Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

La monstruosa sexualidad masculina

Gabriel Arana Fuentes
15 de enero, 2018

(…)

En términos generales, la serie de revelaciones que van desde el actor Bill Cosby y el exejecutivo de medios Roger Ailes hasta el productor de cine Harvey Weinstein, el comediante Louis C.K., el senador y comediante Al Franken y, más recientemente, el conductor Charlie Rose y John Lasseter, de Pixar, han obligado a los hombres a confrontar aquello en lo que más odian pensar: la naturaleza de los hombres en general.

Los hombres llegan a este momento de ajuste de cuentas extremadamente desprevenidos. La mayoría de ellos se muestran estupefactos ante la realidad de la experiencia vivida por las mujeres. Casi a ninguno le interesa ni está dispuesto a tratar de resolver el problema de fondo: la usualmente fea y peligrosa naturaleza de la libido masculina.

***

Durante la mayor parte de la historia hemos dado por sentada la brutalidad implícita de la sexualidad masculina. En 1976, la feminista radical y enemiga de la pornografía Andrea Dworkin dijo que el único sexo entre un hombre y una mujer que podría llevarse a cabo sin violencia era el sexo con un pene flácido: “Pienso que los hombres tendrán que renunciar a sus preciosas erecciones”, escribió. Es una creencia ampliamente difundida que en el siglo III d. C., el gran teólogo católico Orígenes —quien analizó más o menos el mismo principio— se castró a sí mismo.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El temor a la libido masculina ha sido tema de mitos y cuentos de hadas desde el comienzo de la literatura: ¿de qué otra cosa sino de eso hablaban los cuentos de Caperucita Roja o el castillo de Barbazul? Un vampiro es un hombre antiguo y poderoso con un hambre insaciable de carne fresca. Los hombres lobo son hombres que suelen perder el control de su naturaleza animal. ¿Entienden la idea? Evidentemente, hay una línea entre el deseo y su realización, y algunos la cruzan y otros no. Sin embargo, todos los hombres tienen una línea que podrían cruzar. Y no será sino hasta que enfrentemos esta realidad en conjunto que el debate público pos-Weinstein —hacia dónde van ahora los hombres y las mujeres— dejará de darse desde un lugar de silencio y deshonestidad.

Lee la nota completa: La monstruosa naturaleza sexual de los hombres y el escándalo

Lee también

La monstruosa sexualidad masculina

Gabriel Arana Fuentes
15 de enero, 2018

(…)

En términos generales, la serie de revelaciones que van desde el actor Bill Cosby y el exejecutivo de medios Roger Ailes hasta el productor de cine Harvey Weinstein, el comediante Louis C.K., el senador y comediante Al Franken y, más recientemente, el conductor Charlie Rose y John Lasseter, de Pixar, han obligado a los hombres a confrontar aquello en lo que más odian pensar: la naturaleza de los hombres en general.

Los hombres llegan a este momento de ajuste de cuentas extremadamente desprevenidos. La mayoría de ellos se muestran estupefactos ante la realidad de la experiencia vivida por las mujeres. Casi a ninguno le interesa ni está dispuesto a tratar de resolver el problema de fondo: la usualmente fea y peligrosa naturaleza de la libido masculina.

***

Durante la mayor parte de la historia hemos dado por sentada la brutalidad implícita de la sexualidad masculina. En 1976, la feminista radical y enemiga de la pornografía Andrea Dworkin dijo que el único sexo entre un hombre y una mujer que podría llevarse a cabo sin violencia era el sexo con un pene flácido: “Pienso que los hombres tendrán que renunciar a sus preciosas erecciones”, escribió. Es una creencia ampliamente difundida que en el siglo III d. C., el gran teólogo católico Orígenes —quien analizó más o menos el mismo principio— se castró a sí mismo.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El temor a la libido masculina ha sido tema de mitos y cuentos de hadas desde el comienzo de la literatura: ¿de qué otra cosa sino de eso hablaban los cuentos de Caperucita Roja o el castillo de Barbazul? Un vampiro es un hombre antiguo y poderoso con un hambre insaciable de carne fresca. Los hombres lobo son hombres que suelen perder el control de su naturaleza animal. ¿Entienden la idea? Evidentemente, hay una línea entre el deseo y su realización, y algunos la cruzan y otros no. Sin embargo, todos los hombres tienen una línea que podrían cruzar. Y no será sino hasta que enfrentemos esta realidad en conjunto que el debate público pos-Weinstein —hacia dónde van ahora los hombres y las mujeres— dejará de darse desde un lugar de silencio y deshonestidad.

Lee la nota completa: La monstruosa naturaleza sexual de los hombres y el escándalo

Lee también