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El presupuesto de una Nación

Redacción República
27 de octubre, 2014

Cuando hablamos
del presupuesto de ingresos y egresos de la nación, no debemos olvidar que es
un arma de dos filos. Siempre que los
políticos toquen este tema deben tener en cuenta este libro: For Good and Evil:
The Impact of Taxes on the Course of Civilization
[Para bien o para mal: el
impacto de los impuestros en el curso de la civilización, por Charles Adams] el
cual nos muestra el dilema entre gastar que es muy cómodo para los
políticos y cobrar más impuestos que
siempre es fuente de rechazo de la ciudadanía hacia los gobernantes. El libro
hace un recorrido por distintas civilizaciones, y hace énfasis en cómo han sido
las decisiones de subir impuestos las que han generado el colapso de las
mismas. Los aumentos en los impuestos desmotivan la actividad empresarial
y generan creciente rechazo hacia la clase gobernante.


El tema de impuestos
y gasto público son dos caras de la misma moneda. A más gobierno más impuestos,
a más impuestos, menos queda para el presupuesto personal, lo que no gusta a
los individuos. Es común ver que los
actores políticos al hablar de presupuesto se preocupen solo de
aumentarlo. Por un lado los políticos
(alcaldes, diputados, ministros y presidente) ven en gastar más la oportunidad
de aumentar las obras que a futuro esperan se conviertan en votos. Mientras que
los burócratas ven en más presupuesto la posibilidad de mantener su empleo e
incluso aumentar su salario. Y los
grupos de presión logran con un presupuesto mayor aumentar sus rentas unos y
otros tener acceso al mismo. Son tres
grupos importantes que están de acuerdo con aumentar el presupuesto.


Por el otro lado
vemos que los ciudadanos no se oponen del todo a que el gasto público aumente,
pues ven con buenos ojos que el gobierno de mejores servicios de educación,
salud, prevención, carreteras, justicia, etc.
Lo que muchas veces divide a la población, entre quienes aceptan un
aumento de los impuestos y entre quienes no quieren pagar más, facilitando el
camino hacia un aumento de las cargas fiscales. (A diferencia de los que si quieren aumentar
el gasto quienes están mejor cohesionados). Claramente el Gobierno tiene las de
ganar en la batalla por aumentar el gasto, pues los beneficios están
concentrados y los costos dispersos.

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Por otro lado el
sector empresarial organizado, por lo menos en Guatemala, se ha vuelto cómplice
del presupuesto de gastos del estado,
por ejemplo; el sector bancario obtiene ganancias cuando el presupuesto
es deficitario al ser ellos quienes financian parte, muchos empresarios están
ligados al sector de la construcción y ganan de más carreteras y mejor
infraestructura, muchos están ligados a ventas de medicinas o insumos al
estado. Y otro grupo que no tiene
intereses económicos asociados al presupuesto no da la cara contra un aumento
de impuestos pues temen represarías contra ellos. El gobierno muchas veces
utiliza la SAT contra sus opositores, tiene sentido la frase para mis enemigos
la ley. La presión de este sector
termina enfocándose en reducir la corrupción y hacer eficiente el gasto
público, pero no hay una clara vos que reclame una reducción del mismo, pues la
mezcla de intereses dificulta que ellos lideran la propuesta. Lo que de nuevo nos deja en manos de los
políticos.


En Guatemala en
la mayoría de años fiscales, el presupuesto vigente, que es el aprobado por el Congreso de la República, difiere con el
ejecutado ya que no logran gastarse todo lo que programan, ya sea por no contar
con los ingresos necesarios, o por no tener la capacidad de gestión. La gráfica
muestra que en todos los años suben ambos.


El Presupuesto
vigente del 2000 fue de Q 21,352
millones y el del 2013 fue Q 66,985.
Esto es un crecimiento nominal de 206%, es decir que se multiplicó por
3. Si hacemos un promedio sencillo, es
decir dividir el crecimiento entre el número de años, tenemos que el
crecimiento anual del presupuesto es de casi 16%. Muy por encima de lo que ha crecido mi
salario, y creo que el salario de la mayoría de quienes vivimos en
Guatemala.


El presupuesto
del 2014 es de Q 65,734.4 millones. Para
el 2015 el Ejecutivo envío un ante proyecto de presupuesto de 71,840.8 millones
de quetzales, lo que significa un aumento del 11%.


La historia de
los últimos 14 años nos muestra que los políticos se han puesto regularmente de
acuerdo para aumentar el gasto del estado a un ritmo superior al crecimiento de
los salarios de los guatemaltecos. No es
fácil detener el gasto del gobierno y más difícil aun reducirlo.