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Ikigai o la vida con propósito que nos hace felices y longevos

En este concepto japonés, confluyen la pasión, el talento, lo que aporta y, a veces, lo que genera ingresos. Es vital para los habitantes de Okinawa, una de las 5 “Zonas Azules” del mundo donde abundan las personas centenarias.

Ikigai o la vida con propósito que nos hace felices y longevos.
Mariana Caprile |
31 de marzo, 2023

Si nos plantearan elaborar una lista, honesta y acotada, en la que nos inviten a responder cuáles son las 3 o 4 cosas que más nos gusta hacer, las que nos otorgan verdadera felicidad, ¿lo lograríamos con facilidad? La mayoría reconoce que no. Y es que muchos andamos por la vida “en automático”, trabajando en lo que nos toca, cumpliendo con lo que se debe -quizá, principalmente, para complacer a otros-, sin siquiera cuestionarnos si ese camino o esas acciones tienen sentido para nosotros y nos brindan bienestar o plenitud. 

Un ejercicio que contribuye con el desafío inicial propuesto, dicen los entendidos, es retroceder hasta nuestra infancia y recordar a qué jugábamos, qué nos apasionaba hacer, qué soñábamos con ser cuando fuéramos adultos. De esta manera, podríamos empezar a [re]conectar con nuestro Ikigai. 

“El Ikigai está escondido en nuestro interior y requiere una exploración paciente para llegar a lo más profundo de nuestro ser y encontrarlo”. Así lo afirman los escritores españoles, Héctor García (Kirai) y Francesc Miralles, en el primer capítulo de su libro “Ikigai, Los secretos de Japón para una vida larga y feliz” publicado en 2016. ¿Pero qué es todo lo que abarca esta corta y extraña palabra? 

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Ikigai, explica Miralles en la charla “Aprendemos Juntos 2030” (BBVA) en octubre de 2020, “es aquello que da un sentido a nuestra vida; es la razón de vivir, el propósito de vida, nuestra misión”. En el idioma japonés, de donde el concepto es originario, Iki significa “vida” y Gai significa “valer la pena”; en su conjunto expresa: “una vida que vale la pena”. 

Nuestro Ikigai puede hoy ser el mismo que teníamos desde que éramos niños, pero también pudo haber cambiado, y es posible tener más de uno en el transcurso de la vida. Para muchos, coincide con la profesión; para otros, está en los pasatiempos. Hay quienes detectan que su Ikigai se manifiesta con la familia o en el marco de la comunidad; hay quienes lo experimentan lejos de su entorno cercano, en otras culturas y entre desconocidos.   

De acuerdo al diagrama de Marc Winn, contenido en el libro de García y Miralles, la confluencia entre lo que amas -tu pasión-, aquello en lo que eres bueno -tu talento-, lo que es necesario o útil al mundo y aquello por lo que podrían pagarte, da como resultado tu Ikigai. Parece sencilla la “fórmula”, pero no siempre es fácil autobservarnos y, más aún, aceptar lo que hallamos.  

Ogimi: “la aldea de los centenarios”

El archipiélago de Okinawa, ubicado al sur de Japón, es conocido por ser una de las 5 “Zonas Azules” del planeta. Según el explorador y periodista estadounidense, Dan Buettner, quien las descubrió y habló de ellas, “son lugares donde las personas viven vidas más largas y saludables”, además de felices. En Okinawa, hay 68 personas centenarias por cada 100.000 habitantes, lo cual representa una tasa muy superior a la media mundial. Específicamente al pueblo de Ogimi, se le llama “la aldea de los centenarios”. 

Llenos de curiosidad, García y Miralles viajaron a Ogimi para investigar por qué un número significativo de sus pobladores eran tan longevos –centenarios y supercentenarios: “quienes han alcanzado y superado la edad de 110 años”-. Suponiendo que las respuestas de los entrevistados girarían en torno a la alimentación sana, la realización cotidiana de ejercicios y el estilo de vida saludable, fueron sorprendidos cuando se percataron de que ante la consulta: “¿Qué es lo que te impulsa cada día a levantarte de la cama?”, la mayoría contestó: “Yo tengo mi Ikigai”.   

Evidentemente, ambos ratificaron en su estudio de campo que una dieta natural y balanceada, la actividad física suave y frecuente, así como los buenos hábitos, forman parte de las prácticas de los okinawenses que inciden en su longevidad. Sin embargo, advirtieron que había mucho más, que hacían falta otras acciones para lograr vivir muchos años, contando con salud y experimentando felicidad; descubrieron que “hay que tener un Ikigai en el horizonte, un propósito que guíe a la persona (…) y le impulse a crear belleza y utilidad para la comunidad y para sí misma”, revelan en su libro.

