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Lenguaje atolitario

María Dolores Arias
18 de agosto, 2014

Hace unos días en mi programa de radio en libertopolis.com, hablamos
sobre el lenguaje totalitario. El cual, según mi invitado Antón Toursinov,
quienes utilizan este lenguaje se caracterizan primero por identificarse bien
con el público, conocer profundamente sus necesidades, utilizar metáforas; usan
en sus discursos temas importantes para su audiencia como la delincuencia,
genocidio y pobreza, entre otros.

Segundo, victimizarse constantemente usando el “nosotros” para que el
público se identifique con el político. De esta forma se puede crear un
nosotros (político incluido) contra un tercero opositor (persona, partido,
grupo) que representa un peligro, por lo general imaginario.

Y por último, proponer soluciones en las cuales el “yo salvador” surge
casi necesariamente representado por un político o partido; quien hace creer a
su público que sólo él tiene la solución. Si pudiéramos simplificarlo sería
algo parecido a: Yo los entiendo, Yo soy como ustedes, Yo tengo la solución.

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Con estos elementos puedo concluir que es una forma eficaz de darnos
atole con el dedo como decimos coloquialmente. ¿Cuántas veces no hemos oído esta
frase y nos sentimos inmunes de sucumbir ante ese engaño? Pues bien, resulta
que la mayor parte del tiempo los políticos utilizan lo que he llamado el
“lenguaje atolitario” para comunicarse con nosotros.

El “lenguaje atolitario” es el medio de comunicación que utilizan los
políticos para obtener más poder con la excusa del bien común, es una mezcla de
darnos atol con el dedo y el totalitarismo.

El “lenguaje atolitario” lo puede identificar cada vez que un político
le dice que necesita más dinero y poder para ayudar a los más necesitados; cuando le dice que entiende sus necesidades
por eso se baña en la pila, visita
hospitales, camina en los mercados, da
conferencias en universidades, usa trajes indígenas para demostrarle que es
igual a usted y por eso no sólo lo entiende sino que sabe qué es lo mejor para
su vida.

El “lenguaje atolitario” también lo puede identificar cuando el
político dice que defenderá los recursos naturales propiedad de todos y que
sólo servirán para beneficio de la nación, también cuando asegura que la
educación y la salud serán gratuitas.

El “lenguaje atolitario” ha permeado tanto en nuestra cultura que
pretende convertir la solidaridad en algo impuesto, que quienes no se dejan
extorsionar por el Estado y después cobran lo que es suyo son “buitres”, que
llama traidores a quienes cuestionan o limitan el uso del poder de los
gobernantes, que quienes no saben obedecer órdenes es porque no fueron bien
educados (educación por cierto a cargo del gobierno).

El truco en el uso del “lenguaje atolitario” consiste en hacer creer
que todo lo que se hace es por el bien común. Si debe entregar parte de sus
ingresos al gobierno a cambio de servicios que nunca usará, no importa es por
el bien de todos. Si lo que necesita es seguridad y justicia para disfrutar de
lo que es suyo, eso puede esperar porque hay otros asuntos más importantes que
atender.

Muchas veces el “lenguaje atolitario” es tan sutil que vamos perdiendo
nuestros derechos sin darnos cuenta, como cuando nos impiden comprar lo que
deseamos mediante leyes que dificultan sino es que impiden la importación o
mediante impuestos o aranceles con la excusa que es por el bien de su salud o
por el medio ambiente.

Por medio del “lenguaje
atolitario” creemos que somos
afortunados cuando sólo nos roban el celular, cuando llamamos “suertudo” a
quien obtiene permiso para trabajar, construir o circular por solo mencionar
algunos.

El éxito del político que utiliza el “lenguaje atolitario” es
proporcionalmente inverso al uso de la razón de su público. Entre menos piense,
razone o cuestione el votante; más exitoso será el político “atolitario”.

Al final me pregunto ¿Qué tan invento mío será esto del “lenguaje
atolitario”?

