Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Terry Fox, el hombre que luchó hasta el final y corrió una maratón sin una pierna y con cáncer

La historia de Terry Fox: el paciente de cáncer que intentó cruzar Canadá en una maratón para la recaudación de fondos para la investigación contra el cáncer.

Terry Fox: joven canadiense que creó el Maratón por la Esperanza.
Isabela Pedraz
23 de octubre, 2022

Varios han visto la película de Forrest Gump, donde en una escena el personaje principal, Forrest, corre desde una costa de Estados Unidos a la costa opuesta, una travesía que le tardó tres años. Esta escena es muy parecida a uno de los acontecimientos más importantes y emocionales en la historia moderna de Canadá: la Carrera de la Esperanza de Terry Fox.

Deportista y activista canadiense, Terrance Stanly "Terry" Fox nació el 28 de julio de 1958. Su historia es una en un millón, ya que luego de haber sido diagnosticado con cáncer y haberse recuperado, lo que le costó una pierna, Terry organizó una maratón por todo Canadá para recaudar fondos para la investigación contra el cáncer.

Infancia

Sus padres fueron Rolland "Rolly" Fox, un guardagujas del Canadian National Railway, y Betty Fox, quien fue ama de casa por toda la infancia de sus hijos hasta encontrar un trabajo como dependienta en una papelería.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Terry tenía tres hermanos, Fred, quien era su único hermano mayor, y sus hermanos pequeños Darrell y Judith. Desde pequeño, Terry era muy competitivo y no le agradaba perder, por lo que llegó a jugar varios deportes como fútbol, baloncesto, rugby y béisbol. Entre todos, el que más le llegó a gustar fue baloncesto.

Los hermanos fox cuando eran pequeños.

Su pasión por el deporte no llegó a ser suficiente cuando quiso crear un equipo en octavo grado, el cuál no fue posible por la falta de talento, por lo que siguió el consejo de su entrenador y se inscribió en atletismo. A parte de sus entrenos para carreras de a campo traviesa, Terry practicaba baloncesto en su casa. Es así como logró mejorar y se convirtió en un jugador regular del equipo de baloncesto en noveno grado. En el duodécimo grado recibió el premio al “atleta del año” de su secundaria junto con su mejor amigo Doug Alward.

Cuando llegó el tiempo a que se decidiera en una carrera universitaria, Terry no se encontraba seguro si quería ir a la universidad. Su madre logró convencerlo en que se matriculara en la Universidad Simon Fraser en Vancouver, donde decidió estudiar quinesiología con el objetivo de luego convertirse en profesor de educación física.

Durante sus estudios no dejó el baloncesto, sino que se inscribió en el equipo universitario junior, en el cual sobresalió por su determinación frente a jugadores con más talento que él.

El equipo de baloncesto del que formaba parte Terry Fox en secundaria.

El accidente y diagnóstico

El 12 de noviembre de 1976, Terry conducía de regreso a su casa en Port Coquitlam cuando se distrajo intentando ver un puente en construcción. Su auto chocó contra la parte trasera de una camioneta, dejándolo inservible. A pesar que el choque fue grave, solamente salió con una herida en la rodilla derecha.

Un mes después, cuando su rodilla estaba mejorando empezó a sentir dolor en ella. No le dio mucho interés ya que la temporada de baloncesto estaba a punto de empezar, pero en marzo del año siguiente, el dolor llegó a intensificarse tanto que fue ingresado de emergencia al Royal Columbian Hospital. Terry esperaba que fuera una complicación por el accidente de carro, pero le diagnosticaron con osteosarcoma, una variante de cáncer que usualmente se manifiesta en las rodillas y llega a esparcirse con facilidad por el cuerpo.

Visualización de osteosarcoma, un cáncer de hueso que se desarrolla en las rodillas.

Terry no creía que fuera tan serio, sino que llegó a considerar que la debilidad de su rodilla por el accidente era lo que había causado el cancer y tanto dolor. Los doctores le dijeron que era pura coincidencia que el cancer se había manifestado ahí.

El tratamiento fue brutal para Terry, ya que le amputaron la pierna quince centímetros arriba de la rodilla, y luego tuvo que someterse a un tratamiento de quimioterapia. Le dieron una posibilidad de 50% de sobrevivir gracias a los tratamientos recientes, sin los cuales tendría un 15% de chance de sobrevivir. Fue por estas cifras que Terry se dio cuenta que tan importante es la investigación contra el cáncer.

Tres semanas después de la operación donde le amputaron la pierna, Terry podía caminar de nuevo gracias a la ayuda de una pierna artificial. Sus doctores se encontraban sorprendidos y fascinados con la actitud positiva del joven, por lo que hicieron lo posible para que esa felicidad se mantuviera por una larga vida. Los dieciséis meses de quimioterapia fueron fuertes, pero familiares, amigos, e incluso doctores le brindaban su apoyo para que Terry no perdiera su sonrisa. En momentos, sus emociones se opacaban por el miedo y tristeza al ver otros pacientes con cáncer sufrir y fallecer, pero Terry intentó vivir de lo más ordinario posible hasta terminar su tratamiento.

La última sesión de quimioterapia la terminó con un nuevo propósito en su vida: promover y apoyar a la investigación contra el cáncer.

El equipo de baloncesto en silla de ruedas del que formó parte Terry Fox.

En 1977, Rick Hansen, quien trabajaba con la Asociación de Deportes en Silla de Ruedas de Canadá, invitó a Terry a formar parte del equipo de baloncesto en silla de ruedas al terminar su tratamiento. Terry logró unirse al equipo después de dos meses de entrenamiento, y llegó a ganar tes campeonatos nacionales con su equipo. En 1980, Terry fue nombrado all-star por parte de la Asociación de Baloncesto en Silla de Ruedas de América del Norte.

