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Alfonso Carrillo, el abogado manipulador y con delirio de persecución

Es un “genio malévolo, es muy malo, extravagante, misterioso, extraño y todo en su vida es oscuro”, indica una fuente al describir al abogado Alfonso Carrillo.

Abogado Alfonso Carrillo Marroquín.
Luis Gonzalez
17 de febrero, 2022

Desde hace más de tres años el abogado Alfonso Carrillo Marroquín no pone en pie en Guatemala. Su bufete Servicios Profesionales Carrillo y Carrillo sigue funcionando, pero él salió del país porque asegura que se siente inseguro y perseguido.

Pero además de la desconfianza que siempre ha manifestado a quienes lo han tratado, Carrillo fue perdiendo poder en los últimos años. Primero el sector privado, que lo tenía como un asesor confiable, lo alejó y le cerró las puertas.

Más tarde, con la salida de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en 2019, también se quedó sin un aliado de sus causas y casos legales que agilizaba con ayuda de los comisionados.

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Solo le quedaba un brazo fuerte para que sus acciones prosperaran en el sistema de justicia: la Corte de Constitucionalidad (CC) bajo el mando de Gloria Porras, pero esto terminó en abril de 2021.

Carrillo, acostumbrado a tener el control y poder porque lo contrario no lo soporta, se alejó de Guatemala, aunque sigue operando por medio de sus abogados y mediante personas o grupos que todavía le son leales por alguna deuda pasada o por supuesta afinidad ideológica.

A partir de 2021 los aires son contrarios al abogado que dirigió el bufete que durante algún tiempo fue el más importante del país y el que cobraba los más altos honorarios. Sigue intentando influir en eventos del sistema de justicia, siempre usando a otros como es su costumbre, pero ya no cuenta con sus aliados y, además, la actual CC le puso un alto con el fallo que ordenó al Ministerio Público investigarlo.

“Genio malévolo”

Alfonso Carrillo Marroquín nació en la capital de Guatemala el jueves 7 de abril de 1960. Llegó a un hogar donde ser abogado era la tradición. Su abuelo, también llamado Alfonso, fundó el bufete que luego quedó en manos de su padre Alfonso Carrillo Castillo, quien después lo cedió, en condiciones no muy claras, a su hijo que sigue al mando y dirigiéndolo desde Estados Unidos, su residencia actual. 

El abogado Carrillo Marroquín, como muchos de su generación y de clase media, estudió en el Colegio Liceo Guatemala. Se graduó de abogado en la Universidad Rafael Landívar y siempre destacó por su dedicación al estudio y al trabajo. Aunque es un “brillante abogado”, tiene una fuerte inclinación por la economía y las finanzas, asegura uno de sus colegas consultados.

Llegó al bufete de su padre y pronto fue notoria su presencia. Antes de los 40 años pudo influir y tocar puertas para que su padre, Alfonso Carrillo Castillo, ocupara una silla en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y dirigiera uno de los tres poderes del Estado.

Quienes lo conocen durante muchos años, reconocen su inteligencia y capacidad de trabajo. Una jornada del abogado puede extenderse hasta por más de 48 horas sin descanso. 

Es tal su entrega que más de alguna de las fuentes consultadas indican que llega al extremo de “enfermedad”. Y tiene la capacidad de transmitir esa energía a su equipo de trabajo, ya sea en su bufete, en las organizaciones donde participa o con las personas con las que comparte sus planes de una “Guatemala mejor”.

Después de escuchar a quienes lo han tratado de cerca, se concluye que Carrillo Marroquín padece de paranoia.

"Es raro, secretivo y siempre pareciera que lo están persiguiendo”. Le gusta tener el control de todo y cuando lo pierde no sabe qué hacer. Es estratégico, sabe anticiparse y ve lo que otros no observan. Ello le permitió, durante muchos años, salir siempre adelante y lograr sus objetivos que apuntan a un fin monetario, comentaron los entrevistados.

A sus cercanos siempre les dijo que solo aceptaba clientes que pudieran pagar sus altos honorarios. Llegó a facturar hasta US$2 millones mensuales y contar con un bufete de 150 empleados, y siempre su foco fue el dinero. Es más, en la mayor parte de sus cobros no hubo reporte del pago de impuestos en Guatemala porque todo lo manejaba fuera del país.

Aparenta sencillez y una entrega sin intereses a causas que él dice a favor de la justicia de Guatemala, pero no hay tales, afirman quienes lo conocen.

“No tiene escrúpulos en el trato con sus empleados”, indicó una fuente que laboró un corto tiempo en su bufete. Pero no es solo con sus empleados. Su hermana menor Analucía, también abogada, presentó tres denuncias en su contra.

