Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Ilusión controladora.

María Dolores Arias
13 de enero, 2015

En Octubre del año pasado, el presidente Otto Pérez Molina anunció con bombos y platillos un acuerdo con los productores que garantizaba la estabilidad de precios en los bienes y servicios básicos. Incluso aseguró por varios medios que los precios se mantendrían en algunos casos por tiempo indefinido, en otros por seis meses o hasta un año.

En su momento, lo anunció como un gran logro de su administración, dijo que esto era el resultado de la política económica implementada en su gobierno. Uno de los sueños de cualquier politiquero es asegurar que los precios se mantendrán, que no habrá incrementos y que todos serán felices para siempre.

La estabilidad de precios impuesta mediante “acuerdos” es sólo una ilusión controladora por parte de los gobernantes y de algunos “empresarios” que se prestan al juego. Es seguirle la corriente al político que busca tener alguna buena noticia para anunciar, aun a sabiendas que la promesa no es sostenible. Prueba de ello es el aumento de precio a la carne de res anunciado en esta semana.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Déjeme explicarle por qué la estabilidad de precios es sólo una ilusión controladora -muy gastada por cierto- de los politiqueros de nuestras latitudes.

Primero debemos entender qué es un precio, cómo se forma y para qué nos sirve. El concepto mayormente aceptado afirma que el precio “es el pago que se entrega a cambio de algo”. Ahora bien, para que se materialice el precio es necesario que haya un vendedor y un comprador dispuestos a intercambiar-libre y voluntariamente- al valor establecido.

Cuando hay regateo, cada quien establece hasta cuanto está dispuesto a negociar. Cuando hay un acuerdo, se establece el precio y hay un intercambio, en caso contrario cada quien se va con lo suyo. En una sociedad libre esto sucede miles de veces todos los días, en todas partes y cada quien actúa según su criterio y valoraciones.

El precio entonces se convierte, además, en un sistema de información que nos ayuda a los consumidores para saber cuándo hay exceso o escasez en la producción. Si no recuerde, el precio de ciertos productos de temporada como las frutas o verduras. Otro ejemplo más reciente es el precio de la gasolina que ha disminuido por la abundante oferta a nivel mundial.

A los productores, el precio también les brinda información acerca de qué cosas quieren los consumidores, vislumbrar oportunidades en recursos subutilizados, descubrir oportunidades en necesidades no atendidas.

Cuando los politiqueros pretenden controlar, estabilizar o poner precios fijos a los productos o servicios están violando nuestra propiedad privada. Nos quitan la libertad de decidir qué hacer con nuestros recursos ya sea para producir o comprar.

Establecen cuáles serán nuestras valoraciones y además deciden que no cambiaremos de gustos o necesidades, es decir, siempre compraremos lo mismo y nos dedicaremos a producir a lo mismo. La innovación queda relegada y el deseo de buscar el mejor precio es indiferente. ¿Parece absurdo? Pues eso es lo que significa la “ilusión controladora”.

En el aumento al precio de la carne de res hay que tomar en cuenta varios elementos, entre los que destaca el asunto del “contrabando” hacia México que paga un mejor precio por este producto. Es lógico para cualquier empresario buscar el precio más alto por su producto. Si alguien está dispuesto a pagarlo ¿por qué obligarlo a vender a un precio inferior? Es inmoral obligar a alguien a actuar en su perjuicio.

Si el gobierno está realmente preocupado por los precios de los bienes y servicios, debe empezar por eliminar todas las trabas burocráticas, los criterios de ventanilla que tanto atrasan y encarecen poner en marcha un negocio. Eliminar los privilegios e implantar la igualdad ante la Ley. Ofrecer certeza jurídica con leyes estables que no cambien en cada sesión del Congreso, así como reducir impuestos y los costos de seguridad, éstos últimos alcanzan hasta el 12% de los costos de una empresa.

Si el gobierno deja a los ciudadanos vivir libremente, para cada precio habrá un producto.

@Md30

Facebook.com/mda30

Ilusión controladora.

