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Historias Urbanas: Nueve almas

Centrémonos en lo importante: ocho familias velan a sus difuntos, guardan luto, reciben consuelo de parte de sus amistades y se resignan a dejarlo todo en las manos de Dios.

La tragedia enlutó la feria de Quetzaltenango. Fotografía redes sociales.
Invitado
18 de septiembre, 2022
Nueve almas. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

No se me ocurre qué escribir acerca de la estampida que acabó con la vida de nueve espectadores y dejó heridas a veinte personas más después de uno de los conciertos celebrados en la feria de Quetzaltenango.

Me deja sin palabras la indiferencia de las autoridades locales al negarse a decretar duelo y suspender las demás actividades que tenían preparadas. Está de más cuestionarlos cómo reaccionarían si alguno de sus parientes estuviera entre las víctimas. Ya se habrían apresurado en exigir la captura y el juicio a los responsables.

Tampoco entiendo la ira de la gente contra las bandas. Fueron contratadas para presentarse en el festival, cumplieron con el horario acordado, tocaron sus canciones, interactuaron con el público. Y ya. Si se tardaron en pronunciarse, es asunto aparte. Es mejor pecar de cautelosos que lanzar acusaciones sin ton ni son y tener que retractarse a los pocos minutos.

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Centrémonos en lo importante: ocho familias (dos de las fallecidas eran madre e hija) velan a sus difuntos, guardan luto, reciben consuelo de parte de sus amistades y se resignan a dejarlo todo en las manos de Dios. Se acogen a la justicia divina ante el nulo accionar de los poderes terrenales.

La mayoría damos por sentado que el caso pasará al olvido, salvo entre los deudos de los muertos y los heridos. La tinta negra que se volcó encima del 14 de septiembre de 2022 se irá diluyendo en la mala memoria de organizadores y patrocinadores. Tampoco dudamos de que este escenario se repetirá. Nuestras tragedias son cíclicas.

 

Historias Urbanas: Nueve almas

Centrémonos en lo importante: ocho familias velan a sus difuntos, guardan luto, reciben consuelo de parte de sus amistades y se resignan a dejarlo todo en las manos de Dios.

La tragedia enlutó la feria de Quetzaltenango. Fotografía redes sociales.
Invitado
18 de septiembre, 2022
Nueve almas. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

No se me ocurre qué escribir acerca de la estampida que acabó con la vida de nueve espectadores y dejó heridas a veinte personas más después de uno de los conciertos celebrados en la feria de Quetzaltenango.

Me deja sin palabras la indiferencia de las autoridades locales al negarse a decretar duelo y suspender las demás actividades que tenían preparadas. Está de más cuestionarlos cómo reaccionarían si alguno de sus parientes estuviera entre las víctimas. Ya se habrían apresurado en exigir la captura y el juicio a los responsables.

Tampoco entiendo la ira de la gente contra las bandas. Fueron contratadas para presentarse en el festival, cumplieron con el horario acordado, tocaron sus canciones, interactuaron con el público. Y ya. Si se tardaron en pronunciarse, es asunto aparte. Es mejor pecar de cautelosos que lanzar acusaciones sin ton ni son y tener que retractarse a los pocos minutos.

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La mayoría damos por sentado que el caso pasará al olvido, salvo entre los deudos de los muertos y los heridos. La tinta negra que se volcó encima del 14 de septiembre de 2022 se irá diluyendo en la mala memoria de organizadores y patrocinadores. Tampoco dudamos de que este escenario se repetirá. Nuestras tragedias son cíclicas.