Reclama honorarios notariales y otros derechos laborales por más de 30 años de servicio en el bufete que su padre fundó y su hermano mayor tomó por completo mediante argucias que, a ella, y a sus otros hermanos, los dejó sin ninguna participación accionaria. 

En este caso, aunque es su hermana, Carrillo Marroquín no se quedó con los brazos cruzados y la demandó. Hasta la fecha ha presentado cinco denuncias por diferentes motivos contra Analucía. Cuatro a nombre del bufete y una él, de manera directa. Los abogados en estos procesos son dos exmandatarios de la CICIG y otro que simpatiza con la extinta comisión.

Esta relación con abogados que representaron a la CICIG da una idea de la cercanía que tuvo con esa entidad, sobre todo durante la gestión del colombiano Iván Velásquez Gómez. El abogado Carrillo Marroquín negó, durante una entrevista con el medio Plaza Pública, haber asesorado y recibido algún pago de la CICIG, pero como se expondrá en otros reportajes, su fin para acercarse a esta institución siempre fue obtener beneficios económicos y agilizar algunos casos a cargo de su bufete.

Es un “genio malévolo, es muy malo, extravagante, misterioso, extraño y todo en su vida es oscuro”, relató una de las fuentes consultadas cuando se le pidió describir al abogado Carrillo Marroquín.

“Manipula a las personas de tal forma que hacen lo que él quiere y es desconfiado al extremo que no deja nada por escrito, pero sí se cuida con que los demás dejen constancias de sus actos”, añadió otra fuente que pidió no ser citada porque considera que el abogado todavía tiene poder para hacer daño.

Es tal su control sobre las personas, no importan quiénes sean, que puede convencerlos de decir o actuar en la forma que él busca. Así ocurrió con el primer comisionado de la CICIG, Carlos Castresana, en el caso del abogado Conrado Reyes. 

Reyes fue nombrado Fiscal General por el expresidente Álvaro Colom, pero fue destituido a los pocos días porque Castresana salió diciendo que tenía vínculos con el crimen organizado y a raíz de ello el abogado presentó un amparo, su recurso legal preferido. 

Hasta la fecha no existe ningún proceso legal contra Reyes por ese señalamiento, pero el hecho quedó marcado en la vida profesional del abogado. Detrás de esta confabulación estuvo Carrillo Marroquín, aseguran personas que vivieron de cerca lo ocurrido y recuerdan que tras la salida de Reyes, fue nombrada la abogada Claudia Paz y Paz.

Existe otra característica que describe el proceder de Carrillo Marroquín. Se acerca a las personas o instituciones, muestra interés profesional o personal, conoce sus casos, preocupaciones, las estudia y luego busca el beneficio propio. Como siempre va adelante de los demás, tiene la capacidad para saber en qué momento puede obtener lo que siempre busca: dinero y poder.

Algunas de las personas víctimas del abogado, aseguran que recibieron amenazas, pero no de manera directa. Siempre usa a “peones” para enviar su mensaje. “Son personas perversas y él es rencoroso”, concluye una fuente que tuvo un incidente con Carrillo Marroquín y sus allegados, y prefiere dejar el asunto en el olvido.

Con sus clientes el abogado muestra su otro rostro. “Es jovial y busca entrar hasta en la cocina de los clientes, es decir, ganar su confianza, aunque después, como sucedió con algunos, los traicione”, añade otro de los entrevistados que también pidió no ser citado.

Acerca de su inclinación ideológica todo indica que no está definida. No es de derecha o de izquierda, aunque más de algunas fuente concluye que el “sueño” del abogado es instaurar en Guatemala un “régimen demócrata de izquierda”.

Pero al final de cada conversación se concluye que solo lo mueve la ambición al dinero y al poder. “En Guatemala obtuvo beneficios económicos del sector privado y ahora es seguro que toma ventaja económica de la comunidad internacional de izquierda”, comentó una de las fuentes que resaltó el afán del abogado por acumular inmuebles.

Tal vez por todo lo anterior Carrillo Marroquín prefiere la soledad. No se le conoce vida social. Solo se sabe que gusta del arte, el buen vino y escuchar música clásica. Su vida ahora se desarrolla en Boston, Estados Unidos, junto con su segunda esposa, también abogada.

Es seguro que en ese país no padece el delirio de persecución que tenía en Guatemala, pero Carrillo Marroquín ha de extrañar los días en que un amparo suyo paralizaba elecciones, quitaba a funcionarios o detenía decisiones del Presidente. El poder que un día tenía se esfumó, así como se perdió la armonía familiar por la ambición al dinero y su deseo por controlar todo a su alrededor.

