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Destino: el mundo

Redacción
19 de agosto, 2014

Cuando pensamos en procesos de emprendimiento,
pensamos con frecuencia que se trata de empezar un pequeño negocio. Pero debemos recordar que emprender no quiere
decir que la visión como emprendedores sea únicamente realizar actividades
económicas pequeñas e inmediatas. De
hecho tenemos la capacidad de proyectarnos a más, especialmente cuando hemos
oído decir que el mundo está allí, accesible “con un solo click”.

El otro día escuchaba hablar a emprendedores
jóvenes que están haciendo negocios que parecieran imposibles. Muchos de ellos con recorridos profesionales
interesantes, pero pendientes siempre de oportunidades únicas. Uno de ellos inició diciendo que la visión de
su empresa es “electrificar el mundo”. Y
empezó dando datos del número de personas en el mundo que, en pleno siglo XXI,
no gozan de servicio de energía eléctrica.
¿Es posible? Y la respuesta es por qué no…

En la mayoría de casos sufrimos de “miopía de
mercado”. Solemos pensar en los mercados
inmediatos, pero cuántas veces el mismo modelo de negocio que estamos utilizando
podría ayudarnos a llevar nuestro producto a otras zonas, departamentos, países
o continentes. Necesitamos pensar en
grande y diseñar el producto y el negocio para que pueda llegar lejos.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Definitivamente la forma de administrar un
negocio pequeño, que es por ejemplo una “tienda” en mi casa, es muy diferente a
aquel en el que voy a buscar crecer.
Existen figuras interesantes que permiten ese crecimiento: franquicias, modelos de sociedad, contratos
de representación o de distribución, joint-ventures,
proyectos financiados por fondos de inversión, crowdfunding y muchos otros.

Probablemente lo primero que se observa en
estos agresivos emprendedores o emprendedores con alto potencial, es que desde el inicio piensan en grande y
normalmente están claros que no podrán hacerlo solos. Siempre buscan otras personas con las que
puedan hacer esa expansión en forma más rápida y con más riqueza de
conocimientos y contactos, tienen gran capacidad para generar conexiones y
acuerdos.

Así que pensemos rápidamente qué características
son necesarias en un emprendedor que busca como destino el mundo: amplitud de visión, seguridad en sí mismo,
apertura para compartir sus ideas con otros, estar dispuesto a recibir críticas
que le permiten mejorar el producto o servicio para tener clase mundial, valorar los elementos de cada cultura, ser muy
empático.

Todo empieza por tener la capacidad de soñar,
de no ponerse límites uno mismo, de no descalificarse antes de siquiera haberlo
intentado. Pareciera ser que los
emprendedores que crecen son aquellos que se atreven. Cada paso que dan les abre las siguientes
puertas de los lugares a los que deben ir y a los caminos que deben recorrer, les
permite descubrir, aprender, buscar y encontrar.

Se necesita fortaleza de carácter para
enfrentar a competidores grandes que saben hacer las cosas en mercados
desconocidos. Se necesita valentía para
decir “estoy equivocado” o “esto no salió bien, necesito trabajar en
corregirlo” y un profundo sentido de humildad para darse cuenta que siempre
queda mucho por aprender. Pero el que
busca la excelencia que exigen los mercados y los clientes hoy sabe que es un
camino continuo de correcciones y mejoras.

Los tiempos han cambiado, como clientes estamos
abiertos a consumir o usar productos o servicios que llenen nuestras
necesidades, sin importar de dónde vengan.
Valoramos profundamente el deseo auténtico de una empresa por servirnos
y somos exigentes, siempre queremos más y mejor.

No cabe duda que ser emprendedor en este tiempo
no es un reto sencillo porque hay mucha competencia y muchos productos
sustitutos, pero también los emprendedores se encuentran inmersos en un mundo
de posibilidades que sin duda los espera como un atractivo destino, para
aquellos que quieran intentarlo.





