El video se divulgó en redes sociales desde el 16 de marzo. Capta cuando un auto atraviesa a toda velocidad la Calle Ancha de los Herreros, entre Antigua Guatemala y Jocotenango, para terminar estrellándose contra un poste del tendido eléctrico y demoler de paso un par de carros estacionados en las cercanías.

Apenas segundos antes se ve a tres vendedoras camino de sus hogares, tras pasar buena parte del día ofreciendo sus artesanías a los turistas cerca de las iglesias más visitadas o en los alrededores del parque central. Van caminando despacio, ajenas a cuanto sucede a sus espaldas. Las imágenes no captan sus reacciones, pero se puede inferir el susto al escuchar el ruido armado por el choque y la súbita oscuridad dejada por la caída del poste. Seguro se acercaron a ver lo sucedido mientras le daban gracias a Dios por haberlas librado del accidente.

Unos pocos segundos de diferencia y habrían sido alcanzadas por el auto, viéndose lanzadas a varios metros de distancia o quedando aplastadas bajo la carrocería. En esa mínima diferencia oscilan las vidas de los peatones a su paso por calles, avenidas, carreteras y caminos rurales, sobre todo al marchar de espaldas a los vehículos mientras circulan.

La gente va con sus preocupaciones: ya no alcanzaron el último bus, temen a los posibles asaltantes ocultos entre la oscuridad, calculan cuánto tiempo les falta para llegar a su destino. Regresan cansados de un largo día de trabajo, aún quedan asuntos domésticos por resolver a su regreso Sólo se preocupan por los carros a la hora de atravesarse de un lugar a otro.

Y de repente, sin proponérselo, se convierten en esas sombras registradas minutos antes del accidente. Pasado el susto, cuentan con una anécdota para compartir con sus amistades y les abundan motivos para agradecerle al Creador por librarlas del mal golpe. Quizá repasen el video, aunque les traiga malos recuerdos, todavía incrédulas de haberse salvado por un milímetro de diferencia.