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¿Corrupción sin excepción?

Redacción
26 de mayo, 2014

La semana pasada la bancada de Encuentro por Guatemala presentó un informe de las compras realizadas por el Gobierno Central de enero a abril del presente año, el cual muestra que el 99% de las adquisiciones publicadas en Guatecompras fueron por excepción y compra directa; es decir Q2,918 millones se repartieron de manera directa sin pasar por un proceso de licitación ni cotización. 

Este informe pone en números el manejo discrecional del dinero de los tributarios en manos de los políticos, así como la falta de transparencia para realizar compras y contrataciones. Es solo una pequeña muestra del manejo que se hace del presupuesto de casi Q68 mil millones. Además de este informe, todos los días nos enteramos de compras sobrevaloradas adjudicadas a empresas financistas o aliadas de los políticos de turno. 
La mayoría de estas compras se hacen por “excepción o de urgencia nacional” con el pretexto de la necesidad imperiosa de los insumos que se adquieren ¿Quién se opone a la compra de armas, botas y uniformes para los policías? ¿Quién no entiende la urgencia de comprar medicamentos para abastecer el sistema de salud nacional? Son los argumentos que esgrimen los políticos cuando realizan estas adquisiciones, casi lloran cual cocodrilo al explicar en qué serán utilizadas las jugosas sumas de dinero expoliadas a los tributarios, intentan hacernos creer que no es el beneficio propio el que persiguen con este tipo de compras sino que todo lo hacen por el bien del país. 
En su intento de convencernos aún más explican que recurren a este tipo de compras porque la Ley de Compras y Contrataciones es obsoleta, ya que no les permite actuar con rapidez y tardarían mucho en adquirir los insumos necesarios. 
En un principio, ingenuamente, creí que este tipo de compras era por la falta de planeación, improvisación y falta de capacidad de los políticos de turno. Ahora pienso que es todo lo contrario; denota el análisis de la Ley para utilizarla a su favor y evitar así los controles establecidos en la misma. Parece ser que vivir o crear un clima de falsa “urgencia nacional” es el camino perfecto para la corrupción y el aumento de las fortunas personales de quienes disponen de los recursos asignados para las compras por excepción. No es extraño entonces que cada vez se utilice más esta figura incluida en la Ley para comprar cualquier tipo de insumo bajo todo tipo de excusas. 
Esta será una historia de nunca acabar si no empezamos por entender que cada vez que el gobierno asume más funciones a través de leyes también se le da el pretexto para quitarnos más dinero. Cornelio Tácito afirmó que “Cuánto más corrupto es el Estado, más numerosas son las leyes.” No es con más leyes como lograremos disminuir la corrupción sino todo lo contrario, limitando las funciones del Gobierno a la seguridad y la justicia únicamente. Entendiendo que las leyes son para limitar el poder discrecional de los gobernantes y protegernos del abuso de los mismos. No al revés como pareciera ser ahora el discurso de los políticos que buscan más poder para, según ellos, “protegernos de los peligros de la libertad.” 
Entendamos de una vez por todas que cuanto más funciones tenga el gobierno más nos acercaremos a la corrupción sin excepción.

¿Corrupción sin excepción?

Redacción
26 de mayo, 2014

La semana pasada la bancada de Encuentro por Guatemala presentó un informe de las compras realizadas por el Gobierno Central de enero a abril del presente año, el cual muestra que el 99% de las adquisiciones publicadas en Guatecompras fueron por excepción y compra directa; es decir Q2,918 millones se repartieron de manera directa sin pasar por un proceso de licitación ni cotización. 

Este informe pone en números el manejo discrecional del dinero de los tributarios en manos de los políticos, así como la falta de transparencia para realizar compras y contrataciones. Es solo una pequeña muestra del manejo que se hace del presupuesto de casi Q68 mil millones. Además de este informe, todos los días nos enteramos de compras sobrevaloradas adjudicadas a empresas financistas o aliadas de los políticos de turno. 
La mayoría de estas compras se hacen por “excepción o de urgencia nacional” con el pretexto de la necesidad imperiosa de los insumos que se adquieren ¿Quién se opone a la compra de armas, botas y uniformes para los policías? ¿Quién no entiende la urgencia de comprar medicamentos para abastecer el sistema de salud nacional? Son los argumentos que esgrimen los políticos cuando realizan estas adquisiciones, casi lloran cual cocodrilo al explicar en qué serán utilizadas las jugosas sumas de dinero expoliadas a los tributarios, intentan hacernos creer que no es el beneficio propio el que persiguen con este tipo de compras sino que todo lo hacen por el bien del país. 
En su intento de convencernos aún más explican que recurren a este tipo de compras porque la Ley de Compras y Contrataciones es obsoleta, ya que no les permite actuar con rapidez y tardarían mucho en adquirir los insumos necesarios. 
En un principio, ingenuamente, creí que este tipo de compras era por la falta de planeación, improvisación y falta de capacidad de los políticos de turno. Ahora pienso que es todo lo contrario; denota el análisis de la Ley para utilizarla a su favor y evitar así los controles establecidos en la misma. Parece ser que vivir o crear un clima de falsa “urgencia nacional” es el camino perfecto para la corrupción y el aumento de las fortunas personales de quienes disponen de los recursos asignados para las compras por excepción. No es extraño entonces que cada vez se utilice más esta figura incluida en la Ley para comprar cualquier tipo de insumo bajo todo tipo de excusas. 
Esta será una historia de nunca acabar si no empezamos por entender que cada vez que el gobierno asume más funciones a través de leyes también se le da el pretexto para quitarnos más dinero. Cornelio Tácito afirmó que “Cuánto más corrupto es el Estado, más numerosas son las leyes.” No es con más leyes como lograremos disminuir la corrupción sino todo lo contrario, limitando las funciones del Gobierno a la seguridad y la justicia únicamente. Entendiendo que las leyes son para limitar el poder discrecional de los gobernantes y protegernos del abuso de los mismos. No al revés como pareciera ser ahora el discurso de los políticos que buscan más poder para, según ellos, “protegernos de los peligros de la libertad.” 
Entendamos de una vez por todas que cuanto más funciones tenga el gobierno más nos acercaremos a la corrupción sin excepción.