Un hombre, un sueño

La noche antes de su cirugía, Terry había leído sobre Dick Traum, el primer amputado en completar la Maratón de Nueva York en 1976. Traum le motivó a seguir con su tratamiento, y mientras jugaba para el equipo de baloncesto en silla de ruedas, Terry planeó un maratón por todo el país para recaudar fondos para la investigación contra el cáncer, ya que una pequeña parte del dinero que pagó por su tratamiento iba a esa causa.

Su doctor le realizó una prótesis con un pogo saltarín y un amortiguador que le permitieron correr de forma un poco más cómoda, pero no la ideal. Terry debía de saltar dos veces con su pierna izquierda para que la prótesis, que tenía en la pierna derecha, regresara a su posición inicial. Logró acostumbrarse a la sensación a pesar que le causaba heridas en la piel, y así Terry siguió su entrenamiento para cumplir su propósito.

Terry Fox tuvo primero una prótesis experimental para correr, pero por medio de donaciones consiguió una prótesis adecuada para correr.

En agosto de 1979, acompañado de su amigo Doug, compitió en un maratón en Prince George, donde terminó en último lugar, pero su esfuerzo le ganó aplausos y lágrimas de los demás participantes y espectadores. Luego de completar el maratón, le compartió a su familia el plan del maratón por el país. Su madre se enfureció de primero, ya que podía llegar a dañar la salud de Terry, la cual ya se encontraba con la salud frágil por la recuperación de la radiación. Con el tiempo, su madre aceptó la idea, y le brindó todo su apoyo.

El 15 de octubre de 1979, Terry mandó una carta a la Sociedad Canadiense contra el Cáncer para dar a conocer su plan y objetivo para que le dieran ayuda económica. En la carta, Terry compartió su experiencia:

"Pronto me di cuenta de que [el tratamiento] sólo sería la mitad de mi misión, porque en los dieciséis meses durante los cuales me sometí a la terrible experiencia de la quimioterapia, física y emocionalmente agotadora, me vi duramente sacudido por las sensaciones que me rodeaban y pervivían en la clínica de cáncer. Contemplé rostros que exhibían sonrisas valientes y otros que habían renunciado a sonreír. Presencié sentimientos de negación esperanzada y sentimientos de desesperación. Mi misión no sería egoísta. No podía irme de ahí sabiendo que esos rostros y sentimientos seguirían existiendo, aun cuando yo estuviera libre de mi cáncer. El sufrimiento tiene que detenerse en algún lugar... y yo estaba decidido a llegar al límite por esta causa."

La Sociedad contra el Cáncer no le ofreció ayuda directa, pero prometió brindarle apoyo con su recaudación de fondos si lograba encontrar patrocinadores. También le pidieron un certificado médico de un cardiólogo que afirmara que estaba en condiciones físicas necesarias para intentar y completar la carrera. Fue por medio del examen que le diagnosticaron hipertrofia ventricular izquierda, un agrandamiento del ventrículo izquierdo de su corazón que usualmente se desarrolla en atletas. Los doctores no vieron el diagnóstico como obstáculo, pero le hicieron prometer a Terry que si sentía algún problema cardíaco, detendría la carrera.

Terry entrenaba baloncesto y atletismo para tener el físico para cumplir su meta.

Terry empezó a mandar más cartas a empresas pidiendo donaciones para conseguir un auto y calzado deportivo, al igual que para cubrir otros gastos del maratón. A algunas empresas mandó cartas adicionales donde pedía contribuciones para conseguir una prótesis diseñada para correr. Logró obtener una autocaravana por parte de Ford, al igual que combustible por parte de Imperial Oil y unas zapatillas para correr de Adidas.

El Maratón de la Esperanza

El maratón empezó el 12 de abril de 1980 cuando Terry mojó su pierna prostética en el océano Atlántico cerca de San Juan, Terranova. Llenó dos botellas del agua del océano, una como recuerdo y la otra para verter en el océano Pacífico cuando terminara su recorrido en Victoria.

Con el apoyo de su amigo Doug como el conductor de la autocaravana y el encargado de preparar las comidas, Terry empezaba su carrera todos los días a las cinco de la mañana, corría dos millas, luego hacía una pausa para tomar agua, corría otras dos millas, otra pausa, y con este patrón continuaba hasta hacer entre 14 y 16 millas. Su sesión de la mañana terminaba alrededor de las ocho, luego descansaba tres horas, y hacía el resto del recorrido de 10 a 12 millas.

Cuando se detenían, Doug dejaba un montón de piedras en el punto donde se detuvo Terry, así teniendo la marca exacta de donde empezar el día siguiente. Por la tarde, en vez de descansar, Terry realizaba entrevistas y daba charlas en gimnasios escolares y centros comunitarios del área. En estos puntos era donde se recaudaban los donativos, tarea encargada a un representante de la Sociedad contra el Cáncer que llegaba a cada parada.

Las primeras veces que se detuvieron para descansar, Terry y Doug dormían en la caravana, pero pronto su maratón llegó a ganar popularidad y varias personas les donaban habitaciones de motel.

El mejor amigo de Terry desde la secundaria, Doug, fue quien apoyó al atleta desde un inicio.

En los primeros días, Terry se vio sometido a fuertes vientos, pesadas lluvias, e incluso una tormenta de nieve, pero no se dio por vencido. Su emoción se había disminuido por la poca reacción que obtuvo su arranque, pero al detenerse en Port aux Basques, los diez mil habitantes de la ciudad donaron un total de diez mil dólares canadienses. Esto le dio motivación para seguir con su largo recorrido.

