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Repartir tierra, es repartir pobreza

Redacción
19 de octubre, 2016

El acceso a la tierra ha sido un problema en América desde hace varios siglos, y es un problema que ha venido acarreando otra serie de problemas mayores, que al final lo que generan es conflictividad e inestabilidad para la inversión nacional y extranjera.
En Guatemala el tema del acceso a la tierra, y los derechos ancestrales es una cantaleta de todos los días, de parte de grupos financiados por ONG ´s de países “amigos”, que supuestamente apoyan a los grupos de desposeídos para que se apropien de grandes extensiones de tierra, propiedad de los “grandes explotadores”, llámese así, a cualquier persona que, por esfuerzo propio, o por herencia, posea más de una caballería de terreno que sea del interés de estos grupos.
El problema del acceso a la tierra, no es la tierra per se, porque de acuerdo a números de la Cámara del Agro, el 80% de las tierras productivas de Guatemala, están en manos de pequeños productores, que subutilizan, o sobreexplotan las tierras, al no tener ningún conocimiento técnico para darle el uso adecuado al suelo, y mantenerlo para las futuras generaciones. El problema del acceso a la tierra es la falta de educación y la falta de mecanismos gubernamentales o privados, para financiar la producción agrícola de pequeños y micro productores, así como la falta de capacidades organizativas para abastecer los mercados nacionales e internacionales con 3 factores: calidad, disponibilidad y precios competitivos.
En la ecuación de la productividad agrícola, la tierra es solo un factor: tierra + acceso a capital + capacidad técnica + mercado + prácticas de conservación; de allí parten los infames resultados de las acciones del gobierno y ONG ‘s, de la repartición de tierras. He visto resultados nefastos en la repartición de tierras, de las mejores tierras del país, porque lo único que hicieron los del gobierno o la entidad que financio la compra de fincas, fue entregarles la tierra a los productores, y luego se fueron.
¿Qué creen ustedes que es lo primero que pasa cuando el campesino tiene en su poder, escriturado y todo en ley, desde 5 hasta 32 manzanas o más? Pues si no saben la respuesta, se las voy a decir, ¡la VENDEN!!!, y luego se chupan el dinero (literalmente), y vuelven otra vez a buscar unirse a otro grupo de desposeídos (de hecho, ya hay bandas de delincuentes, que se dedican a robar tierras y tienen las conexiones con diputados y empleados de programas gubernamentales, para la compra de las fincas robadas), para repetir el proceso.
Por eso mismo, a un amigo que me consulto sobre si le regalaba 10 manzanas a cada uno de sus trabajadores, que por años habían estado trabajando con él en la finca de su papa, le dije que no, le dije que si les repartía la tierra, les estaba repartiendo la pobreza, que mejor creara un sistema interno en la finca, en la que podía alquilar pequeñas porciones de la finca, a los mejores empleados y financiarles su actividad agrícola, capacitarlos continuamente, para después comercializar la cosecha en conjunto, para lograr mejores precios en el mercado y aumentar el ingreso para todos, y de esa manera, disminuir la presión social de las comunidades aledañas a su finca, integrando a todos a un modelo de desarrollo sostenible.
De la otra manera, lo único que hubiera logrado seria, perder la herencia de su papa, para que luego otros la compraran por pedazos, y las personas a quien el amablemente (o tontamente) les hubiera regalado la tierra, igual hubieran seguido presionando a la finca, después de que vendieran sus porciones de tierra.
A estas alturas de la columna, creo que usted querido lector, ya está de acuerdo conmigo, por lo que lo invito a pensar en un modelo de desarrollo sostenible para la Guatemala, y si es posible que nos lo comparta para socializarlo y lograr que las agencias de gobierno y las ONG´s financiadas por los países amigos, cambien su proceder y que sus acciones contribuyan a mejorar la calidad de vida de las familias rurales, y no al contrario.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Repartir tierra, es repartir pobreza

Redacción
19 de octubre, 2016

El acceso a la tierra ha sido un problema en América desde hace varios siglos, y es un problema que ha venido acarreando otra serie de problemas mayores, que al final lo que generan es conflictividad e inestabilidad para la inversión nacional y extranjera.
En Guatemala el tema del acceso a la tierra, y los derechos ancestrales es una cantaleta de todos los días, de parte de grupos financiados por ONG ´s de países “amigos”, que supuestamente apoyan a los grupos de desposeídos para que se apropien de grandes extensiones de tierra, propiedad de los “grandes explotadores”, llámese así, a cualquier persona que, por esfuerzo propio, o por herencia, posea más de una caballería de terreno que sea del interés de estos grupos.
El problema del acceso a la tierra, no es la tierra per se, porque de acuerdo a números de la Cámara del Agro, el 80% de las tierras productivas de Guatemala, están en manos de pequeños productores, que subutilizan, o sobreexplotan las tierras, al no tener ningún conocimiento técnico para darle el uso adecuado al suelo, y mantenerlo para las futuras generaciones. El problema del acceso a la tierra es la falta de educación y la falta de mecanismos gubernamentales o privados, para financiar la producción agrícola de pequeños y micro productores, así como la falta de capacidades organizativas para abastecer los mercados nacionales e internacionales con 3 factores: calidad, disponibilidad y precios competitivos.
En la ecuación de la productividad agrícola, la tierra es solo un factor: tierra + acceso a capital + capacidad técnica + mercado + prácticas de conservación; de allí parten los infames resultados de las acciones del gobierno y ONG ‘s, de la repartición de tierras. He visto resultados nefastos en la repartición de tierras, de las mejores tierras del país, porque lo único que hicieron los del gobierno o la entidad que financio la compra de fincas, fue entregarles la tierra a los productores, y luego se fueron.
¿Qué creen ustedes que es lo primero que pasa cuando el campesino tiene en su poder, escriturado y todo en ley, desde 5 hasta 32 manzanas o más? Pues si no saben la respuesta, se las voy a decir, ¡la VENDEN!!!, y luego se chupan el dinero (literalmente), y vuelven otra vez a buscar unirse a otro grupo de desposeídos (de hecho, ya hay bandas de delincuentes, que se dedican a robar tierras y tienen las conexiones con diputados y empleados de programas gubernamentales, para la compra de las fincas robadas), para repetir el proceso.
Por eso mismo, a un amigo que me consulto sobre si le regalaba 10 manzanas a cada uno de sus trabajadores, que por años habían estado trabajando con él en la finca de su papa, le dije que no, le dije que si les repartía la tierra, les estaba repartiendo la pobreza, que mejor creara un sistema interno en la finca, en la que podía alquilar pequeñas porciones de la finca, a los mejores empleados y financiarles su actividad agrícola, capacitarlos continuamente, para después comercializar la cosecha en conjunto, para lograr mejores precios en el mercado y aumentar el ingreso para todos, y de esa manera, disminuir la presión social de las comunidades aledañas a su finca, integrando a todos a un modelo de desarrollo sostenible.
De la otra manera, lo único que hubiera logrado seria, perder la herencia de su papa, para que luego otros la compraran por pedazos, y las personas a quien el amablemente (o tontamente) les hubiera regalado la tierra, igual hubieran seguido presionando a la finca, después de que vendieran sus porciones de tierra.
A estas alturas de la columna, creo que usted querido lector, ya está de acuerdo conmigo, por lo que lo invito a pensar en un modelo de desarrollo sostenible para la Guatemala, y si es posible que nos lo comparta para socializarlo y lograr que las agencias de gobierno y las ONG´s financiadas por los países amigos, cambien su proceder y que sus acciones contribuyan a mejorar la calidad de vida de las familias rurales, y no al contrario.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo