16° GUATEMALA
08/12/2023
Política
Política
Empresa
Empresa
Emprendimiento
Emprendimiento
Vive
Vive
Guatemala
Guatemala
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Seguridad y Justicia
Seguridad y Justicia
Inmobiliaria
Inmobiliaria

Historias Urbanas: Tiempo de cambios

Cierto día nos llaman a la oficina del gerente para notificarnos, después de muchos rodeos, que estamos cesantes. Frío en el estómago, vuelco del corazón, incertidumbre: todo eso se nos viene encima.

Invitado
06 de marzo, 2022
Tiempo de cambios. Esta es la historia urbana de José Vicente Solórzano Aguilar.

A veces nos acomodamos a la calma y la placidez. Apreciamos la estabilidad del paisaje y la permanencia de ciertos objetos en el lugar de siempre. Nos acostumbramos al calor del mediodía y al frío que nos obliga a abrigarnos bajo pena de captar un chiflón.

Pero a veces llegan las sacudidas que ponen al mundo patas arriba. Y no me refiero a los temblores que tienen la gentileza de sacarnos de nuestros cuartos a las tres de la madrugada. Hablo de los cambios que llegan, sean previstos o inesperados.

El primero que se nos viene a la mente es el despido. Cierto día nos llaman a la oficina del gerente para notificarnos, después de muchos rodeos, que estamos cesantes. Frío en el estómago, vuelco del corazón, incertidumbre: todo eso se nos viene encima.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Llegamos a sentirnos como el migrante que se bajó del barco para estirar las piernas en el puerto y lo dejaron abandonado. No conoce el idioma, se quedó con la ropa que tiene puesta; se palpa el sobaco para comprobar que ahí siguen sus ahorros y sus cartas de presentación. Pero tiene que sobrevivir. Y sale a buscar el hotel más cercano, siempre habrá algún trabajador que conozca palabras en varias lenguas, para comenzar su vida en tierra ajena. Toca sacar el carácter y mostrarle los dientes a los tiburones.

Deberías leer: Historias Urbanas: Retrato del auto olvidado

Los cambios obligan a convertirse en pionero en terrenos inexplorados. El recién llegado se encontrará con nativos amistosos u hostiles. Toca hacerla de diplomático para llegar a arreglos que sean beneficiosos para todos los implicados. Al poco tiempo se aprenderá a cazar con arco y flecha, se distinguirá la cercanía del león según la frescura de las huellas. Se espera ganar esa intuición que permite calcular el pronto aterrizaje de un avión después de aplicar el oído contra el suelo.

El acento nos delatará y atraerá más de una mirada compasiva (o reprobatoria), pero forma parte del aprendizaje. Al final llegamos a deletrear palabras en ese alfabeto repleto de letras escritas al revés. Dejamos de ser extraños, nos aceptan en la comunidad, hasta nos invitan a tomar la taza de té o la copita de retsina para hacer la digestión. Y ahí nos quedamos hasta el siguiente cambio, sea previsto o inesperado.

Te puede interesar: Historias Urbanas: Cuento de colibríes