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Alfonso Carrillo, la mano que mece la cuna de la justicia desde 1999 (parte II)

Alfonso Carrillo Marroquín promovió a su padre como magistrado de la CSJ por dos motivos: influir en las decisiones del Organismo Judicial y apropiarse del bufete jurídico de su progenitor.

Alfonso Carrillo. Fotografía Guatemala Times.
Alejandro Palmieri
11 de febrero, 2022

El abogado Alfonso Carrillo Marroquín vive fuera de Guatemala desde el año 2018. Salió apenas unos pocos días después de Iván Velásquez, a quien en septiembre de ese año se le prohibió ingresar en Guatemala. A partir de ese año, y desde el extranjero, ha presentado memoriales en los tribunales y más notoriamente en la Corte de Constitucionalidad (CC), una serie de acciones que le valieron que la propia CC certificara lo conducente (denunciara) al Ministerio Público, por la posible comisión de delitos, pues al estar fuera del territorio nacional, según lo denunciado, no podría haber accionado en nombre propio.

Hasta ahora esa denuncia no ha avanzado en el Ministerio Público, pero a partir de entonces no presentó más acciones judiciales (por lo menos no con su nombre) y se ha limitado a mover sus hilos en organizaciones extranjeras, con el Cyrus Vance Center y el American Bar Association. Desde allá y por medio de esas organizaciones, emite comunicados y gestiona apoyos a distintos operadores de justicia de su predilección.

Pero no siempre fue así. Carrillo Marroquín ejerció durante muchos años una gran influencia en el mundo judicial de Guatemala, ya sea mediante el Bufete Carrillo & Asociados que llegó a ser si no la más, una de las más importantes oficinas de abogados del país, como por medio de organizaciones de la llamada sociedad civil que formó para influir e incidir en decisiones políticas y de nombramientos de magistrados y fiscal general.

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Sus clientes eran industrias nacionales, grupos empreariales de la élite económica y empresas multinacionales que le sirvieron de carta de presentación que usó para avanzar su agenda de poder e influencia. Ahora, aquella oficina no es sino una sombra de lo que fue.

El ascenso de Alfonso Carrillo Marroquín

Lo que inició su ascenso, según personas cercanas y exsocios de Carrillo, fue que convenció a su padre Alfonso Carrillo Castillo, a postularse como magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en 1999.

“Carrillo Castillo era una buena persona y alguien en que se podía confiar”, recuerdan quienes compartieron con él su paso por la CSJ. Eso sí, aseguran que nunca tuvo aspiraciones políticas o de poder y dan cuenta que el responsable de que el padre participara de esos trotes fue su hijo, Alfonso Carrillo Marroquín.

Es así como Carrillo Marroquín, a partir de finales del siglo pasado, incide e influye en las Comisiones de Postulación. En 1999 consigue que su padre sea electo magistrado de la más alta corte del Organismo Judicial. A ello hay que agregar que no contento con hacer magistrado a su progenitor, consigue que sea electo presidente en el último año de esa magistratura en 2003, terminando en el 2004.

El abuelo de Carrillo Marroquín tuvo una práctica profesional privada y es Carrillo Castillo quien crea el Bufete que heredaría luego su hijo, aunque “heredar” no es precisamente lo que sucede.

Cuando Carrillo Castillo fue electo magistrado, su hijo lo convence para desligarse del bufete por cuestiones éticas más que por la dificultad que significaría atender tanto lo público como lo privado. Así, mediante el traspaso de acciones del bufete o alguna operación distinta, pero con ese mismo fin (Carrillo & Asociados es el nombre comercial de la entidad mercantil denominada Servicios Profesionales Carrillo y Carrillo, Sociedad Anónima), Carrillo Marroquín se hace del control del bufete que hace crecer de manera importante durante la magistratura y presidencia de la CSJ del padre.

La CSJ y la influencia de Alfonso Marroquín

Quienes conocen a Carrillo Marroquín opinan que, como mucho de lo que ha hecho en su carrera, llevar a su padre a la CSJ tuvo, desde el inicio, un doble propósito. El primero, que por medio de su padre pudiese él -el hijo- influir en las decisiones judiciales de la Corte Suprema de Justicia.

Aunque Carrillo Marroquín era visto con bastante frecuencia en la Corte, no se puede asegurar que, de hecho, influyera en las decisiones judiciales, a no ser que lo hubiese realizado de manera directa con su padre en el seno de la intimidad. Carrillo Castillo, como se dijo, fue presidente en el último año de esa Corte, pero en los inicios sufrió un infarto y fue sustituido de manera temporal por el vocal primero, como lo estipula la Constitución.