Los obstáculos no tardaron el incrementar. Todo empezó cuando Terry peleó con Doug, quien se mantenía pendiente y preocupado por la salud de su amigo. Al llegar a Nueva Escocia, los padres de Terry se vieron obligados a viajar a la ciudad para ayudar a que los amigos hicieran las paces. Es así como Darrell, uno de los hermanos de Terry que tenía solamente diecisiete años, se unió a la carrera como amortiguador.

Lograron llegar a Montreal, donde estaba la marca de una tercera parte del maratón. Durante las fechas que se encontraba en la ciudad, la iniciativa de Terry llegó a llamar la atención de Isadore Sharp, fundador y director ejecutivo de la cadena hotelera Four Seasons Hotels and Resorts, quien había perdido a su hijo en 1978 a un melanoma.

Sharp mostró mucho interés en la historia de Terry, por lo que le ofreció comida y alojamiento en los hoteles de su propiedad que se encontraran en la ruta de su maratón. También añadió que donaría dos dólares por cada milla que Terry corriera. Esto sería un total de diez mil dólares canadienses para el final de la carrera. Sharp también realizó un anuncio donde le pedía a otras 999 empresas que hicieran lo mismo para que alcanzaran la meta de diez millones de dólares.

Terry Fox con Isadore Sharp, su mayor patrocinador.

El último sábado de junio, Terry cruzó la frontera de Ontario y Hawkesbury, donde le recibió una banda de música y miles de habitantes en las calles que le animaban con cada paso. La policía provincial se unió a la autocaravana para escoltarlos por todo el recorrido por Ontario. Así es cómo llegó a Ottawa, donde lo recibió el gobernador general Ed Schreyer y el primer ministro Pierre Trudeau.

En Toronto fue recibido por diez mil personas en la plaza Nathan Phillips Square. Cuando pasó por el área, varias personas se le unieron a correr, incluyendo algunos deportistas famosos como Darryl Sittler, estrella de la Liga nacional de hockey sobre hielo. Al desviarse por la región sur de Ontario, Bobby Orr, jugador de hockey reconocido, le entregó un cheque de veinticinco mil dólares en nombre de la compañía de alimentación Planters Peanuts.

Durante su recorrido, Terry fue sometido a varios dolores físicos y pequeñas lesiones, pero no dejaba que estas le detuvieran. La única por la que recibió atención médica fue un grave dolor en el tobillo que incrementó exponencialmente en un periodo de tres días. Temió que fuera una fractura, pero se alivió al ser diagnosticado con tendinitis que podía ser tratada con analgésicos. A pesar que el doctor le pidió que le bajara el ritmo, Terry se negó. Al regresar en avioneta al punto donde se había detenido, el representante de la Sociedad contra el Cáncer que le acompañaba le dijo que iban a aterrizar antes debido a la niebla, pero en realidad llevaron a Terry a obtener asistencia médica.

La salud de Terry mejoró y regresó a su maratón. Agosto estaba llegando a su fin cuando Terry se dio cuenta que se sentía exhausto antes de comenzar sus carreras diarias. El 31 de agosto, creyó tener un resfriado, pero al día siguiente se vio obligado a detener su carrera por un ataque de tos y fuerte dolor de pecho. No sabía que hacer al respecto, así que decidió seguir corriendo por la carretera junto con una multitud que le apoyaba. Pero apenas aguanto un par de millas hasta que le pidió a Doug que lo llevara a un hospital, ya que le constaba mucho respirar y el dolor de pecho no disminuía.

La temprana meta

El 2 de septiembre realizó una conferencia de prensa junto a sus padres donde anunció que el cáncer había vuelto, ahora en sus pulmones. Se vio obligado a abandonar la maratón de forma definitiva después de 143 días y 5373 kilómetros recorridos. Varios deportistas como Darryl Sittler y el equipo de los Maple Leafs ofrecieron terminar la carrera por él mientras hacía su tratamiento, pero Terry se negó ya que él quería ser el que completara el maratón.

En lo que Terry regresaba al Royal Columbian Hospital para su tratamiento nuevo, se hizo saber que había recaudado un total de 1,7 millones de dólares canadienses.

En ocasiones, personas se unían a la carrera de Terry para mostrar su apoyo.

Una semana después que su carrera se detuviera indefinidamente, la cadena televisiva CTV Television Network organizó un teletón para apoyar a Terry y a la Sociedad contra el Cáncer, en donde aparecieron celebridades canadienses e internacionales para brindar su apoyo. El programa duró cinco horas y logró recaudar diez millones y medio de dólares. Incluso después que el programa terminara, las donaciones incrementaron durante el invierno y el año siguiente. La cantidad llegó a superar los veintitrés millones de dólares.

El impacto de Terry se podía ver en todo el país, por lo que se le dio el honor de ingresar a la Orden de Canadá con rango de companion, uno de los más altos, en septiembre de 1980. También se le honró con la Orden de Dogwood, y una exposición en el Salón de la Fama de los Deportes de Canadá. Incluso llegó a ganar el premio Lou Marsh, reconociéndole como el atleta más destacado del país en 1980.

Terry fue sometido a varios tratamientos de quimioterapia, pero el cáncer continuó extendiéndose. Su salud deterioraba mientras que todo el país le brindaba su apoyo y fuerzas, incluso el Papa Juan Pablo II le mandó un telegrama donde le decía que velaba por su salud.

En un último intento, los médicos probaron tratamientos experimentales con interferón, de los cuales no se sabía su efectividad contra el sarcoma osteogénico. Terry sufrió una reacción fuerte contra el primer tratamiento, pero luego de un periodo de descanso, se decidió continuarlo.

A pesar que ingresaba al hospital con frecuencia, Terry siempre se mantenía sonriente y con una mentalidad positiva.