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Alfonso Carrillo, el abogado manipulador y con delirio de persecución

Es un “genio malévolo, es muy malo, extravagante, misterioso, extraño y todo en su vida es oscuro”, indica una fuente al describir al abogado Alfonso Carrillo.

Abogado Alfonso Carrillo Marroquín.
Luis Gonzalez
17 de febrero, 2022

Desde hace más de tres años el abogado Alfonso Carrillo Marroquín no pone en pie en Guatemala. Su bufete Servicios Profesionales Carrillo y Carrillo sigue funcionando, pero él salió del país porque asegura que se siente inseguro y perseguido.

Pero además de la desconfianza que siempre ha manifestado a quienes lo han tratado, Carrillo fue perdiendo poder en los últimos años. Primero el sector privado, que lo tenía como un asesor confiable, lo alejó y le cerró las puertas.

Más tarde, con la salida de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en 2019, también se quedó sin un aliado de sus causas y casos legales que agilizaba con ayuda de los comisionados.

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Solo le quedaba un brazo fuerte para que sus acciones prosperaran en el sistema de justicia: la Corte de Constitucionalidad (CC) bajo el mando de Gloria Porras, pero esto terminó en abril de 2021.

Carrillo, acostumbrado a tener el control y poder porque lo contrario no lo soporta, se alejó de Guatemala, aunque sigue operando por medio de sus abogados y mediante personas o grupos que todavía le son leales por alguna deuda pasada o por supuesta afinidad ideológica.

A partir de 2021 los aires son contrarios al abogado que dirigió el bufete que durante algún tiempo fue el más importante del país y el que cobraba los más altos honorarios. Sigue intentando influir en eventos del sistema de justicia, siempre usando a otros como es su costumbre, pero ya no cuenta con sus aliados y, además, la actual CC le puso un alto con el fallo que ordenó al Ministerio Público investigarlo.

“Genio malévolo”

Alfonso Carrillo Marroquín nació en la capital de Guatemala el jueves 7 de abril de 1960. Llegó a un hogar donde ser abogado era la tradición. Su abuelo, también llamado Alfonso, fundó el bufete que luego quedó en manos de su padre Alfonso Carrillo Castillo, quien después lo cedió, en condiciones no muy claras, a su hijo que sigue al mando y dirigiéndolo desde Estados Unidos, su residencia actual. 

El abogado Carrillo Marroquín, como muchos de su generación y de clase media, estudió en el Colegio Liceo Guatemala. Se graduó de abogado en la Universidad Rafael Landívar y siempre destacó por su dedicación al estudio y al trabajo. Aunque es un “brillante abogado”, tiene una fuerte inclinación por la economía y las finanzas, asegura uno de sus colegas consultados.

Llegó al bufete de su padre y pronto fue notoria su presencia. Antes de los 40 años pudo influir y tocar puertas para que su padre, Alfonso Carrillo Castillo, ocupara una silla en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y dirigiera uno de los tres poderes del Estado.

Quienes lo conocen durante muchos años, reconocen su inteligencia y capacidad de trabajo. Una jornada del abogado puede extenderse hasta por más de 48 horas sin descanso. 

Es tal su entrega que más de alguna de las fuentes consultadas indican que llega al extremo de “enfermedad”. Y tiene la capacidad de transmitir esa energía a su equipo de trabajo, ya sea en su bufete, en las organizaciones donde participa o con las personas con las que comparte sus planes de una “Guatemala mejor”.

Después de escuchar a quienes lo han tratado de cerca, se concluye que Carrillo Marroquín padece de paranoia.

"Es raro, secretivo y siempre pareciera que lo están persiguiendo”. Le gusta tener el control de todo y cuando lo pierde no sabe qué hacer. Es estratégico, sabe anticiparse y ve lo que otros no observan. Ello le permitió, durante muchos años, salir siempre adelante y lograr sus objetivos que apuntan a un fin monetario, comentaron los entrevistados.

A sus cercanos siempre les dijo que solo aceptaba clientes que pudieran pagar sus altos honorarios. Llegó a facturar hasta US$2 millones mensuales y contar con un bufete de 150 empleados, y siempre su foco fue el dinero. Es más, en la mayor parte de sus cobros no hubo reporte del pago de impuestos en Guatemala porque todo lo manejaba fuera del país.

Aparenta sencillez y una entrega sin intereses a causas que él dice a favor de la justicia de Guatemala, pero no hay tales, afirman quienes lo conocen.

“No tiene escrúpulos en el trato con sus empleados”, indicó una fuente que laboró un corto tiempo en su bufete. Pero no es solo con sus empleados. Su hermana menor Analucía, también abogada, presentó tres denuncias en su contra.

