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Redacción República
18 de agosto, 2019

Huellas, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Esa tarde regresaron a pie del centro recreativo donde laboraban.

Notó que M. tosía de manera rara.

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–No pasa nada, vos –le dijo al despedirse.

Horas después, mientras leía las noticias más recientes acerca del Real Madrid, le entró una llamada al celular.

Le avisaron que M. murió de un paro cardíaco.

Estaba haciendo un arreglo en el baño cuando se recostó de espaldas a la pared y ya no se movió.

Durante la cena todavía bromeó acerca de cuánto pesaría al llevárselo en hombros, primero a la misa de cuerpo presente en la iglesia y después al cementerio.

Al otro día pasó por el terreno recién chapeado. Encontró las huellas de M. entre el lodo. Cuidando de que nadie se fijara, se fue a la bodega donde guardan los sacos de cemento y metió una palangana en el primero que encontró abierto. Después, con el mismo sigilo, espolvoreó el contenido encima de las marcas todavía frescas.

Quiso preservar los penúltimos pasos de M. por la tierra.

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18 de agosto, 2019

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Notó que M. tosía de manera rara.

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–No pasa nada, vos –le dijo al despedirse.

Horas después, mientras leía las noticias más recientes acerca del Real Madrid, le entró una llamada al celular.

Le avisaron que M. murió de un paro cardíaco.

Estaba haciendo un arreglo en el baño cuando se recostó de espaldas a la pared y ya no se movió.

Durante la cena todavía bromeó acerca de cuánto pesaría al llevárselo en hombros, primero a la misa de cuerpo presente en la iglesia y después al cementerio.

Al otro día pasó por el terreno recién chapeado. Encontró las huellas de M. entre el lodo. Cuidando de que nadie se fijara, se fue a la bodega donde guardan los sacos de cemento y metió una palangana en el primero que encontró abierto. Después, con el mismo sigilo, espolvoreó el contenido encima de las marcas todavía frescas.

Quiso preservar los penúltimos pasos de M. por la tierra.

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