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La Hora del Planeta, una campaña engañosa

Redacción
06 de abril, 2015

Días antes del sábado 28 de marzo osé en cuestionar la Hora del Planeta (versión Guatemala). Lo hice en su página de Facebook; opiné que felicitaba a las personas que se preocupaban del ambiente pero que disentía sobre esa forma de hacerlo (apagando las luces). Argumenté, según recuerdo, que las premisas que sostienen semejante camapaña son falsas puesto que la teoría del cambio climático antropogénico (causado por la actividad humana) es cada vez más cuestionada, primero por su ya demostrada manipulación de datos y segundo, por su marcado sesgo ideológico en contra del supuesto capitalismo predominante.

Expuse más bien la necesidad de celebrar el ingenio humano, y de cómo dicha virtud, rodeada de condiciones de claros derechos de propiedad, mercados libres y gobiernos limitados a sus funciones básicas, sería condición suficiente para prevenir y solventar los problemas ambientales locales que indudablemente exiten.

Digo “según recuerdo” porque aquel comentario, por alguna razón, sencillamente desapareció. No sin antes obtener del administrador de la página una respuesta: “Jorge…la campaña es simbólica…no demeritamos el ingenio humano pero es innegable que hay problemas, por ejemplo el humo de los carros, sobre el que debemos hacer conciencia…”. Pues bien, esta respuesta me da pie para ofrecer nuevos argumentos en contra de la popular campaña:

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Si la preocupación es, por ejemplo, la contaminación del aire generada por el transporte, sugiero entonces enseñarle a los chicos que es necesario abogar por un sistema de transporte que opere bajo un régimen de competencia y sin privilegios. Un sistema de transporte centralmente planificado y subsidiado es la causa de las tres mil unidades más contaminantes de la ciudad; y ello como un efecto marginal, pues lo verdaderamente dramático es el fenómeno de extorsiones, muerte y violencia que padecen diariamente millones de guatemaltecos. ¿No sería mejor entonces lanzar una campaña pública que proponga eliminar los subsidios al transporte público que muchos problemas nos causa, incluyendo los ambientales?

Si al caso es esa la preocupación, por ejemplo, entonces nos vendría bien un tanto más que el gobierno se ocupe de lo esencial: seguridad y justicia, y deje de estorbar en los asuntos privados, como la creación de empleo. Sólo en los países pobres la contaminación del aire es un problema serio. ¿O acaso ves que ocurra en Sydney, Londres o Seúl? Aquellos ciudadanos tienen un nivel de ingresos que les permite acceder a mejores tecnologías, pagar el mantenimiento de sus vehículos y movilizarse de manera más eficiente y segura. Un estudio del Fraiser Institute de 2014 señala que el incremento en un 1% en el nivel de ingresos de las personas hace disminuir en un 7% el nivel de emisión de partículas contaminantes en el ambiente (smog, humo), confirmando una vez más que sólo el aumento de la riqueza permite un mejor desempeño ambiental.

La camapaña, aún cuando “simbólica”, es dañina en todo sentido. Genera culpas, resentimientos y desesperanza. Hace perder de vista y hasta demerita el valor del ingenio humano y de las mentes más brillantes, quienes en los últimos dos siglos nos ha permitido vivir más y mejor. La gran amenaza de nuestros tiempos no son los cambios climáticos (cíclicos y naturales), ni la sobrepoblación, ni la escases de agua; es la clara tendencia hacia el socialismo que experimenta el mundo entero y que se hace fuerte por medio de estas iniciativas y de sus ingenuos participantes.

Te invito a leer mi opinión sobre El Ingenio Humano en www.redrana.org y a no hacer eco nuevamente de esta perversa campaña. No vaya a ser que algún día se apaguen las luces por completo y para siempre…y la humanidad perezca ante el horror que significaría la ausencia de toda actividad humana, y de los John Galt.

_______________________

Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario. Fundador y CEO de Rana, amigo del CEES y del PERC.