Algunas personas que estuvieron en la CSJ en aquel entonces cuentan que, aunque su padre estuviese convaleciente y ausente de la Corte, Carrillo Marroquín seguía llegando, aunque con menor frecuencia. Una vez el padre se recuperó, las cosas vuelven a ser como antes.

El segundo objetivo que tuvo Carrillo Marroquín en llevar a su padre a la CSJ, fue quedarse con el control y apropiarse del bufete, aseguran exsocios. Y así fue, cuando su padre terminó el período constitucional como magistrado, nunca regresó al control de su antigua oficina, que, desde entonces y hasta su desvinculación “oficial” en 2008, tuvo Carrillo Marroquín.

Pero aunque en ese año se retira del manejo del bufete, sigue teniendo mucha actividad por medio su hijo y otros abogados de la oficina, pero sin involucrar a su hermana, la también abogada, Analucía, a quien nunca deja participar plenamente como su socia. Por este motivo existen una serie de demandas y denuncias recíprocas que, como consecuencia material por lo menos, tienen bajo intervención a esa oficina jurídica.

Carrillo Marroquín, otrora poderoso e influyente abogado, parece haber trazado su trayectoria y creado su red de poder e influencia desde 1999 luego de haber conseguido que su padre fuese elegido magistrado de la Corte Suprema de Justicia.

Se puede especular mucho sobre qué ocurre desde entonces, pero de lo que no hay duda es el auge del bufete (que nunca fue del todo familiar, pues lo controló él siempre) que se da a partir de entonces y con ello unió el destino de esa empresa al propio. No obstante, así como lo llevó a ser una de las más importantes oficinas jurídicas del país, por su ambición, también lo trajo abajo. Del impresionante portafolio de clientes que tuvo, ahora le quedarán solamente pocas facciones de los grupos familiares que atendió y algunas empresas multinacionales.

La facturación de esa oficina jurídica (junto con una oficina paralela de investigaciones) aseguran exsocios, llegó a estar en casi US2 millones al mes.  Un monto como este, sobre todo hace tanto tiempo, habría hecho a Carrillo & Asociados el contribuyente por servicios jurídicos más importante de Guatemala.  Está por verse sí, efectivamente, facturó y pagó impuestos en Guatemala como correspondía.  La investigación continúa y daremos más información conforme se vaya descubriendo. Lo que sí se adelanta es que hay mucho más que contar acerca del proceder de Alfonso Carrillo Marroquín, el abogado que mece la cuna de la justicia desde 1999. 

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Alfonso Carrillo, la mano que mece la cuna de la justicia desde 1999 (parte II)

Alfonso Carrillo Marroquín promovió a su padre como magistrado de la CSJ por dos motivos: influir en las decisiones del Organismo Judicial y apropiarse del bufete jurídico de su progenitor.

Alfonso Carrillo. Fotografía Guatemala Times.
Alejandro Palmieri
11 de febrero, 2022

El abogado Alfonso Carrillo Marroquín vive fuera de Guatemala desde el año 2018. Salió apenas unos pocos días después de Iván Velásquez, a quien en septiembre de ese año se le prohibió ingresar en Guatemala. A partir de ese año, y desde el extranjero, ha presentado memoriales en los tribunales y más notoriamente en la Corte de Constitucionalidad (CC), una serie de acciones que le valieron que la propia CC certificara lo conducente (denunciara) al Ministerio Público, por la posible comisión de delitos, pues al estar fuera del territorio nacional, según lo denunciado, no podría haber accionado en nombre propio.

Hasta ahora esa denuncia no ha avanzado en el Ministerio Público, pero a partir de entonces no presentó más acciones judiciales (por lo menos no con su nombre) y se ha limitado a mover sus hilos en organizaciones extranjeras, con el Cyrus Vance Center y el American Bar Association. Desde allá y por medio de esas organizaciones, emite comunicados y gestiona apoyos a distintos operadores de justicia de su predilección.

Pero no siempre fue así. Carrillo Marroquín ejerció durante muchos años una gran influencia en el mundo judicial de Guatemala, ya sea mediante el Bufete Carrillo & Asociados que llegó a ser si no la más, una de las más importantes oficinas de abogados del país, como por medio de organizaciones de la llamada sociedad civil que formó para influir e incidir en decisiones políticas y de nombramientos de magistrados y fiscal general.

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Sus clientes eran industrias nacionales, grupos empreariales de la élite económica y empresas multinacionales que le sirvieron de carta de presentación que usó para avanzar su agenda de poder e influencia. Ahora, aquella oficina no es sino una sombra de lo que fue.

El ascenso de Alfonso Carrillo Marroquín

Lo que inició su ascenso, según personas cercanas y exsocios de Carrillo, fue que convenció a su padre Alfonso Carrillo Castillo, a postularse como magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en 1999.

