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Woke

Carolina Castellanos |
03 de diciembre, 2021

Aquí les va otra de esas palabritas extrañas. Por sí sola no significa nada. En inglés, si la unimos con “up” significa despertarse. Seguramente de allí viene esta nueva tendencia. 

“Capital woke” se refiere a las empresas que promueven activamente una causa social. La diferencia con las muchas empresas orgullosamente guatemaltecas que apoyan causas sociales en beneficio de la educación, la niñez, la lucha contra el cáncer, etc., las ahora clasificadas como woke son aquellas que giran su negocio para mostrar su afinidad con los movimientos de izquierda.

Desde hace algún tiempo me he preguntado por qué las grandes corporaciones en Estados Unidos deciden apoyar un movimiento que socava los fundamentos sobre los cuales han construido su imperio. Tradicionalmente han estado alineadas a la derecha del espectro, o sea, a la promoción de la libertad y a la obtención de utilidades al ofrecer bienes y servicios que satisfacen un sinfín de necesidades. Generan empleos, invierten, pagan impuestos y crean riqueza.

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Las woke hacen causa común con los radicales de la izquierda cultural. Ésta ya no tiene el enfoque clasista tradicional (lucha de clases, ricos y pobres), sino que navegan en la política de identidad. La ideología sigue siendo el centro de todo y la que guía su actuar. 

El mantra es “no podemos seguir con un sistema económico movido por valores egoístas, tales como las utilidades de corto plazo” (Klaus Schwab, uno de los “líderes” de este movimiento). 

Se dice que las grandes corporaciones que han girado el enfoque de sus negocios hacia esta “cultura” lo hacen como mecanismo de auto preservación para protegerse de las “turbas voraces”, sean virtuales o físicas. Tienen suficiente dinero para hacerlo sin arriesgar su patrimonio. Naturalmente, las empresas medianas y pequeñas no pueden hacerlo.

Vivimos en una sociedad sumamente compleja y cambiante. Es indiscutible que los movimientos de izquierda han permeado a lo largo y ancho de los valores, creencias y forma de vida tradicionales. La aceptación de personas pertenecientes a grupos minoritarios, como la comunidad LGBTI, indígenas, personas con alguna discapacidad, abortistas, feministas, etc., se convirtió en una exigencia. 

Hoy en día se tiene que contratar a alguno de ellos o las empresas serán condenadas socialmente. Ya no importa tanto la capacidad sino cumplir con ese “mandato social” de estos movimientos. Los políticos de turno deciden apoyarlos porque es “políticamente correcto”.

Este movimiento woke aún no llega a Guatemala pero, como aquí todo lo copiamos, no tardará.  Lo bueno es que no tenemos empresas tan gigantescas que puedan darse el lujo de perder algunos millones de quetzales para apoyarlo. Adicionalmente, aún somos una sociedad muy conservadora y tradicional. Pero, no debemos cantar victoria. Ahora que ya sabemos esto, nos toca hablar de ello y rechazarlo con todo, para conservar lo que aún nos queda de esos valores tradicionales que han hecho que los movimientos de izquierda no penetren…tanto.

Tampoco debemos “dormirnos en nuestros laureles” pues la izquierda está cada vez más cerca. México está a un lado y ahora Honduras del otro. Estados Unidos sigue siendo un socio comercial muy importante y ahora tiene un gobierno de izquierda que ha destruido muchos cimientos en tan solo diez meses. 

Mientras trabajamos, convivimos con amigos y familiares y empezamos a disfrutar de esta época tan linda, no olvidemos que el enemigo nunca duerme y seguirá encontrando formas de hacernos caer en sus garras. La victoria está en nuestras manos.


Fuentes: artículos diversos de Mises Institute y publicación de Panam Post de José Niño.

Woke

Carolina Castellanos |
03 de diciembre, 2021

Aquí les va otra de esas palabritas extrañas. Por sí sola no significa nada. En inglés, si la unimos con “up” significa despertarse. Seguramente de allí viene esta nueva tendencia. 

“Capital woke” se refiere a las empresas que promueven activamente una causa social. La diferencia con las muchas empresas orgullosamente guatemaltecas que apoyan causas sociales en beneficio de la educación, la niñez, la lucha contra el cáncer, etc., las ahora clasificadas como woke son aquellas que giran su negocio para mostrar su afinidad con los movimientos de izquierda.

Desde hace algún tiempo me he preguntado por qué las grandes corporaciones en Estados Unidos deciden apoyar un movimiento que socava los fundamentos sobre los cuales han construido su imperio. Tradicionalmente han estado alineadas a la derecha del espectro, o sea, a la promoción de la libertad y a la obtención de utilidades al ofrecer bienes y servicios que satisfacen un sinfín de necesidades. Generan empleos, invierten, pagan impuestos y crean riqueza.

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Las woke hacen causa común con los radicales de la izquierda cultural. Ésta ya no tiene el enfoque clasista tradicional (lucha de clases, ricos y pobres), sino que navegan en la política de identidad. La ideología sigue siendo el centro de todo y la que guía su actuar. 

El mantra es “no podemos seguir con un sistema económico movido por valores egoístas, tales como las utilidades de corto plazo” (Klaus Schwab, uno de los “líderes” de este movimiento). 

Se dice que las grandes corporaciones que han girado el enfoque de sus negocios hacia esta “cultura” lo hacen como mecanismo de auto preservación para protegerse de las “turbas voraces”, sean virtuales o físicas. Tienen suficiente dinero para hacerlo sin arriesgar su patrimonio. Naturalmente, las empresas medianas y pequeñas no pueden hacerlo.

Vivimos en una sociedad sumamente compleja y cambiante. Es indiscutible que los movimientos de izquierda han permeado a lo largo y ancho de los valores, creencias y forma de vida tradicionales. La aceptación de personas pertenecientes a grupos minoritarios, como la comunidad LGBTI, indígenas, personas con alguna discapacidad, abortistas, feministas, etc., se convirtió en una exigencia. 

Hoy en día se tiene que contratar a alguno de ellos o las empresas serán condenadas socialmente. Ya no importa tanto la capacidad sino cumplir con ese “mandato social” de estos movimientos. Los políticos de turno deciden apoyarlos porque es “políticamente correcto”.

Este movimiento woke aún no llega a Guatemala pero, como aquí todo lo copiamos, no tardará.  Lo bueno es que no tenemos empresas tan gigantescas que puedan darse el lujo de perder algunos millones de quetzales para apoyarlo. Adicionalmente, aún somos una sociedad muy conservadora y tradicional. Pero, no debemos cantar victoria. Ahora que ya sabemos esto, nos toca hablar de ello y rechazarlo con todo, para conservar lo que aún nos queda de esos valores tradicionales que han hecho que los movimientos de izquierda no penetren…tanto.

Tampoco debemos “dormirnos en nuestros laureles” pues la izquierda está cada vez más cerca. México está a un lado y ahora Honduras del otro. Estados Unidos sigue siendo un socio comercial muy importante y ahora tiene un gobierno de izquierda que ha destruido muchos cimientos en tan solo diez meses. 

Mientras trabajamos, convivimos con amigos y familiares y empezamos a disfrutar de esta época tan linda, no olvidemos que el enemigo nunca duerme y seguirá encontrando formas de hacernos caer en sus garras. La victoria está en nuestras manos.


Fuentes: artículos diversos de Mises Institute y publicación de Panam Post de José Niño.