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¿Cómo evitamos el éxodo de niños?

Redacción
03 de julio, 2014

Otra mala noticia sobre Guatemala a nivel internacional: el éxodo de los niños obligados a dejar el país y arriesgar sus vidas con la lejana esperanza de encontrar mejores oportunidades en los Estados Unidos. Si las historias de los migrantes adultos asustan por todos los riesgos que implica cruzar las fronteras de manera ilegal, más nos horroriza cuando se tratan de niños, porque la infancia es edad de fantasía y de sueños, de amor incondicional, juego, educación. 

Esta crisis ha puesto en boca de la opinión pública el tema de la reforma migratoria en los Estados Unidos. El Presidente Obama ha dicho que no esperará al Congreso para hacer algo y utilizará sus poderes ejecutivos al respecto. Culpa, como es lo usual, a los republicanos por el hecho que la reforma migratoria no se ha llevado a cabo. 
Estados Unidos tiene que resolver su problema migratorio, eso claro está, pero no podemos echarle toda la culpa de esta crisis a ese país. Ni siquiera podemos decir que la culpa original es de ellos. Cuando Felipe Calderón llegó a la presidencia de México dijo una verdad muy clara: el problema que hayan tantos mexicanos migrando hacia Estados Unidos es porque en México no encuentran las oportunidades para trabajar por una vida decente. Lo mismo sucede en Guatemala. 
El presidente Otto Pérez Molina ha insistido que EE.UU. otorgue a los migrantes guatemaltecos el Estatus de Protección Temporal (TPS). Lo mismo pidió Berger y Colom sin éxito. ¿Qué efectos podrá tener el TPS? Ayudaría a los que están allá, pero no sería una medida para resolver el problema de fondo, porque el problema nace aquí en Guatemala, no allá en el norte. 
¿Qué hacer? Esas es la gran pregunta. Primero hay que ser realistas, ninguna medida que resuelva el problema de las migraciones tendrá efecto en el corto o mediano plazo. Habrá que esperar varias décadas, eso es una ley de la realidad que tendremos que aceptar. Lo que se necesita es desconcentrar la actividad económica en Guatemala, es decir que la productividad llegue de manera constante y con efecto multiplicador a todos los departamentos del país. 
En Taiwán una familia contaba que con las primeras reformas económicas se tuvo la oportunidad de dejar la agricultura de subsistencia para trabajar en una fábrica. El trabajo podrá haber sido agotador y el sueldo poco a nuestros ojos occidentalizados, pero para esa familia, como muchas otras, el sueldo era bueno y el trabajo era indiscutiblemente preferible al del campo. Esa familia pudo pagar la escuela a su hijo, fue el primer miembro de la familia en recibir educación de ese tipo. El joven creció y obtuvo un mejor trabajo que el de sus padres, por lo que pudo mandar a su hijo a la universidad. Éste último, más tecnificado, más preparado, pudo tener un trabajo que le exigía mucho menos esfuerzo físico y más intelectual, con suficientes horas para descansar y con un sueldo muy atractivo. Esta historia es la historia de todos los países desarrollados, con la diferencia que hace 200 años tomaba más tiempo pasar de la pobreza a la riqueza y ahora, gracias a la tecnología y la globalización, se puede lograr en cuatro, cinco décadas. 
¿Cómo hacemos que para que la economía del país prospere? Primero debemos tener instituciones públicas sólidas: unos tribunales excelentes que le den al ciudadano seguridad y tranquilidad de vivir en el país. Eso hará más atractivo el país a los inversionistas, aquellas personas que vienen a poner fábricas y comercios, empresas y restaurantes que contratan a guatemaltecos para trabajar en ellas. Este es el primer paso.

¿Cómo evitamos el éxodo de niños?

Redacción
03 de julio, 2014

Otra mala noticia sobre Guatemala a nivel internacional: el éxodo de los niños obligados a dejar el país y arriesgar sus vidas con la lejana esperanza de encontrar mejores oportunidades en los Estados Unidos. Si las historias de los migrantes adultos asustan por todos los riesgos que implica cruzar las fronteras de manera ilegal, más nos horroriza cuando se tratan de niños, porque la infancia es edad de fantasía y de sueños, de amor incondicional, juego, educación. 

Esta crisis ha puesto en boca de la opinión pública el tema de la reforma migratoria en los Estados Unidos. El Presidente Obama ha dicho que no esperará al Congreso para hacer algo y utilizará sus poderes ejecutivos al respecto. Culpa, como es lo usual, a los republicanos por el hecho que la reforma migratoria no se ha llevado a cabo. 
Estados Unidos tiene que resolver su problema migratorio, eso claro está, pero no podemos echarle toda la culpa de esta crisis a ese país. Ni siquiera podemos decir que la culpa original es de ellos. Cuando Felipe Calderón llegó a la presidencia de México dijo una verdad muy clara: el problema que hayan tantos mexicanos migrando hacia Estados Unidos es porque en México no encuentran las oportunidades para trabajar por una vida decente. Lo mismo sucede en Guatemala. 
El presidente Otto Pérez Molina ha insistido que EE.UU. otorgue a los migrantes guatemaltecos el Estatus de Protección Temporal (TPS). Lo mismo pidió Berger y Colom sin éxito. ¿Qué efectos podrá tener el TPS? Ayudaría a los que están allá, pero no sería una medida para resolver el problema de fondo, porque el problema nace aquí en Guatemala, no allá en el norte. 
¿Qué hacer? Esas es la gran pregunta. Primero hay que ser realistas, ninguna medida que resuelva el problema de las migraciones tendrá efecto en el corto o mediano plazo. Habrá que esperar varias décadas, eso es una ley de la realidad que tendremos que aceptar. Lo que se necesita es desconcentrar la actividad económica en Guatemala, es decir que la productividad llegue de manera constante y con efecto multiplicador a todos los departamentos del país. 
En Taiwán una familia contaba que con las primeras reformas económicas se tuvo la oportunidad de dejar la agricultura de subsistencia para trabajar en una fábrica. El trabajo podrá haber sido agotador y el sueldo poco a nuestros ojos occidentalizados, pero para esa familia, como muchas otras, el sueldo era bueno y el trabajo era indiscutiblemente preferible al del campo. Esa familia pudo pagar la escuela a su hijo, fue el primer miembro de la familia en recibir educación de ese tipo. El joven creció y obtuvo un mejor trabajo que el de sus padres, por lo que pudo mandar a su hijo a la universidad. Éste último, más tecnificado, más preparado, pudo tener un trabajo que le exigía mucho menos esfuerzo físico y más intelectual, con suficientes horas para descansar y con un sueldo muy atractivo. Esta historia es la historia de todos los países desarrollados, con la diferencia que hace 200 años tomaba más tiempo pasar de la pobreza a la riqueza y ahora, gracias a la tecnología y la globalización, se puede lograr en cuatro, cinco décadas. 
¿Cómo hacemos que para que la economía del país prospere? Primero debemos tener instituciones públicas sólidas: unos tribunales excelentes que le den al ciudadano seguridad y tranquilidad de vivir en el país. Eso hará más atractivo el país a los inversionistas, aquellas personas que vienen a poner fábricas y comercios, empresas y restaurantes que contratan a guatemaltecos para trabajar en ellas. Este es el primer paso.