El 19 de junio de 1981 ingresó al Royal Columbian Hospital con congestión de pecho, lo que le llegó a causar neumonía. Entró en coma el domingo 28 de junio temprano en la mañana, y a las 4:35 a.m., falleció con su familia a su lado.

El gobierno de Canadá ordenó izar a media asta todas las banderas en el país en honor a Terry. A su funeral asistieron cuarenta familiares y doscientos invitados. Sus padres permitieron que fuera transmitido en todo el país. Adicionalmente, cientos de comunidades en Canadá realizaron funerales para despedirse de Terry. En los meses luego de su fallecimiento, las oficinas de la Sociedad contra el Cáncer se rebalsaban on las personas que llegaban a realizar donaciones.

El maratón de Terry llegó a conocerse como “Maratón de la Esperanza”, tal y como decía su camisa mientras corría. En una encuesta realizada en 1999, Terry fue elegido como el héroe más grande de Canadá.

Legado

El impacto social de Terry persiste hasta hoy en día. Incentivó a personas con discapacidades y que pelean contra el cáncer en no avergonzarse de su enfermedad, al igual que seguir luchando por ellos mismos y todos aquellos que se ven obligados a seguir un camino parecido. El atleta paralímpico Rick Hanses comentó que la carrera de Terry fue un reto a la sociedad a que se centrarán más en las capacidades más que en las discapacidades, “lo que era visto como una limitación, se convirtió en una gran oportunidad. Las personas con discapacidad comenzaron a ver las cosas de una forma diferente. Comenzaron a sentir mucho orgullo.”

Una de los monumentos más grandes en honor a Terry, el cuál se encuentra cerca del lugar donde Terry se vio obligado a detener su carrera.

Isadore Sharp, una de las primeras personas que brindaron su total apoyo a Terry, creó la carrera Terry Fox. Antes que falleciera, logró hablar con Terry y su familia para pedir utilizar su nombre para una carrera anual con el propósito de recaudar fondos para la investigación contra el cáncer. Terry aceptó con la condición que no se premiara a nadie: no serían carreras competitivas, no habría ganadores ni perdedores, y los participantes podrían optar entre correr, caminar, o realizar su recorrido a bordo de un medio de transporte.

Más de trescientas mil personas participaron en la primera edición y la recaudación total fue más de 3,5 millones de dólares canadienses. Incluso se creó el Día Nacional de Carrera Escolar Terry Fox, donde se invitaba a las escuelas de todo el país a participar.

Inicialmente, la Carrera Terry Fox estaba al cargo de la Sociedad Canadiense contra el Cáncer, pero en 1988 se creó la Fundación Terry Fox, quien se convirtió en el organizador de la carrera, al igual que el encargado en recaudar y distribuir las donaciones de los proyectos realizados.

En 1999, la carrera Terry Fox se internacionalizó, llegando a varios países del mundo para recaudar más dinero y hacer llegar a más corazones el mensaje de Terry. Por medio de estas carreras internacionales se ha brindado apoyo a asociaciones contra el cáncer en varias partes del mundo.

En Canadá se tienen varios monumentos pequeños donde se marcan paradas que realizó Terry durante el Maratón de la Esperanza.

Por todo Canadá se han construido monumentos conmemorativos para Terry, entre ellas se encuentra un monumento en las afueras de Thunder Bay, cerca del sitio donde se vio obligado a abandonar su carrera. Este monumento es parte de La Senda de los Héroes, un tramo de varias estatuas que honran a personas que han realizado aportaciones distinguidas al país. Del tramo, siete estatuas son en honor a Terry.

Se tiene otro grupo de estatuas de bronce en el exterior del estadio BC Place en el centro de Vancouver. Estas se encuentran corriendo en dirección al océano Pacífico.

Un tramo de la carretera por el área se bautizó con el nombre de Terry Fox Courage Highway. La secundaria de donde se graduó Terry llegó a obtener el nombre de Terry Fox Secondary School el 18 de enero de 1986.

Se estableció el Instituto de Investigación Terry Fox en Vancouver, y varios edificios y centros de atletismo en el área también fueron bautizados con el nombre del atleta.

El logo de el Instituto de Investigación Terry Fox, el cuál se dedica a buscar causas y posibles curas para el cáncer.

En 1994 se creó el Salón de la Fama Terry Fox en Toronto con el propósito de reconocer a individuos que han realizado contribuciones extraordinarias para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.

En 2008, Terry fue designado Personaje Histórico Nacional por el Gobierno de Canadá.

Su madre, Betty Fox, fue una de las ocho personas que portó la bandera olímpica en el Estadio BC Place en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010 en Vancouver. En los Juegos Paralímpicos del mismo año, se rindió tributo a Terry durante la ceremonia de apertura con un documental de diez minutos en su memoria. Este fue seguido por la entrada de sus padres, Betty y Rolly, al estadio llevando la antorcha olímpica.

La historia de Terry fue inspiración para la película biográfica The Terry Fox Story, producida por HBO. Una segunda película llamada Terry fue estrenada en 2005, y a diferencia a la otra película, se centra en el maratón en vez de la vida de Terry. También se tienen varios libros que cuentan su historia, como Terry Fox: His Story, el único libro de su biografía autorizado por Terry. La familia Fox brindó su apoyo a otra biografía en 2005 llamada Terry Fox And His Marathon of Hope. Los beneficios de este libro fueron donados a la Fundación Terry Fox.

Ya que Terry no dejó que nadie terminara la carrera por él, Steve Fonyo, un joven de dieciocho años que sufrió el mismo cáncer y amputación que Terry, decidió realizar la carrera desde el mismo punto donde inició Terry. La llamó Journey for Lives, e inició el 31 de marzo de 1984. Llegó al punto donde Terry se había detenido en noviembre, y logró llegar a su meta el 29 de mayo de 1985.

