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Empleo o migración y criminalidad

Alfonso Muralles
05 de octubre, 2016

El fortalecimiento de todo mecanismo que facilite el comercio exterior, exportación y turismo, es la mejor forma de generar empleos directos, nuevos, formales, que traen consigo la generación de nuevos empleos indirectos, muchos de los cuales no serán necesariamente formales, pero que igualmente servirán para llevar pan para la mesa familiar de los involucrados. El eufemismo de “lleva pan de la mesa” en realidad quiere decir tener la capacidad de satisfacer aquellas necesidades que se cubren por la vía del consumo de bienes y servicios. Que haya con qué comprar.
Por llevarse a cabo por medio de operaciones comerciales en las que participan empresas y personas ubicadas en 2 o más países, el comercio exterior está sometido, obligadamente, a leyes de mercado globalizadas. Algunos productos se venden a precios que son establecidos por bolsas internacionales. La competencia es dura y las posibilidades de éxito pasan, necesariamente, por el trabajo coordinado entre el sector privado productor/exportador y el gobierno, legislativo y ejecutivo, facilitador.
En esa dura competencia internacional, algunos gobiernos tienen claro que la motivación para inversiones (no sólo se trata de atraer inversiones del exterior, también se trata de motivar las inversiones locales) vinculadas con comercio exterior está directamente relacionada con las condiciones favorables que se puedan ofrecer: infraestructura eficiente en puertos y aeropuertos, aduanas agiles, buenas carreteras, acceso a energía eléctrica, mano de obra calificada (para algunos sectores les es suficiente que exista mano de obra rápidamente calificable), certeza jurídica en lo fiscal, laboral, registral. A ese conjunto de condiciones favorables les podemos llamar incentivos, y el país que los ofrece es privilegiado.
No es difícil establecer que Guatemala, hoy, no esta preparada para ofrecer la mayoría de los incentivos mencionados en el párrafo anterior. Aspirar a tenerlos, bien podría darle sentido a un plan de gobierno.
Mientras eso llega, tanto el plan, como los recursos necesarios para su ejecución y la ejecución misma, algunos incentivos alternativos ya han sido desarrollados y han sido, además, internacionalmente aceptados y regulados. No se trata pues, de inventar el agua azucarada. Se trata de aceptar que en un momento dado en el desarrollo económico de un país existen mecanismos, que serán temporales en la medida en que el plan de largo plazo avance, para la generación pronta de empleo.
Es condición sine qua non que se incentiven únicamente aquellas actividades vinculadas con la exportación de bienes y servicios, y sus cadenas productivas. Si se incentiva la manufactura de prendas de vestir para la exportación, por ejemplo, que se incentive también a sus proveedores de telas, hilos, botones, etiquetas, elásticos. No se trata de destruir o dañar al comerciante local, pequeño o grande, más bien se trata de generarle consumidores.
La construcción de una Guatemala más incluyente, en lo social y económico, dejó de pasar por la exacerbación de las contradicciones al destruir o afectar infraestructura productiva y a sus propietarios. Firmamos la Paz hace 20 años. Hoy pasa por caminos democráticos que deberán rendir frutos en tiempos democráticos. Mientras se transitan esos caminos, la urgente necesidad de empleo no debe resolverse, solamente, con medidas desesperadas, migración o criminalidad.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo