Historias Urbanas: El cartón de lotería
En vez de utilizar un grano de maíz o de frijol para marcar casilla, se nos indica que tracemos una x o un círculo que no rebasen cierto margen para que los encargados de contar los votos no lo declaren inválido.
Es un viejo y socorrido lugar común: de un par de elecciones para elegir presidente, alcaldes y diputados para acá, las papeletas impresas por el Tribunal Supremo Electoral semejan un cartón de lotería repleto de figuritas que tratan de ser originales y llamativas.
En vez de utilizar un grano de maíz o de frijol para marcar casilla, se nos indica que tracemos una x o un círculo que no rebasen cierto margen para que los encargados de contar los votos no lo declaren inválido.
Canta «lotería» quien acumule la mayor cantidad de sufragios, rara vez emitidos a su favor (otro lugar común es apuntar que acá se vota en contra) y no se limita a recibir un juego de vasos o un par de ollas de peltre como premio.
Es de esperarse que se respete la prohibición acerca de no pintar propaganda en laderas de montañas, troncos de árboles, bases de puentes, piedras de río y todo atractivo natural que resulta echado a perder por años. Los símbolos de partidos políticos desaparecidos hace décadas aún persisten, se asoman carentes del significado que tuvieron para sus afiliados. Las siglas PNR o DC no les dicen nada a la mayor parte de la gente de hoy; si se topan con el FUN, pensarán en algo chistoso o divertido.
De repente, en un poste de luz, aparece el mapa de Guatemala (con todo y Belice) pintado de azul sobre fondo amarillo que identificó al Partido Revolucionario.
Detrás del rótulo de un taller mecánico comido por el óxido y tapado por la maleza se distingue el muñequito blanco encerrado dentro de un triángulo que se esfuerza por apuntalar ¿una pared? que representó al Frente Democrático Nueva Guatemala. La arqueología de los partidos de corto aliento surgidos desde la puesta en marcha de la actual constitución en 1985 revela hallazgos en cualquier rincón del país situado entre los ríos Usumacinta y Paz.
Los anuncios que antaño acompañaban la programación regular de la televisión nacional comenzarán a pulular en las redes sociales y las plataformas digitales.
¿Serán tan graciosos como el avioncito combatiente de la delincuencia que impulsó al Partido Libertador Progresista en los comicios de 1995? ¿O de alto impacto como el recordado jingle al ritmo de «María Cristina me quiere gobernar» que sacudió al tablero electoral en 1990? Pues que sean entretenidos si invaden nuestras pantallas a la cuenta regresiva de tres, dos, uno.
Historias Urbanas: El cartón de lotería
En vez de utilizar un grano de maíz o de frijol para marcar casilla, se nos indica que tracemos una x o un círculo que no rebasen cierto margen para que los encargados de contar los votos no lo declaren inválido.
Es un viejo y socorrido lugar común: de un par de elecciones para elegir presidente, alcaldes y diputados para acá, las papeletas impresas por el Tribunal Supremo Electoral semejan un cartón de lotería repleto de figuritas que tratan de ser originales y llamativas.
En vez de utilizar un grano de maíz o de frijol para marcar casilla, se nos indica que tracemos una x o un círculo que no rebasen cierto margen para que los encargados de contar los votos no lo declaren inválido.
Canta «lotería» quien acumule la mayor cantidad de sufragios, rara vez emitidos a su favor (otro lugar común es apuntar que acá se vota en contra) y no se limita a recibir un juego de vasos o un par de ollas de peltre como premio.
Es de esperarse que se respete la prohibición acerca de no pintar propaganda en laderas de montañas, troncos de árboles, bases de puentes, piedras de río y todo atractivo natural que resulta echado a perder por años. Los símbolos de partidos políticos desaparecidos hace décadas aún persisten, se asoman carentes del significado que tuvieron para sus afiliados. Las siglas PNR o DC no les dicen nada a la mayor parte de la gente de hoy; si se topan con el FUN, pensarán en algo chistoso o divertido.
De repente, en un poste de luz, aparece el mapa de Guatemala (con todo y Belice) pintado de azul sobre fondo amarillo que identificó al Partido Revolucionario.
Detrás del rótulo de un taller mecánico comido por el óxido y tapado por la maleza se distingue el muñequito blanco encerrado dentro de un triángulo que se esfuerza por apuntalar ¿una pared? que representó al Frente Democrático Nueva Guatemala. La arqueología de los partidos de corto aliento surgidos desde la puesta en marcha de la actual constitución en 1985 revela hallazgos en cualquier rincón del país situado entre los ríos Usumacinta y Paz.
Los anuncios que antaño acompañaban la programación regular de la televisión nacional comenzarán a pulular en las redes sociales y las plataformas digitales.
¿Serán tan graciosos como el avioncito combatiente de la delincuencia que impulsó al Partido Libertador Progresista en los comicios de 1995? ¿O de alto impacto como el recordado jingle al ritmo de «María Cristina me quiere gobernar» que sacudió al tablero electoral en 1990? Pues que sean entretenidos si invaden nuestras pantallas a la cuenta regresiva de tres, dos, uno.