¿Tiene sentido escribir esto?, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.
El vecino sigue oyendo su radio a todo volumen.
Pasan las motos raudas, exigiendo derecho de vía donde no lo tienen.
Los mecánicos del taller de enfrente siguen ocupando la banqueta para apretar tuercas y aceitar cadenas.
El vocero de la lotería colombiana anuncia que a las doce de la tarde se jugará el próximo sorteo.
El vendedor de rambután pregona su producto ofrecido por libra para que los compradores aprovechen y se lo lleven.
Amanecemos como el tercer país seguro para la contención de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos, por obra y gracia de la firma del ministro Enrique Degenhart bajo la atenta mirada del patrón Donald J. Trump y ya ven, la vida sigue igual.
Aquí me pregunto si tiene sentido escribir estas líneas.
Y recuerdo al poeta Julio Fausto Aguilera cuando definió la patria que él ansió. Iba a ser un granero bien provisto, donde no faltaría el trabajo para las manos honradas:
De todos lados de la tierra vengan
con vino y con canción de todos lados
y nosotros les demos aborigen
embriaguez de marimbas, por regalo.
Sí, vendrán de Honduras, El Salvador y Nicaragua; de Cuba y Haití; de Camerún, la República Democrática del Congo y Eritrea; hasta de Nepal y Bangladés.
En lugar de recibirlos con marimba, y ofrecerles lo que no tienen en sus países, terminarán confinados quién sabe dónde.
Ya se preparan los contratistas del Estado para asistir a la licitación, a través de Guatecompras, para ofrecer láminas agujereadas, tablas de madera apolillada, muebles de ínfima calidad, sacos de maíz picado, libras de frijol con sabor a gorgojo y mucho alambre espigado, con las púas bien afiladas, para que los migrantes a recibir no se escapen, presos de la desesperación y hartos de las extorsiones.
Por supuesto, el Gobierno alegará injerencia extranjera cuando Amnistía Internacional y el relator enviado por la Organización de las Naciones Unidas denuncien las condiciones en que amontonarán a los solicitantes de asilo en Estados Unidos.
Me vuelvo a preguntar si tiene sentido escribir estas líneas.
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El vocero de la lotería colombiana anuncia que a las doce de la tarde se jugará el próximo sorteo.
El vendedor de rambután pregona su producto ofrecido por libra para que los compradores aprovechen y se lo lleven.
Amanecemos como el tercer país seguro para la contención de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos, por obra y gracia de la firma del ministro Enrique Degenhart bajo la atenta mirada del patrón Donald J. Trump y ya ven, la vida sigue igual.
Aquí me pregunto si tiene sentido escribir estas líneas.
Y recuerdo al poeta Julio Fausto Aguilera cuando definió la patria que él ansió. Iba a ser un granero bien provisto, donde no faltaría el trabajo para las manos honradas:
De todos lados de la tierra vengan
con vino y con canción de todos lados
y nosotros les demos aborigen
embriaguez de marimbas, por regalo.
Sí, vendrán de Honduras, El Salvador y Nicaragua; de Cuba y Haití; de Camerún, la República Democrática del Congo y Eritrea; hasta de Nepal y Bangladés.
En lugar de recibirlos con marimba, y ofrecerles lo que no tienen en sus países, terminarán confinados quién sabe dónde.
Ya se preparan los contratistas del Estado para asistir a la licitación, a través de Guatecompras, para ofrecer láminas agujereadas, tablas de madera apolillada, muebles de ínfima calidad, sacos de maíz picado, libras de frijol con sabor a gorgojo y mucho alambre espigado, con las púas bien afiladas, para que los migrantes a recibir no se escapen, presos de la desesperación y hartos de las extorsiones.
Por supuesto, el Gobierno alegará injerencia extranjera cuando Amnistía Internacional y el relator enviado por la Organización de las Naciones Unidas denuncien las condiciones en que amontonarán a los solicitantes de asilo en Estados Unidos.
Me vuelvo a preguntar si tiene sentido escribir estas líneas.
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