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Historias Urbanas: No me gusta el fiambre

Si en casa insisten que coma fiambre, les digo que así tienen otra porción más. De gustarme, me apoderaría del plato entero y no les dejaría ni el caldillo que se acumula en el fondo del recipiente.

El fiambre es una de las tradiciones de Guatemala.
Luis Gonzalez
30 de octubre, 2022
No me gusta el fiambre. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

Mi amigo el poeta German Albornoz Pellecer dice que soy muy visual con la comida. Si la combinación de carnes, frutas y vegetales es agradable a la vista, me animo a comerla. Si me encuentro con un revoltijo donde prevalezca el olor del vinagre y abunde la salsa ketchup, busco a quien pasarle el plato.

De ahí que pertenezca al bando de los herejes que no se entusiasman con la idea de comer fiambre del 31 de octubre al 2 de noviembre de cada año. Al comienzo luchaba por recuperar los trozos de jamón y de queso que no hubieran sido alcanzados por el tinte morado de la remolacha.

Después tuve la suerte de que ordenaban los ingredientes aparte para que cada quien hiciera el fiambre a su gusto. Ahí se rompía la tradición, sé que el sabor se debe a la maceración de sus ingredientes, pero me evitaba el uso de servilletas para limpiar los pocos elementos rescatados y comérmelos.

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Por supuesto, nunca faltan los zumbones que prometieron ir a dejarme mi plato de fiambre al cementerio. Entonces les digo medio en broma y medio en serio que iré a devolvérselos a la medianoche durante las visitas de los difuntos que se registran del 31 de octubre al 2 de noviembre de cada año, según las creencias espirituales profesadas por la mayoría de los pueblos indígenas americanos junto a los católicos y los celtas.

Tengo más inclinación por los buñuelos (saben riquísimos con leche condensada), los molletes y los nuégados. También acepto el pan de muerto, otra de las tradiciones mexicanas importadas a Guatemala, mientras no resulte relleno de manjar o jalea de fresa. Si en casa insisten que coma fiambre, les digo que así tienen otra porción más. De gustarme, me apoderaría del plato entero y no les dejaría ni el caldillo que se acumula en el fondo del recipiente.

 

Historias Urbanas: No me gusta el fiambre

Si en casa insisten que coma fiambre, les digo que así tienen otra porción más. De gustarme, me apoderaría del plato entero y no les dejaría ni el caldillo que se acumula en el fondo del recipiente.

El fiambre es una de las tradiciones de Guatemala.
Luis Gonzalez
30 de octubre, 2022
No me gusta el fiambre. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

Mi amigo el poeta German Albornoz Pellecer dice que soy muy visual con la comida. Si la combinación de carnes, frutas y vegetales es agradable a la vista, me animo a comerla. Si me encuentro con un revoltijo donde prevalezca el olor del vinagre y abunde la salsa ketchup, busco a quien pasarle el plato.

De ahí que pertenezca al bando de los herejes que no se entusiasman con la idea de comer fiambre del 31 de octubre al 2 de noviembre de cada año. Al comienzo luchaba por recuperar los trozos de jamón y de queso que no hubieran sido alcanzados por el tinte morado de la remolacha.

Después tuve la suerte de que ordenaban los ingredientes aparte para que cada quien hiciera el fiambre a su gusto. Ahí se rompía la tradición, sé que el sabor se debe a la maceración de sus ingredientes, pero me evitaba el uso de servilletas para limpiar los pocos elementos rescatados y comérmelos.

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Por supuesto, nunca faltan los zumbones que prometieron ir a dejarme mi plato de fiambre al cementerio. Entonces les digo medio en broma y medio en serio que iré a devolvérselos a la medianoche durante las visitas de los difuntos que se registran del 31 de octubre al 2 de noviembre de cada año, según las creencias espirituales profesadas por la mayoría de los pueblos indígenas americanos junto a los católicos y los celtas.

Tengo más inclinación por los buñuelos (saben riquísimos con leche condensada), los molletes y los nuégados. También acepto el pan de muerto, otra de las tradiciones mexicanas importadas a Guatemala, mientras no resulte relleno de manjar o jalea de fresa. Si en casa insisten que coma fiambre, les digo que así tienen otra porción más. De gustarme, me apoderaría del plato entero y no les dejaría ni el caldillo que se acumula en el fondo del recipiente.