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El agua, en su día mundial

Redacción
23 de marzo, 2015

Milagros Quirino y Fely Griarte viven en una zona pobre de Manila, capital de Filipinas. Desde el año 2000 ellos dejaron de pertenecer a los 1,2 billones de personas que en aquel entonces padecían escases de agua potable y limpia en el mundo. El último reporte de Naciones Unidas reseña que aún hay 800 millones de personas en aquella penosa situación. ¿Porqué, en un día como hoy (22 de marzo), en el que se celebra el día mundial del agua, no aprendemos de experiencias como la de los afortunados Quirino y Griarte?

En aquel caso, dos empresas privadas sustituyeron a los gobiernos municipales en la responsabilidad de producción, saneamiento y distribución de agua y, mediante el virtuoso y necesario incentivo de las ganancias, favorecieron a millones de residentes. Ahora ellos no sólo tienen acceso a agua potable las 24 horas del día, sino que es más barato; antes solían pagar 100 pesos por metro cúbico, ahora sólo pagan 15, siete de los cuales se invierten en mantenimiento y operación del servicio.

En Guatemala, como en el resto de países de América Latina, Africa y el Oriente Próximo, aún pervive el dañino concepto de “dominio público” del agua, el cual opera bajo el perverso sistema de la “planificación estatal centralizada”. Estos conceptos y sistemas hacen mucho daño, principalmente a los más pobres. Ellos son los que finalmente padecen las consecuencias de la carestía y mala calidad del recurso: enfermedades, mortalidad infantil, desnutrición crónica y baja productividad agrícola, entre otras.

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Disiento con los ecologistas irracionales que continuan apuntando las causas de la escases del agua a la sobrepoblación, la deforestación, las sequías o el cambio climático. Insisten además en considerar el agua como un derecho humano. Primero habría que aclarar que la escases no es física, sino económica. Agua hay abundante en el mundo; descontando el agua congelada, el agua salada y la no disponible debido al ciclo constante (estado gaseoso), tú podrías emplear hasta 19,000 litros por día, unas 20 veces más de lo que consumes actualmente.

El agua es un recurso económicamente escaso porque la cantidad de agua disponible como medio para satisfacer determinadas finalidades del ser humano (por ejemplo, la finalidad de satisfacer una demanda fisiológica humana, o la finalidad de regar campos agrícolas, o la finalidad de ejecutar procesos industriales, o la finalidad de regar campos de golf),  es limitada. Es mediante un proceso de mercado y específicamente mediante el sistema de precios que el ser humano elige racionalmente aquella finalidad más valiosa.

El agua no es un derecho humano, es un servicio cuya producción, saneamiento, distribución y reciclaje implica costos; actualmente el precio que tú pagas no es real, pues no agrega los costes de producción y mantenimiento adecuado del sistema de distribución, por ejemplo. Bajo esta premisa, el alimento también podría ser considerado un derecho humano pero aún así aceptamos que hayan supermercados que nos lo vendan.

Las ideas rigen el mundo, dicen. Por tanto, la solución pasa una vez más por mover la opinión pública. Debemos insistir en estos aspectos y evidenciar que el problema fundamental es el sistema de planificación centralizada y la consideración del agua como bien de dominio público. Nuestras Constituciones así lo establecen y eso es lo que debemos cambiar. Sólo mediante claros derechos de propiedad, es decir, haciendo que el recurso sea definido, defendible y transferible, y devolviendo el rol de proveer el servicio a los emprendedores y sector privado, bajo un esquema de mercado, en compentencia y sin privilegios, arribaremos a soluciones reales.

Si hacer llegar agua a esos 800 millones de personas requiere la participación privada y que la gente se haga rica éticamente, que así sea. Sólo de esta manera será bueno celebrar el agua en su día mundial.

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Jorge David Chapas es guatemalteco, empresario y académico. Fundador y CEO de Rana, amigo del CEES y del PERC.