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Suburbios

Luis Gonzalez
21 de octubre, 2018

Suburbios, ESTE ES EL TEMA EN EL BLOG DE HISTORIAS URBANAS DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Aunque madrugué, el tráfico estaba pesado. Llegó el momento en que solo las motos podían abrirse paso entre carros y buses inmovilizados. El chofer y el ayudante preguntaron si los pasajeros no teníamos inconveniente en que tomaran por un camino alterno.

Como no están autorizados a pasar por otro lugar que no sea su ruta habitual, dirían que nos llevaban a una iglesia evangélica al primer agente municipal de tránsito que les marcara el alto. Apagaron las luces dentro de la camioneta y se desviaron a la derecha.

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La capital, de más está apuntarlo, se desparramó por los cerros, barrancos y municipios vecinos. La planificación urbana, si la hubo, fue empujada a un lado por los asentamientos construidos donde cayeran y como pudieran.

En lugar de las calles trazadas a cordel, los caminos se acercan y se alejan como meandros del río Amazonas. Las casas se apilan como trocitos amontonados por niños de párvulos, sin temor a los temblores de cinco punto ocho grados en la escala de Richter para arriba.

La vía es tan estrecha que los pocos carros que venían en sentido contrario tenían que retroceder y medio hacerse a un lado para que el bus no les rayara la pintura.

Alguna que otra cancha de futbol permitía un espacio para estirar las piernas entre tantas viviendas apretadas. Quedan pocos árboles, seguro decidirán cortarlos cuando las raíces comiencen a levantar el asfalto.

Pensé en el hacinamiento, el ruido, la falta de privacidad que aflige a la gente. Pensé en los que dedican su tiempo a estudiar, a instruirse, a luchar por hacer del lugar donde viven un sitio más amigable y llevadero con los demás. El alumbrado público destellaba entre el anaranjado y el blanco a lo lejos.

Al poco rato desembocamos en la corriente principal. Caminaba poco a poco. Luego supimos que un cisterna volcó y derramó combustible sobre la carretera. Los bomberos se afanaron en lanzar paletadas de tierra para evitar que ardiera, a pesar de la lluvia intermitente que caía. Cuando pasamos ya habían retirado el camión y los autos comenzaban a dispersarse.

Suburbios

Luis Gonzalez
21 de octubre, 2018

Suburbios, ESTE ES EL TEMA EN EL BLOG DE HISTORIAS URBANAS DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Aunque madrugué, el tráfico estaba pesado. Llegó el momento en que solo las motos podían abrirse paso entre carros y buses inmovilizados. El chofer y el ayudante preguntaron si los pasajeros no teníamos inconveniente en que tomaran por un camino alterno.

Como no están autorizados a pasar por otro lugar que no sea su ruta habitual, dirían que nos llevaban a una iglesia evangélica al primer agente municipal de tránsito que les marcara el alto. Apagaron las luces dentro de la camioneta y se desviaron a la derecha.

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En lugar de las calles trazadas a cordel, los caminos se acercan y se alejan como meandros del río Amazonas. Las casas se apilan como trocitos amontonados por niños de párvulos, sin temor a los temblores de cinco punto ocho grados en la escala de Richter para arriba.

La vía es tan estrecha que los pocos carros que venían en sentido contrario tenían que retroceder y medio hacerse a un lado para que el bus no les rayara la pintura.

Alguna que otra cancha de futbol permitía un espacio para estirar las piernas entre tantas viviendas apretadas. Quedan pocos árboles, seguro decidirán cortarlos cuando las raíces comiencen a levantar el asfalto.

Pensé en el hacinamiento, el ruido, la falta de privacidad que aflige a la gente. Pensé en los que dedican su tiempo a estudiar, a instruirse, a luchar por hacer del lugar donde viven un sitio más amigable y llevadero con los demás. El alumbrado público destellaba entre el anaranjado y el blanco a lo lejos.

Al poco rato desembocamos en la corriente principal. Caminaba poco a poco. Luego supimos que un cisterna volcó y derramó combustible sobre la carretera. Los bomberos se afanaron en lanzar paletadas de tierra para evitar que ardiera, a pesar de la lluvia intermitente que caía. Cuando pasamos ya habían retirado el camión y los autos comenzaban a dispersarse.