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El Viejo Palmar era una región que iba creciendo en producción agrícola, de aquel pueblo ya no queda nada. Foto República / Francisco Rosales

Tras los pasos del Viejo Palmar, el pueblo fantasma sepultado por un volcán en Guatemala

Cuna de leyendas, víctima de la furia de la naturaleza, el Viejo Palmar era un lugar muy próspero, pero en la actualidad de aquel pueblo solo quedan escombros. 
 

Había escuchado hablar de él, pero no tenía la oportunidad de conocer este pueblo fantasma, se trata del Viejo Palmar, fundado en 1877 hasta que en 1986 fue destruido en su totalidad por uno de los volcanes más peligrosos de Guatemala, El Santiaguito.

En la actualidad de las primeras construcciones del pueblo ya no queda casi nada. En su mayoría están completamente destruidas y cubiertas por la vegetación de la zona. 

El viaje inició de la Ciudad de Guatemala al departamento de Quetzaltenango, tomando la ruta  Panamericana CA-1. El  Viejo Palmar se encuentra antes de llegar al Nuevo Palmar, lugar en el que en la actualidad habitan muchos de los sobrevivientes de la erupción.

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Para llegar a este pueblo fantasma hay que atravesar caminando un puente colgante que pasa sobre el Río Nimá I, de hecho, muchos de los habitantes del Nuevo Palmar cruzan este puente para llegar hasta donde cultivan sus productos.

De la escuela del pueblo solo quedan ruinas. Foto República / Francisco Rosales

Un río al que hay que temerle

Desde el puente, el Río Nimá I se ve insignificante, incluso da la impresión de ser un río calmado, sin embargo, en temporada de invierno crece y cuando eso sucede la petición de las pocas personas que habitan en el Viejo Palmar es que “no se salga de su cauce”

Otro aspecto que hace de este río un peligro constante para los pocos pobladores de la localidad, es que también en temporada de invierno, debido a la actividad del Santiaguito, la corriente se mezcla con la lava y la avalancha de residuos volcánicos arrasa con todo a su paso

El desgarrador relato de William

Al llegar al Viejo Palmar se observan en la entrada unas 30 viviendas. En una de ellas reside William González, uno de los sobrevivientes de la erupción que destruyó el pueblo. Con lágrimas, relató cómo fue aquel momento

William tenía 12 años cuándo ocurrió la erupción de 1983 que obligó a los moradores del Viejo Palmar a desalojar la región.  A pesar de los años, asegura que nunca olvidará los gritos de la gente y la sensación de pánico que se percibía en el ambiente.

En aquel entonces muchos de los vecinos de la zona no tenían miedo al volcán, pues según William estaban acostumbrados a su actividad, sin embargo, no imaginaron la magnitud de aquella erupción. 

“Fueron dos escenarios por un lado estaban las personas que corrían con desesperación y por el otro aquellos que se quedaron paralizados por lo que estaba ocurriendo''. William González.

Para William fue aterrador escuchar el llanto de sus papás y de los vecinos qué vivían en los alrededores. “Se escuchaban muchos gritos, las personas pedían ayuda con desesperación. A muchos ya no les dio tiempo abandonar el lugar y murieron calcinados”, recordó. 

Sus padres perdieron lo poco que tenían, y de su casa no quedó nada. Él contó que en aquel momento sintió mucha tristeza de ver a su madre derramar lágrimas. 

“Mi madre no dejaba de llorar, nunca la había visto así. Para mí fue algo terrible, la persona que me consolaba cuando siendo un niño lloraba, necesitaba de mi consuelo", dijo con tristeza.

"Mi padre también lloraba, estaba desesperado, ambos clamaban a Dios misericordia”, afirmó el sobreviviente de la furia del volcán. En aquel entonces el pueblo era habitado por cerca de dos mil personas, pero pocos lograron sobrevivir.

En su interior este pueblo fantasma guarda mucha historia. Foto República / Francisco Rosales

¿Cómo ocurrió la tragedia? 

Fue un 22 de junio de 1983 que todo cambió para los habitantes del Viejo Palmar. Ese día el volcán Santiaguito hizo erupción, actividad que se prolongó más de lo imaginado, incluso por las autoridades. La emiisión de gases y la expulsión de material del coloso fue violenta. 

A ese acontecimiento  se sumó la fuerte lluvia de la temporada de invierno, que causó que los ríos Nimá 1 y Nimá 2 arrastraran todo lo que encontraba a su paso. Casas, escuelas, iglesias y el Palacio Municipal quedaron cubiertos por lava y ceniza. El casco urbano fue borrado por la furia del Santiaguito. 

Los sobrevivientes de la tragedia perdieron todo y tuvieron que ser ubicados en la finca Las Marías, lugar en el que permanecieron hasta 1988 cuando el Gobierno del presidente Vinicio Cerezo Arévalo, los instaló a unos siete kilómetros del antiguo asentamiento, en jurisdicción de San Felipe, Retalhuleu, en lo que ahora se conoce como el Nuevo Palmar

Antes de la erupción, el Viejo Palmar era una región muy próspera. La agricultura era la principal fuente económica del lugar. Los pobladores producían cardamomo, macadamia, naranja, banano, plátano y café.

De hecho, a mediados del Siglo XX era considerado como uno de los lugares turísticos más importantes de la zona pues por la cercanía al volcán se podrían observar la impresionante actividad del coloso. 

Ahora de aquel lugar solo quedan ruinas y las sombras de lo que un día fue una comunidad llena de vida. En el ambiente predomina la soledad y el abandono y son pocos los que aún con la amenaza de la naturaleza decidieron permanecer ahí.