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Historias Urbanas: Museo del auto chocado

Así que los carros recuperados de la “escena”, como suelen describirla policías y bomberos, permanecen por años en la calle, expuestos a la intemperie y al robo de las piezas todavía útiles.

Las áreas cercanas a subestaciones se usan para estacionar carros consignados. Fotografía: La Voz de Xela
Luis Gonzalez
27 de noviembre, 2022
Museo del auto chocado. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

Cuando pasa frente a una subestación de policía, camino a hacer sus compras en el mercado o la parada de bus más cercana, el peatón asiste a la muestra ideada para para el museo del auto chocado.

Los carros destrozados después de que volcaron varias veces sobre la carretera, o se estrellaron contra árboles, paredes, postes del alumbrado público y otros vehículos, se acumulan en las afueras a la espera de que sus dueños hagan el trámite fijado para recuperarlos.

Huelga la aclaración de que los propietarios partieron a mejor vida a causa de las heridas sufridas, pasan por largos meses de rehabilitación si sobrevivieron al impacto, o nunca se preocuparon por el traspaso de la documentación con el poseedor anterior. Lo dejaron al tiempo y el tiempo los rebasó.

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Así que los carros recuperados de la “escena”, como suelen describirla policías y bomberos, permanecen por años en la calle, expuestos a la intemperie y al robo de las piezas todavía útiles. La mayoría están listos para venderse por unos centavos a los chatarreros, con los hierros desprendidos de la parte delantera y las ventanas repletas de esas rayas semejantes a telarañas que dejan los golpes.

Sospecho que más de algún asiento conserva el remanente de las manchas de sangre de los heridos extraídos con ayuda del aparato conocido como la quijada de la vida. Y valdría la pena montar una exhibición del museo del auto chocado para mostrarle a todo conductor aficionado a la velocidad todos los riesgos que corre.

Ese carro blanco, con la parte delantera como golpeada por los puños de un Hulk desatado y esa camioneta parecida al acordeón con los fuelles rotos, podrían exhibirse con fotografías captadas minutos después de los accidentes y la explicación detallada de cómo ocurrió el accidente.

Si se quiere causar impacto en el espectador, se retratan las lesiones sufridas en toda su crudeza: cráneos rotos, huesos a la vista después de fracturarse y romper los tejidos de la piel, hemorragias que demandan la pronta transfusión de sangre para compensar las pérdidas. Todo recurso es válido con tal de que las calles, avenidas, carreteras y extravíos del país ya no se conviertan en pistas de fórmula uno.

Pero no. Seguirán habiendo accidentes aparatosos, como los describen en los partes policiales. Nadie está a resguardo: puede ver su nombre citado en notas periodísticas, telenoticieros y redes sociales si mal le va.

 

 

Historias Urbanas: Museo del auto chocado

Así que los carros recuperados de la “escena”, como suelen describirla policías y bomberos, permanecen por años en la calle, expuestos a la intemperie y al robo de las piezas todavía útiles.

Las áreas cercanas a subestaciones se usan para estacionar carros consignados. Fotografía: La Voz de Xela
Luis Gonzalez
27 de noviembre, 2022
Museo del auto chocado. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

Cuando pasa frente a una subestación de policía, camino a hacer sus compras en el mercado o la parada de bus más cercana, el peatón asiste a la muestra ideada para para el museo del auto chocado.

Los carros destrozados después de que volcaron varias veces sobre la carretera, o se estrellaron contra árboles, paredes, postes del alumbrado público y otros vehículos, se acumulan en las afueras a la espera de que sus dueños hagan el trámite fijado para recuperarlos.

Huelga la aclaración de que los propietarios partieron a mejor vida a causa de las heridas sufridas, pasan por largos meses de rehabilitación si sobrevivieron al impacto, o nunca se preocuparon por el traspaso de la documentación con el poseedor anterior. Lo dejaron al tiempo y el tiempo los rebasó.

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Así que los carros recuperados de la “escena”, como suelen describirla policías y bomberos, permanecen por años en la calle, expuestos a la intemperie y al robo de las piezas todavía útiles. La mayoría están listos para venderse por unos centavos a los chatarreros, con los hierros desprendidos de la parte delantera y las ventanas repletas de esas rayas semejantes a telarañas que dejan los golpes.

Sospecho que más de algún asiento conserva el remanente de las manchas de sangre de los heridos extraídos con ayuda del aparato conocido como la quijada de la vida. Y valdría la pena montar una exhibición del museo del auto chocado para mostrarle a todo conductor aficionado a la velocidad todos los riesgos que corre.

Ese carro blanco, con la parte delantera como golpeada por los puños de un Hulk desatado y esa camioneta parecida al acordeón con los fuelles rotos, podrían exhibirse con fotografías captadas minutos después de los accidentes y la explicación detallada de cómo ocurrió el accidente.

Si se quiere causar impacto en el espectador, se retratan las lesiones sufridas en toda su crudeza: cráneos rotos, huesos a la vista después de fracturarse y romper los tejidos de la piel, hemorragias que demandan la pronta transfusión de sangre para compensar las pérdidas. Todo recurso es válido con tal de que las calles, avenidas, carreteras y extravíos del país ya no se conviertan en pistas de fórmula uno.

Pero no. Seguirán habiendo accidentes aparatosos, como los describen en los partes policiales. Nadie está a resguardo: puede ver su nombre citado en notas periodísticas, telenoticieros y redes sociales si mal le va.