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Jorge Godínez: “Nunca ha sido mi prioridad ser un autor famoso”

Redacción República
28 de abril, 2019

Jorge Godínez: “Nunca ha sido mi prioridad ser un autor famoso”,ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

El escritor Jorge Godínez presenta la tercera edición de su novela Miculax

El rock, la narrativa y el teatro definen la trayectoria vital de Jorge Godínez. Originario de la colonia Santa Ana, zona 5 de la Ciudad de Guatemala, siempre me gusta recordar que nació el mismo año que Tony Iommi, Bill Ward, Ozzy Osbourne, Robert Plant, John Bonham, Ian Paice y Mel Schacher.

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Su primera novela, publicada en 1990 por la editorial Óscar de León Palacios, se basó en la búsqueda y captura de José María Miculax Bux, condenado al paredón de fusilamiento por las violaciones y asesinatos de 15 muchachos que cometió entre enero y abril de 1946. El libro se reeditó en 2006 y regresó bajo nuevo empaque el año pasado, motivo para mandarle a su autor el cuestionario que leerán a continuación.

Cuando patojo y te portaste mal, ¿te amenazaron con que te iba a llevar Miculax?

A Miculax lo fusilaron en 1946 y yo nací en 1948, de tal suerte de que el suceso estaba bastante reciente. A todos los niños nos advertían que no anduviéramos en la calle o en áreas desiertas o barrancos, porque Miculax nos iba a llevar. Nunca se nos dijo lo de las violaciones, sino más bien que el tipo era un robachicos.

¿Por qué te atrajo el tema? ¿Cómo te documentaste? ¿Recorriste los lugares mencionados en la novela? ¿Hablaste con gente de la época para que te compartiera sus recuerdos?

El tema me atrajo por el misterio que encerraban los crímenes contra los niños masacrados y por ser ávido lector de novelas policíacas. Para documentarme visité un año la Hemeroteca Nacional y tuve acceso a los periódicos de la época. Con respecto a los lugares que aparecen en la novela no los recorrí, a excepción de la Antigua, donde capturaron a Mariano Macú, cómplice de Miculax, y me basé en las noticias donde se mencionaban dichos lugares. Hablé con algunas personas mayores que recordaban los asesinatos de niños, pero que no tenían una información veraz, sino más bien se recordaban de las especulaciones y las «bolas» echadas a rodar por la ignorancia colectiva. Hubo un amigo conocido como Raulito, un viejo hippie que estuvo preso en la Penitenciaría a finales de los 40’ y principios de los 50’. Raulito me contó que Mariano Macú, sentenciado a 30 años de cárcel, aprendió a leer cuando purgaba sentencia y que fue nombrado encargado de la biblioteca del penal; también se hizo pastor evangélico y levantó su ministerio cristiano adentro del reclusorio.

Entre la primera edición y la segunda, hay varios cambios. Sé que se suprimieron pasajes enteros. ¿Ocurrió lo mismo con la tercera?

La primera edición tenía bastantes erratas que fueron corregidas en la segunda. Esta a su vez tuvo las propias y un par de errores inadvertidos que ya venían de la versión original, como por ejemplo la fecha del fusilamiento de Miculax y su posterior enterramiento, así como la cantidad de líquido cefalorraquídeo que le fue extraído para los análisis de laboratorio de patología. En la tercera edición estos errores han sido corregidos, además de sufrir un exhaustivo examen en busca de gazapos y de reescribir párrafos completos para mejorar la redacción. Esta tercera edición está corregida y recortada, tiene menos cantidad de páginas que la anterior atendiendo la insinuación de Kafka y su famosa frase: el arte de escribir es el arte de suprimir, aunque he de hacer la salvedad que en esta poda, no fui tan telegráfico como él. Tampoco creo haber profanado la síntesis de absurda ironía de la que tanta gala hacía el maestro Franz Kafka, pero considero que la novela ganó en solidez. La nueva versión de Miculax es un ladrillo que concentra una historia muy bien contada con un peso justo y adecuado volumen, que refuerza la carga narrativa. En otras palabras, lo que hice fue apelmazar la narración y pulirla, cuidando no alambicarla.