“Carrillo Castillo era una buena persona y alguien en que se podía confiar”, recuerdan quienes compartieron con él su paso por la CSJ. Eso sí, aseguran que nunca tuvo aspiraciones políticas o de poder y dan cuenta que el responsable de que el padre participara de esos trotes fue su hijo, Alfonso Carrillo Marroquín.

Es así como Carrillo Marroquín, a partir de finales del siglo pasado, incide e influye en las Comisiones de Postulación. En 1999 consigue que su padre sea electo magistrado de la más alta corte del Organismo Judicial. A ello hay que agregar que no contento con hacer magistrado a su progenitor, consigue que sea electo presidente en el último año de esa magistratura en 2003, terminando en el 2004.

El abuelo de Carrillo Marroquín tuvo una práctica profesional privada y es Carrillo Castillo quien crea el Bufete que heredaría luego su hijo, aunque “heredar” no es precisamente lo que sucede.

Cuando Carrillo Castillo fue electo magistrado, su hijo lo convence para desligarse del bufete por cuestiones éticas más que por la dificultad que significaría atender tanto lo público como lo privado. Así, mediante el traspaso de acciones del bufete o alguna operación distinta, pero con ese mismo fin (Carrillo & Asociados es el nombre comercial de la entidad mercantil denominada Servicios Profesionales Carrillo y Carrillo, Sociedad Anónima), Carrillo Marroquín se hace del control del bufete que hace crecer de manera importante durante la magistratura y presidencia de la CSJ del padre.

La CSJ y la influencia de Alfonso Marroquín

Quienes conocen a Carrillo Marroquín opinan que, como mucho de lo que ha hecho en su carrera, llevar a su padre a la CSJ tuvo, desde el inicio, un doble propósito. El primero, que por medio de su padre pudiese él -el hijo- influir en las decisiones judiciales de la Corte Suprema de Justicia.

Aunque Carrillo Marroquín era visto con bastante frecuencia en la Corte, no se puede asegurar que, de hecho, influyera en las decisiones judiciales, a no ser que lo hubiese realizado de manera directa con su padre en el seno de la intimidad. Carrillo Castillo, como se dijo, fue presidente en el último año de esa Corte, pero en los inicios sufrió un infarto y fue sustituido de manera temporal por el vocal primero, como lo estipula la Constitución.

Algunas personas que estuvieron en la CSJ en aquel entonces cuentan que, aunque su padre estuviese convaleciente y ausente de la Corte, Carrillo Marroquín seguía llegando, aunque con menor frecuencia. Una vez el padre se recuperó, las cosas vuelven a ser como antes.

El segundo objetivo que tuvo Carrillo Marroquín en llevar a su padre a la CSJ, fue quedarse con el control y apropiarse del bufete, aseguran exsocios. Y así fue, cuando su padre terminó el período constitucional como magistrado, nunca regresó al control de su antigua oficina, que, desde entonces y hasta su desvinculación “oficial” en 2008, tuvo Carrillo Marroquín.

Pero aunque en ese año se retira del manejo del bufete, sigue teniendo mucha actividad por medio su hijo y otros abogados de la oficina, pero sin involucrar a su hermana, la también abogada, Analucía, a quien nunca deja participar plenamente como su socia. Por este motivo existen una serie de demandas y denuncias recíprocas que, como consecuencia material por lo menos, tienen bajo intervención a esa oficina jurídica.

Carrillo Marroquín, otrora poderoso e influyente abogado, parece haber trazado su trayectoria y creado su red de poder e influencia desde 1999 luego de haber conseguido que su padre fuese elegido magistrado de la Corte Suprema de Justicia.

Se puede especular mucho sobre qué ocurre desde entonces, pero de lo que no hay duda es el auge del bufete (que nunca fue del todo familiar, pues lo controló él siempre) que se da a partir de entonces y con ello unió el destino de esa empresa al propio. No obstante, así como lo llevó a ser una de las más importantes oficinas jurídicas del país, por su ambición, también lo trajo abajo. Del impresionante portafolio de clientes que tuvo, ahora le quedarán solamente pocas facciones de los grupos familiares que atendió y algunas empresas multinacionales.

La facturación de esa oficina jurídica (junto con una oficina paralela de investigaciones) aseguran exsocios, llegó a estar en casi US2 millones al mes.  Un monto como este, sobre todo hace tanto tiempo, habría hecho a Carrillo & Asociados el contribuyente por servicios jurídicos más importante de Guatemala.  Está por verse sí, efectivamente, facturó y pagó impuestos en Guatemala como correspondía.  La investigación continúa y daremos más información conforme se vaya descubriendo. Lo que sí se adelanta es que hay mucho más que contar acerca del proceder de Alfonso Carrillo Marroquín, el abogado que mece la cuna de la justicia desde 1999.