Recuerdo pocas cosas de mi infancia. Hay algunas cuya impronta marcó mi alma y mi ser. La muerte de mi padre a mi temprana edad, las cuitas de adolescencia, mi primer trabajo. Entre las cosas que recuerdo es que en algún momento aprendí a leer. Hoy 2016 leo, leo, leo. La lectura me enseñó a recuperar mis recuerdos en la palabra escrita.
La palabra escrita nos hace humanos. Prohibir que escriba, que me pronuncie contra la arbitrariedad es condenarme a des-humanizarme. Humanizarse es la única condición que no es cuantitativa sino cualitativa que distingue a los hombres de los animales. Siendo humanos hacemos religión, ciencia, política y fundamentamos la moral que nos conduce a la convivencia pacífica unos con otros.
La Constitución Política de Guatemala fue concebida para limitar los exabruptos de los gobernantes y fijarles límites a un poder que destruya los cimientos de la vida civilizada. La humanidad consiste en no des-humanizarnos.
No quiero pensar, manifestar, movilizarme de mi domicilio. Hacerlo se ha convertido en un hecho punible en Guatemala. Sin embargo si puedo seguir siendo ser humano. No dejar que los instintos y la barbarie se apoderen de mi condición humana y la destruyan.
No expreso pensamientos, hablan mis entrañas, esa furia salvaje que brota de las emociones humanas cuando agreden mi individualidad. Me protejo bajo el dintel de mi hogar Guatemala. No soy un a-patrida, tengo un fuero, un dintel que me protege Guatemala.
El 24 de abril de 1915 por la fuerza pública otomana fueron arrestados los intelectuales armenios. De 1915 a 1917 hubo matanzas totales de armenios patrocinadas por el Estado. Muchos individuos quedaron a-patridas. Con la intervención de Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos de América creo una nueva Armenia que fracasó. El país fue intervenido y absorbido por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Hoy extinta.
Armenia hoy es parcialmente libre. Mi patria sufre más. Deteriorada por sus heces, podredumbre y escoria que brotan a borbotones donde surge cualquier amenaza de lluvia de cualquier índole y arrastradas por el vendaval que ahora anula cualquier fundamento.
Intereses propios, ajenos, disputas de todo tipo obligan a la desconsolación sobre la base de un Estado de Derecho pero al coraje de espíritu que hará que eliminemos cualquier intimidación provocada por aquellos que predican y no se convierten.
Lamento mucho, las decisiones tomadas por seres des-humanizados que quieren robar la individualidad de su sustento político la Constitución Política de Guatemala. No aprendamos el miedo y el terror de Estado. Aprendamos a estar unidos, fuetes para que no nos arrastre el vendaval.
República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo
Recuerdo pocas cosas de mi infancia. Hay algunas cuya impronta marcó mi alma y mi ser. La muerte de mi padre a mi temprana edad, las cuitas de adolescencia, mi primer trabajo. Entre las cosas que recuerdo es que en algún momento aprendí a leer. Hoy 2016 leo, leo, leo. La lectura me enseñó a recuperar mis recuerdos en la palabra escrita.
La palabra escrita nos hace humanos. Prohibir que escriba, que me pronuncie contra la arbitrariedad es condenarme a des-humanizarme. Humanizarse es la única condición que no es cuantitativa sino cualitativa que distingue a los hombres de los animales. Siendo humanos hacemos religión, ciencia, política y fundamentamos la moral que nos conduce a la convivencia pacífica unos con otros.
La Constitución Política de Guatemala fue concebida para limitar los exabruptos de los gobernantes y fijarles límites a un poder que destruya los cimientos de la vida civilizada. La humanidad consiste en no des-humanizarnos.
No quiero pensar, manifestar, movilizarme de mi domicilio. Hacerlo se ha convertido en un hecho punible en Guatemala. Sin embargo si puedo seguir siendo ser humano. No dejar que los instintos y la barbarie se apoderen de mi condición humana y la destruyan.
No expreso pensamientos, hablan mis entrañas, esa furia salvaje que brota de las emociones humanas cuando agreden mi individualidad. Me protejo bajo el dintel de mi hogar Guatemala. No soy un a-patrida, tengo un fuero, un dintel que me protege Guatemala.
El 24 de abril de 1915 por la fuerza pública otomana fueron arrestados los intelectuales armenios. De 1915 a 1917 hubo matanzas totales de armenios patrocinadas por el Estado. Muchos individuos quedaron a-patridas. Con la intervención de Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos de América creo una nueva Armenia que fracasó. El país fue intervenido y absorbido por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Hoy extinta.
Armenia hoy es parcialmente libre. Mi patria sufre más. Deteriorada por sus heces, podredumbre y escoria que brotan a borbotones donde surge cualquier amenaza de lluvia de cualquier índole y arrastradas por el vendaval que ahora anula cualquier fundamento.
Intereses propios, ajenos, disputas de todo tipo obligan a la desconsolación sobre la base de un Estado de Derecho pero al coraje de espíritu que hará que eliminemos cualquier intimidación provocada por aquellos que predican y no se convierten.
Lamento mucho, las decisiones tomadas por seres des-humanizados que quieren robar la individualidad de su sustento político la Constitución Política de Guatemala. No aprendamos el miedo y el terror de Estado. Aprendamos a estar unidos, fuetes para que no nos arrastre el vendaval.
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