También sé que la publicaste por entregas en Facebook. ¿Cómo te fue con la versión electrónica?

Tuvo bastantes seguidores. Esa versión todavía no había sido recortada y las entregas fueron diarias. Cada día publicaba un fragmento el cual fue foliado con números romanos. Ante la imposibilidad de hacer una edición física por lo caro que resulta y por la insistencia de varios amigos que querían leer la novela, me atreví a publicarla en Facebook. Varios usuarios de dicha red me contactaron e iban comentando los sucesos de la narración; algunos me solicitaban el libro en físico y me preguntaban dónde lo podían adquirir. Tuve que explicarles que las dos ediciones, la de 1991 y la de 2006, estaban agotadas. Fue una buena experiencia incursionar en las redes sociales y echar mano de la tecnología y de la inmediatez que proporcionan.

¿Escribís a mano, o te dejás llevar por el teclado de la computadora?

Uso la computadora, aunque sigo haciendo notas marginales a mano, a veces en servilletas de cafetería, ya sea porque no tengo acceso a la máquina o porque la velocidad de la idea es tal, que es necesario rescatarla lo antes posible. De ahí que resulta más práctico hacerlo a mano, pero cuando me dispongo a escribir algo formal lo hago en la compu.

¿Tomás distancia de tus personajes, o la voz de Jorge Godínez, como autor, se cuela entre ellos?

¡Mmmm! Es algo difícil determinar el traslape entre los sentimientos ajenos y los propios, porque el hecho de asumir el papel del narrador omnisciente y a veces omnipresente, con presencia simultánea en todos los sucesos narrados, para luego girar a la primera persona, es un tanto abrupto y se tiene que tener mucho cuidado para no confundir al lector. En mi caso, estudié el método de Stanislavsky, el cual enseña a separar los sentimientos del actor con los del personaje. Esto me ha ayudado para usar sentimientos ajenos y pensar como lo haría otra persona, como un asesino, por ejemplo. Aunque el método de Konstantín Stanislavsky es especial para los actores, yo lo adapté como técnica narrativa en la construcción de personajes: concentración, esfera de atención, memoria sensorial y memoria afectiva, lógica y credibilidad, consistencia y coherencia. La naturaleza del personaje y el autor regularmente son contrarias; de ahí se desprende que la más pequeña falta de autenticidad en la hechura de un personaje obligaría a un lector perceptivo a ponerse en guardia. En los diálogos se adivina ya esta forma de teatralizar el texto, dándoles voces propias a las circunstancias dadas. La acción llevada a la pantalla pensante, es decir al escenario mental, es similar al efecto de un montaje escénico. El desafío es crear una emoción auténtica en medio de un entorno artificial (la novela como elemento adulterado podría serlo). Es un reto poder crear la verdad a partir de insumos imaginarios, aunque estos insumos estén basados en una historia verídica.

Llevás tres décadas con Miculax a cuestas. ¿No te cansa el peso? ¿No pensás que ya es hora de que contés otra historia?

Después de Miculax escribí dos novelas más: Rockstalgia y Rockfilia. La segunda edición de Rockstalgia también fue sometida a la reescritura. No soy un escritor prolífico que pueda escribir una novela cada año. A mí se me resiste la página en blanco (más bien la pantalla-página). A estas alturas ya no me interesa escribir un nuevo libro. Escribí cuatro, hice lo que tenía que hacer y nunca ha sido mi prioridad ser un autor famoso.

A raíz de lo difícil que es publicar en Guatemala y de la indiferencia de los lectores, caí en una especie de desencanto y dejé de leer y de escribir, así como de comprar libros. El hecho de haber retomado la reescritura de Miculax fue debido a que tenía que hacer una nueva edición, aprovechando que surgió la posibilidad de hacer un tiraje mínimo y económico. Se presentaba entonces la última oportunidad de corregir viejas erratas y blanduras, arrastradas desde su nacimiento. Creo que hice un buen trabajo y estoy seguro que jamás volveré a tocar su texto. Creo oportuno explicar que la tercera edición es un proyecto mío, el sello editorial fue creado por mí, especialmente para publicar la tercera edición

Fotografía: Marco Ortiz

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El rock, la narrativa y el teatro definen la trayectoria vital de Jorge Godínez. Originario de la colonia Santa Ana, zona 5 de la Ciudad de Guatemala, siempre me gusta recordar que nació el mismo año que Tony Iommi, Bill Ward, Ozzy Osbourne, Robert Plant, John Bonham, Ian Paice y Mel Schacher.

