Por Giovanni Pérez
Hace diez años el proyecto de “Los Patojos” empezó a dar sus primeros pasos en el garaje de una casa particular, y una década después ya camina con paso seguro y marca la educación de Jocotenango Sacatepéquez, ahora, en su propio edificio.
Juan Pablo Romero le abrió las puertas de su hogar a cuatro niños que llegaban por las tardes a realizar las “aburridas” tareas de la escuela, fue cuándo él, junto con otros amigos, empezaron a aplicar nuevas técnicas de enseñanza que constituyen el éxito del proyecto que hoy forma a 240 menores y espera atender a 300 el año.
El efecto fue que a los niños de la colonia Los Ángeles les gustaba más ir a “Los Patojos” que a las escuelas públicas, por lo cual los padres de familia preferían enviarlos a la organización.
Con apoyo económico de organizaciones de Canadá, Estados Unidos y Guatemala, en 2014 compraron un terreno utilizado como basurero y construyeron el edificio y el Ministerio de Educación autorizó su funcionamiento como escuela.
Unas 30 personas laboran en el lugar, entre educadores y colaboradores. De lunes a viernes, de 8 de la mañana a tres de la tarde, trabajan con niños de preprimaria y primaria, en un rango de edad de entre 4 a 14 años y por las tardes, de tres a ocho de la noche, laboran en el nivel básico con jóvenes de 14 a 18 años, que también reciben clases técnicas de costura, panadería, fotografía y música.
Su metodología de enseñanza se basa en juegos cooperativos, espíritu crítico, lectura, matemática, educación en valores y habilidades de escritura, entre otras. Tienen como prioridad la diversión y seguridad de los niños y niñas.
Los estudiantes no pagan colegiatura, reciben desayuno y almuerzo y cuentan con servicios médicos. No usan escritorios, pues trabajan juntos en mesas, no hay exámenes ni usan uniformes. Como ideología no ven clases sociales y reciben niños, niñas y jóvenes de cualquier nivel económico.
Cuentan con un cupo limitado por el espacio del lugar, reciben insumos de limpieza por parte de los padres de familia, la iglesia y la comunidad. Tienen proyectos de salud, arte y alimentación. Además, se manejan con un presupuesto anual financiado por organizaciones del extranjero como: Just World International y Give Kids a Chance Foundation.
No reciben ningún tipo de ayuda por parte del Estado, aunque esperan obtener la autorización del Ministro de Educación para avalar el método de educación e implementarlo en otras comunidades.
Dentro de su programa de salud, cuentan con el apoyo del médico Héctor Valle, que tiene como prioridad controlar el peso y talla de los niños por medio de una dieta. También brindan una consulta médica a la comunidad, con un costo de 15 quetzales.
Como objetivos a futuro pretenden inaugurar una Universidad de carácter popular, para los padres y madres que no concluyeron sus estudios, basados en un formato parecido al que utiliza el INTECAP, pero solo enfocado en los adultos.
Por Giovanni Pérez
Hace diez años el proyecto de “Los Patojos” empezó a dar sus primeros pasos en el garaje de una casa particular, y una década después ya camina con paso seguro y marca la educación de Jocotenango Sacatepéquez, ahora, en su propio edificio.
Juan Pablo Romero le abrió las puertas de su hogar a cuatro niños que llegaban por las tardes a realizar las “aburridas” tareas de la escuela, fue cuándo él, junto con otros amigos, empezaron a aplicar nuevas técnicas de enseñanza que constituyen el éxito del proyecto que hoy forma a 240 menores y espera atender a 300 el año.
El efecto fue que a los niños de la colonia Los Ángeles les gustaba más ir a “Los Patojos” que a las escuelas públicas, por lo cual los padres de familia preferían enviarlos a la organización.
Con apoyo económico de organizaciones de Canadá, Estados Unidos y Guatemala, en 2014 compraron un terreno utilizado como basurero y construyeron el edificio y el Ministerio de Educación autorizó su funcionamiento como escuela.
Unas 30 personas laboran en el lugar, entre educadores y colaboradores. De lunes a viernes, de 8 de la mañana a tres de la tarde, trabajan con niños de preprimaria y primaria, en un rango de edad de entre 4 a 14 años y por las tardes, de tres a ocho de la noche, laboran en el nivel básico con jóvenes de 14 a 18 años, que también reciben clases técnicas de costura, panadería, fotografía y música.
Su metodología de enseñanza se basa en juegos cooperativos, espíritu crítico, lectura, matemática, educación en valores y habilidades de escritura, entre otras. Tienen como prioridad la diversión y seguridad de los niños y niñas.
Los estudiantes no pagan colegiatura, reciben desayuno y almuerzo y cuentan con servicios médicos. No usan escritorios, pues trabajan juntos en mesas, no hay exámenes ni usan uniformes. Como ideología no ven clases sociales y reciben niños, niñas y jóvenes de cualquier nivel económico.
Cuentan con un cupo limitado por el espacio del lugar, reciben insumos de limpieza por parte de los padres de familia, la iglesia y la comunidad. Tienen proyectos de salud, arte y alimentación. Además, se manejan con un presupuesto anual financiado por organizaciones del extranjero como: Just World International y Give Kids a Chance Foundation.
No reciben ningún tipo de ayuda por parte del Estado, aunque esperan obtener la autorización del Ministro de Educación para avalar el método de educación e implementarlo en otras comunidades.
Dentro de su programa de salud, cuentan con el apoyo del médico Héctor Valle, que tiene como prioridad controlar el peso y talla de los niños por medio de una dieta. También brindan una consulta médica a la comunidad, con un costo de 15 quetzales.
Como objetivos a futuro pretenden inaugurar una Universidad de carácter popular, para los padres y madres que no concluyeron sus estudios, basados en un formato parecido al que utiliza el INTECAP, pero solo enfocado en los adultos.