La Hora del Planeta, una campaña engañosa

Redacción
06 de abril, 2015

Días antes del sábado 28 de marzo osé en cuestionar la Hora del Planeta (versión Guatemala). Lo hice en su página de Facebook; opiné que felicitaba a las personas que se preocupaban del ambiente pero que disentía sobre esa forma de hacerlo (apagando las luces). Argumenté, según recuerdo, que las premisas que sostienen semejante camapaña son falsas puesto que la teoría del cambio climático antropogénico (causado por la actividad humana) es cada vez más cuestionada, primero por su ya demostrada manipulación de datos y segundo, por su marcado sesgo ideológico en contra del supuesto capitalismo predominante.

Expuse más bien la necesidad de celebrar el ingenio humano, y de cómo dicha virtud, rodeada de condiciones de claros derechos de propiedad, mercados libres y gobiernos limitados a sus funciones básicas, sería condición suficiente para prevenir y solventar los problemas ambientales locales que indudablemente exiten.

Digo “según recuerdo” porque aquel comentario, por alguna razón, sencillamente desapareció. No sin antes obtener del administrador de la página una respuesta: “Jorge…la campaña es simbólica…no demeritamos el ingenio humano pero es innegable que hay problemas, por ejemplo el humo de los carros, sobre el que debemos hacer conciencia…”. Pues bien, esta respuesta me da pie para ofrecer nuevos argumentos en contra de la popular campaña:

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Si la preocupación es, por ejemplo, la contaminación del aire generada por el transporte, sugiero entonces enseñarle a los chicos que es necesario abogar por un sistema de transporte que opere bajo un régimen de competencia y sin privilegios. Un sistema de transporte centralmente planificado y subsidiado es la causa de las tres mil unidades más contaminantes de la ciudad; y ello como un efecto marginal, pues lo verdaderamente dramático es el fenómeno de extorsiones, muerte y violencia que padecen diariamente millones de guatemaltecos. ¿No sería mejor entonces lanzar una campaña pública que proponga eliminar los subsidios al transporte público que muchos problemas nos causa, incluyendo los ambientales?

Si al caso es esa la preocupación, por ejemplo, entonces nos vendría bien un tanto más que el gobierno se ocupe de lo esencial: seguridad y justicia, y deje de estorbar en los asuntos privados, como la creación de empleo. Sólo en los países pobres la contaminación del aire es un problema serio. ¿O acaso ves que ocurra en Sydney, Londres o Seúl? Aquellos ciudadanos tienen un nivel de ingresos que les permite acceder a mejores tecnologías, pagar el mantenimiento de sus vehículos y movilizarse de manera más eficiente y segura. Un estudio del Fraiser Institute de 2014 señala que el incremento en un 1% en el nivel de ingresos de las personas hace disminuir en un 7% el nivel de emisión de partículas contaminantes en el ambiente (smog, humo), confirmando una vez más que sólo el aumento de la riqueza permite un mejor desempeño ambiental.

La camapaña, aún cuando “simbólica”, es dañina en todo sentido. Genera culpas, resentimientos y desesperanza. Hace perder de vista y hasta demerita el valor del ingenio humano y de las mentes más brillantes, quienes en los últimos dos siglos nos ha permitido vivir más y mejor. La gran amenaza de nuestros tiempos no son los cambios climáticos (cíclicos y naturales), ni la sobrepoblación, ni la escases de agua; es la clara tendencia hacia el socialismo que experimenta el mundo entero y que se hace fuerte por medio de estas iniciativas y de sus ingenuos participantes.

Te invito a leer mi opinión sobre El Ingenio Humano en www.redrana.org y a no hacer eco nuevamente de esta perversa campaña. No vaya a ser que algún día se apaguen las luces por completo y para siempre…y la humanidad perezca ante el horror que significaría la ausencia de toda actividad humana, y de los John Galt.

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Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario. Fundador y CEO de Rana, amigo del CEES y del PERC.