María Dolores Arias
13 de enero, 2015

En Octubre del año pasado, el presidente Otto Pérez Molina anunció con bombos y platillos un acuerdo con los productores que garantizaba la estabilidad de precios en los bienes y servicios básicos. Incluso aseguró por varios medios que los precios se mantendrían en algunos casos por tiempo indefinido, en otros por seis meses o hasta un año.

En su momento, lo anunció como un gran logro de su administración, dijo que esto era el resultado de la política económica implementada en su gobierno. Uno de los sueños de cualquier politiquero es asegurar que los precios se mantendrán, que no habrá incrementos y que todos serán felices para siempre.

La estabilidad de precios impuesta mediante “acuerdos” es sólo una ilusión controladora por parte de los gobernantes y de algunos “empresarios” que se prestan al juego. Es seguirle la corriente al político que busca tener alguna buena noticia para anunciar, aun a sabiendas que la promesa no es sostenible. Prueba de ello es el aumento de precio a la carne de res anunciado en esta semana.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Déjeme explicarle por qué la estabilidad de precios es sólo una ilusión controladora -muy gastada por cierto- de los politiqueros de nuestras latitudes.

Primero debemos entender qué es un precio, cómo se forma y para qué nos sirve. El concepto mayormente aceptado afirma que el precio “es el pago que se entrega a cambio de algo”. Ahora bien, para que se materialice el precio es necesario que haya un vendedor y un comprador dispuestos a intercambiar-libre y voluntariamente- al valor establecido.

Cuando hay regateo, cada quien establece hasta cuanto está dispuesto a negociar. Cuando hay un acuerdo, se establece el precio y hay un intercambio, en caso contrario cada quien se va con lo suyo. En una sociedad libre esto sucede miles de veces todos los días, en todas partes y cada quien actúa según su criterio y valoraciones.

El precio entonces se convierte, además, en un sistema de información que nos ayuda a los consumidores para saber cuándo hay exceso o escasez en la producción. Si no recuerde, el precio de ciertos productos de temporada como las frutas o verduras. Otro ejemplo más reciente es el precio de la gasolina que ha disminuido por la abundante oferta a nivel mundial.

A los productores, el precio también les brinda información acerca de qué cosas quieren los consumidores, vislumbrar oportunidades en recursos subutilizados, descubrir oportunidades en necesidades no atendidas.

Cuando los politiqueros pretenden controlar, estabilizar o poner precios fijos a los productos o servicios están violando nuestra propiedad privada. Nos quitan la libertad de decidir qué hacer con nuestros recursos ya sea para producir o comprar.

Establecen cuáles serán nuestras valoraciones y además deciden que no cambiaremos de gustos o necesidades, es decir, siempre compraremos lo mismo y nos dedicaremos a producir a lo mismo. La innovación queda relegada y el deseo de buscar el mejor precio es indiferente. ¿Parece absurdo? Pues eso es lo que significa la “ilusión controladora”.

En el aumento al precio de la carne de res hay que tomar en cuenta varios elementos, entre los que destaca el asunto del “contrabando” hacia México que paga un mejor precio por este producto. Es lógico para cualquier empresario buscar el precio más alto por su producto. Si alguien está dispuesto a pagarlo ¿por qué obligarlo a vender a un precio inferior? Es inmoral obligar a alguien a actuar en su perjuicio.

Si el gobierno está realmente preocupado por los precios de los bienes y servicios, debe empezar por eliminar todas las trabas burocráticas, los criterios de ventanilla que tanto atrasan y encarecen poner en marcha un negocio. Eliminar los privilegios e implantar la igualdad ante la Ley. Ofrecer certeza jurídica con leyes estables que no cambien en cada sesión del Congreso, así como reducir impuestos y los costos de seguridad, éstos últimos alcanzan hasta el 12% de los costos de una empresa.

Si el gobierno deja a los ciudadanos vivir libremente, para cada precio habrá un producto.

@Md30

Facebook.com/mda30