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Su primera novela, publicada en 1990 por la editorial Óscar de León Palacios, se basó en la búsqueda y captura de José María Miculax Bux, condenado al paredón de fusilamiento por las violaciones y asesinatos de 15 muchachos que cometió entre enero y abril de 1946. El libro se reeditó en 2006 y regresó bajo nuevo empaque el año pasado, motivo para mandarle a su autor el cuestionario que leerán a continuación.

Cuando patojo y te portaste mal, ¿te amenazaron con que te iba a llevar Miculax?

A Miculax lo fusilaron en 1946 y yo nací en 1948, de tal suerte de que el suceso estaba bastante reciente. A todos los niños nos advertían que no anduviéramos en la calle o en áreas desiertas o barrancos, porque Miculax nos iba a llevar. Nunca se nos dijo lo de las violaciones, sino más bien que el tipo era un robachicos.

¿Por qué te atrajo el tema? ¿Cómo te documentaste? ¿Recorriste los lugares mencionados en la novela? ¿Hablaste con gente de la época para que te compartiera sus recuerdos?

El tema me atrajo por el misterio que encerraban los crímenes contra los niños masacrados y por ser ávido lector de novelas policíacas. Para documentarme visité un año la Hemeroteca Nacional y tuve acceso a los periódicos de la época. Con respecto a los lugares que aparecen en la novela no los recorrí, a excepción de la Antigua, donde capturaron a Mariano Macú, cómplice de Miculax, y me basé en las noticias donde se mencionaban dichos lugares. Hablé con algunas personas mayores que recordaban los asesinatos de niños, pero que no tenían una información veraz, sino más bien se recordaban de las especulaciones y las «bolas» echadas a rodar por la ignorancia colectiva. Hubo un amigo conocido como Raulito, un viejo hippie que estuvo preso en la Penitenciaría a finales de los 40’ y principios de los 50’. Raulito me contó que Mariano Macú, sentenciado a 30 años de cárcel, aprendió a leer cuando purgaba sentencia y que fue nombrado encargado de la biblioteca del penal; también se hizo pastor evangélico y levantó su ministerio cristiano adentro del reclusorio.

Entre la primera edición y la segunda, hay varios cambios. Sé que se suprimieron pasajes enteros. ¿Ocurrió lo mismo con la tercera?

La primera edición tenía bastantes erratas que fueron corregidas en la segunda. Esta a su vez tuvo las propias y un par de errores inadvertidos que ya venían de la versión original, como por ejemplo la fecha del fusilamiento de Miculax y su posterior enterramiento, así como la cantidad de líquido cefalorraquídeo que le fue extraído para los análisis de laboratorio de patología. En la tercera edición estos errores han sido corregidos, además de sufrir un exhaustivo examen en busca de gazapos y de reescribir párrafos completos para mejorar la redacción. Esta tercera edición está corregida y recortada, tiene menos cantidad de páginas que la anterior atendiendo la insinuación de Kafka y su famosa frase: el arte de escribir es el arte de suprimir, aunque he de hacer la salvedad que en esta poda, no fui tan telegráfico como él. Tampoco creo haber profanado la síntesis de absurda ironía de la que tanta gala hacía el maestro Franz Kafka, pero considero que la novela ganó en solidez. La nueva versión de Miculax es un ladrillo que concentra una historia muy bien contada con un peso justo y adecuado volumen, que refuerza la carga narrativa. En otras palabras, lo que hice fue apelmazar la narración y pulirla, cuidando no alambicarla.

También sé que la publicaste por entregas en Facebook. ¿Cómo te fue con la versión electrónica?