Terry Fox, el hombre que luchó hasta el final y corrió una maratón sin una pierna y con cáncer

La historia de Terry Fox: el paciente de cáncer que intentó cruzar Canadá en una maratón para la recaudación de fondos para la investigación contra el cáncer.

Terry Fox: joven canadiense que creó el Maratón por la Esperanza.
Isabela Pedraz
23 de octubre, 2022

Varios han visto la película de Forrest Gump, donde en una escena el personaje principal, Forrest, corre desde una costa de Estados Unidos a la costa opuesta, una travesía que le tardó tres años. Esta escena es muy parecida a uno de los acontecimientos más importantes y emocionales en la historia moderna de Canadá: la Carrera de la Esperanza de Terry Fox.

Deportista y activista canadiense, Terrance Stanly "Terry" Fox nació el 28 de julio de 1958. Su historia es una en un millón, ya que luego de haber sido diagnosticado con cáncer y haberse recuperado, lo que le costó una pierna, Terry organizó una maratón por todo Canadá para recaudar fondos para la investigación contra el cáncer.

Infancia

Sus padres fueron Rolland "Rolly" Fox, un guardagujas del Canadian National Railway, y Betty Fox, quien fue ama de casa por toda la infancia de sus hijos hasta encontrar un trabajo como dependienta en una papelería.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Terry tenía tres hermanos, Fred, quien era su único hermano mayor, y sus hermanos pequeños Darrell y Judith. Desde pequeño, Terry era muy competitivo y no le agradaba perder, por lo que llegó a jugar varios deportes como fútbol, baloncesto, rugby y béisbol. Entre todos, el que más le llegó a gustar fue baloncesto.

Los hermanos fox cuando eran pequeños.

Su pasión por el deporte no llegó a ser suficiente cuando quiso crear un equipo en octavo grado, el cuál no fue posible por la falta de talento, por lo que siguió el consejo de su entrenador y se inscribió en atletismo. A parte de sus entrenos para carreras de a campo traviesa, Terry practicaba baloncesto en su casa. Es así como logró mejorar y se convirtió en un jugador regular del equipo de baloncesto en noveno grado. En el duodécimo grado recibió el premio al “atleta del año” de su secundaria junto con su mejor amigo Doug Alward.

Cuando llegó el tiempo a que se decidiera en una carrera universitaria, Terry no se encontraba seguro si quería ir a la universidad. Su madre logró convencerlo en que se matriculara en la Universidad Simon Fraser en Vancouver, donde decidió estudiar quinesiología con el objetivo de luego convertirse en profesor de educación física.

Durante sus estudios no dejó el baloncesto, sino que se inscribió en el equipo universitario junior, en el cual sobresalió por su determinación frente a jugadores con más talento que él.

El equipo de baloncesto del que formaba parte Terry Fox en secundaria.

El accidente y diagnóstico

El 12 de noviembre de 1976, Terry conducía de regreso a su casa en Port Coquitlam cuando se distrajo intentando ver un puente en construcción. Su auto chocó contra la parte trasera de una camioneta, dejándolo inservible. A pesar que el choque fue grave, solamente salió con una herida en la rodilla derecha.

Un mes después, cuando su rodilla estaba mejorando empezó a sentir dolor en ella. No le dio mucho interés ya que la temporada de baloncesto estaba a punto de empezar, pero en marzo del año siguiente, el dolor llegó a intensificarse tanto que fue ingresado de emergencia al Royal Columbian Hospital. Terry esperaba que fuera una complicación por el accidente de carro, pero le diagnosticaron con osteosarcoma, una variante de cáncer que usualmente se manifiesta en las rodillas y llega a esparcirse con facilidad por el cuerpo.

Visualización de osteosarcoma, un cáncer de hueso que se desarrolla en las rodillas.

Terry no creía que fuera tan serio, sino que llegó a considerar que la debilidad de su rodilla por el accidente era lo que había causado el cancer y tanto dolor. Los doctores le dijeron que era pura coincidencia que el cancer se había manifestado ahí.

El tratamiento fue brutal para Terry, ya que le amputaron la pierna quince centímetros arriba de la rodilla, y luego tuvo que someterse a un tratamiento de quimioterapia. Le dieron una posibilidad de 50% de sobrevivir gracias a los tratamientos recientes, sin los cuales tendría un 15% de chance de sobrevivir. Fue por estas cifras que Terry se dio cuenta que tan importante es la investigación contra el cáncer.

Tres semanas después de la operación donde le amputaron la pierna, Terry podía caminar de nuevo gracias a la ayuda de una pierna artificial. Sus doctores se encontraban sorprendidos y fascinados con la actitud positiva del joven, por lo que hicieron lo posible para que esa felicidad se mantuviera por una larga vida. Los dieciséis meses de quimioterapia fueron fuertes, pero familiares, amigos, e incluso doctores le brindaban su apoyo para que Terry no perdiera su sonrisa. En momentos, sus emociones se opacaban por el miedo y tristeza al ver otros pacientes con cáncer sufrir y fallecer, pero Terry intentó vivir de lo más ordinario posible hasta terminar su tratamiento.

La última sesión de quimioterapia la terminó con un nuevo propósito en su vida: promover y apoyar a la investigación contra el cáncer.

El equipo de baloncesto en silla de ruedas del que formó parte Terry Fox.

En 1977, Rick Hansen, quien trabajaba con la Asociación de Deportes en Silla de Ruedas de Canadá, invitó a Terry a formar parte del equipo de baloncesto en silla de ruedas al terminar su tratamiento. Terry logró unirse al equipo después de dos meses de entrenamiento, y llegó a ganar tes campeonatos nacionales con su equipo. En 1980, Terry fue nombrado all-star por parte de la Asociación de Baloncesto en Silla de Ruedas de América del Norte.