Reclama honorarios notariales y otros derechos laborales por más de 30 años de servicio en el bufete que su padre fundó y su hermano mayor tomó por completo mediante argucias que, a ella, y a sus otros hermanos, los dejó sin ninguna participación accionaria. 

En este caso, aunque es su hermana, Carrillo Marroquín no se quedó con los brazos cruzados y la demandó. Hasta la fecha ha presentado cinco denuncias por diferentes motivos contra Analucía. Cuatro a nombre del bufete y una él, de manera directa. Los abogados en estos procesos son dos exmandatarios de la CICIG y otro que simpatiza con la extinta comisión.

Esta relación con abogados que representaron a la CICIG da una idea de la cercanía que tuvo con esa entidad, sobre todo durante la gestión del colombiano Iván Velásquez Gómez. El abogado Carrillo Marroquín negó, durante una entrevista con el medio Plaza Pública, haber asesorado y recibido algún pago de la CICIG, pero como se expondrá en otros reportajes, su fin para acercarse a esta institución siempre fue obtener beneficios económicos y agilizar algunos casos a cargo de su bufete.

Es un “genio malévolo, es muy malo, extravagante, misterioso, extraño y todo en su vida es oscuro”, relató una de las fuentes consultadas cuando se le pidió describir al abogado Carrillo Marroquín.

“Manipula a las personas de tal forma que hacen lo que él quiere y es desconfiado al extremo que no deja nada por escrito, pero sí se cuida con que los demás dejen constancias de sus actos”, añadió otra fuente que pidió no ser citada porque considera que el abogado todavía tiene poder para hacer daño.

Es tal su control sobre las personas, no importan quiénes sean, que puede convencerlos de decir o actuar en la forma que él busca. Así ocurrió con el primer comisionado de la CICIG, Carlos Castresana, en el caso del abogado Conrado Reyes. 

Reyes fue nombrado Fiscal General por el expresidente Álvaro Colom, pero fue destituido a los pocos días porque Castresana salió diciendo que tenía vínculos con el crimen organizado y a raíz de ello el abogado presentó un amparo, su recurso legal preferido. 

Hasta la fecha no existe ningún proceso legal contra Reyes por ese señalamiento, pero el hecho quedó marcado en la vida profesional del abogado. Detrás de esta confabulación estuvo Carrillo Marroquín, aseguran personas que vivieron de cerca lo ocurrido y recuerdan que tras la salida de Reyes, fue nombrada la abogada Claudia Paz y Paz.

Existe otra característica que describe el proceder de Carrillo Marroquín. Se acerca a las personas o instituciones, muestra interés profesional o personal, conoce sus casos, preocupaciones, las estudia y luego busca el beneficio propio. Como siempre va adelante de los demás, tiene la capacidad para saber en qué momento puede obtener lo que siempre busca: dinero y poder.

Algunas de las personas víctimas del abogado, aseguran que recibieron amenazas, pero no de manera directa. Siempre usa a “peones” para enviar su mensaje. “Son personas perversas y él es rencoroso”, concluye una fuente que tuvo un incidente con Carrillo Marroquín y sus allegados, y prefiere dejar el asunto en el olvido.

Con sus clientes el abogado muestra su otro rostro. “Es jovial y busca entrar hasta en la cocina de los clientes, es decir, ganar su confianza, aunque después, como sucedió con algunos, los traicione”, añade otro de los entrevistados que también pidió no ser citado.

Acerca de su inclinación ideológica todo indica que no está definida. No es de derecha o de izquierda, aunque más de algunas fuente concluye que el “sueño” del abogado es instaurar en Guatemala un “régimen demócrata de izquierda”.

Pero al final de cada conversación se concluye que solo lo mueve la ambición al dinero y al poder. “En Guatemala obtuvo beneficios económicos del sector privado y ahora es seguro que toma ventaja económica de la comunidad internacional de izquierda”, comentó una de las fuentes que resaltó el afán del abogado por acumular inmuebles.

Tal vez por todo lo anterior Carrillo Marroquín prefiere la soledad. No se le conoce vida social. Solo se sabe que gusta del arte, el buen vino y escuchar música clásica. Su vida ahora se desarrolla en Boston, Estados Unidos, junto con su segunda esposa, también abogada.

Es seguro que en ese país no padece el delirio de persecución que tenía en Guatemala, pero Carrillo Marroquín ha de extrañar los días en que un amparo suyo paralizaba elecciones, quitaba a funcionarios o detenía decisiones del Presidente. El poder que un día tenía se esfumó, así como se perdió la armonía familiar por la ambición al dinero y su deseo por controlar todo a su alrededor.