Tuvo bastantes seguidores. Esa versión todavía no había sido recortada y las entregas fueron diarias. Cada día publicaba un fragmento el cual fue foliado con números romanos. Ante la imposibilidad de hacer una edición física por lo caro que resulta y por la insistencia de varios amigos que querían leer la novela, me atreví a publicarla en Facebook. Varios usuarios de dicha red me contactaron e iban comentando los sucesos de la narración; algunos me solicitaban el libro en físico y me preguntaban dónde lo podían adquirir. Tuve que explicarles que las dos ediciones, la de 1991 y la de 2006, estaban agotadas. Fue una buena experiencia incursionar en las redes sociales y echar mano de la tecnología y de la inmediatez que proporcionan.

¿Escribís a mano, o te dejás llevar por el teclado de la computadora?

Uso la computadora, aunque sigo haciendo notas marginales a mano, a veces en servilletas de cafetería, ya sea porque no tengo acceso a la máquina o porque la velocidad de la idea es tal, que es necesario rescatarla lo antes posible. De ahí que resulta más práctico hacerlo a mano, pero cuando me dispongo a escribir algo formal lo hago en la compu.

¿Tomás distancia de tus personajes, o la voz de Jorge Godínez, como autor, se cuela entre ellos?

¡Mmmm! Es algo difícil determinar el traslape entre los sentimientos ajenos y los propios, porque el hecho de asumir el papel del narrador omnisciente y a veces omnipresente, con presencia simultánea en todos los sucesos narrados, para luego girar a la primera persona, es un tanto abrupto y se tiene que tener mucho cuidado para no confundir al lector. En mi caso, estudié el método de Stanislavsky, el cual enseña a separar los sentimientos del actor con los del personaje. Esto me ha ayudado para usar sentimientos ajenos y pensar como lo haría otra persona, como un asesino, por ejemplo. Aunque el método de Konstantín Stanislavsky es especial para los actores, yo lo adapté como técnica narrativa en la construcción de personajes: concentración, esfera de atención, memoria sensorial y memoria afectiva, lógica y credibilidad, consistencia y coherencia. La naturaleza del personaje y el autor regularmente son contrarias; de ahí se desprende que la más pequeña falta de autenticidad en la hechura de un personaje obligaría a un lector perceptivo a ponerse en guardia. En los diálogos se adivina ya esta forma de teatralizar el texto, dándoles voces propias a las circunstancias dadas. La acción llevada a la pantalla pensante, es decir al escenario mental, es similar al efecto de un montaje escénico. El desafío es crear una emoción auténtica en medio de un entorno artificial (la novela como elemento adulterado podría serlo). Es un reto poder crear la verdad a partir de insumos imaginarios, aunque estos insumos estén basados en una historia verídica.

Llevás tres décadas con Miculax a cuestas. ¿No te cansa el peso? ¿No pensás que ya es hora de que contés otra historia?

Después de Miculax escribí dos novelas más: Rockstalgia y Rockfilia. La segunda edición de Rockstalgia también fue sometida a la reescritura. No soy un escritor prolífico que pueda escribir una novela cada año. A mí se me resiste la página en blanco (más bien la pantalla-página). A estas alturas ya no me interesa escribir un nuevo libro. Escribí cuatro, hice lo que tenía que hacer y nunca ha sido mi prioridad ser un autor famoso.

A raíz de lo difícil que es publicar en Guatemala y de la indiferencia de los lectores, caí en una especie de desencanto y dejé de leer y de escribir, así como de comprar libros. El hecho de haber retomado la reescritura de Miculax fue debido a que tenía que hacer una nueva edición, aprovechando que surgió la posibilidad de hacer un tiraje mínimo y económico. Se presentaba entonces la última oportunidad de corregir viejas erratas y blanduras, arrastradas desde su nacimiento. Creo que hice un buen trabajo y estoy seguro que jamás volveré a tocar su texto. Creo oportuno explicar que la tercera edición es un proyecto mío, el sello editorial fue creado por mí, especialmente para publicar la tercera edición

Fotografía: Marco Ortiz

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