El ojo del contemplador, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.
José Vicente Solórzano Aguilar
Se supone que las cámaras de seguridad están colocadas en lo alto de los postes del alumbrado público para detectar los asaltos y prevenir el delito.
Así lo aseguran los funcionarios que asisten a la inauguración, a la vez que revelan los miles de quetzales que se invirtieron en la compra de los aparatos, la instalación por parte de la empresa a cargo y el adiestramiento del personal que captará, reproducirá e interpretará las imágenes.
Me pregunto si también se fijarán en esos momentos de humor involuntario, al estilo de las películas de Harold Lloyd, como el que presencié hace años en la esquina de la 13 calle y décima avenida de la zona 1.
Yo venía en un bus de la ruta 2, camino a hacer un mandado por el bulevar Vista Hermosa. Estaba sentado del lado izquierdo, a la par de la ventana y encima de una de las llantas.
Noté que alguien venía corriendo, como si estuviera consciente de que llegaría con varios minutos de retraso al lugar de la cita pactada dos o tres días antes.
Pasó esquivando a un heladero y a un par de alumnas del Instituto Belén.
El bus se detuvo al notar la luz amarilla del semáforo.
Sobre la avenida venía corriendo otro señor.
Alguien se rio detrás de mí cuando los dos chocaron.
El de la avenida por poco y se va de cara; se apoyó de espaldas contra la pared para que se le pasara el dolor.
Quien venía por la calle cayó sentado y se le desparramaron los papeles que llevaba dentro de un folder.
La función terminó cuando el bus recibió luz verde y cruzó sobre la décima.
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José Vicente Solórzano Aguilar
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Así lo aseguran los funcionarios que asisten a la inauguración, a la vez que revelan los miles de quetzales que se invirtieron en la compra de los aparatos, la instalación por parte de la empresa a cargo y el adiestramiento del personal que captará, reproducirá e interpretará las imágenes.
Me pregunto si también se fijarán en esos momentos de humor involuntario, al estilo de las películas de Harold Lloyd, como el que presencié hace años en la esquina de la 13 calle y décima avenida de la zona 1.
Yo venía en un bus de la ruta 2, camino a hacer un mandado por el bulevar Vista Hermosa. Estaba sentado del lado izquierdo, a la par de la ventana y encima de una de las llantas.
Noté que alguien venía corriendo, como si estuviera consciente de que llegaría con varios minutos de retraso al lugar de la cita pactada dos o tres días antes.
Pasó esquivando a un heladero y a un par de alumnas del Instituto Belén.
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Sobre la avenida venía corriendo otro señor.
Alguien se rio detrás de mí cuando los dos chocaron.
El de la avenida por poco y se va de cara; se apoyó de espaldas contra la pared para que se le pasara el dolor.
Quien venía por la calle cayó sentado y se le desparramaron los papeles que llevaba dentro de un folder.
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