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Historias Urbanas: Relajo navideño

Al rato se escuchaban las marchas solemnes acompañando a la Virgen… y no tardaron en confundirse con los bocinazos de los traileros

Procesión dela Virgen de la Concepción
Luis Gonzalez
18 de diciembre, 2022
Relajo navideño. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

«Acá salen con cada ocurrencia», me contó Reinaldo, mi sobrino en segundo grado, ahora que los llamé antes del 24 de diciembre. «Antes de organizar actividades de fin de año, deberían ponerse a revisar el calendario para que no se repita lo que pasó el otro viernes».

    Ese día, después de dos años de espera, volvió a salir el cortejo de la Virgen de la Inmaculada Concepción, la mera patrona del pueblo. «Pero se le ocurrió al alcalde, o alguno de sus asesores, organizar un desfile de traileros ese mismo día», dijo Reinaldo. 

    ¿Un desfile de traileros? «Sí, vos. No sé de dónde se los trajeron. Al menos no los he visto entre los que se quedan parqueados a orillas de la carretera mientras los lavan o los arreglan».

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    Así que la gente se acomodó desde temprano en la calle a la espera de que pasaran los cabezales y las plataformas.

«Al principio no le atinaban. Mi mamá se fue a la procesión y los patojos salieron a esperar los traileros», siguió Reinaldo.

«Debieron ponerse de acuerdo porque después corrió la bola de que aceptaron retrasar su salida para no interferir con la procesión».

    Al rato se escuchaban las marchas solemnes acompañando a la Virgen… y no tardaron en confundirse con los bocinazos de los traileros.

«Vieras visto, o mejor dicho, hubieras escuchado la bulla que armaban. No era necesario que le dieran duro a las bocinas, les bastaba impresionar a la gente con el tamaño que tienen, pero sonaban como seguro lo hacen en carretera para apartar a los demás carros. Lo peor es que se quedaban buen rato parados en la cuadra, no avanzaban».

    «No se pusieron a pensar en los ancianos y en que puede haber gente enferma. Me acordé de doña Angelita, la señora de la tienda, hace tiempo que viene padeciendo de los nervios. También pensé en don Édgar, el vecino de a la par, le acaban de detectar cáncer en la próstata, y su esposa siempre ha sido muy delicada. Los que seguro disfrutaron del relajo fueron los mecánicos del taller de motos que sigue enfrente de la casa, seguro les dieron idea para hacer una su exhibición un día de estos», comentó Reinaldo. 

    Habiendo suficiente espacio en el campo de la feria para que los cabezales dieran su vuelta, ¿por qué ocuparon la calle real sin prever que dificultarían la salida de las camionetas y de la gente que regresa de noche para sus casas?

«Tampoco tomaron en cuenta los riesgos de accidentes, podrían írseles los frenos y traerse de corbata a toda la gente. Me estuve con la preocupación hasta que regresó mi mamá. Dijo que se aturdió con tanta bulla y mejor se vino para la casa».

    Parece que todo fue un éxito y seguro lo repetirán el año entrante. «A este paso volvemos con la idea de vender o alquilar la casa e irnos para el terreno que compró mi papá aunque no tenga nada. No sé, seguro has visto esos reportajes acerca de casas que arman con botellas plásticas rellenas de tierra. O a lo mejor armamos nuestro campamento puros árabes del desierto. Así es la vida en los trópicos, como decía el gringo que nos vino a enseñar inglés hace añales al colegio. Ahí te me cuidás vos».

    Dejé saludos para su mamá Rosenda y para él, convencido de que no hay escapatoria posible ante el ruido y las «brillantes ideas» de los asesores contratados por los funcionarios que ocupan cargos públicos gracias al voto popular.

Historias Urbanas: Relajo navideño

Al rato se escuchaban las marchas solemnes acompañando a la Virgen… y no tardaron en confundirse con los bocinazos de los traileros

Procesión dela Virgen de la Concepción
Luis Gonzalez
18 de diciembre, 2022
Relajo navideño. Literatura, música, historia y asuntos cotidianos, hallará en el blog dominical de José Vicente Solórzano Aguilar.

«Acá salen con cada ocurrencia», me contó Reinaldo, mi sobrino en segundo grado, ahora que los llamé antes del 24 de diciembre. «Antes de organizar actividades de fin de año, deberían ponerse a revisar el calendario para que no se repita lo que pasó el otro viernes».

    Ese día, después de dos años de espera, volvió a salir el cortejo de la Virgen de la Inmaculada Concepción, la mera patrona del pueblo. «Pero se le ocurrió al alcalde, o alguno de sus asesores, organizar un desfile de traileros ese mismo día», dijo Reinaldo. 

    ¿Un desfile de traileros? «Sí, vos. No sé de dónde se los trajeron. Al menos no los he visto entre los que se quedan parqueados a orillas de la carretera mientras los lavan o los arreglan».

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    Así que la gente se acomodó desde temprano en la calle a la espera de que pasaran los cabezales y las plataformas.

«Al principio no le atinaban. Mi mamá se fue a la procesión y los patojos salieron a esperar los traileros», siguió Reinaldo.

«Debieron ponerse de acuerdo porque después corrió la bola de que aceptaron retrasar su salida para no interferir con la procesión».

    Al rato se escuchaban las marchas solemnes acompañando a la Virgen… y no tardaron en confundirse con los bocinazos de los traileros.

«Vieras visto, o mejor dicho, hubieras escuchado la bulla que armaban. No era necesario que le dieran duro a las bocinas, les bastaba impresionar a la gente con el tamaño que tienen, pero sonaban como seguro lo hacen en carretera para apartar a los demás carros. Lo peor es que se quedaban buen rato parados en la cuadra, no avanzaban».

    «No se pusieron a pensar en los ancianos y en que puede haber gente enferma. Me acordé de doña Angelita, la señora de la tienda, hace tiempo que viene padeciendo de los nervios. También pensé en don Édgar, el vecino de a la par, le acaban de detectar cáncer en la próstata, y su esposa siempre ha sido muy delicada. Los que seguro disfrutaron del relajo fueron los mecánicos del taller de motos que sigue enfrente de la casa, seguro les dieron idea para hacer una su exhibición un día de estos», comentó Reinaldo. 

    Habiendo suficiente espacio en el campo de la feria para que los cabezales dieran su vuelta, ¿por qué ocuparon la calle real sin prever que dificultarían la salida de las camionetas y de la gente que regresa de noche para sus casas?

«Tampoco tomaron en cuenta los riesgos de accidentes, podrían írseles los frenos y traerse de corbata a toda la gente. Me estuve con la preocupación hasta que regresó mi mamá. Dijo que se aturdió con tanta bulla y mejor se vino para la casa».

    Parece que todo fue un éxito y seguro lo repetirán el año entrante. «A este paso volvemos con la idea de vender o alquilar la casa e irnos para el terreno que compró mi papá aunque no tenga nada. No sé, seguro has visto esos reportajes acerca de casas que arman con botellas plásticas rellenas de tierra. O a lo mejor armamos nuestro campamento puros árabes del desierto. Así es la vida en los trópicos, como decía el gringo que nos vino a enseñar inglés hace añales al colegio. Ahí te me cuidás vos».

    Dejé saludos para su mamá Rosenda y para él, convencido de que no hay escapatoria posible ante el ruido y las «brillantes ideas» de los asesores contratados por los funcionarios que ocupan cargos públicos gracias al voto popular.