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Empresarialidad, necesaria pero no suficiente.

Redacción
28 de enero, 2015

Si hay un tema de moda hoy en día es el de la empresarialidad. Parecería que la política a seguir es fomentar el desarrollo de los emprendedores que con su varita mágica nos sacarán de la pobreza creando valor para todos en el mercado.

En realidad parte de este razonamiento es verdadero, sin embargo tan solo es cierto en la medida en que se cumplan otros preceptos.

El problema es que, como bien indica el nuevo informe del Global Entrepreneurship Monitor Guatemala (GEM), la empresarialidad es condición necesaria pero no suficiente para salir del subdesarrollo. Guatemala tiene un sector empresarial muy dinámico e innovador al que sin embargo se le ponen todo tipo de impedimentos para que se desarrolle completamente.

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En el citado informe proveniente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Francisco Marroquín [véase aquí] se hace énfasis sobre el estancamiento del PIB per cápita y su relación la productividad de la economía que es encuentra prácticamente estancada desde los años 80, esto es los aumentos en el PIB se deben exclusivamente a incorporación de nuevas personas a la economía (con lo que el PIB per capital no se ve afectado) y al incremento de remesas de EEUU (lo que explica el porqué de la gran correlación entre la economía nacional y la norteamericana). En otras palabras, todo el crecimiento de la economía guatemalteca se explica por lo que producen los nacionales en el extranjero, mientras que la producción nacional está totalmente estancada.

La nula capacidad de incrementar la productividad se refleja en las cifras de formación bruta de capital fijo, que en Guatemala se queda en un modesto 14,3% (vs 19,4% mundial o 47,3% de la economía china). Las causas de tan exiguas cifras podemos encontrarlas en una más que deficiente seguridad jurídica que hace que los empresarios estimen un riesgo país muy alto y se contenten con beneficios potenciales mucho menores en países con mayor seguridad jurídica. Guatemala ocupa el lugar 115 del mundo en percepción de corrupción (de 175 países medidos) y el número 117 en independencia judicial (de 142 países medidos). A esto se une el poco respeto por la propiedad privada que existe en el país, con una puntación de tan sólo 20 sobre 100 en el apartado de derechos de propiedad del índice de libertad económica que elabora Heritage Foundation.

Esto termina redundando en una exigua capitalización de los empresarios guatemaltecos y con ello una pérdida de oportunidades de ganar productividad. Más del 31% de los nuevos empresarios guatemaltecos cuentan con un capital inicial inferior a 5000 Quetzales y más del 51% de estos nuevos empresarios se encuentran con un capital inicial inferior a 10000 Quetzales, cifras tan modestas que les impide acceder a ningún tipo de mecanización de procesos ni de economías de escala.

En definitiva, el informe del Global Entrepreneurship Monitor de Guatemala pone de manifiesto que la economía guatemalteca no consigue aumentar productividades a pesar de su alta iniciativa empresarial, y esto ocurre porque el Estado concentra sus esfuerzos en áreas no prioritarias, esto es en áreas fuera de la seguridad jurídica y personal de los guatemaltecos.

La mejor forma de luchar contra la pobreza es aumentando productividad y la misma sólo puede incrementarse aumentando la cantidad de capital bien invertido en la economía. Ante el poco ahorro disponible internamente es necesario atraer ahorro extranjero, y esto será imposible que ocurra a gran escala hasta que los gobernantes se centren en el objetivo prioritario de todo Estado, garantizar la seguridad jurídica y personal en suelo nacional.

Empresarialidad, necesaria pero no suficiente.

Redacción
28 de enero, 2015

Si hay un tema de moda hoy en día es el de la empresarialidad. Parecería que la política a seguir es fomentar el desarrollo de los emprendedores que con su varita mágica nos sacarán de la pobreza creando valor para todos en el mercado.

En realidad parte de este razonamiento es verdadero, sin embargo tan solo es cierto en la medida en que se cumplan otros preceptos.

El problema es que, como bien indica el nuevo informe del Global Entrepreneurship Monitor Guatemala (GEM), la empresarialidad es condición necesaria pero no suficiente para salir del subdesarrollo. Guatemala tiene un sector empresarial muy dinámico e innovador al que sin embargo se le ponen todo tipo de impedimentos para que se desarrolle completamente.

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En el citado informe proveniente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Francisco Marroquín [véase aquí] se hace énfasis sobre el estancamiento del PIB per cápita y su relación la productividad de la economía que es encuentra prácticamente estancada desde los años 80, esto es los aumentos en el PIB se deben exclusivamente a incorporación de nuevas personas a la economía (con lo que el PIB per capital no se ve afectado) y al incremento de remesas de EEUU (lo que explica el porqué de la gran correlación entre la economía nacional y la norteamericana). En otras palabras, todo el crecimiento de la economía guatemalteca se explica por lo que producen los nacionales en el extranjero, mientras que la producción nacional está totalmente estancada.

La nula capacidad de incrementar la productividad se refleja en las cifras de formación bruta de capital fijo, que en Guatemala se queda en un modesto 14,3% (vs 19,4% mundial o 47,3% de la economía china). Las causas de tan exiguas cifras podemos encontrarlas en una más que deficiente seguridad jurídica que hace que los empresarios estimen un riesgo país muy alto y se contenten con beneficios potenciales mucho menores en países con mayor seguridad jurídica. Guatemala ocupa el lugar 115 del mundo en percepción de corrupción (de 175 países medidos) y el número 117 en independencia judicial (de 142 países medidos). A esto se une el poco respeto por la propiedad privada que existe en el país, con una puntación de tan sólo 20 sobre 100 en el apartado de derechos de propiedad del índice de libertad económica que elabora Heritage Foundation.

Esto termina redundando en una exigua capitalización de los empresarios guatemaltecos y con ello una pérdida de oportunidades de ganar productividad. Más del 31% de los nuevos empresarios guatemaltecos cuentan con un capital inicial inferior a 5000 Quetzales y más del 51% de estos nuevos empresarios se encuentran con un capital inicial inferior a 10000 Quetzales, cifras tan modestas que les impide acceder a ningún tipo de mecanización de procesos ni de economías de escala.

En definitiva, el informe del Global Entrepreneurship Monitor de Guatemala pone de manifiesto que la economía guatemalteca no consigue aumentar productividades a pesar de su alta iniciativa empresarial, y esto ocurre porque el Estado concentra sus esfuerzos en áreas no prioritarias, esto es en áreas fuera de la seguridad jurídica y personal de los guatemaltecos.

La mejor forma de luchar contra la pobreza es aumentando productividad y la misma sólo puede incrementarse aumentando la cantidad de capital bien invertido en la economía. Ante el poco ahorro disponible internamente es necesario atraer ahorro extranjero, y esto será imposible que ocurra a gran escala hasta que los gobernantes se centren en el objetivo prioritario de todo Estado, garantizar la seguridad jurídica y personal en suelo nacional.