una guerra interna que fue muy larga y violenta, por lo que, cuando terminó, había una generación que prefería mantener la supuesta estabilidad que se había logrado al tener un gobierno democrático. Fue así creciendo un grupo cada vez más grande de guatemaltecos que luego de votar dejaba a la deriva los resultados de su decisión electoral.

“Sin embargo, en los últimos gobiernos fue creciendo el rechazo ante los actos de corrupción, que eran cada vez más descarados de parte de los políticos, a quienes les dimos poder a través de nuestro voto”, señala. Pero no se tenían pruebas ni investigaciones para probar dichos delitos.

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“Con el trabajo de la CICIG y, en específico del comisionado Iván Velásquez, se tuvo ya pruebas de lo que ocurría, aunque fuera apenas uno de los tantos casos de corrupción”, afirma. Esto fue suficiente para que la generación actual, que ya no está dispuesta a quedarse callada, convocara a manifestarse y que gente de toda edad le siguiera. “Por años se dijo que teníamos que tocar fondo para que el pueblo saliera a las calles. Con los escándalos destapados eso pasó. Esto marca un antes y un después”, dice Fuentes.

Además considera que, como consecuencia, las personas van a pensar más su voto. “Veo más posibilidades que los votantes se informen acerca de los candidatos y dejen de votar por el “menos peor, ahora van a ser más exigentes”, señala.

Un despertar ciudadano

La concentración de personas del 25 de abril fue algo que muchos no se esperaban. Según cálculos de prensa llegaron más de 32 mil personas. Los organizadores de dichas marchas, que se dieron a conocer por medio de las redes sociales, se hicieron llamar #RenunciaYa. Según una de ellos, que prefieren permanecer en el anonimato, el nombre no se refiere específicamente a la renuncia de alguien en particular. “Queríamos invitar a que la gente renunciara al miedo y a la indiferencia, por ejemplo”, explican.

Sin embargo, se tomó principalmente como una petición para que renunciaran a su cargo los políticos corruptos, como Roxana Baldetti. “Nació como algo pequeño, no esperábamos a más de 50 personas. Cuando el evento en Facebook llegó a tener 10 mil participantes confirmados nos dimos cuenta que era algo grande”, recuerda y por esa razón se organizaron mejor. “Teníamos dos preocupaciones, una era la seguridad de las personas, la otra era que no hubiera protagonismos”, explica. Por esa razón, se les ocurrió que la gente hiciera ruido con bubuzelas, pitos y ollas. Tampoco se permitían escenarios ni discursos.

Foto

Este movimiento organizó dos manifestaciones, la del 25 de abril y la del 16 de mayo, a las que se estima llegaron unas 60 mil personas. “Como la gente se dio cuenta que no había pasado nada en la primera, se animó a seguir llegando incluso con toda la familia”, señalan.

Como era de esperarse, muchos otros grupos empezaron a involucrarse y a organizarse. “Nosotros apoyamos todas las iniciativas una vez sean genuinas y sin intenciones políticas atrás”, dice la fuente. Reveka además que en #RenunciaYa intentaron participar partidos para meter sus propios temas pero no lo permitieron. Además llegaban otros a querer decirles qué hacer, “pero nosotros no somos abogados ni sabemos de política, solo queríamos expresarnos”, dice.

Los organizadores originales decidieron “cerrar” sus actividades después del 16 de mayo. “Queríamos que la gente se empoderara y creo que lo logramos, después podrían seguir con sus propias convocatorias”, señala. Desde hace dos meses ha habido manifestaciones no solamente los sábados sino también en otras fechas, organizadas por otros grupos de ciudadanos.

Además surgieron iniciativas que también convocan como #JusticiaYa, Hagámonos el Paro y Cambiemos Guatemala, entre otras. No se trata de una ruptura en el movimiento, sino de una evolución.

Jornadas históricas que dieron esperanza

En países que sufren problemas parecidos a los de Guatemala, como Honduras, se tomó como ejemplo a Guatemala. “Es un motivo de orgullo darse cuenta que nos podemos organizar por el bien común. El tema de la corrupción nos afecta a todos porque se da a todo nivel”, señala Fuentes de Guatemala Visible. Por esa razón, considera que es muy importante no contaminar el movimiento con temas de ideologías políticas. Eso precisamente lo hizo tan ejemplar.