Una información interesante a la que hacen referencia en “Ikigai, Los secretos de Japón para una vida larga y feliz”, tiene que ver con las relaciones interpersonales. En este sentido, aseguran lo siguiente: “En Ogimi no hay bares y apenas un par de restaurantes, pero los lugareños llevan una vida social muy rica que gira alrededor de centros comunitarios. El municipio está organizado en 17 vecindarios y cada uno tiene un presidente y diferentes personas encargadas de las distintas categorías: cultura, festivales, actividades sociales y longevidad. Esta última es una sección a la que prestan gran atención”. 

“La sabiduría de los ancianos” en 10 principios 

Tras una semana de haber recopilado un centenar de testimonios de lugareños –próximos a cumplir 100 años o que ya habían superado un siglo- y hasta de haber participado en algunas de sus actividades sociales y deportivas, García y Miralles sacaron en limpio 10 leyes o principios del Ikigai, emanados “de la sabiduría de los ancianos de Ogimi”: Mantente siempre activo, nunca te retires; Tómatelo con calma; No comas hasta llenarte; Rodéate de buenos amigos y cuida de ellos; Entrénate o ponte en forma para tu próximo cumpleaños; Sonríe; Conecta con la naturaleza; Da las gracias; Vive el momento; y Sigue tu Ikigai. 

Según los japoneses, todos los seres humanos tienen su propio Ikigai. Algunos lo tienen claro desde muy jóvenes; otros, ya grandes, no desisten en hurgar en su interior hasta encontrarlo. También hay quienes han preferido ignorarlo. Recomienda Miralles que, cuando lo consigas, “nuestra tarea es ponerlo en el centro, como motor de nuestra vida o, como mínimo, si hemos de compartirlo con una actividad que no es nuestra pasión, pues darle un lugar importante (…)”. Si estás por emprender la búsqueda de tu Ikigai, para empezar sólo tienes que hacerte una pregunta elemental: ¿Qué te hace feliz?

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Ikigai o la vida con propósito que nos hace felices y longevos

En este concepto japonés, confluyen la pasión, el talento, lo que aporta y, a veces, lo que genera ingresos. Es vital para los habitantes de Okinawa, una de las 5 “Zonas Azules” del mundo donde abundan las personas centenarias.

Mariana Caprile |
31 de marzo, 2023
Ikigai o la vida con propósito que nos hace felices y longevos.

Si nos plantearan elaborar una lista, honesta y acotada, en la que nos inviten a responder cuáles son las 3 o 4 cosas que más nos gusta hacer, las que nos otorgan verdadera felicidad, ¿lo lograríamos con facilidad? La mayoría reconoce que no. Y es que muchos andamos por la vida “en automático”, trabajando en lo que nos toca, cumpliendo con lo que se debe -quizá, principalmente, para complacer a otros-, sin siquiera cuestionarnos si ese camino o esas acciones tienen sentido para nosotros y nos brindan bienestar o plenitud. 

Un ejercicio que contribuye con el desafío inicial propuesto, dicen los entendidos, es retroceder hasta nuestra infancia y recordar a qué jugábamos, qué nos apasionaba hacer, qué soñábamos con ser cuando fuéramos adultos. De esta manera, podríamos empezar a [re]conectar con nuestro Ikigai. 

“El Ikigai está escondido en nuestro interior y requiere una exploración paciente para llegar a lo más profundo de nuestro ser y encontrarlo”. Así lo afirman los escritores españoles, Héctor García (Kirai) y Francesc Miralles, en el primer capítulo de su libro “Ikigai, Los secretos de Japón para una vida larga y feliz” publicado en 2016. ¿Pero qué es todo lo que abarca esta corta y extraña palabra? 

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Ikigai, explica Miralles en la charla “Aprendemos Juntos 2030” (BBVA) en octubre de 2020, “es aquello que da un sentido a nuestra vida; es la razón de vivir, el propósito de vida, nuestra misión”. En el idioma japonés, de donde el concepto es originario, Iki significa “vida” y Gai significa “valer la pena”; en su conjunto expresa: “una vida que vale la pena”. 