@Md30

Lenguaje atolitario

María Dolores Arias
18 de agosto, 2014

Hace unos días en mi programa de radio en libertopolis.com, hablamos
sobre el lenguaje totalitario. El cual, según mi invitado Antón Toursinov,
quienes utilizan este lenguaje se caracterizan primero por identificarse bien
con el público, conocer profundamente sus necesidades, utilizar metáforas; usan
en sus discursos temas importantes para su audiencia como la delincuencia,
genocidio y pobreza, entre otros.

Segundo, victimizarse constantemente usando el “nosotros” para que el
público se identifique con el político. De esta forma se puede crear un
nosotros (político incluido) contra un tercero opositor (persona, partido,
grupo) que representa un peligro, por lo general imaginario.

Y por último, proponer soluciones en las cuales el “yo salvador” surge
casi necesariamente representado por un político o partido; quien hace creer a
su público que sólo él tiene la solución. Si pudiéramos simplificarlo sería
algo parecido a: Yo los entiendo, Yo soy como ustedes, Yo tengo la solución.

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Con estos elementos puedo concluir que es una forma eficaz de darnos
atole con el dedo como decimos coloquialmente. ¿Cuántas veces no hemos oído esta
frase y nos sentimos inmunes de sucumbir ante ese engaño? Pues bien, resulta
que la mayor parte del tiempo los políticos utilizan lo que he llamado el
“lenguaje atolitario” para comunicarse con nosotros.

El “lenguaje atolitario” es el medio de comunicación que utilizan los
políticos para obtener más poder con la excusa del bien común, es una mezcla de
darnos atol con el dedo y el totalitarismo.

El “lenguaje atolitario” lo puede identificar cada vez que un político
le dice que necesita más dinero y poder para ayudar a los más necesitados; cuando le dice que entiende sus necesidades
por eso se baña en la pila, visita
hospitales, camina en los mercados, da
conferencias en universidades, usa trajes indígenas para demostrarle que es
igual a usted y por eso no sólo lo entiende sino que sabe qué es lo mejor para
su vida.

El “lenguaje atolitario” también lo puede identificar cuando el
político dice que defenderá los recursos naturales propiedad de todos y que
sólo servirán para beneficio de la nación, también cuando asegura que la
educación y la salud serán gratuitas.

El “lenguaje atolitario” ha permeado tanto en nuestra cultura que
pretende convertir la solidaridad en algo impuesto, que quienes no se dejan
extorsionar por el Estado y después cobran lo que es suyo son “buitres”, que
llama traidores a quienes cuestionan o limitan el uso del poder de los
gobernantes, que quienes no saben obedecer órdenes es porque no fueron bien
educados (educación por cierto a cargo del gobierno).

El truco en el uso del “lenguaje atolitario” consiste en hacer creer
que todo lo que se hace es por el bien común. Si debe entregar parte de sus
ingresos al gobierno a cambio de servicios que nunca usará, no importa es por
el bien de todos. Si lo que necesita es seguridad y justicia para disfrutar de
lo que es suyo, eso puede esperar porque hay otros asuntos más importantes que
atender.

Muchas veces el “lenguaje atolitario” es tan sutil que vamos perdiendo
nuestros derechos sin darnos cuenta, como cuando nos impiden comprar lo que
deseamos mediante leyes que dificultan sino es que impiden la importación o
mediante impuestos o aranceles con la excusa que es por el bien de su salud o
por el medio ambiente.

Por medio del “lenguaje
atolitario” creemos que somos
afortunados cuando sólo nos roban el celular, cuando llamamos “suertudo” a
quien obtiene permiso para trabajar, construir o circular por solo mencionar
algunos.

El éxito del político que utiliza el “lenguaje atolitario” es
proporcionalmente inverso al uso de la razón de su público. Entre menos piense,
razone o cuestione el votante; más exitoso será el político “atolitario”.

Al final me pregunto ¿Qué tan invento mío será esto del “lenguaje
atolitario”?

@Md30