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Caminando por la Ciudad: El Tigre de Mictlán

El famoso Tigre se quema las pestañas estudiando en la universidad pública y se dedica a sus labores diarias, tratando con alumnos de diferentes escuelas públicas a los que aconseja

Invitado
12 de junio, 2022
El Tigre de Mictlán.  Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

Este señor debería ser el ministro de Educación, dicen los vecinos del Tigre. Ostenta cuatro títulos profesionales, ocho maestrías y un par de doctorados en educación, relaciones públicas, administración educativa y psicología del niño interactuando con los maestros. Ése es el currículo del Tigre de Mictlán, originario de Asunción Mita, Jutiapa, donde se situaba el reino de Mita, de familia bien organizada, con acento más salvadoreño que guatemalteco, y con antepasados entre los «pipiles».

El famoso Tigre se quema las pestañas estudiando en la universidad pública y se dedica a sus labores diarias, tratando con alumnos de diferentes escuelas públicas a los que aconseja, les enseña conocimientos y trata de apoyarlos en problemas escolares, familiares y sociales. Le encanta pararse a medio patio a ver la lluvia de pelotas que vuelan en cada recreo que avisa la famosa campana de cobre amarillento, situada en lo alto de la escuelita del pueblo.

Todos juegan de diez a veinte partidos de futbol o básquetbol en el mismo espacio. Gritan, juegan y sudan bajo el sol a la temperatura ambiente del pueblo, 30 grados centígrados, pero el Tigre es feliz. Ahí conoce la actividad estudiantil y toma nota acerca de las mejoras en la infraestructura de la escuelita. A veces se le ve cargando las bolsas de agua para repartir después del receso. Los otros maestros le dicen que no se afane, ya que las compra de su propia bolsa y los salarios están muy bajos, pero eso no le importa, ya que desea ver a sus alumnos bien de salud y bien hidratados. En las escuelas donde ha laborado le dicen Lic. Tigre, ya que él se presenta como el Tigre de Mictlán. Aunque su nombre es Walter, le gusta más su apodo.

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Sus viajes a la capital para hacer trámites en el lentísimo Ministerio de Educación le llevaron a conocer más del centro, ya que debe quedarse por algunos días hasta que le den respuesta de sus trámites legales. De esa manera encontró la felicidad al lado de su pareja, con la cual comparte el amor hacia los demás y respeto a las personas. El Tigre anda con un fólder amarillo de una dependencia a otra, tramitando mejoras salariales para sus compañeros docentes, o peleando por las mejoras a las estructuras de las escuelitas en el área rural a las que él llama «las abandonadas» por las autoridades de la capital. En esas vueltas conoció a muchos que lo apoyaron y otros lo han criticado.

En su nuevo pueblo de habitación se relaja caminando por las calles adoquinadas, viendo la gran montaña de tierra y árboles con cuevas secretas que desembocan en el lago de agua cristalina que se esparce sobre la ciudad maya oculta en su interior, con seres desconocidos nadando en ella y trasladándose de una a otra corriente subterránea de agua dulce. Es famoso el Lic, como le dicen en su nuevo pueblecito, cuando pasa comprando un par de tostadas de guacamole, sus vasos de atol de elote con muchos granitos de maíz desperdigados encima del vaso y un delicioso pastelito de plátano espolvoreado de azúcar de cocina. Dice ser feliz de esa manera, sin tanto lujo, pero con paz interior y paz con los vecinos que es lo que más cuesta, según cuenta entre carcajadas que llaman la atención a media cuadra a la redonda.

Se le ve en cada esquina para saludar a sus amigos, no importando que sean señores mayores contemporáneos a él, o niños, señoras, adolescentes... siempre hay chistes «bayuncos» para contárselos y al final se echa esas grandes carcajadas resuenan sobre la quinta avenida de Amatitlán, pueblo que lo adoptó como su ciudadano más ilustre. Después sigue su recorrido con el fólder amarillo en busca de mejores oportunidades para los niños y jóvenes que desean seguir estudiando pero carecen de recursos. Sigue tocando puertas ministeriales para conseguir becas, descuentos y bolsas de útiles escolares para donárselas a los más necesitados, y una que otra manita de pintura, sanitarios de medio uso y material didáctico para las «abandonadas». El Tigre camina a toda hora con ese mágico folder cargado de sueños, esperanzas y docencia de primera mano.