Destino: el mundo

Redacción
19 de agosto, 2014

Cuando pensamos en procesos de emprendimiento,
pensamos con frecuencia que se trata de empezar un pequeño negocio. Pero debemos recordar que emprender no quiere
decir que la visión como emprendedores sea únicamente realizar actividades
económicas pequeñas e inmediatas. De
hecho tenemos la capacidad de proyectarnos a más, especialmente cuando hemos
oído decir que el mundo está allí, accesible “con un solo click”.

El otro día escuchaba hablar a emprendedores
jóvenes que están haciendo negocios que parecieran imposibles. Muchos de ellos con recorridos profesionales
interesantes, pero pendientes siempre de oportunidades únicas. Uno de ellos inició diciendo que la visión de
su empresa es “electrificar el mundo”. Y
empezó dando datos del número de personas en el mundo que, en pleno siglo XXI,
no gozan de servicio de energía eléctrica.
¿Es posible? Y la respuesta es por qué no…

En la mayoría de casos sufrimos de “miopía de
mercado”. Solemos pensar en los mercados
inmediatos, pero cuántas veces el mismo modelo de negocio que estamos utilizando
podría ayudarnos a llevar nuestro producto a otras zonas, departamentos, países
o continentes. Necesitamos pensar en
grande y diseñar el producto y el negocio para que pueda llegar lejos.

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Definitivamente la forma de administrar un
negocio pequeño, que es por ejemplo una “tienda” en mi casa, es muy diferente a
aquel en el que voy a buscar crecer.
Existen figuras interesantes que permiten ese crecimiento: franquicias, modelos de sociedad, contratos
de representación o de distribución, joint-ventures,
proyectos financiados por fondos de inversión, crowdfunding y muchos otros.

Probablemente lo primero que se observa en
estos agresivos emprendedores o emprendedores con alto potencial, es que desde el inicio piensan en grande y
normalmente están claros que no podrán hacerlo solos. Siempre buscan otras personas con las que
puedan hacer esa expansión en forma más rápida y con más riqueza de
conocimientos y contactos, tienen gran capacidad para generar conexiones y
acuerdos.

Así que pensemos rápidamente qué características
son necesarias en un emprendedor que busca como destino el mundo: amplitud de visión, seguridad en sí mismo,
apertura para compartir sus ideas con otros, estar dispuesto a recibir críticas
que le permiten mejorar el producto o servicio para tener clase mundial, valorar los elementos de cada cultura, ser muy
empático.

Todo empieza por tener la capacidad de soñar,
de no ponerse límites uno mismo, de no descalificarse antes de siquiera haberlo
intentado. Pareciera ser que los
emprendedores que crecen son aquellos que se atreven. Cada paso que dan les abre las siguientes
puertas de los lugares a los que deben ir y a los caminos que deben recorrer, les
permite descubrir, aprender, buscar y encontrar.

Se necesita fortaleza de carácter para
enfrentar a competidores grandes que saben hacer las cosas en mercados
desconocidos. Se necesita valentía para
decir “estoy equivocado” o “esto no salió bien, necesito trabajar en
corregirlo” y un profundo sentido de humildad para darse cuenta que siempre
queda mucho por aprender. Pero el que
busca la excelencia que exigen los mercados y los clientes hoy sabe que es un
camino continuo de correcciones y mejoras.

Los tiempos han cambiado, como clientes estamos
abiertos a consumir o usar productos o servicios que llenen nuestras
necesidades, sin importar de dónde vengan.
Valoramos profundamente el deseo auténtico de una empresa por servirnos
y somos exigentes, siempre queremos más y mejor.

No cabe duda que ser emprendedor en este tiempo
no es un reto sencillo porque hay mucha competencia y muchos productos
sustitutos, pero también los emprendedores se encuentran inmersos en un mundo
de posibilidades que sin duda los espera como un atractivo destino, para
aquellos que quieran intentarlo.