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Conjeturas acerca del nuevo libro de Mario Vargas Llosa

Redacción República
16 de junio, 2019

Conjeturas acerca del nuevo libro de Mario Vargas Llosa, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR

La comunidad letrada de Guatemala entró en revuelo al enterarse que Tiempos recios, la novela recién anunciada del peruano Mario Vargas Llosa, tendrá como hilo conductor el golpe de Estado lanzado por la Agencia Central de Inteligencia en contra del presidente Jacobo Arbenz Guzmán.

Por eso anduvo varios días por Zacapa, a finales del año pasado, para investigar la ruta que siguieron los mercenarios al mando de Carlos Castillo Armas –o el ejército de liberación, según el bando que los respalde– antes de su ingreso triunfal a la capital ocurrido el 3 de julio de 1954.

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Es fama que Vargas Llosa viaja a los lugares elegidos para escenificar sus obras: recorrió el Congo para escribir El sueño del celta y visitó la remota Tahití para captar parte del ambiente descrito en El paraíso en la otra esquina.

Hasta no leer Tiempos recios, a publicarse en octubre por el sello Alfaguara, adscrito a la multinacional Penguin Random House, solo puedo sentarme a especular acerca de su contenido.

Primero: ojalá que los personajes guatemaltecos se traten de vos y no de tú. Mucho me enojaría que los campesinos del valle del río Motagua, cuenteros por excelencia, resulten hablando como fufurufos criados entre La Cañada y Miami. Sería motivo para que detenga la lectura, cierre el libro, amenace con aventarlo a la pared y termine regalándolo.

(Acá se asoma el haijin e historiador cubano Israel Ventura y me dice que no me preocupe: Vargas Llosa supo captar muy bien el español dominicano utilizado en La Fiesta del Chivo, el novelón con el que acertó tremendo gancho a los hígados de críticos y lectores que lo daban por acabado tras años de publicar libros regularones, mandados a hacer para ganar premios, como Lituma en los Andes).

Segundo: ¿el autor sucumbió a la tentación de medirse, libreta de apuntes de por medio, con el médico Ernesto Guevara de la Serna? Supongo que Vargas Llosa debió tomar nota acerca de los exiliados hispanoamericanos que arribaron a Guatemala atraídos por el clima de libertad que imperó en el país: su compatriota Hilda Gadea, primera esposa de Guevara, entre ellos. Dada la crítica que ejerce hacia los movimientos revolucionarios hispanoamericanos, bien pudo salir al paso de su mayor referente y retarlo a duelo singular antes de que lo asciendan a comandante.

Tercero: a su tiempo sabremos si logró sortear el tema que aún polariza a la gente que venera a Arbenz como el paladín que pudo modernizar al país y los que piensan que recibió su merecido por tener la intención de convertir a la patria en enclave del malvado comunismo ateo e internacional.

Cuarto: seguro que Vargas Llosa regresa a presentarla a Guatemala. Tendrán que buscar un lugar amplio donde recibirlo porque ni el auditórium Juan Bautista Gutiérrez de la Universidad Francisco Marroquín, ni el teatro de cámara Hugo Carrillo del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, alcanzarán para acomodar a todos los que lleguen para escucharlo, atreverse a denostarlo por su legendario viraje ideológico al neoliberalismo y pedirle una dedicatoria –no digamos los escritores locales que se acercarán entre apenados y decididos a regalarle sus libros, a ver si los recomienda para darlos a conocer fuera del país.

Quinto: me gustaría que se sentara con Francisco Pérez de Antón a la derecha y JL Perdomo Orellana a la izquierda para conversar acerca de cómo ideó la novela, el tiempo que le tomó escribirla y las conclusiones a las que llegó antes de ponerle el punto final.

Lo reitero: son puras especulaciones. Las confirmaré o corregiré, según el caso, cuando lea y reseñe el libro.

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La comunidad letrada de Guatemala entró en revuelo al enterarse que Tiempos recios, la novela recién anunciada del peruano Mario Vargas Llosa, tendrá como hilo conductor el golpe de Estado lanzado por la Agencia Central de Inteligencia en contra del presidente Jacobo Arbenz Guzmán.

Por eso anduvo varios días por Zacapa, a finales del año pasado, para investigar la ruta que siguieron los mercenarios al mando de Carlos Castillo Armas –o el ejército de liberación, según el bando que los respalde– antes de su ingreso triunfal a la capital ocurrido el 3 de julio de 1954.

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Es fama que Vargas Llosa viaja a los lugares elegidos para escenificar sus obras: recorrió el Congo para escribir El sueño del celta y visitó la remota Tahití para captar parte del ambiente descrito en El paraíso en la otra esquina.

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Primero: ojalá que los personajes guatemaltecos se traten de vos y no de tú. Mucho me enojaría que los campesinos del valle del río Motagua, cuenteros por excelencia, resulten hablando como fufurufos criados entre La Cañada y Miami. Sería motivo para que detenga la lectura, cierre el libro, amenace con aventarlo a la pared y termine regalándolo.

(Acá se asoma el haijin e historiador cubano Israel Ventura y me dice que no me preocupe: Vargas Llosa supo captar muy bien el español dominicano utilizado en La Fiesta del Chivo, el novelón con el que acertó tremendo gancho a los hígados de críticos y lectores que lo daban por acabado tras años de publicar libros regularones, mandados a hacer para ganar premios, como Lituma en los Andes).

Segundo: ¿el autor sucumbió a la tentación de medirse, libreta de apuntes de por medio, con el médico Ernesto Guevara de la Serna? Supongo que Vargas Llosa debió tomar nota acerca de los exiliados hispanoamericanos que arribaron a Guatemala atraídos por el clima de libertad que imperó en el país: su compatriota Hilda Gadea, primera esposa de Guevara, entre ellos. Dada la crítica que ejerce hacia los movimientos revolucionarios hispanoamericanos, bien pudo salir al paso de su mayor referente y retarlo a duelo singular antes de que lo asciendan a comandante.

Tercero: a su tiempo sabremos si logró sortear el tema que aún polariza a la gente que venera a Arbenz como el paladín que pudo modernizar al país y los que piensan que recibió su merecido por tener la intención de convertir a la patria en enclave del malvado comunismo ateo e internacional.

Cuarto: seguro que Vargas Llosa regresa a presentarla a Guatemala. Tendrán que buscar un lugar amplio donde recibirlo porque ni el auditórium Juan Bautista Gutiérrez de la Universidad Francisco Marroquín, ni el teatro de cámara Hugo Carrillo del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, alcanzarán para acomodar a todos los que lleguen para escucharlo, atreverse a denostarlo por su legendario viraje ideológico al neoliberalismo y pedirle una dedicatoria –no digamos los escritores locales que se acercarán entre apenados y decididos a regalarle sus libros, a ver si los recomienda para darlos a conocer fuera del país.

Quinto: me gustaría que se sentara con Francisco Pérez de Antón a la derecha y JL Perdomo Orellana a la izquierda para conversar acerca de cómo ideó la novela, el tiempo que le tomó escribirla y las conclusiones a las que llegó antes de ponerle el punto final.

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