Caminando por la Ciudad: El Tigre de Mictlán

El famoso Tigre se quema las pestañas estudiando en la universidad pública y se dedica a sus labores diarias, tratando con alumnos de diferentes escuelas públicas a los que aconseja

Invitado
12 de junio, 2022
El Tigre de Mictlán.  Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

Este señor debería ser el ministro de Educación, dicen los vecinos del Tigre. Ostenta cuatro títulos profesionales, ocho maestrías y un par de doctorados en educación, relaciones públicas, administración educativa y psicología del niño interactuando con los maestros. Ése es el currículo del Tigre de Mictlán, originario de Asunción Mita, Jutiapa, donde se situaba el reino de Mita, de familia bien organizada, con acento más salvadoreño que guatemalteco, y con antepasados entre los «pipiles».

El famoso Tigre se quema las pestañas estudiando en la universidad pública y se dedica a sus labores diarias, tratando con alumnos de diferentes escuelas públicas a los que aconseja, les enseña conocimientos y trata de apoyarlos en problemas escolares, familiares y sociales. Le encanta pararse a medio patio a ver la lluvia de pelotas que vuelan en cada recreo que avisa la famosa campana de cobre amarillento, situada en lo alto de la escuelita del pueblo.

Todos juegan de diez a veinte partidos de futbol o básquetbol en el mismo espacio. Gritan, juegan y sudan bajo el sol a la temperatura ambiente del pueblo, 30 grados centígrados, pero el Tigre es feliz. Ahí conoce la actividad estudiantil y toma nota acerca de las mejoras en la infraestructura de la escuelita. A veces se le ve cargando las bolsas de agua para repartir después del receso. Los otros maestros le dicen que no se afane, ya que las compra de su propia bolsa y los salarios están muy bajos, pero eso no le importa, ya que desea ver a sus alumnos bien de salud y bien hidratados. En las escuelas donde ha laborado le dicen Lic. Tigre, ya que él se presenta como el Tigre de Mictlán. Aunque su nombre es Walter, le gusta más su apodo.

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En su nuevo pueblo de habitación se relaja caminando por las calles adoquinadas, viendo la gran montaña de tierra y árboles con cuevas secretas que desembocan en el lago de agua cristalina que se esparce sobre la ciudad maya oculta en su interior, con seres desconocidos nadando en ella y trasladándose de una a otra corriente subterránea de agua dulce. Es famoso el Lic, como le dicen en su nuevo pueblecito, cuando pasa comprando un par de tostadas de guacamole, sus vasos de atol de elote con muchos granitos de maíz desperdigados encima del vaso y un delicioso pastelito de plátano espolvoreado de azúcar de cocina. Dice ser feliz de esa manera, sin tanto lujo, pero con paz interior y paz con los vecinos que es lo que más cuesta, según cuenta entre carcajadas que llaman la atención a media cuadra a la redonda.

Se le ve en cada esquina para saludar a sus amigos, no importando que sean señores mayores contemporáneos a él, o niños, señoras, adolescentes... siempre hay chistes «bayuncos» para contárselos y al final se echa esas grandes carcajadas resuenan sobre la quinta avenida de Amatitlán, pueblo que lo adoptó como su ciudadano más ilustre. Después sigue su recorrido con el fólder amarillo en busca de mejores oportunidades para los niños y jóvenes que desean seguir estudiando pero carecen de recursos. Sigue tocando puertas ministeriales para conseguir becas, descuentos y bolsas de útiles escolares para donárselas a los más necesitados, y una que otra manita de pintura, sanitarios de medio uso y material didáctico para las «abandonadas». El Tigre camina a toda hora con ese mágico folder cargado de sueños, esperanzas y docencia de primera mano.