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¿Cuál tu necesidad?

Redacción República
02 de julio, 2019

¿Cuál tu necesidad?, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR

Uno
Me lo voy encontrando dos veces en la calle.
Viste costosos tenis blancos, playera sin manga para resaltar su musculatura y seguro acude a un tratamiento para que le salga barba en la cara: el vello le escasea en los brazos y medio ralea en el pecho.
Pasa repartiendo su producto entre la gente que camina y entre los que estacionan sus carros en el centro comercial, a medio camino de la estación donde suelo esperar el transmetro. Yo se lo rechacé e insistió:
–Dame un quetzal, tigre.
Me le quedé viendo.
Lo fui camariando de cuerpo entero a la vez que pensaba: «toda esa ropa que llevás puesta, acabo de fijarme que tenés tu cadena al cuello, equivale a medio salario mío».
No le dije nada, no hay por qué ponerse a alegar, y me fui pensando en los pedigüeños.

Dos
Pedigüeño, según el diccionario Everest Corona, es todo aquel «que pide con frecuencia e importunando». Se emparenta con el pedidor, «que pide, y especialmente con impertinencia», y tiene su raíz en el hábito que practicamos durante la infancia –pediche, según lo califican en México– cuando le insistimos a nuestros padres, tíos, abuelos y hermanos mayores que nos compren lo primero que se nos antoje, llegando al llanto o al pataleo en el suelo si no nos complacen en ese mismo momento.

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Tres
Me encontré con la palabra «pedigüeño» en una tira cómica de Popeye el marino para referirse a su viejo conocido Roque Pilón (J. Wellington Wimpy, según la versión original), experto en el arte del sablazo para conseguir hamburguesas, su bocado favorito.
Popeye va por la calle cuando se fija que a su derecha se acerca Bluto, su enemigo jurado. Al voltear a la izquierda, nota que Pilón está a punto de alcanzarlo. «Me veo entre una pelea y un pedigüeño», comenta mientras mira de frente al lector. No le hacen falta sus espinacas para defenderse: se agacha para esquivar el puñetazo de Bluto al tiempo que Pilón estaba a punto de tocarle el hombro. Pilón termina con el ojo morado, sentado en el suelo y preguntándose qué le pasó.
En otra ocasión, Pilón arma el gran drama de que no tenía dinero para comprarle un regalo a su madre. Popeye se conmueve, le da un rollo de dólares y al final se lo encuentra con servilleta al cuello y cubiertos en las manos, sentado delante de un plato repleto de hamburguesas. «El mejor regalo para una madre», le explica a Popeye antes de clavar el tenedor, «es ver a su hijo bien alimentado».

Cuatro
Está bien, de acuerdo, la necesidad existe. Hace falta dinero para los pagos que se acumulan a fin de mes y darse uno que otro gusto, pues no todo es sacrificio en esta vida. La necesidad, junto con la falta de oportunidades de conseguir un empleo digno, forma parte de los pretextos para que surjan los estafadores, los timadores y demás que resuelven sus carencias a costa del primero que les preste atención.
De tanto encontrármelos, en la calle y en el bus, ya no sé a quién creerle. Paso de largo aunque de veras tengan algún apremio que demande solución cuanto antes.

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Viste costosos tenis blancos, playera sin manga para resaltar su musculatura y seguro acude a un tratamiento para que le salga barba en la cara: el vello le escasea en los brazos y medio ralea en el pecho.
Pasa repartiendo su producto entre la gente que camina y entre los que estacionan sus carros en el centro comercial, a medio camino de la estación donde suelo esperar el transmetro. Yo se lo rechacé e insistió:
–Dame un quetzal, tigre.
Me le quedé viendo.
Lo fui camariando de cuerpo entero a la vez que pensaba: «toda esa ropa que llevás puesta, acabo de fijarme que tenés tu cadena al cuello, equivale a medio salario mío».
No le dije nada, no hay por qué ponerse a alegar, y me fui pensando en los pedigüeños.

Dos
Pedigüeño, según el diccionario Everest Corona, es todo aquel «que pide con frecuencia e importunando». Se emparenta con el pedidor, «que pide, y especialmente con impertinencia», y tiene su raíz en el hábito que practicamos durante la infancia –pediche, según lo califican en México– cuando le insistimos a nuestros padres, tíos, abuelos y hermanos mayores que nos compren lo primero que se nos antoje, llegando al llanto o al pataleo en el suelo si no nos complacen en ese mismo momento.

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Tres
Me encontré con la palabra «pedigüeño» en una tira cómica de Popeye el marino para referirse a su viejo conocido Roque Pilón (J. Wellington Wimpy, según la versión original), experto en el arte del sablazo para conseguir hamburguesas, su bocado favorito.
Popeye va por la calle cuando se fija que a su derecha se acerca Bluto, su enemigo jurado. Al voltear a la izquierda, nota que Pilón está a punto de alcanzarlo. «Me veo entre una pelea y un pedigüeño», comenta mientras mira de frente al lector. No le hacen falta sus espinacas para defenderse: se agacha para esquivar el puñetazo de Bluto al tiempo que Pilón estaba a punto de tocarle el hombro. Pilón termina con el ojo morado, sentado en el suelo y preguntándose qué le pasó.
En otra ocasión, Pilón arma el gran drama de que no tenía dinero para comprarle un regalo a su madre. Popeye se conmueve, le da un rollo de dólares y al final se lo encuentra con servilleta al cuello y cubiertos en las manos, sentado delante de un plato repleto de hamburguesas. «El mejor regalo para una madre», le explica a Popeye antes de clavar el tenedor, «es ver a su hijo bien alimentado».

Cuatro
Está bien, de acuerdo, la necesidad existe. Hace falta dinero para los pagos que se acumulan a fin de mes y darse uno que otro gusto, pues no todo es sacrificio en esta vida. La necesidad, junto con la falta de oportunidades de conseguir un empleo digno, forma parte de los pretextos para que surjan los estafadores, los timadores y demás que resuelven sus carencias a costa del primero que les preste atención.
De tanto encontrármelos, en la calle y en el bus, ya no sé a quién creerle. Paso de largo aunque de veras tengan algún apremio que demande solución cuanto antes.

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