Un hombre, un sueño

La noche antes de su cirugía, Terry había leído sobre Dick Traum, el primer amputado en completar la Maratón de Nueva York en 1976. Traum le motivó a seguir con su tratamiento, y mientras jugaba para el equipo de baloncesto en silla de ruedas, Terry planeó un maratón por todo el país para recaudar fondos para la investigación contra el cáncer, ya que una pequeña parte del dinero que pagó por su tratamiento iba a esa causa.

Su doctor le realizó una prótesis con un pogo saltarín y un amortiguador que le permitieron correr de forma un poco más cómoda, pero no la ideal. Terry debía de saltar dos veces con su pierna izquierda para que la prótesis, que tenía en la pierna derecha, regresara a su posición inicial. Logró acostumbrarse a la sensación a pesar que le causaba heridas en la piel, y así Terry siguió su entrenamiento para cumplir su propósito.

Terry Fox tuvo primero una prótesis experimental para correr, pero por medio de donaciones consiguió una prótesis adecuada para correr.

En agosto de 1979, acompañado de su amigo Doug, compitió en un maratón en Prince George, donde terminó en último lugar, pero su esfuerzo le ganó aplausos y lágrimas de los demás participantes y espectadores. Luego de completar el maratón, le compartió a su familia el plan del maratón por el país. Su madre se enfureció de primero, ya que podía llegar a dañar la salud de Terry, la cual ya se encontraba con la salud frágil por la recuperación de la radiación. Con el tiempo, su madre aceptó la idea, y le brindó todo su apoyo.

El 15 de octubre de 1979, Terry mandó una carta a la Sociedad Canadiense contra el Cáncer para dar a conocer su plan y objetivo para que le dieran ayuda económica. En la carta, Terry compartió su experiencia:

"Pronto me di cuenta de que [el tratamiento] sólo sería la mitad de mi misión, porque en los dieciséis meses durante los cuales me sometí a la terrible experiencia de la quimioterapia, física y emocionalmente agotadora, me vi duramente sacudido por las sensaciones que me rodeaban y pervivían en la clínica de cáncer. Contemplé rostros que exhibían sonrisas valientes y otros que habían renunciado a sonreír. Presencié sentimientos de negación esperanzada y sentimientos de desesperación. Mi misión no sería egoísta. No podía irme de ahí sabiendo que esos rostros y sentimientos seguirían existiendo, aun cuando yo estuviera libre de mi cáncer. El sufrimiento tiene que detenerse en algún lugar... y yo estaba decidido a llegar al límite por esta causa."

La Sociedad contra el Cáncer no le ofreció ayuda directa, pero prometió brindarle apoyo con su recaudación de fondos si lograba encontrar patrocinadores. También le pidieron un certificado médico de un cardiólogo que afirmara que estaba en condiciones físicas necesarias para intentar y completar la carrera. Fue por medio del examen que le diagnosticaron hipertrofia ventricular izquierda, un agrandamiento del ventrículo izquierdo de su corazón que usualmente se desarrolla en atletas. Los doctores no vieron el diagnóstico como obstáculo, pero le hicieron prometer a Terry que si sentía algún problema cardíaco, detendría la carrera.

Terry entrenaba baloncesto y atletismo para tener el físico para cumplir su meta.

Terry empezó a mandar más cartas a empresas pidiendo donaciones para conseguir un auto y calzado deportivo, al igual que para cubrir otros gastos del maratón. A algunas empresas mandó cartas adicionales donde pedía contribuciones para conseguir una prótesis diseñada para correr. Logró obtener una autocaravana por parte de Ford, al igual que combustible por parte de Imperial Oil y unas zapatillas para correr de Adidas.

El Maratón de la Esperanza

El maratón empezó el 12 de abril de 1980 cuando Terry mojó su pierna prostética en el océano Atlántico cerca de San Juan, Terranova. Llenó dos botellas del agua del océano, una como recuerdo y la otra para verter en el océano Pacífico cuando terminara su recorrido en Victoria.

Con el apoyo de su amigo Doug como el conductor de la autocaravana y el encargado de preparar las comidas, Terry empezaba su carrera todos los días a las cinco de la mañana, corría dos millas, luego hacía una pausa para tomar agua, corría otras dos millas, otra pausa, y con este patrón continuaba hasta hacer entre 14 y 16 millas. Su sesión de la mañana terminaba alrededor de las ocho, luego descansaba tres horas, y hacía el resto del recorrido de 10 a 12 millas.

Cuando se detenían, Doug dejaba un montón de piedras en el punto donde se detuvo Terry, así teniendo la marca exacta de donde empezar el día siguiente. Por la tarde, en vez de descansar, Terry realizaba entrevistas y daba charlas en gimnasios escolares y centros comunitarios del área. En estos puntos era donde se recaudaban los donativos, tarea encargada a un representante de la Sociedad contra el Cáncer que llegaba a cada parada.

Las primeras veces que se detuvieron para descansar, Terry y Doug dormían en la caravana, pero pronto su maratón llegó a ganar popularidad y varias personas les donaban habitaciones de motel.

El mejor amigo de Terry desde la secundaria, Doug, fue quien apoyó al atleta desde un inicio.

En los primeros días, Terry se vio sometido a fuertes vientos, pesadas lluvias, e incluso una tormenta de nieve, pero no se dio por vencido. Su emoción se había disminuido por la poca reacción que obtuvo su arranque, pero al detenerse en Port aux Basques, los diez mil habitantes de la ciudad donaron un total de diez mil dólares canadienses. Esto le dio motivación para seguir con su largo recorrido.