Nuestro Ikigai puede hoy ser el mismo que teníamos desde que éramos niños, pero también pudo haber cambiado, y es posible tener más de uno en el transcurso de la vida. Para muchos, coincide con la profesión; para otros, está en los pasatiempos. Hay quienes detectan que su Ikigai se manifiesta con la familia o en el marco de la comunidad; hay quienes lo experimentan lejos de su entorno cercano, en otras culturas y entre desconocidos.   

De acuerdo al diagrama de Marc Winn, contenido en el libro de García y Miralles, la confluencia entre lo que amas -tu pasión-, aquello en lo que eres bueno -tu talento-, lo que es necesario o útil al mundo y aquello por lo que podrían pagarte, da como resultado tu Ikigai. Parece sencilla la “fórmula”, pero no siempre es fácil autobservarnos y, más aún, aceptar lo que hallamos.  

Ogimi: “la aldea de los centenarios”

El archipiélago de Okinawa, ubicado al sur de Japón, es conocido por ser una de las 5 “Zonas Azules” del planeta. Según el explorador y periodista estadounidense, Dan Buettner, quien las descubrió y habló de ellas, “son lugares donde las personas viven vidas más largas y saludables”, además de felices. En Okinawa, hay 68 personas centenarias por cada 100.000 habitantes, lo cual representa una tasa muy superior a la media mundial. Específicamente al pueblo de Ogimi, se le llama “la aldea de los centenarios”. 

Llenos de curiosidad, García y Miralles viajaron a Ogimi para investigar por qué un número significativo de sus pobladores eran tan longevos –centenarios y supercentenarios: “quienes han alcanzado y superado la edad de 110 años”-. Suponiendo que las respuestas de los entrevistados girarían en torno a la alimentación sana, la realización cotidiana de ejercicios y el estilo de vida saludable, fueron sorprendidos cuando se percataron de que ante la consulta: “¿Qué es lo que te impulsa cada día a levantarte de la cama?”, la mayoría contestó: “Yo tengo mi Ikigai”.   

Evidentemente, ambos ratificaron en su estudio de campo que una dieta natural y balanceada, la actividad física suave y frecuente, así como los buenos hábitos, forman parte de las prácticas de los okinawenses que inciden en su longevidad. Sin embargo, advirtieron que había mucho más, que hacían falta otras acciones para lograr vivir muchos años, contando con salud y experimentando felicidad; descubrieron que “hay que tener un Ikigai en el horizonte, un propósito que guíe a la persona (…) y le impulse a crear belleza y utilidad para la comunidad y para sí misma”, revelan en su libro.

Una información interesante a la que hacen referencia en “Ikigai, Los secretos de Japón para una vida larga y feliz”, tiene que ver con las relaciones interpersonales. En este sentido, aseguran lo siguiente: “En Ogimi no hay bares y apenas un par de restaurantes, pero los lugareños llevan una vida social muy rica que gira alrededor de centros comunitarios. El municipio está organizado en 17 vecindarios y cada uno tiene un presidente y diferentes personas encargadas de las distintas categorías: cultura, festivales, actividades sociales y longevidad. Esta última es una sección a la que prestan gran atención”. 

“La sabiduría de los ancianos” en 10 principios 

Tras una semana de haber recopilado un centenar de testimonios de lugareños –próximos a cumplir 100 años o que ya habían superado un siglo- y hasta de haber participado en algunas de sus actividades sociales y deportivas, García y Miralles sacaron en limpio 10 leyes o principios del Ikigai, emanados “de la sabiduría de los ancianos de Ogimi”: Mantente siempre activo, nunca te retires; Tómatelo con calma; No comas hasta llenarte; Rodéate de buenos amigos y cuida de ellos; Entrénate o ponte en forma para tu próximo cumpleaños; Sonríe; Conecta con la naturaleza; Da las gracias; Vive el momento; y Sigue tu Ikigai. 

Según los japoneses, todos los seres humanos tienen su propio Ikigai. Algunos lo tienen claro desde muy jóvenes; otros, ya grandes, no desisten en hurgar en su interior hasta encontrarlo. También hay quienes han preferido ignorarlo. Recomienda Miralles que, cuando lo consigas, “nuestra tarea es ponerlo en el centro, como motor de nuestra vida o, como mínimo, si hemos de compartirlo con una actividad que no es nuestra pasión, pues darle un lugar importante (…)”. Si estás por emprender la búsqueda de tu Ikigai, para empezar sólo tienes que hacerte una pregunta elemental: ¿Qué te hace feliz?