Personas de todo tipo se han dado cita en el Parque Central de manera espontánea. Algo que vale la pena remarcar es que no ha habido conflicto entre ellos, se ha mantenido la convivencia pacífica totalmente. De esa cuenta, pudieron verse personas de diferentes estratos sociales, ideologías políticas, jóvenes, adultos, ancianos, hombres y mujeres.

Dos meses después, la diversidad de participantes hacen que no haya una sola petición. Incluso, los participantes están divididos en algunos temas específicos como la renuncia de Otto Pérez, la cancelación o retraso de las elecciones generales. Sin embargo, siguen siendo manifestaciones históricas.

“Los cambios se pueden ver incluso en los carteles que la gente lleva, van saliendo los temas que estaban como guardados en el sub conciente de los guatemaltecos y ahora salen de una manera desbordada”, señala Fuentes.

Otra diferencia, es que tanto canales de televisión como grupos ciudadanos y artísticos han empezado a poner escenarios, el comercio informal tampoco ha faltado incluso vendiendo alcohol. Esto ha cambiado de cierta forma el ambiente.

Propuestas concretas

Según la organizadora de #RenunciaYa que entrevistamos, este movimiento ha empoderado a gente “buena” y común, que ha logrado entender que si se enmarca dentro de la ley es posible propiciar cambios. Consideran que de ahora en adelante los buenos funcionarios se sentirán amparados por la ciudadanía, y los corruptos puede que lo piensen más antes de seguir con sus delitos.

Este grupo de ciudadanos que organizó las primeras manifestaciones, ahora le dicen a la población que sigan pero que sean precavidos porque hay gente que quiere aprovecharse de estos movimientos.

Por su parte, Fuentes señala que los temas deben saberse canalizar para que no sea solo una catarsis, deben buscar otros canales para encauzar. “Los jóvenes deben formarse para pensar en participar en política, se necesitan caras nuevas para reemplazar a los mismos”, considera. Por otra parte, también debe seguirse con la fiscalización de empleados públicos e instituciones.

“La manifestación es la forma de hacer público e inmediato el malestar de la gente, pero el trabajo concreto para cambiar las cosas debe ser por medio de la organización civil y participación más consciente”, dice. Ahora más que nunca está disponible la información.

Paralelamente al clamor popular y espontáneo, se están haciendo otros esfuerzos fuera de las manifestaciones para lograr cambios positivos. Un ejemplo es el Movimiento Ciudadano Contra la Corrupción. Allí participan entidades como el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), Acción Ciudadana, la Fundación para el Desarrollo (Fundesa) y el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), entre otros. La actividad tiene el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Juan Carlos Zapata, director ejecutivo de Fundesa, señala que a la fecha ya se han acercado más instituciones y suman más de 30. “La convocatoria sigue abierta”, refiere.

Al respecto, Icefi sostiene que en Guatemala existen varios problemas muy graves y cuya solución es urgente. Algunos son la desigualdad, la exclusión y la discriminación; la defensa del ambiente natural y el uso racional de los recursos no renovables; la mortalidad materna; la exclusión de la niñez y adolescencia del sistema educativo; la desnutrición infantil; el derecho al trabajo digno; la violencia en todas sus formas; la explotación y trata de personas; y la migración forzada, entre muchos otros.

En este contexto, la corrupción es un problema transversal que debe enfrentarse. La crisis política desatada luego de las investigaciones y capturas en escándalos mayúsculos de corrupción, constituyen una coyuntura muy oportuna para buscar consensos ciudadanos para combatir ese cáncer social.

Por esa razón, Zapata señala que el Movimiento Ciudadano Contra la Corrupción busca ser un instrumento permanente, institucional y de largo plazo, con el objetivo único de tomar acciones para combatir la corrupción. “Sus líneas de trabajo son promover un cambio cultural que rescate valores de decencia y honestidad; lograr movilización social; monitorear el uso de recursos públicos; denunciar públicamente casos de corrupción; y, presentar propuestas específicas sobre el combate a la corrupción y la promoción de la transparencia”, explica.

Al igual que las convocatorias a manifestarse, en esta instancia no se aceptan inclinaciones políticas y los participantes pertenecen a diversos sectores de la población. “En la actualidad, debido a la coyuntura, estamos enfocados en apoyar al Tribunal Supremo Electoral para que cumpla la ley sobre todo en cuanto a los techos presupuestarios para campaña electoral”, finaliza.