Los obstáculos no tardaron el incrementar. Todo empezó cuando Terry peleó con Doug, quien se mantenía pendiente y preocupado por la salud de su amigo. Al llegar a Nueva Escocia, los padres de Terry se vieron obligados a viajar a la ciudad para ayudar a que los amigos hicieran las paces. Es así como Darrell, uno de los hermanos de Terry que tenía solamente diecisiete años, se unió a la carrera como amortiguador.

Lograron llegar a Montreal, donde estaba la marca de una tercera parte del maratón. Durante las fechas que se encontraba en la ciudad, la iniciativa de Terry llegó a llamar la atención de Isadore Sharp, fundador y director ejecutivo de la cadena hotelera Four Seasons Hotels and Resorts, quien había perdido a su hijo en 1978 a un melanoma.

Sharp mostró mucho interés en la historia de Terry, por lo que le ofreció comida y alojamiento en los hoteles de su propiedad que se encontraran en la ruta de su maratón. También añadió que donaría dos dólares por cada milla que Terry corriera. Esto sería un total de diez mil dólares canadienses para el final de la carrera. Sharp también realizó un anuncio donde le pedía a otras 999 empresas que hicieran lo mismo para que alcanzaran la meta de diez millones de dólares.

Terry Fox con Isadore Sharp, su mayor patrocinador.

El último sábado de junio, Terry cruzó la frontera de Ontario y Hawkesbury, donde le recibió una banda de música y miles de habitantes en las calles que le animaban con cada paso. La policía provincial se unió a la autocaravana para escoltarlos por todo el recorrido por Ontario. Así es cómo llegó a Ottawa, donde lo recibió el gobernador general Ed Schreyer y el primer ministro Pierre Trudeau.

En Toronto fue recibido por diez mil personas en la plaza Nathan Phillips Square. Cuando pasó por el área, varias personas se le unieron a correr, incluyendo algunos deportistas famosos como Darryl Sittler, estrella de la Liga nacional de hockey sobre hielo. Al desviarse por la región sur de Ontario, Bobby Orr, jugador de hockey reconocido, le entregó un cheque de veinticinco mil dólares en nombre de la compañía de alimentación Planters Peanuts.

Durante su recorrido, Terry fue sometido a varios dolores físicos y pequeñas lesiones, pero no dejaba que estas le detuvieran. La única por la que recibió atención médica fue un grave dolor en el tobillo que incrementó exponencialmente en un periodo de tres días. Temió que fuera una fractura, pero se alivió al ser diagnosticado con tendinitis que podía ser tratada con analgésicos. A pesar que el doctor le pidió que le bajara el ritmo, Terry se negó. Al regresar en avioneta al punto donde se había detenido, el representante de la Sociedad contra el Cáncer que le acompañaba le dijo que iban a aterrizar antes debido a la niebla, pero en realidad llevaron a Terry a obtener asistencia médica.

La salud de Terry mejoró y regresó a su maratón. Agosto estaba llegando a su fin cuando Terry se dio cuenta que se sentía exhausto antes de comenzar sus carreras diarias. El 31 de agosto, creyó tener un resfriado, pero al día siguiente se vio obligado a detener su carrera por un ataque de tos y fuerte dolor de pecho. No sabía que hacer al respecto, así que decidió seguir corriendo por la carretera junto con una multitud que le apoyaba. Pero apenas aguanto un par de millas hasta que le pidió a Doug que lo llevara a un hospital, ya que le constaba mucho respirar y el dolor de pecho no disminuía.

La temprana meta

El 2 de septiembre realizó una conferencia de prensa junto a sus padres donde anunció que el cáncer había vuelto, ahora en sus pulmones. Se vio obligado a abandonar la maratón de forma definitiva después de 143 días y 5373 kilómetros recorridos. Varios deportistas como Darryl Sittler y el equipo de los Maple Leafs ofrecieron terminar la carrera por él mientras hacía su tratamiento, pero Terry se negó ya que él quería ser el que completara el maratón.

En lo que Terry regresaba al Royal Columbian Hospital para su tratamiento nuevo, se hizo saber que había recaudado un total de 1,7 millones de dólares canadienses.

En ocasiones, personas se unían a la carrera de Terry para mostrar su apoyo.

Una semana después que su carrera se detuviera indefinidamente, la cadena televisiva CTV Television Network organizó un teletón para apoyar a Terry y a la Sociedad contra el Cáncer, en donde aparecieron celebridades canadienses e internacionales para brindar su apoyo. El programa duró cinco horas y logró recaudar diez millones y medio de dólares. Incluso después que el programa terminara, las donaciones incrementaron durante el invierno y el año siguiente. La cantidad llegó a superar los veintitrés millones de dólares.

El impacto de Terry se podía ver en todo el país, por lo que se le dio el honor de ingresar a la Orden de Canadá con rango de companion, uno de los más altos, en septiembre de 1980. También se le honró con la Orden de Dogwood, y una exposición en el Salón de la Fama de los Deportes de Canadá. Incluso llegó a ganar el premio Lou Marsh, reconociéndole como el atleta más destacado del país en 1980.

Terry fue sometido a varios tratamientos de quimioterapia, pero el cáncer continuó extendiéndose. Su salud deterioraba mientras que todo el país le brindaba su apoyo y fuerzas, incluso el Papa Juan Pablo II le mandó un telegrama donde le decía que velaba por su salud.

En un último intento, los médicos probaron tratamientos experimentales con interferón, de los cuales no se sabía su efectividad contra el sarcoma osteogénico. Terry sufrió una reacción fuerte contra el primer tratamiento, pero luego de un periodo de descanso, se decidió continuarlo.

A pesar que ingresaba al hospital con frecuencia, Terry siempre se mantenía sonriente y con una mentalidad positiva.

El 19 de junio de 1981 ingresó al Royal Columbian Hospital con congestión de pecho, lo que le llegó a causar neumonía. Entró en coma el domingo 28 de junio temprano en la mañana, y a las 4:35 a.m., falleció con su familia a su lado.

El gobierno de Canadá ordenó izar a media asta todas las banderas en el país en honor a Terry. A su funeral asistieron cuarenta familiares y doscientos invitados. Sus padres permitieron que fuera transmitido en todo el país. Adicionalmente, cientos de comunidades en Canadá realizaron funerales para despedirse de Terry. En los meses luego de su fallecimiento, las oficinas de la Sociedad contra el Cáncer se rebalsaban on las personas que llegaban a realizar donaciones.

El maratón de Terry llegó a conocerse como “Maratón de la Esperanza”, tal y como decía su camisa mientras corría. En una encuesta realizada en 1999, Terry fue elegido como el héroe más grande de Canadá.

Legado

El impacto social de Terry persiste hasta hoy en día. Incentivó a personas con discapacidades y que pelean contra el cáncer en no avergonzarse de su enfermedad, al igual que seguir luchando por ellos mismos y todos aquellos que se ven obligados a seguir un camino parecido. El atleta paralímpico Rick Hanses comentó que la carrera de Terry fue un reto a la sociedad a que se centrarán más en las capacidades más que en las discapacidades, “lo que era visto como una limitación, se convirtió en una gran oportunidad. Las personas con discapacidad comenzaron a ver las cosas de una forma diferente. Comenzaron a sentir mucho orgullo.”

Una de los monumentos más grandes en honor a Terry, el cuál se encuentra cerca del lugar donde Terry se vio obligado a detener su carrera.

Isadore Sharp, una de las primeras personas que brindaron su total apoyo a Terry, creó la carrera Terry Fox. Antes que falleciera, logró hablar con Terry y su familia para pedir utilizar su nombre para una carrera anual con el propósito de recaudar fondos para la investigación contra el cáncer. Terry aceptó con la condición que no se premiara a nadie: no serían carreras competitivas, no habría ganadores ni perdedores, y los participantes podrían optar entre correr, caminar, o realizar su recorrido a bordo de un medio de transporte.

Más de trescientas mil personas participaron en la primera edición y la recaudación total fue más de 3,5 millones de dólares canadienses. Incluso se creó el Día Nacional de Carrera Escolar Terry Fox, donde se invitaba a las escuelas de todo el país a participar.

Inicialmente, la Carrera Terry Fox estaba al cargo de la Sociedad Canadiense contra el Cáncer, pero en 1988 se creó la Fundación Terry Fox, quien se convirtió en el organizador de la carrera, al igual que el encargado en recaudar y distribuir las donaciones de los proyectos realizados.

En 1999, la carrera Terry Fox se internacionalizó, llegando a varios países del mundo para recaudar más dinero y hacer llegar a más corazones el mensaje de Terry. Por medio de estas carreras internacionales se ha brindado apoyo a asociaciones contra el cáncer en varias partes del mundo.

En Canadá se tienen varios monumentos pequeños donde se marcan paradas que realizó Terry durante el Maratón de la Esperanza.

Por todo Canadá se han construido monumentos conmemorativos para Terry, entre ellas se encuentra un monumento en las afueras de Thunder Bay, cerca del sitio donde se vio obligado a abandonar su carrera. Este monumento es parte de La Senda de los Héroes, un tramo de varias estatuas que honran a personas que han realizado aportaciones distinguidas al país. Del tramo, siete estatuas son en honor a Terry.

Se tiene otro grupo de estatuas de bronce en el exterior del estadio BC Place en el centro de Vancouver. Estas se encuentran corriendo en dirección al océano Pacífico.

Un tramo de la carretera por el área se bautizó con el nombre de Terry Fox Courage Highway. La secundaria de donde se graduó Terry llegó a obtener el nombre de Terry Fox Secondary School el 18 de enero de 1986.

Se estableció el Instituto de Investigación Terry Fox en Vancouver, y varios edificios y centros de atletismo en el área también fueron bautizados con el nombre del atleta.

El logo de el Instituto de Investigación Terry Fox, el cuál se dedica a buscar causas y posibles curas para el cáncer.

En 1994 se creó el Salón de la Fama Terry Fox en Toronto con el propósito de reconocer a individuos que han realizado contribuciones extraordinarias para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.

En 2008, Terry fue designado Personaje Histórico Nacional por el Gobierno de Canadá.

Su madre, Betty Fox, fue una de las ocho personas que portó la bandera olímpica en el Estadio BC Place en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010 en Vancouver. En los Juegos Paralímpicos del mismo año, se rindió tributo a Terry durante la ceremonia de apertura con un documental de diez minutos en su memoria. Este fue seguido por la entrada de sus padres, Betty y Rolly, al estadio llevando la antorcha olímpica.

La historia de Terry fue inspiración para la película biográfica The Terry Fox Story, producida por HBO. Una segunda película llamada Terry fue estrenada en 2005, y a diferencia a la otra película, se centra en el maratón en vez de la vida de Terry. También se tienen varios libros que cuentan su historia, como Terry Fox: His Story, el único libro de su biografía autorizado por Terry. La familia Fox brindó su apoyo a otra biografía en 2005 llamada Terry Fox And His Marathon of Hope. Los beneficios de este libro fueron donados a la Fundación Terry Fox.

Ya que Terry no dejó que nadie terminara la carrera por él, Steve Fonyo, un joven de dieciocho años que sufrió el mismo cáncer y amputación que Terry, decidió realizar la carrera desde el mismo punto donde inició Terry. La llamó Journey for Lives, e inició el 31 de marzo de 1984. Llegó al punto donde Terry se había detenido en noviembre, y logró llegar a su meta el 29 de mayo de 1985.